A 60 años de la Guerra
de los Seis Días

 

Entrevista con Ilan Pappe, historiador, representante de la corriente Nueva Historia Israelí, sobre la situación a 40 años de la Guerra de los Seis Días

“Israel no es una democracia”

Por Ricardo Mir de Francia
El Periódico, 06/06/07

Ilan Pappe es para el sionismo lo que los herejes fueron para el cristianismo durante cientos de años. Este historiador, representante de la corriente Nueva Historia Israelí, ha desafiado todos los dogmas oficiales, la forma en que su país, vencedor en todas las guerras disputadas en Oriente Próximo, ha interpretado la historia y se la ha vendido al mundo. Y lo ha hecho a través de obras como La limpieza étnica de Palestina, que se nutren del material histórico últimamente desclasificado. A sus 53 años, este israelí de Haifa se planta. Durante años ha sido considerado un enemigo del Estado, y las presiones han acabado dando su fruto.

–¿Qué cambió en la mentalidad israelí después de la aplastante victoria de los Seis Días?

–Más que cambiar, acentuó una serie de rasgos colectivos existentes desde 1948, como la idea de que con la fuerza militar puedes imponer tu voluntad no solo a los palestinos, sino a todo Oriente Próximo. Otro rasgo es el sentimiento de superioridad, unido a una megalomanía que se refleja en el apetito por el control y la expansión territorial.

–De la noche a la mañana, Israel pasó a ser dueño y señor del Gran Israel bíblico con el que soñó...

–Después de 1967, la religión volvió al sionismo y se reintegró en su discurso. Hasta entonces ocupaba un lugar insignificante, pero el retorno a las tierras bíblicas ancestrales generó un auge de mesianismo. A partir de ahí, la religión, especialmente su interpretación mesiánica y fundamentalista, ha pasado a ocupar un papel crucial en la política israelí.

–¿Por qué no abandonaron entonces los territorios ocupados? ¿Fue por inseguridad o por avaricia?

–Ben Gurion padre del Estado de Israel dijo al acabar la guerra de 1948 que había sido un terrible error no haber ocupado Cisjordania, cosa que no hizo para respetar su pacto secreto con los jordanos. La ocupación se planeó en 1960 y solo había que esperar la oportunidad de ponerla en práctica. Y llegó gracias a las insensatas políticas de Nasser.

–¿También estaba planeada la expulsión de los palestinos?

–La limpieza étnica que empezó en 1948 debía seguir durante la guerra. Pero solo duró seis días. Aun así se logró expulsar a los palestinos del barrio judío de la Ciudad Vieja de Jerusalén, a los habitantes de tres pueblos de la zona de Latrún, a la mitad de la población de Qalquilia y a tres campos de refugiados de Jericó.

–Israel sostiene que huyeron...

–Le diré más: gracias a los documentos desclasificados de los que disponemos hoy sabemos que en 1971 se trazó un plan para transferir la población de Gaza a Cisjordania, pero se desechó por falta de recursos.

–Pero ¿no dijo Golda Meir que los palestinos no existían y que Palestina era una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra?

–Es uno de los mitos que muchos israelís siguen creyendo. Otro es que Israel siempre ha tendido la mano a la paz, cuando, como prueba Avi Shlaim en El muro de hierro, árabes y palestinos han estado dispuestos a llegar a acuerdos en distintos momentos, pero Israel les dio la espalda. Hay más, como esa idea de ocupación ilustrada, cuando es opresiva y niega a los palestinos algunos de los derechos más básicos.

–En Israel sus opiniones son una herejía. Entre unos y otros han logrado quitarle de en medio.

–Me han atacado de dos formas. Una, intentando expulsarme de la universidad en el 2004, pero fracasaron por el apoyo internacional. También me han amenazado, a mí y a mi familia. Pero lo más doloroso es que el poder institucional ha logrado hacerme irrelevante en Israel, impidiendo que pueda publicar mi trabajo y excluyéndome de la participación en seminarios y conferencias.

–¿Por eso ha decidido cambiar temporalmente la Universidad de Haifa por la de Exeter [Gran Bretaña]?

–Para un intelectual, lo peor que le puede pasar es que se le aparque del diálogo directo con su sociedad, y yo aquí he dejado de ser relevante. No puedo contribuir ni influenciar, y por eso he elegido Inglaterra, para continuar el diálogo desde fuera.

–Pero Israel es una democracia, hay libertad de expresión.

–No lo es. Un país que ocupa a otro 40 años, que discrimina a sus ciudadanos por no ser judíos y que aplica leyes de emergencia no es una democracia. Lo más sorprendente es que en los últimos dos años han empezado a perseguir también a judíos antisionistas que no aceptan la naturaleza del Estado o sus políticas.

–Otros historiadores mantienen la narrativa tradicional, incluso ahora que se han desclasificado documentos clave. ¿Mienten?

–No, pero no pueden liberarse de las lealtades a la narrativa nacional. Para eso hay que hay ponerse también en el lugar del otro y tratar de comprender cómo la verdad fue manipulada. Este no es el único país donde los historiadores son reclutados, como los militares, cuando hay un conflicto que afecta a la nación. Y, además, por disentir hay que pagar un precio muy alto, que la mayoría no está dispuesta a asumir.