Teoría de
la revolución

 

¿Hay un método de Marx de la economía política?

Por Sergio Cámara Izquierdo
Revista Laberinto, mayo 2002, Universidad de Málaga, España

“La dialéctica no es un método empleado para entender la historia, sino que es la historia misma” (Bloch 1951: 385)

Resumen

El método de Marx en la economía política ha sido interpretado de muy diversas formas. Varias de las interpretaciones existentes argumentan que el método de Marx supone una forma superior a otros métodos para la construcción de teorías. Por el contrario, ofrecemos una interpretación del método de Marx en la que los aspectos metodológicos están supeditados a los aspectos epistemológicos, este último aspecto ya desarrollado por el Marx joven antes de empezar sus estudios de economía. En consecuencia, una reconstrucción del método de Marx implica delimitar muy claramente, en primer lugar, los aspectos epistemológicos de su teoría. Sólo a partir de este estudio es posible desentrañar su desarrollo metodológico. En este desarrollo, juega un especial papel la diferenciación entre el método de investigación y el método de exposición. Esto nos ayuda a interpretar las nociones de Marx sobre aspectos fundamentales como pueden ser el punto de partida y la exposición en El capital, en contraposición a otras interpretaciones del método. Por último, se tratan varios aspectos relacionados como los conceptos de práctica, crítica, ciencia o ideología.

¿Hay un método de Marx de la economía política?

1. INTRODUCCIÓN

Marx comenzó sus estudios sobre economía en 1844, pero no concluirá nunca estos estudios y dejará inacabada y sin publicar su obra principal, El capital[1][1]. El 2 de abril de 1851 comunicaba a Engels que creía estar a punto de finalizar estos estudios:

“Voy tan adelantado que, en cinco semanas, habré terminado con toda esta lata de economía. Una vez hecho esto, redactaré en mi casa la Economía política, mientras que en el Museum me lanzaré a otra ciencia. Esto comienza a aburrirme” (CC: 44)

Finalmente, los entresijos que escondía la economía resultaron más intrincados de lo que esperaba ya que no sólo tenían una dimensión cualitativa, sino también un importante contenido cuantitativo que había que resolver. Este repentino interés por la economía y la amplia dedicación que le otorgó en sus años maduros ha puesto encima de la mesa el debate sobre la relación entre sus estudios formativos en filosofía, su concepción adquirida de la sociedad y la historia humanas y sus estudios económicos posteriores[2][2]. Precisamente por el bagaje formativo de Marx, el análisis de esta relación se ha centrado de forma especial en el método[3][3].

Sin embargo, este aspecto de su teoría económica no ha sido siempre comprendido correctamente ni tratado con la suficiente importancia. El propio Marx se hizo eco de esta situación en la publicación de la segunda edición alemana [1873] del primer libro de El capital:

“Que el método aplicado en El capital no ha sido comprendido, lo demuestran las interpretaciones contradictorias que de él se han dado” (Postfacio: XXI)

A lo largo del siglo XX, la cuestión del método ha visto convivir una situación de creciente preocupación con su continua incomprensión, tal y como expresan alguno de los autores que con más insistencia han abordado estos temas (Rosdolsky 1968: 11; 1972: 62; Moseley 1982: 10; 1993b: 1). No obstante, en lo que la mayoría de los autores están de acuerdo es que la causa de esta situación se debe a la falta de una exposición sistemática del método por el propio Marx (Echeverría 1978: 333; Palazuelos 2000: 41).

En este artículo, se ofrece una breve exposición de los aspectos esenciales del método de Marx. Lógicamente, esta exposición del método es una interpretación propia y está lejos de constituir una lectura única de Marx. Sin embargo, creo que esta lectura es la más adecuada para la comprensión de su teoría económica y para la interpretación de la realidad económica actual. Es decir, el propósito de localizar los vacíos teóricos en Marx está orientado a llenar estos vacíos con el objeto de dotar de contenido científico a su teoría económica[4][4].

1.1 Situando la controversia

En el postfacio a la segunda edición alemana de El capital, Marx califica su método como método dialéctico. Aunque existen pocas dudas acerca de este carácter dialéctico, no existe un consenso sobre la definición de la dialéctica y el uso que Marx le otorga en su obra[5][5]. Foley (1986: 10-11) distingue dos aspectos en los que aparece la dialéctica en el pensamiento de Marx. El primero se refiere a la manera de presentar su teoría: Marx expone el proceso dialéctico a través del cual llega a sus ideas y conceptos a la par que expone su teoría. El segundo aspecto es, según Foley, más importante y se refiere a la concepción de Marx de la realidad y del conocimiento humano como un proceso contradictorio en continuo movimiento y cambio. Esta distinción entre estos dos aspectos de la dialéctica está presente en la mayoría de la literatura marxista, aunque con diferentes interpretaciones. Por ejemplo, Ollman y Smith se aventuran a definir la dialéctica de la siguiente manera:

“La dialéctica es una forma de pensar y un conjunto de categorías relacionadas que captura, ni omite ni deforma, los cambios rea-les y la interacción que ocurre en el mundo. También ofrece un método para la investigación de una realidad así concebida, y de presentar nuestros resultados a otros, la mayoría de los cuales no piensa dialécticamente. Por tanto, la dialéctica no explica por sí misma el capitalismo, sino que nos ayuda a observar e investigar las relaciones capitalistas y los procesos de los que formamos parte según se han desplegado, se despliegan y, todavía, están por desplegarse. El uso de la dialéctica –con un gran esfuerzo en dura investigación empírica– permite desarrollar una teoría que puede explicar el capitalismo en su transformación. El marxismo es esa teoría” (Ollman y Smith 1998, 334)

Esta definición se refiere al primer aspecto de la dialéctica, el método de presentación y de obtención de las ideas. Según esta definición, la dialéctica es una forma de pensar que permite la investigación y comprensión de una realidad concreta, la presentación de los resultados de la investigación y la construcción de la teoría. La única referencia que tenemos sobre el segundo aspecto de la dialéctica es la mención a un mundo concebido por sus cambios reales, interacciones y procesos que se despliegan. Mattick Jr., por el contrario, considera que en la teoría de Marx sólo se puede hablar de concepción dialéctica en el segundo de estos aspectos. Por tanto, no cree que Marx aplique la lógica dialéctica para la derivación de las categorías económicas y la construcción de su teoría del capitalismo:

“La dialéctica no se identifica con un lógica de la construcción de la teoría, sino con la idea del carácter esencialmente histórico de las formaciones sociales, y así (en su ‘forma racional’) con el principio de la no existencia de leyes transhistóricas de la realidad social” (Mattick Jr. 1993, 117)

En consecuencia, la controversia sobre el tratamiento del método de Marx se sitúa fundamentalmente en la doble naturaleza de la dialéctica, como método de construcción de teorías y como concepción de la realidad social. Por tanto, cabe preguntarse si Marx realmente poseía una concepción dialéctica de la realidad o si la dialéctica se refiere exclusivamente al método de presentación de esta realidad. O, también, se puede interpretar la lógica dialéctica como el método más adecuado (pero no el único) para la presentación de la realidad capitalista, concebida dialécticamente o no. O, quizás, la presentación dialéctica de la teoría sea la única forma de exponer una realidad dialécticamente concebida.

Para aclarar estos puntos es necesario estudiar ambos aspectos: la concepción de la realidad social y la teoría del conocimiento. En consecuencia, la exposición del método se divide en tres partes. En la sección 2 abordamos los aspectos epistemológicos del método de Marx. Los aspectos metodológicos, íntimamente ligados a los primeros, son tratados en la sección 3. La última parte de esta sección constituye una breve revisión de algunos enfoques del método de Marx en función del desarrollo anterior. Por último, la sección 4 supone una revisión general de los aspectos anteriores, mediante el análisis de la relación existente entre la teoría y la realidad.

2. LA CONCEPCIÓN DE LA REALIDAD SOCIAL

2.1 La concepción dialéctica de la realidad

Marx se refiere explícitamente a su método en la introducción de los Grundrisse y en el postfacio a la segunda edición de El capital. En el postfacio, Marx comenta un artículo crítico de I. I. Kaufmann dedicado exclusivamente al método de El capital. Tras realizar una larga cita del artículo en la que el autor realiza una exposición del método de Marx, Marx califica la exposición de Kaufmann como muy acertada:

“Pues bien, al exponer lo que él llama mi verdadero método de una manera tan acertada, y tan benévolamente además en lo que se refiere a mi modo personal de aplicarlo, ¿qué hace el autor sino describir el método dialéctico?” (Postfacio: XXIII)

Por tanto, parece adecuado usar esta descripción de Kaufmann para comenzar el análisis de la propia concepción de Marx sobre su método. En esta exposición, Kaufmann empieza por mencionar cuál es el propósito de El capital:

“Lo único que a Marx le importa es descubrir las leyes de los fenómenos en cuya investigación se ocupa... Le interesa además, y sobre todo, la ley que rige sus cambios, su evolución, es decir, el tránsito de una forma a otra, de uno a otro orden de interdependencia... Para ello, le basta simplemente con probar, a la par que la necesidad del orden presente, la necesidad de un orden nuevo hacia el que aquél tiene inevitablemente que derivar” (Ibid: XXII)

Esta lectura del propósito de El capital es idéntica al propósito de “descubrir la ley económica que preside el movimiento de la sociedad moderna” que manifiesta el propio Marx. En su empeño de descubrir las leyes de funcionamiento del capitalismo, Marx pone énfasis en las leyes de movimiento o evolución del modo capitalista de producción. Este énfasis se debe a su concepción de la realidad material en continua evolución y cambio:

“Todo lo que existe, todo lo que vive sobre la tierra y bajo el agua, no existe, no vive más que por algún movimiento. Así, el movimiento de la historia produce las relaciones sociales, el movimiento industrial nos ofrece los productos industriales, etc.” (MF: 157)

La caracterización de la realidad material en continuo cambio implica que las categorías del análisis son categorías sujetas a un determinado momento histórico y que, por tanto, no tienen una validez transhistórica. Es decir, dado que la realidad material que constituye el ámbito científico es cambiante, las categorías teóricas o del pensa­miento que nos sirven para explicar esta realidad están sometidas a esta dinámica. Por tanto, el primer aspecto del método de Marx que queremos señalar es su concepción de la realidad material en continua evolución. Este aspecto lo denominamos concepción dialéctica de la realidad social.

La concepción dialéctica de la realidad, además, interpreta la realidad material como una totalidad orgánica formada por diversos elementos o partes cuyas relaciones conforman la totalidad orgánica. Este contenido de la concepción dialéctica es enfatizado por Saad-Filho:

“La dialéctica materialista supone, en primer lugar, que lo concreto analizado en El capital, la economía capitalista, es íntegra y entera, y que este sistema orgánico de cosas o fenómenos mutuamente condicionados está determinado en función de sus partes o momentos. En segundo lugar, para reconstruir lo concreto en el pensamiento, el análisis debe reflejar la estructura de lo concreto, debe empezar por la totalidad antes que por sus partes” (Saad-Filho 2001: 3)

De igual forma, Carchedi (1993: 186-192) señala que una de las características de la interpretación dialéctica es el énfasis en la interrelación entre todos los elementos y procesos que conforman la realidad material. Los elementos que forman parte de la realidad capitalista deben analizarse como partes integrantes de la totalidad orgánica, teniendo en cuenta las relaciones de interdependencia existentes. En los diferentes procesos de la realidad, algunos elementos son determinados por otros elementos, que son determinantes. Sin embargo, la relación que existe entre los elementos no es lineal o de una sola dirección, sino que es una relación de interdependencia o dialéctica. Por tanto, una relación dialéctica es aquella en que las partes determinadas de un proceso se convierten en las condiciones de reproducción o de superación de las partes determinantes. En consecuencia, en su definición de dialéctica Carchedi recoge tanto el aspecto evolutivo como el aspecto de integridad de la realidad social:

“Dialéctica es la interpretación de la realidad que explica la realización simultánea de todas las instancias en un momento del tiempo y su cambio a un nuevo sistema de instancias simultáneamente realizadas en otro momento del tiempo en función de la naturaleza dialéctica de la relación que une todas las instancias y del movimiento dialéctico que nace de ésta” (Carchedi 1993: 192)

2.2 La concepción materialista de la realidad

Marx adquiere su concepción de la realidad de la dialéctica de Hegel, del que dice que es “el primero que supo exponer de un modo amplio y consciente sus formas generales de movimiento” (Postfacio: XXIV). Sin embargo, Marx no duda en diferenciar su concepción de la realidad material de la de Hegel. En Marzo de 1868, poco después de la publicación del primer volumen de El capital, Marx le advierte a Kugelmann de esta diferencia:

“Mi método de exposición no es el de Hegel, puesto que yo soy materialista y Hegel idealista. La dialéctica de Hegel es la forma fundamental de toda dialéctica, pero sólo cuando es despojada de su forma mística, y eso es precisamente lo que distingue mi método” (CC: 154)

La diferencia entre la dialéctica de Marx frente a la de Hegel es que identifica el origen del movimiento en motivos diferentes. Marx se declara materialista, mientras que califica a Hegel de idealista. En sus consideraciones metodológicas del postfacio a la segunda edición de El capital, Marx aclara la diferencia entre ambos métodos y considera que esta diferencia supone un cambio radical para la concepción de la realidad.

“Mi método dialéctico no sólo es fundamentalmente distinto del de Hegel, sino que es, en todo y por todo, la antítesis de él. Para Hegel, el proceso del pensamiento al que él convierte incluso, bajo el nombre de idea, en sujeto con vida propia, es el demiurgo de lo real, y esto la simple forma externa en la que toma cuerpo. Para mí, lo ideal no es, por el contrario, más que lo real traducido y traspuesto a la cabeza del hombre” (Postfacio: XXIII)

Marx critica a Hegel por identificar la realidad con el desarrollo del pensamiento y de los conceptos, es decir, por considerar que la realidad es el reflejo de un ente con “vida propia”, la Idea absoluta. Consecuentemente, sustituye su visión idealista del movimiento de la realidad social por una visión materialista, en la que el pensamiento humano está determinado por la realidad material. Esta “inversión” en la dialéctica marxiana es la razón por la cual la concepción de la sociedad de Marx supera a la de Hegel y la que retira la “corteza mística” de la dialéctica para descubrir su “semilla racional” (Ibid: XXIV).

En resumen, la dialéctica marxiana establece que los conceptos y los pensamientos son reflejo de la realidad material, es decir, tienen una base material. Dado que Marx concibe esta realidad material en continuo movimiento, las conceptos y categorías del pensamiento tienen una validez limitada a la propia existencia de la realidad material que los genera. De esta forma, según la concepción materialista de la realidad, las leyes que rigen cada periodo histórico son diferentes y están en continuo cambio, por lo que no se puede hablar de leyes transhistóricas. Por esta razón,

[La dialéctica] reducida a su forma racional, provoca la cólera y es el azote de la burguesía y de sus portavoces doctrinarios, porque en la inteligencia y explicación positiva de lo que existe abriga a la par la inteligencia de su negación, de su muerte forzosa; porque, crítica y revolucionaria por esencia, enfoca todas las formas actuales en pleno movimiento, sin omitir, por tanto, lo que tiene de perecedero y sin dejarse intimidar por nada” (Ibid: XIV)

Precisamente, Marx critica a la escuela económica clásica por entender las categorías económicas como categorías suprahistóricas, en lo que denomina eternización de las relaciones sociales de producción. Marx cree que se debe hablar de las categorías económicas en su contexto histórico específico: “cuando se habla de producción, se habla siempre de producción en una determinada fase de desarrollo social” (G I: 2). Por eso, la tarea científica consiste en determinar los aspectos esenciales y diferenciadores de cada periodo histórico y no en aislar los aspectos comunes a todas las fases históricas de la producción:

“Las determinaciones valederas para la producción en general deben ser precisamente separadas para que, por fijarnos en la unidad –que se manifiesta ya por el sólo hecho de que estén constituidas por el sujeto, la humanidad, y el objeto, la naturaleza– no se olvide la diversidad esencial. En este olvido radica por ejemplo toda la sabiduría de los economistas modernos, quienes demuestran la eternidad y la armonía de las relaciones sociales existentes” (Ibid: 3)

3. LA TEORÍA DEL CONOCIMIENTO DE LA REALIDAD SOCIAL

Hemos tratado sobre el primer y crucial aspecto del método empleado por Marx: su concepción de la realidad capitalista. A continuación, es necesario tratar cómo Marx se aproxima a esa realidad y cómo la expone en la teoría. A nuestro entender, la teoría del conocimiento de la realidad material y social es un reflejo de su concepción de la realidad capitalista. Por esta razón, una exposición de esta teoría tiene que estar precedida por la exposición previa de su concepción de la realidad material. En resumen, en este apartado nos proponemos mostrar la dependencia de los aspectos metodológicos de los aspectos epistemológicos.

3.1 El método de investigación y el método de exposición

La distinción entre el método de investigación y el método de presentación es la característica más importante de la teoría del conocimiento de Marx. Fundamentalmente, esta distinción supone una separación entre dos fases distintas en la elaboración teórica. El primer paso consiste en la observación de la realidad material y la investigación de su funcionamiento interno. Posteriormente, y partiendo de los resultados de la fase anterior, se procede a la exposición científica de la teoría. En la literatura, esta distinción entre el método de investigación y el método de exposición ha sido a menudo ignorada o simplemente desconocida. De este modo, el énfasis en las discusiones del método se ha centrado en el método de exposición como si se tratara de la totalidad de la metodología marxiana[6][6]. Bajo este enfoque, el método empleado en El capital se limita a los pasos que da Marx para el desdoblamiento de categorías una de otra a partir de un punto de partida. Pero esta ausencia en la distinción entre el método de investigación y el método de exposición resulta en graves problemas teóricos. Nos sumamos a Carchedi en su advertencia de que “si no se realiza ninguna distinción entre los dos métodos, el método de presentación se confunde por el método de investigación. Esto es un error. Dada una sucesión lógica de categorías, el desdoblamiento de tipo orgánico de una categoría de otra caracteriza el método de presentación, pero no el método de investigación” (Carchedi 1993: 195-196)

Esto es, el método de investigación se debe desarrollar previamente al método de presentación y este último sólo tiene sentido como consecuencia del primero. Además, esto implica que el método de investigación no se puede descubrir siguiendo los pasos seguidos en El capital, sino que se deben acudir a los principios epistemológicos avanzados por Marx a lo largo de toda su obra. Por este motivo, para nosotros es imposible abordar la teoría del conocimiento de Marx sin haber presentado previamente su interpretación de la realidad material y de los principios que la gobiernan en la sección anterior. A partir de este enfoque, el desdoblamiento y presentación de categorías en la exposición teórica y la elección del punto de partida para la exposición pierden el carácter místico que tienen en la lógica hegeliana.

Marx introduce su distinción entre el método de investigación y el método de exposición de forma explícita en el postfacio a El capital y advierte del peligro de que el método de exposición aparezca como una construcción a priori:

“Claro que mi método de exposición debe distinguirse formalmente del método de investigación. La investigación ha de tender a asimilar en detalle la materia investigada, a analizar sus diversas formas de desarrollo y descubrir sus nexos internos. Sólo después de coronada esta labor, puede el investigador proceder a exponer adecuadamente el movimiento real. Y si sabe hacerlo y consigue reflejar idealmente en la exposición la vida de la materia, cabe siempre la posibilidad de que se tenga la impresión de estar ante una construcción a priori” (Postfacio: XXIII)

No obstante, encontramos la exposición más detallada de la aplicación de los métodos de investigación y de exposición en la introducción a los Grundrisse, aunque esta distinción en el método no se encuentre mencionada de forma explícita. En este texto, Marx presenta las dos fases de la elaboración teórica como el método de abstracción (el paso de lo concreto a lo abstracto) y el método de elevación de lo abstracto a lo concreto.

3.2 El método de abstracción

La elaboración teórica en la economía política debe comenzar por la investigación de la realidad material que pretendemos comprender y teorizar. Según Marx, “si consideramos un país dado desde el punto de vista de la economía política, comenzaremos por su población, su distribución en clases, la ciudad, el campo, el mar, las diferentes ramas de producción, la exportación y la importación, la producción y los consumos anuales, los precios de las mercancías, etc.” (G I: 15). Tal y como introducimos en la sección anterior, la investigación debe abarcar la totalidad orgánica de la realidad social y las relaciones internas que se conforman entre las partes integrantes de esta realidad, y no de sus partes integrantes consideradas aisladamente. No obstante, el aspecto sobre el que quiero llamar la atención es el carácter ontológico del punto de partida de la investigación: lo “real y concreto”[7][7]. Este punto de partida condiciona de forma evidente la formación de los conceptos teóricos.

Así, el punto de partida es la realidad concreta o lo “concreto real”. Germer caracteriza, a nuestro entender, correctamente este punto de partida; lo “concreto real” “designa el mundo realmente existente o empírico” y que “debe ser el punto de partida de todo el pensamiento”. No obstante, Germer va más allá y apunta que lo concreto real sólo puede ser el punto de partida de la elaboración del conocimiento como una “representación mental, es decir, como una expresión de la percepción inmediata de la realidad por medio de los sentidos” y que el nombre más adecuado para esta representación es lo “concreto sensorial” (Germer 2001: 3).

A partir de este punto de partida adecuado, Marx señala que la investigación “ha de tender a asimilarse en detalle la materia investigada, a analizar sus diversas formas y a descubrir sus nexos internos” (Postfacio: XXIII). Es decir, el objetivo final de la investigación de la realidad capitalista consiste en el descubrimiento de relaciones esenciales sobre las que se rige o articula la economía capitalista. Marx denomina estas relaciones esenciales abstracciones o determinaciones. Estas abstracciones son simples desde el momento en que únicamente expresan las relaciones esenciales, pero son el resultado de la observación de la totalidad de la realidad concreta o de lo concreto real. Por tanto, no se pueden entender fuera de este contexto, tal y como advierte Marx en la introducción metodológica a los Grundrisse [8][8]:

“La más simple de las relaciones económicas, digamos el valor de cambio, presupone la población, una población que produce dentro de determinadas relaciones; y presupone también un cierto tipo de familia, de comunidad o de Estado, etc. No puede existir nunca fuera de la relación abstracta unilateral de un concreto vivo y ya dado” (G I: 16)

En resumen, las categorías abstractas o lo conceptos teóricos son productos del pensamiento. Sin embargo, estas categorías no tienen existencia propia e independiente generada en el pensamiento humano, sino que la aparición de estas categorías del pensamiento se debe a la existencia previa de una realidad concreta, de cuya observación y aprehensión surgen como representación mental simple[9][9]. El método de buscar las relaciones esenciales o determinaciones más simples se denomina método de abstracción, que Marx considera como “el único medio de que disponemos” para el análisis de las formas económicas (K I: XIII). Este método nos sirve para derivar de los meros fenómenos observables las relaciones esenciales que rigen y articulan estos fenómenos y su movimiento. Por esta razón, la elección de las abstracciones se convierte en un momento fundamental del proceso de elaboración teórica:

“Parece que lo correcto es arrancar de lo real y lo concreto, comenzar por las premisas reales y, por tanto, en la economía, por ejemplo, comenzar por la población, base y sujeto de toda la producción social. Sin embargo, vista la cosa más a fondo, esto resulta falso. La población es una abstracción, si dejo de lado, por ejemplo, las clases que la forman. Y, a su vez, estas clases son una palabra vacua si no conozco los elementos sobre los que descansan, por ejemplo, el trabajo asalariado, el capital, etc. Estos forman a su vez y presuponen el cambio, la división del trabajo, los precios, etc. Por ejemplo, el capital no es nada sin el trabajo asalariado, si el valor, sin el dinero, el precio, etc.” (G I: 15)

El rechazo de Marx a la población como punto de partida se debe a que no representa lo concreto real. Por el contrario, la población es una categoría abstracta que no recoge las relaciones internas esenciales que median entre los fenómenos observables. “Así, pues –continua Marx– si comenzase por la población, me formaría una representación caótica del todo, y por medio de una determinación más precisa llegaría, analíticamente, a conceptos más simples” (Ibidem)[10][10]. El punto de partida debe ser la abstracción real, que recoja las relaciones esenciales que rigen en la realidad económica.

En resumen, la primera parte de la elaboración científica del conocimiento –el método de abstracción, como resultado del método de investigación– implica la generación de categorías del pensamiento con un contenido real, dado que surgen como resultado de la investigación y observación de la realidad para la identificación de las “leyes” o relaciones esenciales que gobiernan la realidad empírica económica.

3.3 El método de elevación de lo abstracto a lo concreto

La segunda fase de la elaboración teórica consiste en la reconstrucción del movimiento real en el pensamiento, mediante el desarrollo lógico de las diferentes categorías teóricas, partiendo de las categorías más abstractas hacia las categorías más concretas[11][11]. En  palabras de Marx, “las determinaciones abstractas conducen a la reproducción de lo concreto por la vía del pensamiento” (Ibid: 16). Este proceso lógico se conoce como el proceso de elevación de lo abstracto a lo concreto. Siguiendo con su ejemplo de la población, Marx expone esta segunda fase de la siguiente manera:

“Y arrancando de aquí [de las determinaciones más simples], tendría que emprenderse de nuevo el viaje hacia atrás, hasta llegar otra vez, por último, a la población, pero ahora no ya como la representación caótica de un todo, sino como la rica totalidad de muchas determinaciones y relaciones” (Ibid: 15)

Mediante este proceso de reconstrucción, la categoría población deja de ser una categoría abstracta y se convierte en una “rica totalidad” constituida por “muchas determinaciones y relaciones”. La reproducción de lo concreto por la vía del pensamiento partiendo de las determinaciones más simples nos permite explicar la realidad concreta, aparentemente caótica, a partir de sus relaciones esenciales, conformando una presentación ordenada de la realidad capitalista:

“Lo concreto es concreto porque constituye la síntesis de muchas determinaciones y, por tanto, la unidad de lo múltiple. En el pensamiento aparece, por tanto, como un proceso de síntesis, como resultado, y no como punto de partida, a pesar de que es el punto de partida real y también, por tanto, el punto de arranque de la intuición y la representación” (Ibid: 15-16)

Por tanto, el resultado del método de exposición –la fase final del proceso de conocimiento– es la reproducción de lo concreto en el pensamiento y el objetivo de esta elaboración teórica del conocimiento es la reproducción de lo concreto real. De otra forma, el objetivo de la reproducción de lo concreto en el pensamiento es la comprensión de lo concreto real[12][12]. La relación entre lo concreto en el pensamiento y la realidad concreta depende esencialmente de dos factores. En primer lugar, depende del grado de abstracción o concreción al que se llegue en la exposición teórica. Pero fundamentalmente, depende del grado de corrección científica con la que se ha llevado la elaboración teórica. Volveremos a esto en la última sección.

3.4 La lógica dialéctica y el método de exposición

Marx advierte que la presentación de las categorías económicas mediante su desarrollo lógico en el método de exposición puede dar la falsa impresión de una construcción a priori. En esta construcción, las categorías del pensamiento se desdoblan y derivan unas de otras, conformando una forma ideal de construcción de la teoría. De hecho, Marx cree que ésta es la manera de proceder de Hegel, para el cual “el método que se eleva de lo abstracto a lo concreto” se convierte en “el proceso de nacimiento de lo concreto mismo”. Según Marx, Hegel cayó “en la ilusión de concebir lo real como resultado del pensamiento concentrado en sí mismo, que se profundiza y se mueve por sí mismo” (G I: 16). En contraposición al idealismo, el método científico de Marx está basado en el materialismo. La distinción entre el método de investigación y exposición nos ayuda desterrar esta concepción idealista y nos ayuda a valorar dos enfoques en la literatura sobre el método de Marx, la nueva dialéctica y el método lógico-histórico.

Recientemente, en la literatura marxista ha surgido una interpretación del método de exposición de Marx basado en la “dialéctica sistemática”[13][13]. Esta interpretación, en palabras de Saad-Filho, es “un punto de vista hegeliano desde el que se interpreta la obra de Marx” (Saad-Filho 2001: 16). De esta forma, la “nueva dialéctica” está basada en la correspondencia entre el método de Marx y el de Hegel y, en cualquier caso, en la reinterpretación de Marx según el argumento hegeliano cuando sea necesario (Ibid: 17). La consecuencia de este enfoque es la lectura de El capital como una derivación sistemática de categorías; partiendo de una categoría abstracta inicial se derivan el resto de las categorías progresando en el pensamiento hacia una reconstrucción de la realidad concreta.

A nuestro entender, el método de exposición de Marx no tiene nada que ver con la “dialéctica sistemática” de este enfoque. En la teoría dialéctica sistemática, el desdoblamiento de categorías se realiza a partir de un punto de partida, de fundamental importancia. Este punto de partida debe ser “el momento más fundamental del objeto-totalidad, que determina ... la interconexión de los momentos necesarios de la totalidad” (Reuten y Williams 1989: 20) y el éxito de la elaboración científica (o de la presentación de las categorías) depende de la elección correcta del punto de partida (Ibid: 20 y 33). Por el contrario, creemos que el punto de partida de la elaboración teórica se encuentra en la realidad concreta y en el método de investigación. De otro modo, las categorías abstractas son únicamente el punto de partida del método de presentación.

Aun suponiendo que el punto de partida de la nueva dialéctica es fruto de la investigación y observación de la realidad concreta, su elección no es fundamental para el método de exposición, dado que la derivación sistemática de categorías es muy cuestionable. La dialéctica sistemática supone que las categorías se pueden derivar “necesariamente”[14][14] unas de otras de forma que se reconstruya la realidad concreta en el pensamiento. Saad-Filho (2001: 19-20) realiza varias objeciones. En primer lugar, la posibilidad de usar dos puntos de partida diferentes que “necesariamente” llevan a la reconstrucción del capitalismo. En segundo lugar, no está demostrado que sea posible reconstruir completamente la realidad concreta mediante la derivación sistemática a partir del punto de partida.

En oposición a la nueva dialéctica, creemos que la derivación de categorías no se puede entender sin tener en cuenta previamente el método de investigación, que nos permite la concepción de las relaciones y categorías en sus diferentes niveles de abstracción que gobiernan la realidad capitalista. El método de exposición se limita a presentar de la forma más adecuada estas categorías, sin ninguna “necesidad” en la elección del punto de partida o en la derivación. De esta forma, el método de exposición no es una estructura única y cerrada, sino que se supedita al objetivo de la exposición. ¿Cuáles son, entonces, las premisas que determinan el orden de exposición de las categorías?

Dado que la exposición de las categorías es la reconstrucción de lo concreto en el pensamiento, como reflejo lo más fiel posible a la realidad concreta, el orden de las categorías en la exposición teórica es aquel que mejor ayude a comprender la realidad concreta que se pretende describir y entender. Este orden estará influenciado por el nivel de abstracción de cada categoría descubierto en la investigación y se asimilará a un proceso que parte de las determinaciones más simples e introduce consecutivamente categorías más complejas. Sin embargo, la exposición de Marx no se limita a explicar el modo de producción capitalista de la forma más correcta posible. En ese caso, Marx se hubiera limitado a ser un economista político más. Tal y como argumenta Carchedi, el carácter específico de la obra de Marx radica en su análisis desde la perspectiva de la clase trabajadora:

“Como Marx no es simplemente un teórico sino un representante de la clase trabajadora, descubrir el método dialéctico de investigación social de Marx implica descubrir cómo reconstruye la realidad en el pensamiento (lo concreto en el pensamiento) desde el punto de vista de una clase determinada, la clase trabajadora. Además, esto implica una crítica de otros sistemas teóricos con determinación de clase. No es casualidad que el subtítulo de El capital sea ‘Crítica de la Economía Política’. En breve, la especificidad de la dialéctica marxiana es la fusión de la perspectiva dialéctica con la perspectiva de la clase trabajadora en lo que se puede llamar como análisis dialéctico de clase” (Carchedi 1993: 196)

Por tanto, la presentación de las categorías no sólo sigue el orden que mejor reproduce y ayuda a entender el modo de producción capitalista, sino que este orden está también determinado por el carácter de clase de la teoría marxista. En consecuencia, la exposición teórica de El capital, tiene la intención de mostrar que la relación entre capital y trabajo es la relación esencial en el capitalismo, mostrar posteriormente sus límites y, finalmente, mostrar cómo el proletariado se postula como el elemento de superación del modo de producción capitalista.

El método lógico-histórico[15][15] es una interpretación de Marx relacionada con la discusión sobre el status de la primera sección del libro primero de El capital y de la mercancía como punto de partida. Este método considera que el desarrollo lógico de las categorías en El capital coincide con su desarrollo histórico[16][16]. En nuestra opinión, éste no es el método de Marx, tal y como rechaza explícitamente en la introducción a los Grundrisse. Cuando se plantea la posibilidad de la coincidencia de la aparición histórica de las categorías con su orden lógico de categorías más simples a más complejas, la respuesta de Marx es ambigua. Depende. Y pasa a poner ejemplos en los que esta coincidencia tiene lugar (G I: 17), con otros ejemplos donde la coincidencia no tiene lugar (Ibid: 19). Tras analizar estos ejemplos, su conclusión no puede ser más tajante:

“Sería, por tanto, falso y no viable el seguir las categorías económicas por el orden con que aparecen históricamente como categorías determinantes” (Ibid: 21)

Una de las consecuencias de esta lectura del método de Marx consiste en considerar el objeto de análisis de la primera sección del libro de El capital como un periodo histórico previo al capitalismo: la “producción mercantil simple”. De igual forma, la categoría mercancía se aplica a este periodo histórico más amplio. De nuevo, esta interpretación queda en evidencia si distinguimos entre el método de investigación y el método de exposición. Si el punto de partida de la investigación es la realidad capitalista como totalidad concreta, las categorías que se obtienen de esta investigación y que se analizan en esta sección –mercancía, valor de cambio, trabajo abstracto– son categorías del pensamiento que sólo tienen sentido en el modo de producción capitalista. De otro modo, el objetivo de esta sección no es el análisis del surgimiento histórico del capitalismo, sino de las leyes del movimiento de la sociedad capitalista (Robles 2000: 5).

A partir de las premisas que hemos delimitado para la exposición teórica, es posible determinar la naturaleza exacta de la mercancía como punto de partida de la exposición en El capital. Antes de nada, debemos definir el concepto de mercancía. En general, estamos de acuerdo con la caracterización de la mercancía por parte de Robles. Para este autor, la mercancía “se presenta como lo inmediatamente existente en la superficie de la sociedad burguesa” y que  “como la mercancía y el dinero no sólo son categorías más simples y abstractas que la de capital, sino que además son las formas en que aparece inmediatamente la circulación capitalista en la que el capital aparece velado, nosotros sostenemos que Marx consideró comenzar su análisis del concepto del capital precisamente con el análisis de la mercancía, el dinero y su circulación en cuanto que la forma inmediata en que aparece la producción capitalista en la superficie de esta sociedad” (Robles 2000: 19)[17][17]

A partir de esta caracterización de la mercancía, queremos comentar críticamente dos interpretaciones de la mercancía como punto de partida. En primer lugar, el filósofo español Martínez Marzoa cree que la elección de la mercancía como punto de partida implica la realización de una ontología de la sociedad capitalista: “Las mercancías constituyen la totalidad de la realidad capitalista” o “Todas las cosas son mercancías”. En este sentido, el punto de partida no es una categoría ideal, sino que se encuentra en la base económica o en la realidad material. A partir de este punto de partida, Marx realiza, según Martínez Marzoa una reconstrucción del capitalismo basada en un modo de proceder “ideal-constructivo”, rechazando así la el punto de vista “histórico-genético” (Marzoa 1983: 35). De esta forma, el desarrollo de las categorías del pensamiento o reconstrucción de lo concreto en el pensamiento supone el surgimiento de todas las relaciones capitalistas a partir de la categoría mercancía mediante la lógica dialéctica[18][18]. En nuestra opinión, Martínez Marzoa confunde el punto de partida de la exposición en El capital con el punto de partida de la investigación de la realidad capitalista. Al ignorar el método de investigación, la categoría inicial de la exposición debe conformar la totalidad realidad concreta y ser necesaria y suficiente para la reconstrucción completa de la realidad en el pensamiento. De nuevo, creemos que esta lectura de la exposición no es necesaria si se distingue entre el método de investigación y de exposición.

Por otro lado, Echeverría señala correctamente que la mercancía se trata de una categoría simple y concreta (1978: 356). Sin embargo, comete un error similar al de Martínez Marzoa al considerarla como el punto de partida de la investigación de Marx y no como el punto de partida de su exposición en El capital:

“La justificación metodológica de este punto de partida se basa en su capacidad particular de permitir una apertura necesaria de lo concreto a lo abstracto, dado un objeto determinado de estudio” (Ibid: 360)

Para nosotros, por el contrario, la mercancía es el punto de partida del método de exposición usado en El capital. Además, la circulación simple de mercancías es la forma inmediatamente aparente del modo de producción capitalista. Por último, el objetivo de la exposición es presentar al modo de producción capitalista como un estadio históricamente limitado y caracterizado por la relación de capital. Tanto Mattick Jr. como Robles coinciden en este objetivo[19][19]:

“El punto de partida de la crítica de Marx debe ser, por consiguiente, la categoría más elemental de la sociedad capitalista según la teoriza la teoría clásica: la mercancía. Su conclusión será la sustitución de esa categoría como fundamental por la relación de clase entre los trabajadores y los capitalistas” (Mattick Jr. 1993: 124)

“De acuerdo con la dialéctica sistemática de Marx, esta interpretación requiere probar que, como tal momento lógico presupuesto [la circulación mercantil simple], el capital debe surgir como el resultado de su desarrollo dialéctico inmanente, y por lo tanto, de su negación” (Robles 2000: 19)

En resumen, la exposición de Marx en El capital sigue la pauta de partir de la forma elemental aparente del capitalismo para desentrañar de ésta que la relación entre capital y trabajo es la relación esencial en el modo de producción capitalista. Pero la exposición de Marx no se limita a mostrar esta relación, sino que además muestra sus límites, la tendencia a la crisis del modo de producción capitalista y la postulación de la clase obrera como el elemento activo en la superación de este periodo histórico.

4. LA RELACIÓN ENTRE TEORÍA Y PRÁCTICA

En esta última sección, vamos a revisar la relación entre la realidad concreta y la reconstrucción teórica de lo concreto en el pensamiento. Para ello, es necesario postular un criterio científico de verdad que sirva para contrastar la relación entre estos dos polos opuestos de lo concreto. De esta forma, esta revisión permite repasar los aspectos esenciales abordados en las secciones anteriores y nos sirve como conclusión. Por último, vamos a repasar el contenido del concepto de crítica, ciencia e ideología en Marx.

4.1 El concepto de práctica

En la metodología marxista, como en cualquier metodología, la teoría del conocimiento de la realidad social debe ser contrastada con un criterio de verdad. En nuestros términos, se debe contrastar la relación entre la reproducción de lo concreto en el pensamiento con la realidad material concreta que se pretende reproducir. Este criterio de verdad en Marx se fundamenta en la relación entre la teoría y la práctica, o en otros términos, en la relación entre el proceso de elaboración teórica y los procesos materiales o reales que se teorizan.

Hemos visto que la realidad concreta es el punto de partida para la investigación en el proceso teórico. La elaboración teórica empieza con la observación empírica de lo concreto real que, como veíamos, conocemos como un reflejo en nuestra mente, lo concreto sensorial. Sin embargo, la relación entre la realidad material y la teoría no se limita al punto de partida. Germer explica el carácter completo de esta relación:

“Este reflejo no es entendido en Marx como una relación sujeto-objeto individual y contemplativa, ni tampoco como una relación lineal que empieza con las sensaciones y termina en el conocimiento. Por el contrario, se trata de un proceso en continua repetición que integra el proceso continuo de intercambio entre los seres humanos y la naturaleza, a través del trabajo, que constituye la producción material” (Germer 2001: 4)

Es decir, la actividad material del ser humano gira en torno de la actividad humana principal, el trabajo. El proceso de producción es el elemento central de la actividad material y el que media en la continua relación del hombre con la realidad material o naturaleza que investiga en la elaboración científica. Esta relación es, además, reciproca. El ser humano interpreta la naturaleza a través del proceso material de producción y, por otra parte, actúa sobre ella en función del conocimiento científico que previamente ha adquirido. De esta forma, el proceso de conocimiento es un proceso en el que el ser humano continuamente revisa y reformula sus interpretaciones de la naturaleza. Roberts defiende una posición idéntica en su comparación metodológica del marxismo con el realismo crítico:

“La teoría materialista de la representación ... argumenta que la conciencia activamente reconstruye lo real, las propiedades activas de los objetos, como parte de la actividad laboral, que se refleja en la conciencia. No nos limitamos a representar la realidad, también creamos la realidad activamente” (Roberts 1999: 26)

En la concepción de Marx de la realidad social en continuo cambio, este proceso continuo de generación de conocimiento es fundamental. Tal y como señala Germer, el proceso de conocimiento constituye en su totalidad el concepto de práctica, que “es el criterio de verdad” (Ibid: 5). Germer resume en la Ilustración 1, que nosotros reproducimos, la totalidad del proceso de conocimiento, formada tanto por la mera elaboración teórica como por la actividad material del ser humano, fundamentalmente el proceso de producción:

Por tanto, el criterio científico de verdad del método marxiano se encuentra inmerso en el concepto de práctica. La realidad material no sólo es el punto de partida de la investigación


 

para la elaboración del conocimiento, sino que además es modificada por el conocimiento desarrollado y se postula, además, como el criterio para la contrastación de este conocimiento. No podemos, por último, dejar de observar la diferencia entre este criterio de verdad y el usado por la nueva dialéctica. Ya hemos señalado que Reuten y Williams creen que la elección del punto de partida se convierte en el criterio esencial para el éxito de la presentación, esto es, de la elaboración teórica. Además, estos autores se plantean la tarea de ofrecer una fundamentación del argumento dentro de la propia presentación. Deben ser los méritos intrínsecos del argumento –no algún criterio externo– los que deben convencer al lector de su idoneidad” (Reuten y Williams 1989: 11). En otras palabras, el criterio de verdad está en la propia presentación. Por tanto, la realidad material no sólo juega un papel limitado en la construcción de la teoría, sino que además, para estos autores, no juega ningún papel en la validez de la teoría. Esto demuestra, sin vacilaciones, el contenido netamente idealista de esta lectura hegeliana de Marx.

4.2 La teoría como crítica

Marx presenta su trabajo como una crítica de la economía política, tal y como índica en una carta a su editor Lasalle el 22 de Febrero de 1858, en una de las primeras referencias a su trabajo económico:

“El trabajo de que se trata es, en primer lugar, la crítica de las categorías económicas, o bien, si quieres, el sistema de la economía burguesa presentado en forma crítica. Es a la vez, un cuadro del sistema y la crítica de ese sistema a través de su propia exposición” (CC: 70)

Posteriormente, en la publicación de El capital Marx refrenda esta presentación crítica de su teoría económica, al incluir el subtítulo: Crítica de la economía política. En nuestra opinión, el concepto de crítica se encuentra estrechamente relacionado con el concepto de práctica, por lo que compartimos plenamente la definición de Mattick Jr. de la crítica de Marx como:

"una teoría que suministra una interpretación más comprensiva y libre de contradicciones sobre un cierto campo de la experiencia que la suministrada por las interpretaciones usuales, sea ésta una teoría científica anterior o una incorporada en el ‘sentido común’" (Mattick Jr. 1981: 725)

Es decir, el carácter crítico de la teoría de Marx reside en la capacidad de explicar la realidad social y económica de manera más satisfactoria que sus predecesores. Esta definición de la crítica choca frontalmente con la siguiente definición de Palazuelos:

“Marx aspira a que su análisis económico tenga un contenido teórico cada vez más elaborado, pero el propósito último que anima su trabajo es claramente político-práctico, puesto que su objetivo es el de clarificar esas claves del funcionamiento capitalista con el fin de favorecer la lucha contra el sistema. En otras palabras, el pensamiento marxiano trata de dotar a su análisis de una metodología que tiene como sentido específico el de servir para la transformación de la sociedad capitalista. Ello da lugar a que ese pensamiento se constituya como kritik, esto es, como crítica radical al sistema, de forma que son minoritarias –a veces sólo anecdóticas– las referencias efectuadas sobre la sociedad emancipatoria que propugnan” (Palazuelos 2000: 41)

Palazuelos diferencia entre el carácter práctico y político de la teoría de Marx y su capacidad explicativa de la realidad, confrontando ambos aspectos. De esta forma, cree que la metodología para la elaboración de la teoría está influenciada fundamentalmente por este primer aspecto de su teoría. Efectivamente, la teoría de Marx tiene un marcado carácter de clase y la exposición teórica en El capital sigue las pautas necesarias para mostrar los límites históricos de la relación entre capital y trabajo. Pero esta exposición crítica no se enfrenta a una explicación más satisfactoria de la realidad, sino que precisamente, como la teoría de Marx explica la realidad mejor que anteriores interpretaciones y teorías, ésta adquiere un carácter crítico y de clase. Es decir, no se trata de dos aspectos contrapuestos, sino de un único aspecto de su teoría económica. De esta forma, no es posible hablar de crítica al modo de producción capitalista o “crítica radical al sistema”, ya que la crítica de Marx no puede ser una crítica de lo real, de lo existente, sino que es una crítica de lo “irreal", esto es, de la ideología del orden burgués en la medida en que no se corresponde con la realidad existente.

4.3 Ciencia e ideología

El concepto de la crítica de Marx está estrechamente relacionado con el concepto de ciencia e ideología en Marx. La concepción dialéctica de la realidad social de Marx supone la no existencia de un carácter objetivo de la ciencia, la cual se encuentra en continua evolución con la realidad. La ciencia, pues, es un reflejo de la realidad social. Por esta razón, Marx comenta que la economía política clásica poseía el rango científico, mientras no se mostraba el carácter contradictorio de las relaciones sociales de producción que trata de explicar:

“La economía política, cuando es burguesa, es decir, cuando ve en el orden capitalista no una fase históricamente transitoria del desarrollo de la producción social, sólo puede mantener su rango de ciencia mientras la lucha de clases permanece latente o se trasluce simplemente en manifestaciones aisladas” (Postfacio: XVIII)

Sin embargo, una vez que se pone de relieve la contradicción inherente en estas relaciones sociales de producción mediante la lucha de clases, la economía política clásica abandona su carácter científico pasa pasar a ser un instrumento ideológico en manos de una clase:

“Con el año 1830 sobreviene la crisis decisiva. La burguesía había conquistado el poder político en Francia y en Inglaterra. A partir de este momento, la lucha de clases comienza a revestir, práctica y teóricamente, formas cada vez más adecuadas y más amenazadoras. Había sonado la campana funeral de la ciencia económica burguesa. Ya no se trataba de si tal o cual teorema era o no verdadero, sino de si resultaba beneficioso o perjudicial, cómodo o molesto, de si infringía o no las ordenanzas de policía. Los investigadores desinteresados fueron sustituidos por espadachines a sueldo y los estudios científicos imparciales dejaron el puesto a la conciencia turbia y a las perversas intenciones de la apologética” (Postfacio: XIX)

Ese momento es el adecuado para la revolución científica y la crítica a la economía política clásica que realiza Marx. Esta crítica se debe centrar, pues, en mostrar los límites de la economía clásica y poner de relieve la condición contradictoria de las relaciones de producción capitalistas. Por eso, Marx pone de relieve la determinación históricamente limitada del capitalismo y desarrolla una teoría económica (la teoría marxista del valor) que explica de forma más satisfactoria los fenómenos del capitalismo.

En resumen, la teoría de Marx es la ideología de la clase obrera, pero sólo desde el momento en que ésta representa el progreso y la revolución social y científica.¡

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Notas:

[1][1] Los primeros escritos económicos de Marx datan de 1844 y están publicados bajo el nombre de Manuscritos económico-filosóficos. Una excelente revisión de la evolución de los estudios económicos de Marx y de sus resultados publicados y sin publicar se encuentra en Rosdolsky (1968: 27-100).

[2][2] Por ejemplo, la denominada escuela althusseriana ha teorizado una ruptura fundamental entre los escritos filosóficos y humanistas del joven Marx y los estudios económicos del Marx maduro. Ver la recopilación de artículos aparecidos en Economy & Society de Rattansi (1989).

[3][3] Por método, entendemos la forma en la que se concibe la realidad capitalista, la forma en la que nos aproximamos y apropiamos de ella y, finalmente, la forma en la que la exponemos en la teoría. Por tanto, el estudio del método incluye tanto aspectos epistemológicos como aspectos metodológicos del análisis económico (Palazuelos 2000: 9)

[4][4] Este propósito se debe a la firme creencia por parte de este autor de que la teoría laboral del valor, fundamentalmente en la vertiente desarrollada por Marx y por algunos continuadores de su obra, es la herramienta teórica más completa para el análisis de las economías capitalistas.

[5][5] Por supuesto, no pretendemos definir el concepto de dialéctica en este artículo y, ni mucho menos, abarcar los diferentes usos y diferentes definiciones que se le han dado a lo largo de los siglos por múltiples teóricos sociales. Simplemente, queremos delimitar el ámbito en el que consideramos que el concepto es más útil y práctico para la elaboración científica de Marx.

[6][6] Chai-On Lee (1990: 16) señala que sólo en la década de los 70 Mandel y Nicolaus empiezan a distinguir entre ambos métodos.

[7][7] El uso del término concreto en este punto se debe distinguir del uso del concepto de concreto como contrapuesto al concepto de abstracto. Saad-Filho nos advierte de este doble uso del término concreto: “Marx usa el término ‘concreto’ en dos situaciones distintas. Primero, para distinguir lo real de lo conceptual, y, segundo, para distinguir, dentro de la esfera de lo conceptual, conceptos que están más o menos determinados en el pensamiento” (Saad-Filho 1997: 110; citado en Germer (2001: 3n)). Nuestro uso del término concreto se refiere a la primera situación. Por esta razón, nos referimos a estos dos distintos significados del término concreto como “concreto real” y “concreto en el pensamiento”.

[8][8] Marx ya había señalado este aspecto en su obra en colaboración con Engels, La ideología alemana. En este libro establece que las abstracciones sólo tienen sentido dentro de una determinado contexto histórico real y que la filosofía divorciada de esta realidad pierde todo su sentido.

[9][9] Podemos citar a dos autores que delimitan correctamente el status de las categorías abstractas. Germer escribe que “lo abstracto es un producto del pensamiento, que consiste en la representación mental de un elemento aislado de la realidad empírica, tal y como se refleja en el pensamiento” (Germer 2001: 3). Por otro lado, Saad-Filho enfatiza la diferencia entre las generalizaciones mentales y las abstracciones reales: “Mientras las generalizaciones mentales están basadas en relaciones externas seleccionadas por el observador, las abstracciones reales están basadas en la realidad material y revelan universales concretos que incluyen la esencia de los particulares” (Saad-Filho 2001: 5). En consecuencia, define las categorías abstractas de la siguiente manera: “La esencia es la característica objetivamente más general de los particulares, o su ‘estructura interna gobernada por una ley’; en otras palabras, la esencia comprende las características lógicas e históricas de los particulares, y es la clave de sus relaciones internas. En consecuencia, la esencia es, primero, una categoría lógica que ofrece las mediaciones básicas para la reconstrucción de lo concreto en el pensamiento. Segundo, es la fuente real (antes que meramente teórica o ideal) de la que surgen los particulares. En tercer lugar, es un resultado históricamente emergente” (Ibidem)

[10][10] Mattick Jr. expresa su preocupación por la elección de las abstracciones correctas. Según él, la categoría población “es muy abstracta, ya que es aplicable a todas las poblaciones en todos los territorios bajo todas las condiciones históricas y sociales” (Mattick Jr. 1981: 730). Consecuentemente, “el concepto población, dado que es aplicable indiferentemente a todas las poblaciones posibles, no sirve para identificar el carácter particular de una población particular” (Mattick Jr. 1993: 119). Por el contrario, las abstracciones esenciales a las que el método de abstracción debe de llegar son aquellas que recogen el carácter histórico del modo de producción capitalista. Marx cree que si se empieza por la población se llegaría al final las abstracciones esenciales como “el trabajo asalariado, el capital” o “el cambio, la división del trabajo, los precios, etc.”. Respecto a estas abstracciones, Mattick Jr. concluye: “Estas abstracciones, a diferencia de la ‘población’, identifican aspectos fundamentales del sistema social particular –el capitalismo en desarrollo– que los economistas se dedicaban a analizar. Son capaces de explicar en dónde este tipo de población se diferencia de otras en sus actividades económicas” (Mattick Jr. 1981: 731)

En esta cuestión, Echeverría encuentra deficiencias en la argumentación de Marx en su importante artículo crítico sobre la introducción de 1857: “La tercera sección de la Introducción, titulada ‘El método de la economía política’, es sin lugar a dudas la más importante y es en la que las deficiencias del texto son más aparentes” (Echeverría 1978: 338). Echeverría cree que la crítica de Marx se dirige hacia el proceso de buscar las relaciones esenciales, que lo considera innecesario: “según Marx, la tentativa inicial es completamente innecesaria y sólo puede ser justificada como una búsqueda por unas pocas definiciones generales y abstractas, que una vez obtenidas, permiten el retorno. Por tanto, a pesar de las apariencias, el método científicamente correcto debe obviar la primera tentativa y dirigirse partiendo de las definiciones abstractas y generales hacia lo concreto” (Ibid: 339). De esta forma, Echeverría está reduciendo el “método científicamente correcto” de Marx al método de exposición, ignorando el énfasis en el método de investigación que existe en la argumentación. Curiosamente, esta es la base de su crítica, ya que considera que el punto de partida debe ser lo concreto real: “Marx desecha lo concreto como punto de partida, por ejemplo, la población, indicando que se trata del punto final del análisis. (...) Su ‘vacuidad’ como punto de partida se debe a que expresa totalidad, por lo que debe ser el punto final del análisis, en el que se revele como una concentración de múltiples determinaciones y la unidad de lo diverso. Sin embargo, la inadecuación de la población como punto de partida en relación a la totalidad concreta no permite deducir que el punto de partida no deba ser concreto, y menos aun que deba ser abstracto” (Ibid: 341). Echeverría cree que Marx sólo resuelve estas contradicciones posteriormente en su obra con la redacción de El capital. Sin embargo, nuestra lectura de la Introducción es totalmente opuesta a la de Echeverría, aunque compartamos que la realidad concreta es el punto de partida adecuado. Por tanto, la crítica de Echeverría a este texto carece para nosotros de sentido.

[11][11] En este punto, es necesario llamar la atención de nuevo sobre la definición doble del concepto de concreto. En este caso, el concepto de concreto es una categoría del pensamiento, desarrollada a partir de las categorías más simples o abstractas. Por tanto, hay que distinguirlo de lo concreto real, cuya “intuición y representación” es el punto de partida del proceso de elaboración teórica.

[12][12] Germer enfatiza la necesaria relación entre lo “concreto real” como punto de partida y lo “concreto en el pensamiento” como resultado del proceso: “El resultado del proceso, lo concreto en el pensamiento, es un producto del pensamiento, completamente construido de material abstracto, esto es, de abstracciones o conceptos teóricos. Lo concreto en el pensamiento es una categoría del pensamiento y no de la realidad” y “Lo concreto como una categoría del pensamiento constituye simplemente la forma en la que el pensamiento reproduce lo real tal como es, una totalidad de muchos elementos interconectados” (Germer 2001: 6 y 3)

[13][13] Véanse Reuten y Williams (1989), Smith (1993) o Arthur (1993) entre otros. Saad-Filho (2001: 32n) atribuye a Arthur la denominación de esta interpretación como “nueva dialéctica”.

[14][14] Esta necesidad no se corresponde con la lógica formal, sino que se identifica con ciertas tendencias que se imponen en la realidad en un contexto determinado (Smith 1993: 19-20).

[15][15] Para un desarrollo más amplio de los orígenes del método lógico-histórico, una crítica de esta interpretación y una referencia bibliográfica sobre la cuestión, véase Robles (2000).

[16][16] Esta interpretación tiene como origen el trabajo de Engels. Engels cree que el método lógico y el histórico van de la mano. En consecuencia, la exposición de las categorías de la más simples a las más complejas coincide con su aparición histórica.

[17][17] Queremos señalar la contradicción de Robles al considerar la mercancía como una categoría abstracta cuando antes había afirmado que “la mercancía con que empieza Marx es una forma inmediata, concreta, material, de aparecer de la forma abstracta de valor” (Ibid: 16). Nosotros consideramos que, efectivamente, la mercancía como punto de partida es una categoría del pensamiento que representa la realidad material concreta más simple en el modo de producción capitalista. Esta interpretación está en concordancia con la afirmación de Marx, según la cual la riqueza capitalista “se nos aparece” bajo la forma elemental de las mercancías. Robles (2000: 18) ofrece evidencia textual de la consideración de Marx de la mercancía y la circulación de mercancías como “lo inmediatamente existente en la superficie de la sociedad burguesa”.

[18][18] Rancière ya señala el peligro de esta interpretación de la mercancía como elemento particular del modo de producción capitalista: “Debemos evitar la trampa de la lectura hegeliana de El capital, según la cual la forma mercancía contiene de forma embrionaria, en su interior, todas las contradicciones del modo capitalista de producción, del cual el capital sólo es un desarrollo –con el corolario, inevitable en un discurso de tipo hegeliano, de que este punto de partida está en sí mismo mediado por el punto de destino, a saber, que la mercancía presupone el desarrollo completo del proceso de producción capitalista” (Rancière 1989: 125-6)

[19][19] Sin embargo, no están de acuerdo sobre el modo de proceder de Marx para lograr este objetivo. Robles (2000: 22) cree que es posible hablar de una dialéctica hegeliana y de la derivación “necesaria” de una categoría de otra –siguiendo en esto a Smith (1993). Por el contrario, Mattick Jr. cree que “la apariencia de una ‘lógica dialéctica’ es engañosa” (1993: 128) y que la influencia de Hegel sobre Marx se limita a su concepción de la historia social en continuo movimiento (Ibid: 131). Nosotros nos encontramos más cercanos a la posición defendida por Mattick Jr.

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