Desequilibrios y
antagonismos de la mundialización
Por
Claudio Katz(*)
Noviembre,
2000
RESUMEN:
La mundialización es una tendencia inmanente y no cíclica del
capitalismo, que presentó modalidades diferentes en cada etapa histórica
de este sistema. La internacionalización productiva -determinada por la
creciente gravitación de las ¨empresas transnacionales¨ y una
significativa reestructuración de la división internacional del trabajo-
es la característica central de la fase actual. Un efecto importante de
esta transformación se observa en el espacio de formación de los precios
bajo la acción de la ley del valor a escala internacional. La
mundialización debe investigarse jerarquizando analíticamente las
modificaciones ocurridas en la órbita productiva en comparación con las
mutaciones registradas en el plano financiero y comercial.
El avance de la mundialización no es un
producto espontáneo del mercado. Se apoya en un cambio de las relaciones
sociales de fuerza en favor de la clase dominante, en la recuperación de
la hegemonía norteamericana y en la expansión geográfica y sectorial
del capital. El proceso en curso genera un reforzamiento de las
estructuras estatales nacionales y la simultánea creación de nuevos
organismos supra-nacionales. A escala internacional se fijan las reglas de
la concurrencia y en el plano regional se construyen los bloques
competitivos. Pero este remodelamiento desencadena fuertes
contradicciones, derivadas de la falta de legitimidad histórica y
autoridad política de las nuevas instituciones para-estatales.
Mientras
que la tesis neoliberal-fatalista de la globalización sólo presenta
justificaciones ideológicas de los beneficios obtenidos por las grandes
corporaciones, la teoría del imperialismo contribuye a explicar porqué
las desigualdades sociales, nacionales y regionales se incrementan con el
salto registrado en la mundialización.
Cómo
correlato de las discusiones oficiales entre globalistas y regulacionistas
se ha planteado en el marxismo un debate entre enfoques transnacionalistas
-que exageran el alcance de la mundialización- y análisis dogmáticos,
que niegan la existencia de esta transformación.
La
internacionalización de la economía reduce la efectividad de las políticas
anticíclicas y potencia los desequilibrios clásicos del mercado. Pero cómo
reacción a los efectos de estas conmociones resurge la acción
reivindicativa de la clase trabajadora.
Además
apareció un nuevo internacionalismo que debutó en las movilizaciones de
Seattle. Estas acciones reabren las perspectivas para batallar por el
socialismo.
Desequilibrios
y antagonismos de la mundialización
La
mundialización, entendida como el grado de internacionalización de la
economía, es una tendencia del capitalismo. Desde su origen este sistema
se desarrolló desbordando la esfera doméstica y cada una de sus etapas
históricas estuvo asociada con la expansión del mercado mundial. La
acumulación primitiva fue apuntalada por el pillaje regional, la
industrialización librecambista se nutrió del colonialismo y el
crecimiento de los países centrales durante el siglo XX se apoyó en la
acción imperialista. Este mismo proceso explica porqué la acumulación
tiende a eliminar las formas residuales de precapitalismo en todos los
rincones del planeta.
Señalar
que la mundialización es una tendencia implica considerar que es un
proceso dominante, aunque no constituya una condición del funcionamiento
del capitalismo, como es por ejemplo, la explotación del trabajo
asalariado. Es un curso prevaleciente sobre las la acción de las fuerzas
opuestas nacionalizantes o regionalizantes.
La
mundialización presentó distintas modalidades históricas, que se
pierden de vista cuándo se argumenta que el ¨capitalismo siempre fue
mundial¨. Este error cometen los autores que interpretan a la denominada
globalización contemporánea como un simple peldaño de la ¨economía-mundo¨
conformada a partir del siglo XV1. Confunden las raíces parcialmente
mercantiles de un modo de producción con su especificidad industrial y
omiten que el capitalismo recién pudo constituirse efectivamente a partir
de la consolidación de los estados nacionales y la desaparición de las
soberanías parceladas y los mercados fragmentados.
La
mundialización no es un fenómeno cíclico de expansión internacional y
retracción nacional de la economía2. La idea que una temprana
globalización (siglos XVXVIII) fue seguida de una etapa proteccionista
(siglos XVIII-XIX) y que luego prevaleció otro período mundializador
(1870-1914), al que siguió otra fase de crecimiento doméstico
(1945-1970) conduce a la errónea presentación de la fase actual
como un nuevo momento de ese vaivén. Este enfoque no tiene en cuenta la
existencia de un movimiento inmanente del capital a operar a escala
internacional, que ha sido contrarestado en diversos períodos históricos.
Al
concebir la mundialización cómo una tendencia dominante, no cíclica y
atravesada por períodos diferenciados se puede abordar el análisis de
las peculiaridades de la fase actual ¿Cuáles son los rasgos, novedades y
contradicciones de esta etapa?
Internacionalización
productiva
La
principal transformación de la mundialización en curso proviene de la
gravitación alcanzada por las denominadas empresas transnacionales (ET).
Estas compañías implementan una gestión internacionalizada de sus
negocios, lucrando con las diferencias nacionales de productividades y
salarios. Construyen espacios homogéneos entre sus casas matrices y
sucursales dentro del medio ambiente geográficamente diverso en que actúan
y obtienen beneficios extraordinarios de esta combinación de uniformidad
de gestión y dispersión espacial. Introducen una gran circulación
interna de capitales, mano de obra e insumos y aunque su referencia
operativa es el mercado mundial, mantienen vínculos privilegiados con los
estados de sus países de origen3.
Durante
los años 80 y 90 estas empresas conformaron complejos integrados de
actividades productivas, financieras y comerciales. Lideraron el aumento
del 11 % al 28 % anual de la inversión extranjera directa entre 1978-81 y
1986-90 y a través de joint ventures, sub-contrataciones y manejos
accionarios forjaron una red de negocios muy superior a su actividad
formal. Según los cálculos de la UNCTAD, unas 200 compañías controlan
un tercio de la producción y el 70 % del comercio mundiales, dominan el
75 % de las grandes inversiones y la casi totalidad de las transacciones
de productos básicos. Se ha estimado que un hipotético país de las
empresas transnacionales sería la octava potencia
económica, con un PBI superior al de 150 países. La “fábrica
mundial” y el “producto mundial” no son la norma, pero sí una
tendencia contemporánea del capitalismo4.
La
principal acción de estas empresas ya no está centrada en el
aprovisionamiento de materias primas o el dominio de los mercados
protegidos, sino en la ¨descomposición internacional del proceso
productivo¨. Implementan la fabricación fragmentada de componentes a
través de una organización jerárquica, que localiza las actividades
calificadas en los países avanzados y el trabajo en serie en las naciones
periféricas.
Esta
transformación se consumó en las últimas dos décadas mediante un salto
en la centralización del capital (que ha llevado a la existencia de un máximo
de 10 grandes concurrentes en cada sector), alianzas entre empresas (que
actúan cómo socios en algunos terrenos y enemigos en otros) y un sistema
de producción internacionalizada, que tiende a sustituir el logo ¨hecho
en tal país¨ por ¨hecho en tal compañía¨. Lo que ha permitido
viabilizar este cambio ha sido el inicio de una revolución tecnológica
basada en la difusión de las nuevas tecnologías de la información, cuyo
despliegue ha brindado el soporte material para este avance de la
mundialización.
La
internacionalización productiva implementada por las ET potencia al mismo
tiempo la uniformidad y la diferenciación en la división internacional
del trabajo. Por un lado, obliga a intensificar la difusión de productos,
procesos e innovaciones y por otra parte, mantiene las grandes diferencias
nacionales de productividades y salarios que generan las plusganancias de
las corporaciones.
El
avance de la mundialización productiva fue aceitado por importantes
transformaciones financieras. La sustitución de la intermediación
bancaria por la emisión directa de obligaciones permitió direccionar la
inversión hacia las prioridades de las ET, la desregulación de las
normas bancarias facilitó el auto-financiamiento de estas corporaciones y
la eliminación de las segmentaciones en la actividad bancaria aceleró el
proceso de fusiones.
También
las transformaciones comerciales apuntalaron la reorganización
productiva, especialmente a través de la adaptación de la legislación
comercial a las necesidades de las ET. La liberalización primero del GATT,
la constitución posterior de la OMC y la formación de mercados
regionales sin aranceles internos han facilitado el movimiento de insumos
al interior de las corporaciones y la relocalización de las actividades
productivas.
Comparaciones
y controversias
Un
cuestionamiento muy corriente de la interpretación que presentamos
destaca que el grado de internacionalización actual de la economía es
equivalente o inferior al prevaleciente a principio del siglo XX y que la
mayor parte del ahorro, el producto y los empleos continúan generándose
a escala nacional. Algunos autores afirman que la limitada movilidad del
capital y de la mano de obra no han variado sustancialmente, otros estiman
que el 80 % de la producción y el 90 % de la inversión se dirigen hacia
los mercados internos y que el coeficiente promedio de apertura de las
economías es semejante al predominante en 1913. La comparación más
corriente subraya que el flujo internacional de capital ya había
alcanzado al comenzar la primera guerra mundial el mismo nivel que en la
actualidad. 5 Otros teóricos reconocen el salto registrado en la
mundialización, pero objetan su significación cualitativa. Plantean que
la internacionalización productiva, las nuevas empresas transnacionales y
los flujos de inversión directa modifican el escenario internacional,
pero tan sólo para retrotraerlo a las condiciones interrumpidas durante
la larga ¨excepción keynesiana¨. Evalúan, por ejemplo, que el mayor
intercambio intra-firma representa un cambio solo incremental y que el
aumento de la inversión extranjera directa
no altera las viejas tendencias proteccionistas obstructoras de
cualquier avance de la mundialización6.
En
su detallada estimación Sutcliffe y Glynn7consideran que el grado de
internacionalización -medido como relación del porcentaje de las
exportaciones sobre el PBI- continúa siendo muy modesto. Esta relación
fue en 1913, 1973 y 1995 del 6 %, 7,1% y 11.3 % para Estados Unidos, del
22 %, 21 % y 29 % para Europa y del 20 %, 10 % y 9 % para Japón. Destacan
que para la OCDE en su conjunto los porcentajes fueron 16 %, 14 % y 20 %.
Estiman, que la inversión extranjera directa en los países desarrollados
como proporción de la inversión doméstica no ha cambiado
sustancialmente, ya que pasó del 4,8 % (1980) al 9,1 % (1995). Señalan
que la inversión extranjera constituye apenas el 5 % del stock mundial y
se sitúa por debajo del pico del 9 % alcanzado en 1913. Además, opinan
que se exagera el poder de las ET, al considerar su volumen de ventas y no
el valor agregado que efectivamente aportan. Entienden que los principales
agentes de la mundialización son 44.500 empresas medianas productoras del
22 % del PBI mundial y no las 100 ET generadoras del 5 % de ese total.
Pero
la comparación central que establecen estos enfoques es equivocada,
porque la economía de principios y fines del siglo XX fueron radicalmente
distintas. A comienzos de esa centuria, enormes porciones del planeta se
encontraban al margen del circuito mundial y la internacionalización
efectiva abarcaba un sector incomparablemente inferior al prevaleciente en
la actualidad. La inversión directa, la proporción del comercio en
relación a la producción o la internacionalización del mercado de
capitales involucraban magnitudes que no guardan ninguna relación con los
porcentuales predominantes en la etapa actual.
Hay
que tener en cuenta, además, que los datos computados con los criterios
de la contabilidad nacional no se adaptan a un análisis del grado de
internacionalización efectiva.
Esta
evaluación exigiría no solo comparar agregados corrientes (PBI,
exportaciones, 7 importaciones), sino también ponderar el nivel real de
integración mundial alcanzado en cada actividad 8.
La
novedosa capacidad de las ET para organizar el trabajo a escala mundial
representa un cambio y no una continuación del período precedente de
exportación de capitales e instalación de filiales en mercados
protegidos. Por eso es desacertado comparar la relevancia que tienen hoy
las ET con el papel jugado por las empresas cerealeras o petroleras de
principio de siglo XX. La novedosa ¨descomposición internacional del
proceso productivo¨ es un efecto del abaratamiento radical y contemporáneo
del transporte y de las comunicaciones. No sólo el aumento de la inversión
extranjera directa y del comercio internacional marcan cambios claves,
sino que existe una transformación cualitativa del proceso productivo
apoyado en la mundialización, que muchos críticos habitualmente
ignoran.9.
Las
propias estimaciones de Sutcliffe y Glynn ilustran esta transformación,
porque aunque consideran modesto el aumento de las exportaciones en relación
al PBI reconocen que un cambio sustancial se ha producido en el contenido
de los intercambios mundiales, a partir de la gravitación que tienen las
manufacturas. El porcentaje de importaciones industriales en relación con
las importaciones totales pasó en la OCDE de un tercio a dos tercios en
los últimos 20 años. Hay que tener en cuenta que no solo el ritmo de
aumento de las transacciones mundiales duplica el incremento de la
producción y que la inversión directa triplica esta suba, sino que el
comercio industrial intra-firma aumentó a una tasa 10 veces superior a
ese incremento. Estos cambios son indicativos de un nivel de
internacionalización productiva que no tiene precedente en el
rudimentario comercio internacional de 1914.
Por
otra parte, el estudio de Sutcliffe y Glynn sólo puntualiza que el número
de empresas involucradas en la mundialización actual es muy superior al
retrato convencional de 200 grandes ET. Pero esta observación sólo
cuestiona el grado de monopolización prevaleciente y no el avance
efectivo de la internacionalización económica. Qué el centro de este
proceso sea la producción industrial y no las materias primas, qué
involucre una masa de capital sin precedentes en un espacio geográfico
por primera vez integrado de todo el planeta y qué se desenvuelva en
torno a la acción de las ET, constituyen los rasgos novedosos de este
proceso.
Primacia
de la esfera productiva
Nuestra
interpretación jerarquiza el análisis de los cambios registrados en la
esfera productiva. Esta primacía obedece a que las leyes del capital -que
determinan el rumbo del modo de producción vigente- se procesan en esta
órbita. Aunque existe una indisoluble unidad entre los ciclos
productivos, comercial y financiero, estos tres ámbitos no tienen una
gravitación explicativa equivalente. El eje de la reproducción del
capital -la extracción de la plusvalía- es un proceso que debe
analizarse en primer lugar en el plano productivo, aunque su comprensión
exija indagar cómo circula y se realiza el valor de las mercancías a
través de mecanismos comerciales y financieros. Por eso enfatizamos la
importancia del salto registrado en la internacionalización productiva,
en oposición al enfoque neoclásico - fundado en los principios de
ventajas comparativas y mercados perfectos- y a las teorías heterodoxas
institucionalistas, basadas en la organización empresaria y las
modalidades de la gestión estatal.
Nuestra
visión es también diferente de las caracterizaciones de la mundialización
centradas en el avance de la “globalización financiera”10. Este
enfoque considera que el principal rasgo del cambio actual es la
desproporcionada expansión de la moneda y el crédito en relación con la
producción y su consiguiente desconexión de la “economía real”.
Subraya
que el capital financiero mantiene subordinadas a las actividades
industriales e interpreta que
las corrientes de inversión no son genuinas, sino primordialmente
especulativas.
Aunque
esta visión desarrolla una acertada denuncia del parasitismo financiero y
bursátil, no logra desentrañar cuales son los principales cambios que
introduce la mundialización actual, por su desatención de la esfera
productiva. Suponer que el rentismo financiero subordina a la actividad
productiva implica relegar el papel interpretativo central de la teoría
del valor y de la plusvalía para analizar la transformación en curso.
Por el contrario, subrayar esta centralidad no sólo clarifica el
problema, sino que permite evitar las simplificaciones en boga, que oponen
al empresariado ¨sano e inversor¨ con el banquero ¨despilfarrador e
inhumano¨.
La
internacionalización productiva en curso es diferente de la
internacionalización comercial (que estudiaron Marx y Luxemburgo) y de la
internacionalización financiera (que indagó Lenin). Algunos teóricos
estudian este nuevo proceso periodizando la historia del capitalismo en
función de los tres ciclos que Marx concibió para conceptualizar la
reproducción del capital. Distinguen una fase inicial de
internacionalización del capitalmercancías (comercio colonial), otro período
de preeminencia del capital-dinero (supremacía del capital financiero en
la época imperialista) y una tercer etapa de gravitación del
capital-productivo (empresas transnacionales) 11.
Pero
aunque este esquema puede aplicarse para recordar la centralidad del
comercio en el debut del capitalismo y de las finanzas a partir del siglo
XX, no hay que olvidar que la subdivisión en ciclos funcionales fue un
modelo abstracto originalmente utilizado para ilustrar la metamorfosis del
capital. En la realidad empírica, las distintas formas del capital social
total operan integradamente combinando tres ciclos que no se
internacionalización de manera autónoma. Por esta razón, en lugar de
utilizar criterios puramente funcionales es más adecuado conceptualizar
los rasgos específicos que adopta la mundialización en cada período
histórico del capitalismo (librecambista, imperialista y tardío).
Ley
de valor a escala mundial
La
mundialización en curso altera la acción de la ley del valor a escala
internacional y modifica el proceso de formación de los precios, a medida
que una porción significativa de la producción se desenvuelve en el
espacio interno de las ET.
Esta
modificación fue inicialmente intuida por Bujarin, cuándo estimó que la
internacionalización de la economía inauguraba formas de regulación de
los precios opuestas a su tradicional determinación nacional. En los
debates de los años 70 sobre el intercambio desigual en el comercio
internacional, Emmanuel abordó este problema, postulando la existencia de
una nueva ganancia media a escala mundial apoyada en la movilidad de los
capitales y la inmovilidad de la fuerza de trabajo. Aunque partió erróneamente
del desnivel de los salarios y no de las diferencia en el desarrollo de
las fuerzas productivas para explicar la transferencia de valor desde la
periferia hacia el centro, introdujo el acertado reconocimiento de un
cambio en la formación de los precios resultante del avance de la
internacionalización. También Amin destacó esta transformación al
subrayar la gravitación de un nuevo ¨valor mundial¨, determinante de
una ganancia media y de precios de producción a escala internacional
(aunque partiendo equivocadamente de la ganancia como un dato, cómo
ocurre en las interpretaciones distribucionistas afínes a Sraffa).
Mandel,
en cambio, estimó que el proceso de formación de los precios continuaba
centrado en los mercados nacionales, aunque posteriormente matizó esta
opinión al observar las nuevas evidencias del avance de la mundialización.
En esta línea de reformulación se enmarca también el análisis de
Husson, cuándo describe la creciente fragmentación existente entre dos
campos de valorización (uno mundializado y otro exclusivamente nacional)
que se forjan al interior de ciertas economías periféricas12 .
En
la actualidad es más visible la tendencia hacia la formación
internacional de los precios cómo resultado de la actividad de las ET.
Las filiales localizadas en distintos puntos del planeta operan utilizando
¨precios de transferencia¨, que las gerencias administran con gran
autonomía de los mercados nacionales. Cómo señala Carchedi 13, estas
compañías operan en torno a una tasa de ganancia media
internacionalizada distinta a la prevaleciente en cada ámbito nacional.
Esta
fractura de la acción de la ley del valor en dos planos es un proceso en
desarrollo y no una realidad consumada, porque los parámetros fijados por
los estados (especialmente en el plano de los aranceles, subsidios y políticas
monetarias) continúan influyendo en la determinación de los precios,
mientras que ningún organismo ejerce una incidencia equivalente a escala
mundial. Pero al conformarse instituciones regionales y multinacionales al
servicio de las ET, como el FMI o la OMC, también estas variables tienden
a despegarse de sus bases nacionales. La acción de la ley del valor
extiende su norma al mercado mundial al compás del avance de la
internacionalización productiva, comercial y financiera14.
Expansión
del capital
El
salto registrado en la mundialización fue incentivado en la última década
por una significativa expansión geográfica y sectorial de la acumulación.
En el plano espacial, el capital está imponiendo sus reglas en regiones cómo
Rusia, China y Europa Oriental, que no eran ¨países socialistas¨ pero
tampoco constituían economías reguladas por los principios del mercado.
Su actual transformación en áreas sometidas a la lógica del beneficio
equivale a incorporar a un tercio de la población mundial al reinado del
capital.
Esta
absorción está muy lejos de haber concluido y tiene efectos
contradictorios, porque los negocios prosperan a través de un proceso de
destrucción de conquistas sociales, devastación de recursos naturales y
desmantelamiento de industrias, que desestabilizan la propia acumulación
y desencadenan crisis financieras internacionales. La criminalización de
todas las ¨economías en transición¨ y las recurrentes moratorias de la
deuda externa rusa son evidencias de esta inestabilidad.
Pero
ninguno de estos desequilibrios desmiente que la tendencia novedosa y
prevaleciente de los últimos quince años es la expansión del capital
hacia regiones relegadas de su influencia. La implosión de los ¨ex países
socialistas¨ revitalizó la avidez capitalista por obtener mayores
ganancias fuera del terreno doméstico. Tal cómo ocurrió con la expansión
imperialista de principio del siglo XX, el capitalismo encuentra un
desahogo a sus desequilibrios mediante el ensanchamiento de sus fronteras.
Pero
en la actualidad la expansión sectorial del capital es tan relevante cómo
su ampliación geográfica, cómo lo demuestra por ejemplo la euforia de
las privatizaciones.
Los
montos anuales de inversión involucrados en este tipo de operaciones
pasaron de 25.000 millones de dólares a principios de los 90 a 145.000
millones al concluir la década15. Y si bien esta generalizada
transformación de empresas públicas en privadas se efectiviza de manera
muy diferente en cada región, las privatizaciones constituyen un canal
generalizado de inversión internacional. Es una incógnita cuál será la
viabilidad de este proceso en el mediano plazo, porque las empresas públicas
cumplieron un rol estatégico para la reproducción del capital (mediante
subsidios indirectos al conjunto de la clase empresaria) que nadie sabe cómo
será reemplazado. Pero en lo inmediato, es evidente que las
privatizaciones ofrecen un importante campo para la expansión mundial del
capital.
La
venta de empresas públicas forma parte de un proceso de mercantilización
general. La educación, la cultura, las jubilaciones o la medicina se están
convirtiendo en negocios privados y esta expansión torna posible que una
escuela, un hospital o un fondo de pensión se declare en bancarrota. Por
eso la segmentación social de la enseñanza, la protección sanitaria y
la previsión social son cada vez más aterradoras. Pero creando las
condiciones para un desastre social de pobreza y desamparo, el capital
incrementa su nivel de acumulación a escala planetaria.
Desigualdades
e imperialismo
El
efecto de la expansión mundial del capital es el aumento de todas las
desigualdades sociales, nacionales y regionales. Se amplía radicalmente
la distancia que separa a las naciones centrales y periféricas, a los
empresarios de los trabajadores y a las zonas prósperas de las regiones
rezagadas.
Esta
polarización puede comprobarse fácilmente con cualquier dato comparativo
de la evolución socio-económica de los países avanzados y
subdesarrollados en los últimos 20 años. De acuerdo a ciertas
estimaciones, la brecha de ingresos entre las naciones que se sitúan en
los extremos de ambos grupos se ensanchó de 30 a 60 veces entre 1965 y
1990.
La
misma tendencia polarizante se observa en la distribución del ingreso en
los países avanzados como consecuencia de dos décadas de expansión
acumulativa del desempleo, estancamiento del salario y agravamiento o
reaparición de la pobreza. Por ejemplo, la remuneración de un directivo
norteamericano es actualmente 150 veces superior al salario medio, que en
1998 era un 12 % inferior al vigente en 1979 en una situación de
distribución del ingreso porcentualmente semejante a Filipinas16. El
contraste entre las zonas que atraen inversiones (como el Silicon Valley)
y las regiones abandonadas de la industria tradicional se acentúa dia a
dia. En las naciones periféricas esta fragmentación es más brutal,
porque separa a pequeños enclaves exportadores del atraso secular
predominante en la mayor parte de los territorios. Nunca en la historia
del capitalismo se han registrado fracturas sociales, nacionales y
regionales tan dramáticas, en un plazo tan breve.
La
contundencia de estas desigualdades actualiza la utilidad de la teoría
del imperialismo para interpretar la transformación en curso. En su
acepción marxista esta concepción no alude solamente a la existencia de
políticas expansionistas o al predominio de rivalidades entre
conquistadores, sino que explica porqué en el capitalismo maduro se
acrecientan todos los desniveles económico-sociales. Estas fracturas son
un efecto de la escala alcanzada por la reproducción del capital. Cuánto
más elevada es la inversión y la productividad mayor intensidad tienen
la competencia y los desequilibrios que segmentan al mercado mundial,
fracturan a los grupos sociales y polarizan la situación de los sectores
productivos.
Los
teóricos clásicos del imperialismo atribuían esta tendencia polarizante
a distintos rasgos del capitalismo contemporáneo. Lenin enfatizaba el
papel del monopolio y el capital financiero, R.Luxemburgo el aumento del
sub-consumo y la exportación de excedentes invendibles, Bujarin el choque
entre los intereses expansionistas y proteccionistas de los grupos monopólicos
y Trotsky la imposibilidad de las naciones periféricas de repetir el
acelerado desarrollo industrial de los países centrales. A lo largo del
siglo XX surgieron nuevas interpretaciones de este comportamiento
fracturante de la acumulación, que es la principal contradicción de la
mundialización en curso. Estas desigualdades no son productos espontáneos
del mercado, sino que derivan de una ofensiva del capital para recomponer
la tasa de ganancia reduciendo salarios y recreando el desempleo.
La
ofensiva del capital
Los
trabajadores fueron puestos a la defensiva en las últimas décadas cómo
consecuencia de severas derrotas en los países desarrollados
(especialmente durante la oleada thatcherista y reaganiana) y una macabra
escala de guerras, genocidios, saqueos económicos y devastaciones
sociales en la periferia. Este retroceso ha permitido a las ET reforzar la
presión sobre los mercados de trabajo y usufructuar de las desigualdades
salariales para incrementar sus ganancias.
La
amenaza empresaria cumple en este plano un rol más importante que el
desplazamiento efectivo de las plantas, porque este último proceso está
sujeto a muchas restricciones. Es falso que el capital puede movilizar
automáticamente sus inversiones de un país a otro en función del costo
laboral, pero es cierto que la internacionalización productiva brinda a
la clase capitalista un novedoso instrumento de fragmentación y dominación
de la clase trabajadora 17.
Las
interpretaciones que omiten este cambio de la relación social de fuerzas
entre las clases dominante y dominada ignoran que el avance de la
mundialización en curso se apoya en este cambio de escenario. La pérdida
de posiciones de la clase trabajadora, que recompuso la tasa de ganancia y
estimuló la reinversión de las corporaciones indujo mayores negocios a
escala internacional. Cuándo se reemplaza esta evaluación de la
confrontación clasista por estimaciones estadísticas del grado de
internacionalización del comercio o de la propiedad empresaria se
refuerza la fetichización de la globalización. En lugar de reconocer que
los artífices del cambio son capitalistas que buscan aumentar sus
beneficios se atribuye la mundialización en curso a misteriosas fuerzas
inhumanas y se olvida que el funcionamiento objetivo del capitalismo está
condicionado por el cuadro concreto de la lucha de clases18.
Sin
embargo tampoco es conveniente unilateralizar la interpretación de la
mundialización con explicaciones exclusivamente centradas en la
confrontación clasista, porque en este caso se descontextualiza el análisis.
Hay que vincular el resultado de la lucha de clases con la acción de
leyes objetivas del capital para entender porque los atropellos de la
burguesía no derivaron en otras circunstancias en saltos de la
mundialización. Sólo cuándo esta ofensiva facilitó la recomposición
de la tasa de ganancia y abrió nuevas áreas geográficas a la inversión
se consumó un avance mundial de la acumulación.
El
mismo tipo de problemas aparece cuándo se presenta la mundialización en
curso como un efecto de la ¨fuga del capital¨ frente a la ¨insubordinación
del trabajo¨.
Aquí
se olvida que lejos de ¨escaparse¨, el capital reinsertó inversiones y
amplió su dominación mercantil al lograr contener la insubordinación de
los oprimidos. Si el creciente ¨poder del trabajo¨ constituyera el rasgo
dominante, no tendría sentido remarcar que la mundialización se
fundamenta en una ofensiva social del capital. 19.
Pero
reconocer este balance de la relación de fuerzas no significa interpretar
que la mundialización plasma un ¨triunfo definitivo del capitalismo¨,
porque la nueva situación crea importantes contradicciones que socavan la
estabilidad de este régimen social. La mundialización actual no prueba
la eternidad del capitalismo, ni justifica la resignación frente a su
continuidad. Solamente confirma que el modo de producción vigente
registra transformaciones cualitativas en su funcionamiento, cuándo el
capital encuentra la vía para afirmar su dominación frente a los
explotados.
Recuperación
de la hegemonía norteamericana
La
recuperación de la hegemonía norteamericana es otro acontecimiento político
determinante de la mundialización. Los teóricos de la corriente sistémica
han estudiado la relevancia de este tipo de liderazgos en la historia del
mercado mundial a partir de la sustitución de la diáspora mercantil
genovesa por la proto-nación holandesa, la posterior emergencia del
imperio británico y el más contemporáneo dominio norteamericano durante
el siglo XX. Puede objetarse que el énfasis puesto en la hegemonía
militar de una potencia desestima el papel de la lucha de clases y que no
se vinculan los cambios del liderazgo a la lógica general del
funcionamiento del capitalismo. Pero estas limitaciones no reducen el
acierto de estudiar la gravitación que tiene la hegemonía de una
potencia en cada etapa de la mundialización del capital20.
Resulta,
sin embargo, curioso que algunos teóricos sistémicos desconozcan la
dominación norteamericana en la fase actual. Adscriben a la tesis de la
decadencia de Estados Unidos y de su reemplazo por un nuevo polo asiático
en gestación, atribuyendo a los países de esa región una mayor
capacidad organizativoempresarial21.
Esta
visión contrasta con la opinión de los autores, que correctamente
diagnostican una reedición de la preeminencia norteamericana ante la
fragilidad de Japón para encabezar un desafío equivalente y la
incapacidad de la clase dominante europea para erigir un polo económico-militar
alternativo. Algunos teóricos estiman que la disputa aún no está
decidida y que Europa puede salir airosa, si logra aprovechar su mercado
continental para erigir una moneda rival del dolar, recuperar el liderazgo
tecnológico y crear una fuerza militar con presencia internacional 22.
Esta
misma discusión opone a los analistas que remarcan la declinación del
imperialismo norteamericano a partir de la hipertrofia de su dominación
financiera (comparable con el antecedente británico) y de su creciente
desbalance comercial, con quiénes presentan datos contundentes de la
recuperación hegemónica estadounidense en el plano de la productividad,
el desarrollo tecnológico y la competitividad industrial. Una discusión
del mismo tipo enfrentó hace algunos años a los autores marxistas que
observaban a Estados Unidos como un super-imperialismo victorioso, con quiénes
pronosticaban el reinicio de la batalla competitiva a partir del acelerado
crecimiento de Europa y Japón23.
Si
se toma en cuenta lo ocurrido en la última década es evidente que
Estados Unidos ha recuperado un lugar de liderazgo ya no sólo político-militar,
sino también económico y tecnológico frente al avance europeo de los 70
y el empuje japonés de los 80.
Y
esta recomposición es muy visible en el plano de la mundialización. De
las 200 empresas transnacionales más importantes 74 son estadounidenses y
de las 50 mayores 33 pertenecen a esa nacionalidad. La supremacía es aún
más significativa si se considera el universo de compañías vinculadas a
las nuevas tecnologías de la información o se observa el resultado de
los procesos de fusiones y adquisiones de la última década.
Es
también evidente que este resurgimento ha sido apuntalado por el
resultado de la gran escalada de intervenciones militares realizadas bajo
la dirección norteamericana (Irak, Yugoslavia, Somalía, Haití, Panamá,
Libia), que consolidaron a la OTAN frente al tibio surgimiento del ejército
europeo y el continuado desarme japonés. La mundialización actual del
capital se desenvuelve bajo el signo de la hegemonía norteamericana24.
Sin
embargo, esta supremacía presenta rasgos muy diferentes a todas las
situaciones de rivalidad inter-imperialistas analizadas por los teóricos
marxisas clásicos, que hasta la mitad del siglo XX desembocaban en
guerras inter-imperialistas. Una repetición de estos enfrentamientos
abiertos se ha tornado en la actualidad improbable y casi descartable como
hipótesis. Este cambio fue percibido ya en los años 70 por los autores
que analizaron cómo la competencia entre potencias se desenvuelve en un
nuevo marco de solidaridad capitalista25. Y si en ese período se podía
atribuir este hecho a la presencia de los ¨países socialistas¨, en la
actualidad la explicación del debilitamiento de este choque hay que
buscarla en la forma que asume la mundialización.
Esto
cambio no entraña la desaparición de la rivalidad político-económica
por el dominio del mercado, ya que las ET sostenidas por sus estados están
enfrascadas en una salvaje competencia. El proteccionismo subsiste, las
confrontaciones comerciales no han disminuido, las fusiones y alianzas
entre corporaciones mantienen ejes nacionales y regionales y tienden a
configurar tres grandes bloques competitivos. Pero la mundialización del
capital frena un desemboque bélico abierto de esta confrontación26.
Las
transformaciones del estado
El
avance de la mundialización ha consolidado el papel de los organismos
internacionales con funciones para-estatales orientadas a favorecer los
intereses de las ET.
En
la última década viejas instituciones supra-nacionales como el FMI han
alcanzado una influencia sin precedentes, la OMC cuenta con más miembros
y atribuciones que su antecesora del GATT, se establecieron nuevas
juridicciones internacionales para la ONU y se expandió militarmente la
OTAN.
Las
corporaciones apuntalan estas instituciones para reforzar una nueva división
del trabajo que induce a reestructurar mercados, remodelar territorios,
relocalizar poblaciones y adecuar legislaciones. El avance de la
mundialización capitalista exige drásticos cambios de los instrumentos
de dominación y como el estado nacional no garantiza la reproducción
mundial del capital, las ET necesitan dotarse de nuevas instituciones.
Estos
organismos se edifican, en primer lugar, en torno al FMI, es decir el
estado mayor de los grandes bancos. Su ingerencia actual sobre las políticas
económicas de los países deudores no tiene precedentes. Ya no se limitan
a exigir el cumplimiento de los pagos, sino que definen todas las medidas
que deben adoptar los gobiernos para ¨tranquilizar a los mercados¨ .
Este intervencionismo refuerza el proceso de recolonización de la
estructura estatal de los países periféricos. Otro conjunto de
instituciones financieras (Banco Mundial, Organismo de Basilea) dictaminan
las normas bancarias que aseguran la movilidad del capital hacia los
sectores jerarquizados por las corporaciones. Por eso la vertiginosa
desregulación bancaria ha sido directamente supervisada por estos
organismos.
Por
otra parte, la OMC ha sido creada para establecer un código de comercio a
medida de las ET, que elimine todos los obstáculos arancelarios
limitativos de la producción internacionalizada. Se está forjando un
sistema de tributación imperialista que garantiza la apertura aduanera
para las exportaciones de los países centrales y el cobro del
patentamiento por las nuevas tecnologías.
La
creciente internacionalización económica ha impuesto, además, una
coordinación permanente de las políticas económicas de las grandes
potencias. Las grandes cumbres presidenciales, las reuniones periódicas
de banqueros y economistas (Davos, reunión anual del FMI, asamblea del
Banco Mundial) se han vuelto una necesidad imperiosa para regular
conjuntamente las variables de corto plazo (especialmente los tipos de
cambio y los flujos financieros).
El
episodio más representativo de la tendencia a conformar nuevas
estructuras mundializadas de dominación fue el abortado intento de
sancionar en secreto un ¨texto consititucional de la globalización¨,
denominado ¨acuerdo multilaterial de inversión ¨(AMI). Este convenio
aseguraba los derechos de propiedad de las corporaciones mediante
sanciones a cualquier ¨violación del libre comercio¨ y preveía
compensaciones a eventuales expropiaciones o impactos de ¨protestas
sociales¨27. Esta nueva legislación -que consagraba la sustitución de
las juridicciones nacionales por cortes internacionales frente a cualquier
controversia que afectara a las ET -no encontró mercanismos y organismos
adecuados para su sanción. Pero representa un objetivo estratégico que
las corporaciones no abandonarán.
La
formación de entes regionales al servicio de las ET complementa la
constitución de nuevos organismos internacionales. En este plano, el
acontecmiento más impactante ha sido el surgimiento de la Comunidad Económica
Europea, porque a diferencia del NAFTA de América del Norte o el ASEAN
asiático implica la constitución de una nueva entidad supra-nacional.
Para enfrentar a sus dos grandes competidores, la clase capitalista
europea necesita superar su fragmentación histórica 21 y su carencia de
un centro de decisión unificado, intentando un programa de convergencia
monetaria y fiscal sostenido en la ofensiva contra los trabajadores. Las
corporaciones europeas buscan imponer una transferencia de poderes
legislativos y ejecutivos de los viejos estados nacionales hacia la nueva
entidad regional para apuntalar sus beneficios mediante la flexibilización
laboral, la restricción del gasto social, el reordenamiento del sistema
impositivo y la instauración de un nuevo signo monetario.
La
mundialización y la regionalización para-estatal son dos caras del mismo
proceso. A escala mundial las ET establecen las reglas de juego de la
competencia global y al nivel regional se forjan los organismos que
agrupan a los concurrentes de esta batalla. En la ONU, el FMI y la OMC se
definen los marcos jurídicos de esa rivalidad y en la CEE, el Nafta o el
Asean se perfeccionan los instrumentos que necesita cada bloque de
competidores. En el primer ámbito se edifica el escenario y en el segundo
se organizan los participantes de la disputa.
A
escala internacional o regional el aumento de la presencia estatal es una
necesidad del capital para implantar leyes flexibilizadoras, que se
convalidan en la OIT y se complementan con tratados regulatorios de la
movilidad de la fuerza de trabajo. Mientras que los aranceles, subsidios y
regulaciones monetarias ya forman parte de las discusiones cotidianas de
la mundialización, en ningún ¨foro global del capital¨ se analiza la
internacionalización de un salario mínimo, de una jornada laboral
reducida o de seguros al desempleo. El carácter capitalista de este
proceso es por lo tanto explícito, aunque de ninguna manera transparente.
La
mundialización refuerza y recompone las funciones estatales a nivel
nacional, regional y mundial. Las creencias que el estado ¨desaparece¨ o
¨se retira en favor del mercado¨ son mitos neoliberales. Sólo existen
cambios de funciones y 22 transferencias de prerrogativas de un nivel a
otro para remodelar los procesos de acumulación. Los mercados nacionales,
regionales o mundiales no podrían existir sin la apoyatura de estructuras
estatales. Cuándo esta presencia se retrae en alguna esfera aumenta su
gravitación en otro campo. Declina, por ejemplo, la participación económica
directa del ¨estado empresario¨, pero se refuerza la gravitación de la
política impositiva, disminuye el papel de la banca estatal pero se
afirman los socorros a las empresas o bancos insolventes.
Justamente
porque las funciones económicas estatales de sostenimiento de las ET no
decrecen se amplía sensiblemente la masa de funcionarios especializados,
que cuándo no son ministros actúan como directivos de las corporaciones.
Esta alta burocracia de expertos tiende también a internacionalizarse y a
formar una ¨elite cosmopolita mundial¨, que ha sido entrenada en las
mismas instituciones para actuar indistintamente como hombres de las
grandes compañías o dirigentes de organismos internacionales y
regionales.
Las
ET no abandonan, ni mantienen invariable la relación con sus estados
nacionales de origen. La internacionalización de sus actividades les
exige reforzar sus bases nacionales tradicionales y construir al mismo
tiempo organismos para actuar a escala planetaria. Ambos objetivos son
complementarios y coexisten, porque las coordinación mundial de las ET
requiere simultáneamente el sostén del marco nacional. Esta situación
no implica el mantenimiento de la vieja regulación estatal de posguerra,
ni tampoco la consolidación de un poder transnacional sustitutivo de ese
manejo. Las corporaciones necesitan apoyar su acción en los mecanismos
nacionales existentes, mientras avanzan en la conformación de estructuras
supra-nacionales28.
Estado-nación
y estructuras supra-nacionales
23
La internacionalización económica exige erigir entes supra-nacionales
que erosionan la estabilidad del estado-nación sin sustituir a estas
estructuras, porque carecen de legitimidad para ejercer sus nuevas
atribuciones. Se puede resolver que la moneda, los impuestos o el
presupuesto de un pais pasan a ser manejado por una instancia
supra-nacional, pero de ningún decreto surge la capacidad política para
implementar esta gestión. El estado nacional continúa brindando el único
marco que la clase capitalista conoce para ejercer su dominación y la
compulsión a desbordar este cuadro choca con la ausencia de instituciones
internacionales alternativas o con la dificultad para erigirlas
aceleradamente.
El
estado nacional fue una larga construcción histórica que acompañó el
afianzamiento del capitalismo y se mantuvo cómo el marco de este régimen
social durante tres siglos. Es el cimiento jurídico-material de la
reproducción del capital y también la estructura política que permite
comandar este proceso. La clase dominante puede gobernar con una amplia
variedad de regímenes, gobiernos y funcionarios, porque logró construir
una esfera política autónoma de la economía, cuyos vaivenes no ponen en
tela de juicio la sacralidad de la propiedad, la centralidad del mercado o
la preeminencia del beneficio.
Este
tipo de instituciones no se erige de la noche a la mañana por el solo
avance de la mundialización, cómo ingenuamente suponen los teóricos del
¨estadonación redundante¨. Lo que predomina son constantes conflictos
entre el estado nacional y las nuevas formas supra-nacionales, porque los
organismos regionales y mundiales son políticamente frágiles y
socialmente huérfanos. Se construyen implantando políticas neoliberales
-apoyadas por las fracciones más internacionalizadas del capital- que
vulneran las formas históricas de la dominación de la burguesía en cada
región del mundo (compromiso histórico en Europa, populismo 24
latinoamericano, clientelismo redistributivo en Africa, intervencionismo
estatista en Asia). El cambio en curso deteriora la cohesión de los
estados, sin asegurar las nuevas instancias29.
La
acción del FMI es particularmente ilustrativa de esta acción disolvente
Actuando
al servicio de los bancos acreedores, sus emisarios imponen interminables
¨ajustes¨ a los países deudores que terminan inviabilizando el
funcionamiento del estado y la propia generación de los beneficios
requeridos para cumplir con el pago de los pasivos. Otro ejemplo es el
fracaso del ¨AMI¨, cuya sanción debió ser pospuesta ante la ausencia
de una instancia supra-nacional capaz de imponer el cumplimiento de ese
convenio. Ni el FMI, ni la OMC o la ONU pueden asegurar por el momento los
requerimientos de las ET. Ni siquiera instituciones regionales -como la
Comunidad Europea- cuentan con una autoridad equiparable a cada estado
miembro y deben apoyarse en estas entidades para avanzar en el proyecto
unificador.
Las
nuevas instituciones detentan una ¨legitimidad restringida¨ muy distante
de la autoridad política e ideológica que las burguesías de cada nación
construyeron en largos procesos de consolidación de su dominio. Además,
al reforzar las funciones de valorización del capital en desmedro de las
acciones integradoras de los explotados al sistema, los organismos
supranacionales debilitan la estabilidad de los estados existentes. Este
proceso crea un vacío político y erosiona los mecanismos tradicionales
de subordinación de los trabajadores. No está a la vista, ni es
previsible cómo las nuevas instituciones podrían estructurar un sistema
equiparable a los estados vigentes, logrando además la adhesión estable
de un segmento de ¨ciudadanos del mundo¨ 30.
El
origen de estos conflictos es el carácter reaccionario de la mundialización
en curso. Cómo su principal motivación es afianzar la recuperación de
la tasa de ganancia a expensas de las conquistas sociales se desenvuelve
atropellando a cualquier 25 institución, reglamentación u orden político
que incluya expresiones o reminiscencias de esas mejoras.
Los
proyectos políticos neoliberales carecen sustento social y el nuevo
personal internacionalizado acentúa este aislamiento, porque carece de la
tradicional lealtad de las burocracias nacionales. La ¨cosmocracia¨ de
las empresas transnacionales y la elite de funcionarios de organismos
internacionales son sectores privilegiados, totalmente desconectados del
conjunto de la población laboriosa. Esta soledad retrata la orfandad
social que caracteriza a todo el proceso mundializador 31.
No
existen hasta ahora indicios de la efectividad de los organismos
supranacionales como instrumentos coercitivos de dominación, cómo
gestores de una burocracia eficiente (asociada a las empresas
transnacionales y al mismo tiempo autónomas de sus exigencias
inmediatas), cómo mecanismos garantes de la reproducción
internacionalizada del capital, o como representaciones ilusorias del
interés general. En ningún plano se vislumbran como sustitutos de la
relación social compleja que constituye el estado nacional y de sus
funciones coercitivas, administrativas, cohesionadoras e integradoras.
Globalistas
y heterodoxos
La
interpretación dominante de la mundialización es la tesis neoliberal de
la globalización. Sus difusores acuñaron este último término para
divorciar el análisis de la mundialización de los problemas de la
dominación imperialista. Identifican la globalización con el bienestar
general (derivado del avance del libre comercio y la desregulación
financiera) y con el progreso común (compartido por todas las naciones ¨interdependientes
¨). Pero estas afirmaciones contrastan con la evidente degradación del
nivel de vida de la mayoría de la población y constituyen -cómo dice
Petras32 puras ¨globaloney¨ 26 (tonterías), que buscan ocultar el
aumento de la explotación y legitimar los beneficios obtenidos por las
clases dominantes.
La
globalización es propagandizada por los neoliberales cómo un
acontecimiento repentino y totalmente novedoso. Por eso hablan de la ¨nueva
era¨, de la ¨sociedad de la información¨ o de la ¨época
pos-industrial¨, cómo si el avance de la mundialización diera lugar al
nacimiento de otra forma de organización social. El objetivo de esta
caracterizción es presentar una nueva modalidad opresiva del capitalismo
como un acontecimiento fatal de la evolución social. Los argumentos para
demostrar la inexorabilidad de la globalización son los mismos que
siempre se han utilizado para pregonar la resignación frente a la
miseria. Se afirma que ¨no existen alternativas ¨ con el objetivo de
desanimar cualquier resistencia y reforzar la adaptación al ¨mundo sin
fronteras del libre-mercado¨.
Esta
visión simplificadora se apoya en la identificación neoclásica del
mercado global con la competencia perfecta. Supone que la eliminación de
los obstáculos comerciales proteccionistas y la reducción de las
interferencias estatales permitirán transformar a la economía mundial en
un ente optimizador de la asignación de los recursos.
Esta
tesis es la enésima versión de la utopía marginalista del mercado
perfecto. Lo que no pudieron comprobar en ningún modelo nacional o
sectorial pretenden descubrirlo ahora en la economía mundial, que es el
terreno más adverso para cualquier aplicación de las fantasías
walrasianas33.
La
teoría neoliberal de la globalización combina típicos dogmas neoclásicos
-cómo el beneficio compartido por todos los concurrentes- con las teorías
vulgares del marketing.
El
propio término de globalización fue tomado de concepciones
reduccionistas de la comunicación (la ¨aldea global¨) y de modelos prácticos
de instrucción comercial (cómo aumentar las ventas a escala
internacional). Se trata de una noción que no esclarece ningún 27 rasgo
de la mundialización en curso porque sólo intenta justificar las
ganancias obtenidas por las grandes corporaciones.
Frente
a estas apologías mistificadoras existe una importante corriente
heterodoxa que denuncia el aumento de las desigualdades sociales, la
pauperización y la pérdida de conquistas democráticas que entraña este
proceso. Pero este enfoque se concentra más en la crítica descriptiva
que en la clarificación analítica del nuevo fenómeno.
Por
ejemplo, en oposición a las fantasías globalizantes varios teóricos de
la Regulación destacan la gravitación de los espacios nacionales cómo
cimientos de ´regímenes de acumulación¨ específicos de cada país o
región. Pero estos análisis están exclusivamente centrados en comparar
las ventajas de distintos ¨modos de regulación¨ (especialmente, ¨el
modelo renano contra el modelo aanglosajón¨) frente a la uniformidad
globalista, sin aportar interpretaciones específicas del salto registrado
en la mundialización.
En
general, se limitan a presentar este fenómeno cómo un resultado político
del ¨triunfo del neoliberalismo¨34.
Críticos
marxistas
La
oposición entre teóricos neoliberales defensores de la globalización y
autores heterodoxos críticos tiene su correlato en el pensamiento
marxista, cuyos exponentes denuncian en común el carácter opresor de
este proceso, pero difieren en la caracterización del fenómeno. En los
polos opuestos de esta interpretación se encuentran, por un lado los
autores transnacionalistas y por el otro, los dogmáticos.
Los
teóricos transnacionalistas estiman que desde la formación de la Comisión
Trilaterial (1970) se inició una ¨nueva época¨, caracterizada por la
integración de la clase dominante en torno al ¨capital global¨. Los
agentes de esta ¨estructura social de acumulación¨ son las empresas
transnacionales y los núcleos desnacionalizados de la burguesía de cadas
país, que llevan adelante un proceso depredatorio y pauperizador.
28
Plantean que la ¨globalización de la extracción de plusvalía¨
refuerza el reemplazo de la industria por la informatización y el
traslado del centro de la explotación a la periferia. Estiman que la
sustitución de la actividad industrial por una economía de servicios
permite un desplazamiento mundial irrestricto del capital. Algunos autores
destacan que esta ¨desterritorialización¨ sustituye el dominio
imperialista clásico por un control imperial sin localización geográfica
definida.
El
enfoque transnacionalista diagnostica una integración total de la clase
capitalista, no solo a través de fusiones e inversiones coordinadas, sino
incluso mediante un entrelazamiento de la propiedad (por ejemplo los
acuerdos Chrysler- Mitsubishi y Faimler Benz, General Motors-Suzuke,
Ford-Mazda en la industria automotriz). También estiman que el
estado-nación se ha vuelto obsoleto con el ascenso de las burguesías
transnacionalistas, que cooptan a los capitalistas internacionalizados de
los países subdesarrollados y obtienen con el reforzamiento de las
instituciones supranacionales un órgano directo del nuevo capital
mundial35.
La
corriente de autores opuesta a este enfoque considera, por el contrario,
que la mundialización no introduce cambios sustanciales en el capitalismo
contemporáneo.
Destacan
que los mercados internos continúan predominando sobre las exportaciones,
que el proteccionismo persiste como una práctica habitual, que el grado
de internacionalización económica es muy bajo y que el carácter
cosmopolita es un dato histórico y no nuevo del capitalismo. Algunos
incluso estiman que la globalización es una ¨leyenda vacía¨, que
oculta un retroceso en el grado de internacionalización efectivo de las
firmas36. En general, también consideran que la gravitación de los
estados nacionales se ha potenciado, a partir del protagonismo de estas
instituciones en las batallas competitivas por el dominio del mercado
mundial37.
Exageraciones
versus conservatismo
29
Las dos interpretaciones marxistas extremas de la transformación en curso
son igualmente equivocadas: el enfoque transnacionalista exagera las
transformaciones registradas en la mundialización y la visión dogmática
las ignora.
El
primer enfoque magnifica el cambio, al desconocer que el salto registrado
en la internacionalización de la actividad económica no implica una fusión
entre los grupos capitalistas que históricamente se nuclearon en torno a
estados-nacionales diferentes. Es falso que la internacionalización de
las líneas de montaje ha creado una burguesía transnacionalizada porque
el capital no existe cómo entidad unitaria, sino que opera en torno a
fracciones y alianzas, cuya referencia para la batalla competitiva continúa
siendo el estado-nación. Las burguesías son configuraciones históricas,
que no se diluyen en el transcurso de algunas décadas por el efecto de la
internacionalización económica.
Los
teóricos transnacionalistas exageran el alcance del cambio en curso en
todos los planos. Es equivocado suponer que el capital puede emigrar
irrestrictamente de un país a otro, porque el costo de trasladar plantas
y anular inversiones de larga maduración sigue siendo muy elevado. Además,
ni la fuerza de trabajo capacitada se encuentra disponible en todos lados,
ni las condiciones para el desarrollo de ciertas actividades están
presentes en cualquier país38.
La
imágen de un mundo de ¨factores plenamente flexible¨ es típica del
utopismo neoclásico y del fetichismo informacional. Las computadoras y
las redes aceleran el proceso de producción y circulación de las mercancías,
pero no pueden modificar la estructuración histórica del capitalismo en
torno a economías nacionales, cuyas abismales diferencias de
productividad determinan la localización del capital. El avance de la
mundialización es un hecho incontrovertible, pero su impacto sobre los
distintos sitios de reproducción del capital es muy diferente. Es cierto
que la mundialización extiende el radio de acción del capital, pero no
inaugura una ¨nueva época¨ ajena a la lógica del 30 funcionamiento de
este sistema. La tesis transnacionalista se desliza hacia una descripción
pos-industrialista del capitalismo, cómo un sistema que ya no descansa
sobre los pilares típicos de este modo de producción.
Esta
visión fue anticipada en los años 70 por autores que atribuían al
proceso de integración mundial del capital más consistencia que a la
tendencia opuesta hacia la rivalidad entre las potencias imperialistas.
Enfatizaban la presentación de las empresas multinacionales cómo entes
de coordinación, departamentalización y organización múltiple de la
producción internacionalizada39.
Pero
ya en ese momento ignoraron que si un proceso de transnacionalización
creciente del capitalismo en torno a la empresa multinacional se hubiera
consumado resultaría imposible distinguir entre una corporación
norteamericana, europea o japonesa y nadie podría evaluar quién avanza
en las rivalidades inter-imperialistas. Y es evidente que salvo contadas
excepciones se sigue hablando de la Exxon norteamericana, la Toyota
japonesa o el Airbus europeo.
La
suposición que las grandes corporaciones se han desnacionalizado es una
utopía hiper-globalista que olvida las raíces nacionales explícitas de
las ET en la distribución de la propiedad y el origen de sus directorios.
Unas 40 de estas compañías generan más de la mitad de sus beneficios en
el extranjero y sólo mantienen más de la mitad de sus instalaciones
fuera de sus países de origen. Pero además, si la Comunidad Europea ha
sido creada para batallar contra el Nafta liderado por Estodos Unidos y el
Asean asiático es porque las corporaciones continúan agrupadas en torno
a clases capitalistas nacionales diferenciadas.
La
tesis transnacionalista repite los errores del enfoque ¨ultraimperialista¨
que planteó Kautsky a principio del siglo XX, cuándo pronosticó la
sustitución de la competencia nacional por una confluencia de los
capitales bajo el patrocinio estatal. Esta 31 previsión del ¨fin de la
confrontación económica entre las potencias¨ no se ha verificado,
porque supondría eliminar el principio competitivo que guía al
capitalismo. Hasta tanto la planificación no sustituya a la primacía del
mercado, algunas compañías apoyadas en algunos estados continuarán
rivalizando contra otras compañias apoyadas en otros estados.
Es
cierto que el avance de la internacionalización productiva choca con los
marcos nacionales. Pero este conflicto no alumbra un ¨capital global¨,
sino nuevas alianzas y rivalidades, que involucran a los estados
protectores de cada compañía. La mundialización expande al capitalismo,
pero no consuma una transnacionalización de la propiedad. Las
corporaciones mantienen su asociación con los estados y los nuevos
organismos internacionales no los sustituyen. Tampoco es cierto que el
salto en la internacionalización productiva desemboque en una división
vertical del capital entre sectores internacionalizados y sectores
nacionalizados. Esta creencia surge de un razonamiento funcionalista, que
asocia toda transformación de los procesos de acumulación con automáticas
adaptaciones de las estructuras estatales.
Pero
frente a esta imagen de un “mundo global totalmente nuevo” es también
incorrecto plantear el dogma de la invariabilidad del capitalismo, porque
asi se ignora el carácter estructuralmente dinámico y cambiante de este
sistema. Lo que corresponde no es negar la aparición de una nueva
realidad económica, sino clarificar cuales son sus principales
tendencias.
A
la luz del salto registrado en la expansión geográfica y sectorial de la
acumulación la tesis dogmática es incorrecta, porque opone al
impresionismo de la mutación radical el retrato de un capitalismo que se
auto-reproduce con parámetros idénticos. Y esta visión ignora que este
sistema existe a través de un proceso de metamorfosis constante que
mantiene su rasgo esencial (la explotación del trabajo asalariado) a través
de cambios cualitativos en las formas de acumulación40.
32
El planteo dogmático no percibe que el salto registrado en la
internacionalización es duradero y que no constituye tan solo una reacción
cíclica frente a fases precedentes de encierro económico nacional. Por
eso no logra dilucidar el sentido de las transformaciones estatales en
curso, basadas en la pérdida de soberanía nacional y las transferencias
de poderes a los organismos regionales.
Reorganización
y crisis
Se
ha comparado la etapa de euforia capitalista globalizante actual con la ¨belle
epoque¨ de 1896-1914 que siguió a la depresión de 1873-96 41. Esta
analogía es pertinente para ilustrar la existencia de un salto en la
acumulación basado en grandes transformaciones tecnológicas,
comerciales, financieras, productivas y en el auge ideológico del
liberalismo. Pero también sirve para recordar, que ese período de
autoconfianza del capital desembocó en la mayor crisis económica de la
historia y en el primer gran éxito revolucionario del socialismo.
Con
la mundialización, el capital extiende su radio de acción y también el
impacto de sus desequilibrios. Al imponerse la norma del beneficio en
todos los países, regiones y actividades se potencian las contradicciones
clásicas del capitalismo, porque se debilitan los mecanismos que
atemperan las fluctuaciones cíclicas de este sistema, que siempre han
operado a escala nacional o regional. La fractura entre ¨ganadores y
perdedores de la globalización¨ se traduce en agudas desproporciones de
la producción con el consumo, de la productividad con la capacidad
adquisitiva y de la inversión con la dimensión de los mercados
solventes.
La
mundialización acentúa la competencia entre las ET y también entre los
estados nacionales o bloques regionales que sostienen a estas compañías.
La desregulación financiera, comercial o cambiaria desata una competencia
de todos contra todos, que reduce las posibilidades de acordar la
distribución monopólica de los mercados. Esta 33 intensificación de la
concurrencia -junto al creciente descontrol de los vaivenes cíclicos y la
vertiginosa movilidad de los capitales- explica porqué en la última década
estalló una crisis significativa cada dos o tres años (desplome
cambiario europeo en 1992, tequila mexicano en 1995, descalabro asiático
en 1997, cesación de pagos rusa en 1999).
Aunque
la mundialización ha facilitado la recuperación de la tasa de ganancia y
la ampliación de los mercados, tiende a potenciar la sobreabundancia de
mercancías y capitales, el estrechamiento del poder adquisitivo en la
periferia y la insolvencia de las empresas que pierden el tren de la
reestructuración.
Estos
desequilibrios socavan la estabilidad interior de las naciones avanzadas
porque las corporaciones ejercen una presión chantajista sobre el salario
(¨aceptan la reducción salarial o trasladamos la empresa al sudeste asiástico¨)
que amplifica las desigualdades sociales. Por eso, a diferencia de la ¨etapa
fordista¨, la recuperación tanto de la tasa de ganancia cómo de la
productividad no han elevado los ingresos de los asalariados. Estados
Unidos, la potencia que más lucro obtuvo de la mundialización, presenta
el panorama social interno más aterrador del Primer Mundo, con
encarelamientos masivos, retirada de la clases altas a los suburbios,
enormes desigualdades del ingreso, disgregación de la vida familiar y la
colectividad barrial, inseguridad sanitaria y un régimen de ¨apartheid¨
educativo.
Es
cierto, por otra parte, que la recuperación hegemónica norteamericana
asegura un gendarme mundial que custodia los negocios privados, pero el
costo de este intervencionismo es atroz. Durante los años 90 se libraron
47 conflictos bélicos con millones de muertos, heridos y refugiados. La
existencia de un dispositivo planetario de seguridad para el capital ha
permitido la recuperación de la tasa de ganancia, pero no sirve para
atenuar los desajustes de la acumulación, ni para reducir el efecto de la
sobreproducción.
34
Ninguna de las crisis de la última década fue prevenida ni desactivada
por los organismos internacionales que coordinan la actividad financiera,
monetaria o cambiaria, demostrando que la sincronización de las políticas
macroeconómicas no elimina las turbulencias de la economía de mercado.
Ni las normas del FMI, ni las pautas comerciales de la OMC pueden
contrarrestar las tendencias al desorden anárquico que genera la
competencia. Cuánto más se internacionaliza la concurrencia, más frágiles
se tornan las posibilidades de regulación mercantil a través de políticas
económicas. Cómo ocurrió con la ¨belle epoque¨, la actual
reorganización mundializante del capital tiende a generar conmociones que
abren una oportunidad para batallar con éxito por el socialismo.
Nuevo
internacionalismo
El
contexto político favorable al capital que aceleró la mundialización
empezó a modificarse en los últimos años, a partir de importantes
reacciones de la clase trabajadora que comenzaron a revertir el reflujo de
los 80. Aunque estos avances no alcanzan para recomponer el peso político-sindical
que detentaban los trabajadores antes de esa etapa ponen un freno a la
ofensiva del capital. Desde mitad de los 90 (la huelga francesa de 1995
podría tomarse como un punto de inflexión), existen claros síntomas de
esta recuperación en los países centrales (en Estados Unidos se registra
una recomposición de la resistencia obrera desde la huelga de UPS en 1997
y en Europa Occidental se mantienen los principales bastiones de
conquistas de los trabajadores.). En la periferia se amplían las luchas
sindicales reivindicativas (Corea, Brasil, Sudáfrica) y se acrecientan
las revueltas populares (Indonesia, Ecuador, Colombia, Palestina).
Al
expandir la acción del capital, la mundialización refuerza
potencialmente a su principal antagonista que son los trabajadores. Aunque
los nuevos métodos de trabajo disminuyen relativamente el peso del
proletariado industrial y aumentan su 35 heterogeneidad, el resultado
social prevaleciente de la internacionalización es el aumento de la ¨clase
que vive de su trabajo¨, especialmente por el aumento de la participación
de femenina en la actividad laboral y la incorporación de nuevos
segmentos de la población al trabajo asalariado. Por eso, si bien el
desempleo y la flexibilización laboral han impuesto una marcada disminución
del nivel de sindicalización entre los obreros industriales de los países
centrales, esta caída no se extiende a la periferia y coincide con un
aumento general de la agremiación entre trabajadores medios y
profesionales42.
En
el marco de esta recuperación de las luchas populares se ha concretado la
irrupción de nuevas formas de protestas callejeras internacionales frente
a cada reunión mundial del capital. Por primera vez en muchos años una
reivindicación política mundial -cómo es el rechazo al FMI y la OMC y
la recuperación de la soberanía popular frente al dominio de las
corporaciones- se ha convertido en un tema de debate general. Una nueva
reacción contra la explotación debutó en Seattle.
Las
movilizaciones contra los organismos multilaterales no sólo cuestionan,
denuncian y desenmascaran los propósitos reaccionarios de estas
instituciones, sino que pavimentan una reversión de la relación de
fuerzas en que se apoya la mundialización. Se ha creado una nueva dinámica
de oposición internacionalista al capital, que no tiene precedentes desde
las movilizaciones contra la guerra de Vietnam en los 70 y que comenzó a
masificarse, desde que en 1998 la OCDE debió retirar el proyecto del AMI.
Se está demostrando que si bien la mundialización provoca una disgregación
del tejido social, también conduce a renovar la solidaridad
internacionalista mediante nuevas formas de protesta, que introducen
consignas con claras connotaciones anti-capitalistas (¨el mundo no es una
mercancía¨, ¨no a la dictadura del capital¨)43.
36
El movimiento que llamó la atención mundial desde Seattle presenta
características muy combativas y un notable grado de organización, pero
se enfrenta con algunos de los problemas políticos clásicos del
internacionalismo. En primer lugar, existe una expectativa reformista en
que la democratización de los organismos internacionales podría remediar
los padecimientos de la globalización. Se espera, por ejemplo, que un
tributo a las transacciones financieras, la introducción de ¨cláusulas
sociales¨ para salvaguardar la equidad en el comercio o el otorgamiento
de un poder de voto efectivo para todos los países dentro de la OMC
permitirá atenuar la pobreza.
Pero
si bien resulta posible y necesario poner límites a esta opresión global
arrancando conquistas al capital, la causa de los padecimientos sociales
no es el ¨horror económico¨ creado por el ultraliberalismo, sino el carácter
estructuralmente opresivo del capitalismo. Este sistema económico no es
reformable, ni corregible y por eso cada éxito del nuevo movimiento
internacionalista debe constituir un peldaño en el desarrollo de una
alternativa socialista.
En
segundo término, la resistencia contra la mundialización ha resuscitado
banderas nacionalistas de dos tipos. En los países avanzados han
reaparecido plantéos proteccionistas de defensa del ¨trabajo nacional¨
contra la invasión de mercancías importadas, cómo si los causantes del
desempleo fueran los trabajadores asiático o latinoamericanos y no las
corporaciones que operan a escala internacional En algunos países
subdesarrollados el rechazo a la globalización adopta formas populistas o
religiosas, que se tornan abiertamente reaccionarias cuándo en nombre de
cierta identidad nacional se desencadenan guerras raciales y genocidos étnicos
contra otros pueblos o minorías oprimidos. A diferencia del
anti-imperialismo, este nacionalismo oscurantista es un enorme obstáculo
para el progreso del nuevo internacionalismo, porque difunde una falsa
oposición entre objetivos emancipatorios universales e intereses
nacionales de cada pueblo44.
37
En tercer lugar se ha desarrollado -en oposición a todas las variantes de
nacionalismo- una corriente de pensamiento político transnacionalista,
que rechaza el fundamento nacional de la acción internacionalista.
Argumentan que la diferenciación tradicional entre centro y periferia ha
perdido sentido a partir del surgimiento de una nueva subjetividad
transnacional, basada en una resistencia popular tan global como el propio
capital.
Pero
este enfoque ignora que la protesta en curso es un producto del
agravamiento de las tensiones nacionales y que el terreno nacional es el
ámbito natural de la acción de clases trabajadoras con diferentes
historias, prácticas y tradiciones. Qué esta batalla requiera una
extensión al plano internacional para desarrollarse exitosamente no
quiere decir que las reivindicaciones adopten en su origen formas
mundialistas. La existencia de un nuevo internacionalismo constituye un
acontecimiento de excepcional importancia, pero no elimina el basamento
nacional de la batalla contra la globalización por alguna modalidad de
transnacionalismo. La lucha que ha comenzado no se desarrollará en
abstractos términos cosmopolitas, sino a través de formas más radicales
y universales de un internacionalismo articulador de batallas nacionales
muy diversas 45.
El
nuevo internacionalismo contribuye a revertir el impacto negativo sobre la
conciencia de clase que produjo el desmoronamiento de los ¨ex países
socialistas¨.
Aunque
estos regímenes burocráticos y dictatoriales ya no constituían ningún
modelo para los proyectos de los trabajadores políticamente más
esclarecidos de los países avanzados y periféricos, la implosión de la
ex URSS y de sus socios dió pié a la difusión de la mayor campaña
anti-socialista del siglo XX. Este clima perdura y los oprimidos carecen
de las sucesivas referencias revolucionarias internacionales para el
desarrollo de un programa emancipatorio que estuvieron presentes desde
1917 hasta fines de los 70.
38
Pero acciones internacionalistas como la de Seattle apuntalan el
resurgimiento de una conciencia socialista mediante la acumulación de
experiencias, la recuperación de viejas conquistas y la obtención de
victorias parciales frente al capital. Las contradicciones que acumula la
mundialización no han desencadenado aún una crisis global y las luchas
de los oprimidos no han dado lugar todavía a una victoria estratégica.
La confluencia de ambos episodios puede marcar el renacimiento del
socialismo del siglo XXI.
Bibliografia y notas:
(*)
Miembro del grupo EDI, Economistas de Izquierda
1-Ver Adda Jacques. La
mondialisation de l'economie. 1.Genese, 2. Problemes. La decouverte,
Paris, 1996.
2- Petras se equivoca en esta
observación. Petras James. "The process of
globalisation". Links n 7, september 1996.
3-Ver el anticipatorio
estudio de Michalet, Charles Albert. Le capitalisme mondial. Puf, Paris, 1976.
4-Andreff Wladimir. Les multinationales globales. La decouverte,
Paris, 1996. También-Abalo Carlos.
“La crisis y el porvenir
del capitalismo”. Herramientas, n 6, otono 1998, Buenos Aires.
5-Esta visión aparece por
ejemplo en Boyer Robert. "Les mots et les realites".
Mondialisation. Au-dela des mythes. La decouverte, Paris, 1997. También
Ferrer Aldo “Estado, mundialización y bloques regionales”. Ciclos n
14-15, 1998, Buenos Aires.
6-Henewood
Doug. "Pos what?". Monthly Review, vol 48, n 4, september 1996.
7-Sutcliffe Bob, Glyn Andrew. “Still Underwhelmed: indicators of
globalisation and their misinterpretation”. The Review of Radical
Political Economics. vol 31, n 1, march 1999.
8-Ver: -Gray John. Falso amanecer. Paidos, (cap 3), Buenos Aires,
2000.
9-Ver argumentos en favor de
esta visión en: Astarita Rolando. La globalización¨. Reunión n 4,
marzo 2000 y ¨Las tendencias del capitalismo contemporáneo¨ (inédito,
marzo 2000).
10-Ver por ejemplo Chesnais,
Francois. "Contribution au debat sur les cours du capitalisme"
Actualiser l'economie de Marx. Congres Marx Internacional. PUF, 1996.
11-Ver: Palloix Christian.
Las firmas multinacionales y el proceso de internacionalización. Siglo
XXI.
Madrid, 1975. También: Bina
Cyrus, Yaghmaian Behzad. ¨Post-war global
accumulation and the transnacionalisation of capital¨. Capital and Class
n 43, spring 1991, London.
12-Ver -Bujarin Nicolai. La
economía mundial y el imperialismo. Pasado y Presente, n 21, Buenos
Aires, 1971. Emmanuel Arrighi. EL intercambio desigual, Siglo XXI, México,
1972. Amin Samir la aciumulación en escala mundial, siglo XXI, Buenos
Aires, 1975. -Mandel Ernest. El capitalismo tardío, (cap 11), Era, México,
1979 y posteriormente: Mandel, Ernest. "Capitalismo internacional en
crisis. Qué sigue ?.Hojas Económicas, n 5, año 4, febrero de 1996.
-Husson Michel.”Mise en concurrence et loi de la valeur
internationale” Congres Marx International II. 30 septembre-3 octobre
1998, Paris.
13-Carchedi,
Gugliemo. Frontiers of political economy, (Cap 6 y 7), Verso, London,
1991.Ver también Bryan Dick. “The internationalisation of capital and
marxian value theory”. Cambridge Journal of Economics, vol 19, 1995, London- 39
14-Los tipos de cambio se autonomizan de su determinación nacional en la
productividad y la magnitud del mercado financiero local para quedar
sometidas a la evolución que fijan sus patrones monetarios de referencia.
El salario tiende a converger en las áreas que se forman ¨zonas
salariales¨ (por ejemplo la Comunidad Económica Europea), como
consecuencia de la sincronización de las políticas monetarias y fiscales
y la mayor movilidad interna de la fuerza de trabajo.
15-Ver los datos de esta
progresión en Clarín, 19 de setiembre de 2000.
16-Los ingresos de las tres
curatas partes de la población norteamericana declinaron en la última década,
en condiciones de gran intensificación del trabajo y aumento de los
accidentes laborales. Ver los datos que presenta: Moody Kim. ¨Le
renouveau du mouvement ouvrier¨. Imprecor n 452, novembre
2000.
17-Ver
:Pottier Claude.”Mondialisation et rapport capital-travail”. Congres
Marx International II. 30 septembre-3 octobre 1998, Paris. También
-Gallin, Dan. "El nuevo orden mundial y la estrategia sindical.
Cuadernos del Sur 22/23, octubre 1996.
18-Ver-Amin Samir. "Le
defis de la mondialisation". Agone, 16, 1996 Tambien -Burnham Peter. ¨Globalisation: states, markets and class relations¨. Historical
Materialism n 1, autumn 1997.Algunos autores han introducido una
controvertida indagación de la la correlación existente entre el nivel
de internacionalización alcanzada por cada potencia imperialista y el
grado de disciplinamiento impuesto a los trabajadores dentro de sus
fronteras. Ver -Moran Jonhatan. “The dynamics of class politics and
national economic in globalisation”. Capital and Class n 66, autumm
1998.
19-Estos problemas aparecen
en los enfoques de Bonefeld Werner. “150 años: reflexionando en la
ira”.
Cuadernos del Sur , n 26,
abril 1998, Buenos Aires y Holloway, John “La pertinencia del marxismo
hoy”. Marxismo, estado y capital. Cuadernos del Sur, 1994, Buenos Aires.
20-Arrighi plantéa que las
fases de ¨exapansión material¨ con altas inversiones y ganancias
siempre estuvieron acompañadas por el predominio del tipo de organización
empresaria y gubernamental implantados por la potencia hegemónica. Arrighi
Giovanni. "Financial expansions in world historical
perspective". New Left Review, n 224, july-august 1997. Ver algunas objeciones en:
-Pollin Robert. "Contemporary economic
stagnation in world historical perspective". New Left Review, n 219,
october 1996.
21-Arrighi Giovanni. ¨Entrevista¨,
Reunión, Buenos Aires, agosto 1999. Ver también Freeman Christopher;
Clark John, Soete Luc. Desempleo e innovación tecnológica (cap 9).
Ministerio Seguridad Social, Madrid, 1985. Otro ejemplo es: Castells
Manuel. La era de la información.Vol 1. La sociedad red. (cap 3), Alianza
Editorial , Madrid., 1996.
22-Amin defiende el primer
enfoque y Carchedi el segundo. -Amin Samir. "Le defi de la
mondialisation".
Cent
ans de marxisme. Congres Marx Internacional, PUF, 1996. -Carchedi
Guglielmo. "The EMU, monetary crisis and the single european
currency" Capital and class, n 63, autumn 1997.
23-Ver
-Rowthorn Bob. El imperialismo en la década de 1970¨, en
Capital monopolista y capital monopolista europeo.
Granica , Buenos Aires,
1973.
24-Ver: Acchar Gilbert. ¨Amerique
Suzeraine¨. Critique Communiste, n 155, printemps 1999 y Vercammen
Francois.
“La guerre. l’Europe et
la gauche”. Imprecor n 435, mai 1999. Tambien: Clairmont Federic. ¨Jugar
con fuego¨. Le Monde Diplomatique, Enero 2000.
25-Ver: por ejemplo, Mandel
Ernest. ¨Las leyes del desarrollo desigual¨. El imperialismo hoy,
Ediciones Periferia, Buenos Aires, 1971.
26-Esta visión es
comprartida por -Sylvers Malcom. “Entre la domination et le déclin: les
Etats-Unis devant la globalisation capitaliste”. Congres
Marx International II. 30 septembre-3 octobre 1998, Paris. -También Tabb
William.
¨Are
new trade wars looming ?¨. Monthly Review , vol 51, n 6, november 1999 y
“Progresive globalism: challengiing the audacity of capital” Monthly
Review vol 50 , n 9, february 1999. Otro enfoque parece sugerir Carchedi
Guglielmo.
¨Contradicciones del
imperialismo en el umbral del tercer milenio¨. Modulos 1 y 2 . Seminario
IADE. 12,13,14 de abril de 2000.
27-Horman
Denis. “Accord multilateral sur les investissements”. Imprecor,
n 423, avril 1998, Paris.
28-Ver: Pitelis Christos. ¨Beyond the nation state?”. Capital and Class n 43, spring 1991,
London.
29-Ver
-Meiskins Wood, Ellen. Democracy against capitalism. Cambrdige University
Press, 1995. Bensaid, Daniel.
Les
discordance des temps.(cap 11) Editions de la Passion, Paris, 1995.
Panitch Leo. “The state inchanging world”. Monthly Review n 5, vol 50,
october 1998 y Rousset Pierre. ¨Le monde selon L´OMC¨ Imprecor n 422,
decembre 1999.
30-Ver: Hirsch Joachim. Qu{e es la globlización". Realidad Económica,
n 147, abirl-mayo 1997. Benies critica acertadamente a los autores como
Habermas, que defienden la viabilidad de esta perspectiva. -Beniés
Nicolas. "Sur la crisis de l'etat-providence". Critique
Comuniste, n 149, eté 1997.
31-Ver el retrato de estos
grupos en: -Micklethwaut J, Wooldridge A,.¨Cosmocracia¨. Clarín 4-6-00.
32-Petras James.
“Globalización: un análisis crítico”. Herramienta suplemento,
setiembre 1999.
33-Ver este enfoque Ohmae
Kenichi. El fin del estado-nación, (introducción y epílogo), De A
Bello, Santiago de Chile , 1997. También Financial Times, en "La
mondialisation est elle inévitable ?". Debat public, 7 mai 1997.
Una crítica en: Mattelart Armand. "La nouvelle
ideologie globalitaire".
Mondialisation. Au-dela des
mythes. La decouverte, Paris, 1997.
34-Ver -Boyer Robert. “Triunfo el modelo de Estados Unidos”. Página
12, 3 de mayo de 1998, Buenos Aires.¨. También Le Monde-. "La mondialisation est elle inévitable?". Debat public, 7 mai
1997.
35-Ver este enfoque en
-Sivanandan, A. "Heresies and prophecies". Race
and Class, vol 37, n 4, april-june 96, London.
Sivanandan,
A. “Globalism and the left” . Race and Class vol 40, n 2/3 ,october
1998-march 1999 Sivanandan, A.
"Capitalism,
globalization and epochal shifts. Monthly Review, febrary 1997. -Robinson
William. "Globalisation: nine theses on our epoch". Race and
class, n 38, vol 2, october 1996. -Robinson William, Burbach Roger. ¨Towards
a global ruling class: globalisation and the transnational capitalist
class¨. Science and Society vol 63, n 1, spring 1999. Hadt Michel. ¨Entrevista¨,
Clarin, Buenos Aires, 27 de agosto de 2000. -Lazarus Neil. “Chareting globalisation”. Race and Class vol 40, n 2/3, october
1998-march 1999.
36-Ver esta visión en VVAA
en -Monthly Review. "Globalization. To what end ?
", vol 43, n 9, february 1992. También Bellofiore
Riccardo. “After fordism what?”. Congrés
Marx International II, 30 septembre- 3 octobre 1998, Paris.
37-El debate sobre el estado
es un correlato de la discusión entre los teóricos del ¨estado nacional
redundante¨ y los defensores de la ¨tesis realista¨ de la permanencia
de las relaciones inter-estatales, cómo formas de organización
gubernamental dentro del capitalismo actual. Ver: Russell Roberto. “La
globalización : situación y proceso”. Ciclos n 14-15, 1998, Buenos
Aires.
38-Ver estas críticas en
Wood Meiksins Ellen. A reply to Sivanandan.
Monthly Review, febrary 1997. Ver también: - McNally David.”The present
as history “. Monthly Review n 3, vol 51, july-august 1999.
39-Ver: -Nicolaus Marin. ¨La
contradicción universal¨ El imperialismo hoy, Ediciones Periferia,
Buenos Aires, 1971.
También Hymer Stephen .
Empresas multinacionales: la internacionalización del capital. Ediciones
Periferia, Buenos Aires, 1972. Una acertada crítica en Leucate Christian.
Internacionalización del capital e imperialismo. Fontamara, Barcelona
1978.
40-La peor forma de polemizar
contra las fantasías globalizadoras es postular la inmutabilidad del
capitalismo utilizando dos recursos igualmente nocivos: la caricaturización
de la argumentación mundializadora y la deducción de la invariabilidad
del sistema capitalista de alguna teoría estancacionista. En el primer
caso se dirige la polémica contra los vulgarizadores neoliberales más
torpes y simplificadores, lo que torna muy fácil demostrar que el
capitalismo no es una ¨aldea global¨, pero no permite esclarecer en que
medida la mundialización está transformando efectivamente a este
sistema. La tesis estancacionista es aún más negativa porque plantéa
por definición la ausencia de cambios relevantes en el capitalismo
contemporáneo, ignorando que este sistema sólo funciona mediante
mutaciones convulsivas, descontroladas e imprevisibles en el corto plazo.
41-Amin
Samir. ¨The political economy of the twentieth century¨ Monthey Review n
2, vol 52, june 2000. También: -Amin Samir. ¨Crítica del
capitalismo mundial¨. Herramienta, n 11, primavera-verano 1999-2000.
42-Antunes Ricardo. “La
centralidad del trabajo hoy”. Herramientas n 8, Primavera/verano
1998-99. Antunes, Ricardo.
"Dimensiones de la
crisis contemporánea del sindicalismo."Cuadernos del Sur 22/23,
octubre 1996. Segun las estimaciones de Moody (Le Renouveau....) la clase
obrera pasó de 112 millones a 113 millones de integrantes entre 1973 y
1994 en los países avanzados y de 285 millones a 407 millones entre 1980
y 1994 en los países periféricos.
43-Ver esta problemática en:
Bensaid Daniel. ¨El camino será largo¨. Convergencia
socialista, n 10, marzo-abirl 2000, México. -Riesnick Bill ¨The nude
world order and the WTO¨- Against te current n 85, march-abril 2000.
-Borgers Franck .¨Labor , Seattle and beyond¨. Against te current n 85,
march-abril 2000. Tambien:
-Bonnet, Alberto. "La guerra moderna que asesina y olvida".
Notas acerca de la globlizacion. Dialéktica n 8, octubre 1996.
44-Moody
Kim. ¨Finding protection in the crowd¨. Against the current n 88,
september-october 2000. También-Lowy, Michel. "Nationalismes du
sud". Critique Comuniste, n 144, hiver 1995-96, Paris. -Lowy Michel.
¨La urgencia del internacionalismo¨ Desde los cuatro puntos, n 18,
agosto 1999. México
45-Este argumento es de :Wood Ellen
Meiskins. “Unhappy families: global capitalism in a world of
nation-states”. Monthly Review n 3, vol 51, july-august 1999. Ver también
: -Monthly Review.Editors. ¨Toward a new¨internationalism. Monthly
Review, vol 52, n3. july -august 2000. Planteos cercanos al transnacionalismo en Adamovsky
Ezequiel. ¨Pensar
un nuevo internacionalismo¨ Reunión n 8 julio 2000 y Bergel Martin. ¨Seattle¨.
Reunión 5, abril 2000.
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