Paraguay

 

El gobierno paraguayo autorizó el ingreso de 400 soldados estadounidenses y les dio inmunidad. Se instalan en una base militar en el desierto. La decisión causa incertidumbre: ¿una avanzada para controlar la región?

Los marines de EE.UU. ponen un pie en Paraguay

Un permiso por 18 meses y prorrogable

Por Claudio Aliscioni
Enviado Especial a Paraguay
Con la colaboración de Hugo Olazar
Clarín, 11/09/05

Divisada desde casi 1.000 metros de altura, a través de un tenue banco de brumas, parece una raya de tiza sobre una interminable pizarra verde. Pero cuando el motor de la avioneta de Clarín tose al aminorar la marcha y el aparato se inclina a los corcovos sobre un lado en descenso rasante, la pista de aterrizaje de la base Mariscal Estigarribia asoma entonces en toda su dimensión, como lo que en esencia es: un enorme portaaviones en el medio del desierto.

Construida a mediados de los años 80 por técnicos de EE.UU. convocados por la dictadura de Alfredo Stroessner, la cinta de asfalto gris tiene 3.800 metros de longitud y ochenta de ancho —el doble que la del Aeroparque porteño— y está aún en perfecto estado. Los expertos aseguran que es tan sólida y amplia que puede recibir aviones de gran envergadura como bombarderos y de transporte de tropas y pertrechos militares de gran peso (B-52, C-130 Hércules, C-5 Galaxy y KC 135, entre otros). Pero es absolutamente sobredimensionada para las necesidades de la Fuerza Aérea paraguaya, que opera con apenas 8 aviones Xavante y Pillán de porte mediano, y ocho avionetas Cessna de entrenamiento. La base cuenta con un enorme radar —hoy inactivo— para control de tráfico aéreo, sistemas de aterrizaje nocturno, bocas de reaprovisionamiento de combustible y amplios hangares.

La pista —que "es más grande que la del aeropuerto de Asunción", según dijo a este enviado el vocero del Ejército, coronel Elio Flores Servín— es hoy el símbolo del debate abierto en Paraguay sobre la presencia de tropas estadounidenses en ese país y las versiones de que Washington busca instalar una base militar en Paraguay. Las suspicacias acerca de la llegada de los "marines" se despertaron a mediados de junio cuando, mediante un artículo de Clarín, los paraguayos se enteraron de que su Congreso, entre gallos y medianoche, había aprobado el 26 de mayo una ley que concede inmunidad a las tropas de EE.UU., algo por lo que la Casa Blanca viene presionando sin éxito a Argentina y Brasil. Lo novedoso del caso es que, por primera vez en la historia paraguaya, se autorizó la entrada en tandas de 400 soldados estadounidenses para trece operativos de entrenamiento y adoctrinamiento en temas de seguridad y defensa, junto a tareas de asistencia médica y social a los más pobres. Los ejercicios bilaterales son habituales desde la década del 60, pero nunca antes se habían autorizado por tanto tiempo -se extienden durante 18 meses hasta diciembre de 2006- y son prorrogables. Las fuentes consultadas por Clarín estiman que la presencia de efectivos estadounidenses es parte de una operación mucho más ambiciosa de lo que oficialmente se admite.

"La agenda de EE.UU. y Paraguay se complementaron en materia de seguridad y defensa", comentó a Clarín el vicepresidente paraguayo, Luis Castiglioni.

La nueva relación entre Asunción y Washington fue sellada a mediados de agosto con la sorpresiva llegada a Paraguay del jefe del Pentágono, el "halcón" Donald Rumsfeld. Pero según confirmaron a Clarín fuentes oficiales y periodísticas, los primeros contactos se remontan a inicios de año a instancias de Castiglioni, un político visto con simpatía por el empresariado guaraní. El vicepresidente se entrevistó en Washington con su colega Dick Cheney, Rumsfeld y el director del FBI. Posteriormente, el presidente Nicanor Duarte Frutos se vio con George Bush y Rumsfeld. El dato es relevante: nunca antes un presidente paraguayo había sido recibido oficialmente en la Casa Blanca.

A diez cuadras de distancia de la enorme pista se levanta una villa militar, del Tercer Cuerpo del Ejército, y una población civil que ha crecido recostada sobre las necesidades castrenses. La zona se encuentra a 200 kilómetros de la frontera con Bolivia, en momentos en que la lupa de Washington se deposita sobre el Altiplano y señala al venezolano Hugo Chávez —el demonio regional para el gobierno de Bush— como el instigador de la inestabilidad en la zona. "Nos han llegado correos electrónicos de Europa, preguntándonos cuándo llegan los marines", comenta a Clarín el padre Nelson Fretes, de la parroquia de Estigarribia.

La ubicación de la pista es estratégica —dicen los expertos— porque desde allí se pueden monitorear objetivos sensibles como Bolivia (centro de una disputa interna por los hidrocarburos), el Acuífero Guaraní (uno de los reservorios de agua dulce más grandes del mundo) y la Triple Frontera, en el límite con Argentina y Brasil, para Washington una trastienda regional del terrorismo.

Si bien todos los funcionarios consultados por Clarín —desde el presidente Duarte Frutos, su vice, hasta el ministro de Defensa, Roberto González— han negado que EE.UU. vaya a instalar una base en Paraguay, esa desmentida es tomada entre asépticos algodones por líderes de la oposición y analistas en defensa. Estas fuentes dudan de que la estrategia de Washington apunte por ahora a montar una base, aunque coinciden en estimar que el objetivo estadounidense es aprovechar la infraestructura militar ya instalada en Paraguay para vigilar la región.

"Estigarribia es ideal porque es operable todo el año, pero no creo que EE.UU. quiera poner ahora una base. Necesita a sus soldados en otras zonas del mundo. Aquí le bastaría con usar la infraestructura paraguaya y creo que ése es su interés. Estoy seguro de que la presencia estadounidense se ampliará", comentó a Clarín el ex ministro y asesor en Defensa Horacio Galeano Perrone. Orlando Castillo, el delegado local del Servicio de Paz y Justicia (Serpaj), es aún más tajante: "EE.UU. sabe que aquí tiene instalaciones que puede usar. Su intención es monitorear la zona, hacer inteligencia y, en última instancia, vigilar y controlar al Mercosur", sostiene.

Más allá de estos matices, es evidente que hay una profundización del vínculo militar y de seguridad con EE.UU. Ese cambio en la estrategia guaraní se advierte en varios hechos. Según fuentes castrenses paraguayas, ya se realizaron cuatro de los trece operativos previstos. El próximo se realizará este mes. La colaboración creciente se traslada también al combate contra el tráfico de drogas, donde las capturas de narcotraficantes y de aviones ilegales ha aumentado en los últimos años, de acuerdo con lo que informó a Clarín la agente especial María Mercedes Castiñeira, directora de Relaciones Públicas de la Secretaría Nacional Antidroga. Por otro lado, Asunción también reclamó ayuda policial, por lo cual EE.UU. abrirá en breve por primera vez una oficina del FBI en Paraguay. Fuentes oficiales dijeron a Clarín que ya hay funcionarios de ese organismo trabajando en la Embajada de Washington en Asunción.

"Es evidente que Bush y Rumsfeld no se interesan sólo por las necesidades oftalmológicas de los paraguayos pobres", ironizó ante Clarín el ex canciller y miembro del Partido Liberal Auténtico, Miguel Saguier. "Esta cooperación marca un giro porque ellos nunca se interesaron por Paraguay. Ahora buscan controlar la zona. Paraguay cede así a los intereses de EE.UU. y se aleja del Mercosur, lo que no es bueno", sostuvo el presidente del Congreso, Carlos Filizzola, del opositor País Solidario.

La oposición política y los analistas consultados por Clarín coinciden en estimar que Asunción intentaría construir una suerte de Plan Colombia propio —como el apoyo de EE.UU. a la lucha contra la guerrilla caribeña— para recibir una inyección de recursos y capacitación junto con la apertura del mercado estadounidense para sus productos. De ese modo, Paraguay procuraría aprovechar las necesidades de Washington en materia de seguridad regional a espalda del Mercosur, cuyo rendimiento económico decepciona al gobierno paraguayo. Los reproches al bloque regional llegan al extremo de que el vicepresidente dijo a Clarín que Asunción quiere firmar un acuerdo de libre comercio con EE.UU. similar al logrado por Chile. "Le hemos dicho a EE.UU: queremos cooperar y construir la paz en la región. Pero para ello deben cooperar con nosotros haciendo posible que desarrollemos nuestra propia industria abriéndonos sus mercados", agregó Castiglioni.

El reclamo no es artificial. Según datos de la Secretaría Técnica de Planificación, el 38 por ciento de la población económicamente activa de Paraguay está desempleada y subocupada (1,1 millón de personas sobre casi 6 millones de habitantes) y la mitad de los paraguayos viven en condiciones de pobreza.

Ante una notoria pasividad de Brasil y Argentina por los reclamos paraguayos, la oferta guaraní parece haber sido escuchada desde el norte. La embajada de EE.UU. admitió hace 15 días que se había aumentado el cupo de ingreso de azúcar orgánica para este año y que abrirían el mercado para la carne bovina paraguaya y las confecciones textiles. El presidente de la Asociación Industrial Confeccionista, Luis López Ferrari, comentó a Clarín que compartía la estrategia de su Gobierno y que su sector se mantenía expectante a una aprobación del Capitolio estadounidense para una reducción de aranceles a los textiles paraguayos. Cuando Clarín le pidió una ecuación que resumiera la nueva relación de su país con EE.UU., López Ferrari dijo: "Creo que se trata de seguridad por comercio. Esa me parece que es la clave".

Ejercicios en Argentina

Tropas de Estados Unidos también realizan, y desde hace años, ejercicios militares en la Argentina. Pero nuestro país viene rechazando la pretensión estadounidense de que los soldados de ese país se puedan mover con inmunidad diplomática.

El miércoles, el Congreso aprobó, como lo viene haciendo desde la década del noventa, una serie de ejercicios combinados que permiten el ingreso al país de tropas de Estados Unidos y otros países del continente. Este tipo de permisos sólo puede otorgarlos el Congreso, según está contemplado en la Constitución.

A diferencia de lo que ocurrió en Paraguay, el Congreso argentino sólo autorizó el ingreso de las fuerzas para ejercicios específicos que se harán antes del 31 de agosto de 2006.

"La Argentina mantiene su criterio de no otorgar inmunidades especiales a las tropas extranjeras", ratificó el jueves el ministro de Defensa, José Pampuro.


El aeropuerto de Estigarribia, en medio del desierto paraguayo: Lo usarán tropas de EE.UU.

Un aeropuerto gigante en medio del desierto

Clarín, 11/09/05

Mariscal Estigarribia es un pueblo sin flores. Se levanta en una zona semidesértica, a cinco horas de automóvil al noroeste de Asunción, en el corazón del inclemente Chaco paraguayo. Rodeada de arbustos achaparrados por el sol, la villa fue construida poco después de la guerra que enfrentó a Bolivia con Paraguay, entre 1932 y 1935, instigada por dos multinacionales del petróleo. Era —y aún hoy en cierta forma también lo es— "la última frontera".

Su carácter de excepción lo da también su clima. "Hay dos estaciones aquí: la de las lluvias, entre noviembre y marzo, y la de la sequía, el resto del año", comenta a Clarín Bernardo Coronel, un antropólogo llegado hace 11 años y que es colaborador del diario ABC de Asunción. En verano hay entre 45 y 47 grados "a la sombra", aclara con énfasis pedagógico Modesto Giménez, el encargado del sector de combustibles del Aeropuerto Internacional Luis María Argaña, cuya pista, con sus 3.800 metros de longitud, es la más grande del país. En las noches de invierno, en cambio, el frío llega a los 5 grados bajo cero.

De los 2000 pobladores de Estigarribia, unos 300 pertenecen al Tercer Cuerpo del Ejército, con asiento en el Departamento de Boquerón. La villa se encuentra a unas diez cuadras de la pista de aterrizaje que hoy es el centro del debate político del país. "No hay movimientos de tropas aquí, pero la pista es usada una o dos veces a la semana por civiles o algún transporte militar de urgencia. También vienen aviones de estancias de la zona", dice el vicesargento Rodolfo Riveros, una de las siete personas al cuidado del sencillo complejo militar que bordea la cinta asfáltica.

Algunos militares paraguayos transitan en bicicleta por las calles del barrio. No hay marines a la vista, aunque sí impecables instalaciones castrenses —un casino, un hotel, una sala de espera en el aeropuerto— rodeadas por decenas de prolijos chalets con techo a dos aguas y paredes de ladrillo a la vista.

Según explica Coronel, la pista de la base militar está en perfecto estado de mantenimiento y tiene una ubicación geográfica privilegiada, "aunque no se usa militarmente y a gran escala desde hace años".

Aunque Estigarribia parece estar en el medio de la nada, el Papa Juan Pablo II anduvo por allí. Fue en mayo de 1988 cuando visitó el pueblo de Santa Teresita, a unos 3 kilómetros. Por la zona, además, habitan tribus de indígenas que no se acercan ni se dejan ver por el hombre blanco. Los marines, silenciosos, son sus nuevos vecinos.


El vicepresidente paraguayo admite su estrategia

"Vamos a buscar un acuerdo de libre comercio con Washington"

Clarín, 11/09/05

Paraguay, enviado especial.- La nueva relación entre Paraguay y EE.UU. no se limita sólo al ámbito de la defensa y la seguridad. El vicepresidente paraguayo, Luis Castiglioni, aseguró a Clarín que su país busca un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, similar al que ya han firmado Chile y otros países de Centroamérica, para lograr una mayor penetración de productos paraguayos en aquel gigantesco mercado.

La idea de buscar un tratado comercial bilateral con Washington refleja el profundo malestar que muchos sectores paraguayos tienen con el Mercosur. Las protestas guaraníes son, ciertamente, históricas. En voz baja, los paraguayos han acusado siempre a brasileños y argentinos de manejar a su antojo el bloque, en detrimento de los dos socios menores, Paraguay y Uruguay. Pero nunca antes una fuente oficial había mencionado que tuvieran intención de firmar un acuerdo al margen del Mercosur.

—¿No descartan firmar un acuerdo de libre comercio con EE.UU.?- fue la pregunta de Clarín a Castiglioni.

—No solamente no lo descartamos: vamos a buscar firmar un acuerdo de libre comercio.

—O sea, por un lado siguen con el Mercosur.

—Nosotros en ningún momento estamos renunciando al Mercosur ni a fortalecer el bloque. Lo que sí estamos diciendo es que tenemos el derecho, la libertad de buscar alternativas que puedan hacer que la gente de mi país pueda vivir mejor a través del comercio con otras regiones.

El vicepresidente Castiglioni es un joven político —tiene 42 años— mirado con simpatía por sectores del empresariado paraguayo y también por la Casa Blanca. A este nuevo representante del oficialista Partido Colorado se le debe buena parte del acercamiento del gobierno de Nicanor Duarte Frutos con George Bush. Fue Castiglioni quien se entrevistó en junio con su colega estadounidense, Dick Cheney y Donald Rumsfeld para preparar la posterior entrevista del presidente paraguayo con Bush.

"Lo que le dijimos a Rumsfeld y a Cheney es que si bien consideramos importante la cooperación militar y de seguridad, para nosotros, como lo dijo Pablo VI, la paz tiene una nueva denominación: desarrollo, el combate a la pobreza, para consolidar un ambiente de paz en la región", comentó el vicepresidente.

—¿Esa sería la moneda de cambio? ¿Paraguay colabora con la seguridad regional y EE.UU. abre sus mercados?

—Eso sería lo ideal. No es una cuestión que está divorciada.

—¿Se refiere a la ecuación seguridad y pobreza?

—Claro. Es muy difícil tener seguridad donde la pobreza se ha desbocado.

El malestar de Paraguay con el Mercosur afecta a varios sectores ligados a la agricultura, la ganadería y los medicamentos. Con todo, hay quienes desconfían de las ofertas de Washington. El ex intendente de Asunción y actual presidente del Congreso, Carlos Filizzola, del partido opositor País Solidario, sostuvo: "Aislarnos no traerá ventajas para Paraguay. Acá se está cediendo a los intereses de Washington y eso es preocupante".

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