Palestina

 

Riesgo de una guerra civil

Por Michel Warschawski, desde Jerusalén
Viento Sur, enero 2007
Traducción de Alberto Nadal

Los Estados Unidos e Israel intentan reforzar al presidente de la Autoridad palestina, Mahmoud Abbas (Fatah), a costa del primer ministro, Ismail Haniyeh (Hamas). Consecuencia : los enfrentamientos interpalestinos se multiplican, y los riesgos de una guerra civil aumentan

“Hay que reforzar a Abou Mazen (Mahmoud Abbas, el presidente de la Autoridad nacional palestina)!”, tal es la nueva consigna que, con el consenso israelí, marca la línea estratégica. Lanzada por Condoleezza Rice en la visita, de hace dos meses, al primer ministro israelí, Ehoud Olmert, a Washington, fue recibida con unanimidad por los políticos israelíes, como debe ser cuando habla el Imperio. Pero una cosa es decir “¡Sí jefe!” y otra completamente diferente dar un contenido a esta consigna.

Hasta ahora, el “refuerzo de Abou Mazen” se ha saldado con un beso sonoro, seguido de una cena en la residencia de Ehoud Olmert y de un cheque de algunos centenares de miles de dólares. El beso puso al presidente palestino en una situación embarazosa, la cena no era nada del otro mundo y los dólares... pertenecían de todas formas a los palestinos, y estaban retenidos de forma ilegal en las cajas del tesoro israelí.

Un balance elocuente

En 2006, las fuerzas armadas israelíes han matado a 660 personas en los territorios ocupados y en Israel. Entre ellas, 322 no tomaban parte en las hostilidades en el momento de su muerte, y 22 han muerto como consecuencia de asesinatos selectivos. Los palestinos han matado a 17 civiles israelíes y seis militares.

En noviembre de 2006, Israel tenía 9.075 prisioneros palestinos, de ellos 738 en detención administrativa sin cargos ni juicio.

Fuente: B´Tselem, Centro de Información Israelí para los Derechos Humanos en los Territorios Ocupados.

Ni siquiera la liberación de algunos centenares de detenidos palestinos –única medida que habrían apreciado los palestinos de los territorios ocupados– ha sido concedida por el primer ministro israelí, transformando el beso mediatizado en algo de lo más comprometedor para el presidente palestino, cuya imagen está ya suficientemente degradada y que no tenía necesidad de esta hipócrita señal de amistad para ser acusado por algunos militantes de su propio partido de haberse convertido, si no en un colaborador, al menos en una marioneta en las manos de los americanos.

Se trata de reforzar a Abou Mazen a fin de debilitar al gobierno de Hamas, masivamente elegido y que sigue siendo apoyado por la mayoría de los palestinos. Para hacerlo, habría que mostrar al pueblo palestino que, contrariamente a Hamas, Abou Mazen puede obtener la congelación de la colonización –¡a lo que Israel se comprometió en la hoja de ruta, hace cerca de cinco años!– y, en el marco de negociaciones rápidas y eficaces con Israel, poner fin a 40 años de ocupación. Pero esto no está evidentemente en el programa del gobierno de unión nacional de Ehoud Olmert y de Amir Peretz.

¿Cómo se puede esperar reforzar a Abou Mazen, cuando la colonización prosigue de forma acelerada y, contrariamente a la época de Ariel Sharon, es objeto de fanfarronadas del primer ministro y de su ministro de defensa, el laborista Amir Peretz, que acaban de anunciar la reconstrucción de una colonia en el valle del Jordán?. Esta declaración ha provocado, por otra parte, la ira del Departamento de Estado americano, que quiere a cualquier precio dar la impresión de que si las cosas no mejoran en las relaciones israelo–palestinas, al menos no empeoran.

¿Cómo reforzar a Abou Mazen cuando se le conceden algunos centenares de miles de dólares, mientras se impide al primer ministro, Ismail Haniyeh, hacer entrar varios miles de millones de dólares que Irán acaba de donar a la Autoridad palestina?. Si se quiere hacer pasar a Mahmoud Abbas por un colaboracionista ante los ojos de su propio pueblo, no hay que hacer nada diferente. Pero lo peor es que los israelíes no lo quieren, y no es sino por ceguera colonial por lo que dan a aquel a quien querrían efectivamente reforzar, pero sin pagar el verdadero precio, el beso de la muerte.

La estrategia argelina

Cansado de intentar debilitar a Hamas por el reforzamiento imposible, en las condiciones actuales, de Abou Mazen, miembros del entorno del presidente de los Estados Unidos y de la CIA, de una parte, y de los servicios secretos israelíes, de la otra, prefieren el método argelino de 1992, que consistía en derrocar por la fuerza a un gobierno legítimo, a riesgo de fomentar una guerra civil. Es el trasfondo de los sangrientos enfrentamientos en Gaza de estas últimas semanas entre militantes del Fatah y militantes de Hamas, y de los que el Fatah tiene la entera responsabilidad. El Fatah, o más bien una corriente del Fatah, que se puede llamar “corriente argelina” o también “corriente erradicadora”, está alentado por Washington y Tel–Aviv y dispuesto a llegar a las manos con Hamas para recuperar el poder ... y sus prebendas.

Como ha mostrado el caso argelino, tales maniobras no harán sino reforzar la popularidad de Hamas, tanto más cuanto que los pretendidos caballeros de la democracia y del laicismo, que sueñan con enfrentarse violentamente con el gobierno legítimo, como Muhammad Dahlan, el antiguo jefe de la seguridad preventiva en Gaza, tienen una imagen más bien lamentable, que no puede sino hacer crecer la un Hamas a quien nadie puede acusar de malversación o de corrupción. Yasser Arafat entrará en la historia como una persona que ha estado dispuesta a sacrificar incluso su libertad para impedir una guerra fratricida entre palestinos y para oponerse a las presiones combinadas de Tel Aviv y de Washington. Mahmoud Abbas no tiene ni el porte ni el prestigio del fundador de la OLP y, aunque sea injusto acusarle de intentar fomentar una guerra civil, intenta en cambio satisfacer a la Casa Blanca intentando desestabilizar el poder legítimo a fin de imponerle un gobierno que daría un poder de veto a quienes precisamente los electores han querido sancionar.

La situación constitucional que crea, de hecho, un doble poder –el del Consejo legislativo y el del presidente, ambos elegidos por sufragio universal– da una cobertura legal a las maniobras del presidente Abbas. Pero, a ojos de la mayoría de los palestinos, tienen un fuerte olor a compromiso con Bush y Olmert.

Jerusalén, 5 de enero de 2007