Venezuela

 

Entre grandes ilusiones y grandes desencantos

Venezuela en el ciclo de las rebeliones sudamericanas

Por Rodolfo F. Torres
Socialismo o Barbarie, periódico, 25/02/06

Estuvimos el pasado enero en Caracas con motivo del FSM, pero dentro de los objetivos del viaje estaba conocer de primera mano el proceso que vive aquel país, las experiencias de reorganización y recomposición de los trabajadores y entrar en contacto directo con los compañeros del PRS. Van en este artículo, a modo de aporte, de otra mirada, las primeras impresiones y observaciones, las primeras huellas que nos dejó en la piel el profundo proceso revolucionario que cruza al país caribeño.

Caracas es un valle, un valle montañoso que se resiste a las cuadrículas. Sin embargo hay una pequeña planicie ondulada que es la base del valle y donde pasa el trazado central del moderno metro (subterráneo).

En casi todas las grandes ciudades existen divisiones socio-geográficas. Caracas no podía ser la excepción, con contrastes son muy notorios. El Este rico, bello, con semáforos respetables y respetados, con sus frescos shoppings que venden todas las grandes marcas y, por cierto, “limpio”

El oeste popular e histórico, donde está el Palacio de Miraflores, la Alcaldía Mayor, la plaza Bolívar, etc. Donde las amplias veredas están ocupadas por vendedores ambulantes con sus “mesitas”, donde se ofrece desde llamadas telefónicas, pasando por ropa, libros, artículos importados y por supuesto comida: arepas, cachapas, pepitos, y toda variedad de jugos tropicales. No está de más recordar que más del 48% de la población económicamente activa del país vive de la economía informal [1]; este dato sirve para entender la masividad de este fenómeno.

El oeste un poco caótico, donde no se respetan los semáforos, donde en los barrios populares no es conveniente andar solo de noche. Así es Caracas: el Este escuálido (apelativo que se le da a la contra reaccionaria), el Oeste bolivariano.

Eso sí, donde termina la ciudad, sea en el Este o en el Oeste, las barriadas populares son interminables; suben y ganan las laderas de las montañas y se resisten a caer aunque de vez en vez alguna casita cae y otra se empecine en subir.

El ciclo de las rebeliones

Comenzó el siglo con la rebelión campesina y popular en Ecuador que llevó al poder a Lucio Gutiérrez; pasaron los años y otra rebelión ajustó las cuentas con él. Luego siguió el Argentinazo a fines del 2001; en octubre del 2003 fue el turno de Bolivia y nuevamente en el 2005.

Si bien todas las rebeliones fueron únicas y con rasgos específicos, también tuvieron factores en común. Todas tuvieron como fundamento social años de ajustes, de desregulaciones, de flexibilizaciones laborales, de aperturas indiscriminadas que dejaron a las sociedades exhaustas y altamente polarizadas socialmente, con miles de desempleados, con cifras récord de hambrientos. Sin mallas de contención contra la enorme exclusión social producto del desmantelamiento del estado “benefactor”.

Otro factor común fue que las masas habían hecho una experiencia con las instituciones de la democracia, herramienta en la aplicación de los ajustes y demás medidas. Esto incluía los partidos, a los parlamentos y también a la justicia. Todos corroídos por la corrupción y vistos por las más amplias masas como responsables de la situación a la que se había llegado.

Todas las rebeliones tuvieron profundas causas sociales, pero sus demandas inmediatas fueron democráticas generales: contra la corrupción, contra el recorte de las libertades o directamente contra el golpe en el caso venezolano, contra el saqueo de los recursos naturales, etc.

El sujeto social de las rebeliones fue muy heterogéneo, campesinos, pueblos originarios, el pueblo en general, trabajadores pero no interviniendo como tales, no con sus organismos, salvo el caso de la COB en Bolivia, que no fue hegemónica. A esta característica la hemos dado en llamar híbrida socialmente, porque no fue la clase obrera con su impronta, con sus métodos, con sus organismos, programas y partidos la que estuvo al frente acaudillando la alianza de clases, sino que hubo otros actores sociales y donde participaron los trabajadores lo hicieron diluidos en otras determinaciones. La reacción de las masas venezolanas contra el golpe de abril del 2002 se inscribe en este marco de rebeliones populares con estas características generales.

Una acción histórica independiente

El intento de golpe fue precedido por toda una serie de acciones de los sectores golpistas. La primera gran acción fue el paro cívico del 10 de diciembre que logró unificar a toda la oposición, logrando ganar las calles con una acción masiva. Después de mucho tiempo la reacción burguesa e imperialista equilibraba las fuerzas. Como apunta un historiadora que no se puede calificar de escuálida, “un desempeño económico mediocre en lo relativo a satisfacer las aspiraciones de los sectores populares contribuyó a que por primera vez la oposición contara con los recursos para intentar arrebatarle el monopolio de la calle a los bolivarianos”.[2] A más de 4 años de gobierno de Chávez y dos con la nueva constitución, las masas no percibían ningún cambio favorable.[3]

El golpe se concreta en horas de la tarde del 11 de abril. El gobierno golpista es encabezado por el presidente de Fedecámaras Pedro Carmona, y una de sus principales figuras fue Carlos Ortega, secretario general de la CTV, la central sindical.

En las primeras horas del golpe las mayorías populares estaban expectantes, pero en la noche del 11 y del 12 se convencen que las principales destinatarias del golpe eran ellas: cazas de brujas en los barrios populares, asesinatos y allanamientos convencieron a los trabajadores y el pueblo que la cosa era contra ellos.

El 13 abril cientos de miles salen a las calles. Fue una acción con muchos elementos de espontaneidad, no por que no hubiese organizaciones sino porque no fue centralizada ni convocada por nadie; cientos de dirigentes anónimos saliendo a defender las libertades democráticas. No fue Chávez el que llamó a la resistencia, ni las destacadas figuras del gobierno; fueron las organizaciones independientes, de los círculos bolivarianos, de los medios alternativos las que empezaron a reaccionar, y llegaron a copar las calles y a presionar a todo un sector del ejército que “recobró” su lealtad a Chávez.

La acción del 13 de abril fue una verdadera rebelión popular contra el intento de cercenar las libertades democráticas, una acción histórica independiente de las masas que comenzó a cambiar la relación de fuerzas y abrir un profundo proceso revolucionario en el país.

La derrota del golpe patronal imperialista y el proceso revolucionario que abrió, se inscribe en las características generales del ciclo de las rebeliones: hibridez social. Es el pueblo en general el que interviene y no la clase y sus organizaciones. Las demandas y objetivos inmediatos son democráticos.[4]

Segunda acción histórica independiente

Si la reacción burguesa e imperialista vuelve a intentar una contrarrevolución es por la política del gobierno. Fue Chavez quien, ante el cadáver insepulto de la contrarrevolución, se apuró en resucitarlo y darle el aire que las masas le habían sacado. El mismo día de recobrar su cargo, el 14 de abril, llamó a la reconciliación y abrió canales de negociación con los golpistas: en primer lugar consagrando la impunidad; segundo, abandonando el cambio de la gerencia de la petrolera PDVSA; tercero, nombró un nuevo ministro de Economía afín a los sectores contrarrevolucionarios. Toda esta política dio nuevos bríos a los sectores golpistas.

El 2 de diciembre del 2002 volvieron a la carga con el paro sabotaje: un lock out patronal que sumó al comercio, a gran parte de la industria y sobre toda la gerencia administrativa de PDVSA, vanguardia en el anterior intento golpista, a la que se sumaba ahora la gerencia operativa y la marina mercante de PDVSA, con la clara intención de paralizar la producción petrolera y los ingresos a las arcas del estado. Para tener un dimensión del desastre social al que condujo la burguesía y el imperialismo, basta con marcar que el PBI cayó en el primer trimestre del 2003 un 27%, producto del los casi dos meses de paro-sabotaje.[5]

Mientras tanto, la población sufría hambre y desabastecimiento. Los pobladores se organizaban y tomaban los camiones cisternas llenos de combustible y los distribuían, otro tanto pasaba con los alimentos. Pero la balanza se inclinó cuando entró en escena la clase obrera.

El paro tomaba de rehén a la clase trabajadora, chantajeando al gobierno para forzar su renuncia. Pero la burguesía y el imperialismo jugaron al aprendiz de brujo y terminaron por meter en escena a quien querían tener de rehén. La clase trabajadora venezolana empezó a organizarse y a recuperar las empresas y ponerla a funcionar bajo su control. La tripulación de los barcos deponía a los capitanes y desbloqueaba los canales de navegación. Las destilerías volvían a producir. A partir de enero la clase obrera venezolana comienza a controlar PDVSA y a ponerla a trabajar y a producir bajo su control, en forma totalmente independiente. A medida que los obreros tomaban el control de las plantas, un sector de la gerencia operativa empezaba a quebrarse y aceleraba la puesta en funcionamiento.

A principios de febrero el paro-sabotaje estaba totalmente derrotado. El gobierno tenía que empezar a desandar el control obrero en PDVSA, no tenía manera de dar marcha atrás. La primera medida fue el despido de 18.000 gerentes y carneros de PDVSA por abandono de trabajo.

Entra la clase obrera en la escena

La derrota del paro-sabotaje y el control obrero de PDVSA quedará entre las grandes gestas de la clase obrera venezolana. Con la puertas cerradas, con los sindicatos petroleros y la central sindical (CTV) del lado de la patronal, los obreros lograron lo que nunca se les pasó por la cabeza a los gerentes, a la burguesía y al imperialismo: que los obreros iban a recuperar y a poner a funcionar a una de las petroleras más importantes del mundo.

Además de PDVSA, otros procesos muy importantes se dieron en el sector eléctrico, en la empresa nacional de válvulas (metalúrgica que hace las válvulas para la industria petrolera). Ambas se renacionalizaron y en todas se fue a un proceso de “normalización”, es decir, de terminar con el control obrero. Fue Chávez en persona quien salió a confrontar con la clase obrera, diciendo que en las empresas de interés estratégico del estado mandaba él y nadie más que él. Pero éste no fue el único mecanismo para terminar con el control obrero. En otras empresas, el gobierno expropió con indemnización quedándose con un 51% de las acciones (de hecho nacionalizándolas); el otro 49% se lo dio a las obreros.[6]

La entrada en escena de la clase obrera con sus métodos volcó definitivamente la relación de fuerzas a favor de los trabajadores y el pueblo; profundizó el proceso revolucionario y aceleró el proceso de recomposición y reorganización de la clase trabajadora, dando un salto cualitativo en su experiencia, organización y conciencia.

Surgió una nueva vanguardia luchadora y antiburocrática que corre como reguero de pólvora por toda Venezuela. Uno a uno son echados los viejos burócratas y recuperados los viejos sindicatos, o se crean nuevos.[7]

Es en este marco que a principios de marzo del 2003 se funda la UNT (Unión Nacional de Trabajadores), como un acuerdo entre distintas corrientes del movimiento sindical. En un proceso vertiginoso la nueva central agrupa a la mayoría de los trabajadores. En estos días va a su segundo congreso (ver aparte).

Normalizar, institucionalizar y parar el ascenso

Después de dos acciones históricas y contundentes de los trabajadores y el pueblo que derrotaron en forma aplastante a los sectores de la contrarrevolución burguesa imperialistas, surge la pregunta ¿Por qué se llamó a mediados del 2004 a otra prueba de fuerza, aunque no sea más que electoral, como fue el referéndum revocatorio? La respuesta es compleja, porque hay dos elementos entrecruzados.

Por un lado está la feroz pelea por el modelo burgués de país.[8] Los sectores tradicionales de la burguesía, los sectores ligados a los partidos históricos y el imperialismo dieron una pelea a dentelladas y la seguirán dando para volver a tener un situación privilegiada en la estructura económica del país. Esto significa un modelo a su imagen y semejanza que, entre otras cosas, significa tener el control de PDVSA para seguir “prendidos a la gran teta”, para continuar la desregulación que había comenzado en los 90, avanzar en la privatización cubierta o encubierta. En términos políticos, tener una Venezuela semicolonial normal. Que garantice el abastecimiento petrolero al mercado yanqui y que sea dócil a sus necesidades políticas y económicas. Es claro que el proyecto burgués de Chávez no es eso [9], y es por su carácter independiente que los revolucionarios defenderán incondicionalmente a Venezuela de cualquier agresión imperialista.

Pero junto a la pelea por el modelo de país, irrumpió el movimiento obrero y de masas como actor independiente, y esto cambió la situación cualitativamente. La polarización y la radicalización del movimiento obrero hizo comprender al imperialismo, a la burguesía tradicional y a los sectores burgueses del chavismo, incluidas las fuerzas armadas, que había que “parar la mano”, que su pelea no podía poner en riesgo la continuidad burguesa del país. Se comenzó a acordar una salida institucional, con el doble objetivo de dirimir sus diferencias sobre el modelo de país por la vía institucional y al mismo tiempo comenzar a sacar a los trabajadores de las calles, es decir, comenzar la institucionalización y normalización del país. Ese fue el significado profundo del acuerdo firmado entre el gobierno y la oposición con el auspicio de la OEA, el Centro Carter y el PNUD a mediados de mayo 2003 de dirimir las diferencias en el marco de la constitución del 1999, es decir, se acordó el referéndum revocatorio.

El imperialismo y el sector mayoritario de la burguesía no deponían sus intereses, pero aceptaban la relación de fuerzas que le impuso el movimiento de masas, so pena de perder todo. El chavismo, en su rol de representante de los intereses generales de la burguesía, se comprometía a sacar a las masas y sobre todo a la clase obrera de las calles y comenzar a “normalizar” el país.

Este camino no estuvo exento de tensiones, de contradicciones, hasta de “guarimbas”.[10] Pero lo central estaba acordado. Como diría Borges, no fue el amor entre los distintos sectores burgueses sino el espanto a la clase obrera lo que hizo llegar a este acuerdo, a cumplirlo y a que siga vigente.[11]

Las “misiones”: una conquista, una concesión y una trampa

Las misiones [12] son lo que en Argentina se llamaría planes de asistencia social. Hay misiones de todo tipo. En general la logística las hace el estado Cubano con vasta experiencia en estos temas. Las misiones, muy publicitadas por el chavismo, son en realidad el precio que tuvo que pagar toda la burguesía, incluido Chávez, para comenzar la normalización del país y también, en forma subordinada a la normalización, el intento de hacerse una base social propia junto al desarrollo de mecanismos clientelares muy extendidos.

Las primeras misiones se comenzaron a ejecutar luego de la derrota del paro-sabotaje, antes del referéndum. Es decir en un primer lugar y en un primer momento las misiones son conquistas de los trabajadores y el pueblo. Para decirlo con más claridad, son conquistas subproducto de la lucha revolucionaria de los trabajadores en general y de los obreros petroleros que controlaron PDVSA y derrotaron el paro-sabotaje.

Pero al mismo tiempo se presenta como una concesión dada por la burguesía para frenar el ascenso obrero y popular. Es decir, las misiones, como los planes asistenciales, tienen un doble carácter: son una conquista de los trabajadores pero al mismo tiempo es una concesión de la burguesía. Pero si quedan atrapados políticamente en el chavismo, es decir, a un proyecto político burgués y de conciliación de clases, entonces estas conquistas-concesiones se convierten en una trampa mortal.

Porque más allá del frondoso discurso de Chávez, las palabras no paran las contradicciones sociales, el antagonismo entre el capital y el trabajo. No desaparece con el capitalismo social o, lo que es lo mismo, “el socialismo del siglo XXI”. Pero lo que hay que tener en claro es que Chávez trabaja concientemente para que sea una trampa mortal, trabaja para cooptar y/o comprar a todas las corrientes independientes, para burocratizar la UNT y demás organismos obreros, y para ello cuenta con muchos recursos económicos y políticos.

Por último, pero no en importancia, las misiones son un mecanismo clientelar poderosísimo, es decir, de control social y político. Quedó demostrado durante las últimas elecciones cuando una diputada chavista salió públicamente a amenazar a los adjudicatarios de algún plan social que si no iban a votar se les iba sacar el beneficio que otorgan las misiones.

Las elecciones de diciembre y la coyuntura

En este plan de normalización jugaron un rol importante las elecciones y no sólo la del referéndum. Además de ésta, hubo elecciones a alcaldes y gobernadores ese mismo año, y en el 2005 hubo dos elecciones más. La última en diciembre para diputados a la Asamblea Nacional [13], donde el gobierno y los partidos aliados ganaron la mayoría parlamentaria absoluta, ya que la oposición no se presentó para evitar un desastre electoral y agudizar su crisis con elementos de disgregación y desmoralización aguda luego del referéndum.

La decisión de no presentarse a la postre le salió bien, porque a pesar de la mayoría absoluta que consiguió el chavismo, sufrió un duro revés: la abstención electoral llegó a un 75%. Alrededor de esto se abrió una crisis en el gobierno, que se reflejó en el propio Chávez en su programa dominical Aló Presidente, donde se lo vio en crisis y al borde de las lágrimas.

La gran abstención refleja la poca confianza en los candidatos y en los partidos del régimen. Es que mas allá de la propaganda sobre la V República y la democracia participativa –cosa que en un sentido es cierto, en el sentido de que la nueva constitución expresa un nuevo proyecto de país–, para las más amplias masas la V República y la democracia participativa significaba romper con el burocratismo y la corrupción galopante de la IV republica y de sus partidos tradicionales y principales ( AD y Copei), tener más participación y cambiar sustancialmente sus condiciones de vida. Cosa que no ocurre: no hay más participación y la corrupción sigue siendo importante, aunque los sujetos políticos sean otros.

Al mismo tiempo si bien la economía creció bastante en los dos últimos años, la desocupación, el trabajo informal y sobre todo las condiciones de los trabajadores formales no han variado sustancialmente. En el momento de nuestra estadía en Venezuela se estaba desarrollando un conflicto por aumento de salario entre los no docentes de la Universidad Central (UCV). Es que al ir normalizándose el país, volvieron al centro de la escena las contradicciones entre las clases y en especial las salariales.

Todo esto estaría indicando que un sector empezó a hacer una experiencia con el chavismo y con el mismo Chávez.

Los apoyos de Chávez

Es evidente que Chávez gana en popularidad cuando se enfrenta verbalmente y concretamente con el imperialismo. Para no ir más lejos, le contestó a la arrogancia imperialista en la persona de Condoleeza Rice. Pero este mecanismo no es suficiente; el gobierno debe tener bases sociales propias. Es en este sentido que viene trabajando una estrategia en varios planos. En primer lugar, está desarrollando una burguesía directamente adicta y ligada a los proyectos productivos de diversificación industrial y en la cual el estado es accionista. Es la creación de empresas mixtas en el sector industrial de industrias básicas: metalúrgicas, aluminio, siderúrgicas, etc. Tampoco se pueden minimizar los acuerdos con todo un sector opositor, golpista, proimperialista o directamente imperialistas con los cuales firmó acuerdos comerciales muy importantes, incluidas las multinacionales petroleras yanquis Chevron y Texaco, que están haciendo ganancias fabulosas.

En segundo lugar está el sector de la nueva burocracia política y estatal. Tercero, los beneficiados por las misiones. En cuarto lugar, pero no en importancia, están las “relaciones internacionales”, es decir, los acuerdos entre estados que desarrolla la diplomacia chavista para no quedar aislado. Aquí entra por ejemplo su incorporación al Mercosur, sus vínculos con Castro y sus gestos de “estadista”: el apoyo reciente a Chirac frente a la rebelión de los banlieu o el apoyo y el rol de carnero internacional cuando unos meses atrás envió petróleo a Ecuador en medio de una huelga de los trabajadores por aumento de salarios. Y sobre todo, la búsqueda incesante de acuerdos comerciales que le diversifiquen sus exportaciones petroleras y no petroleras con el resto del mundo.

Por último, no hay que desestimar la intención de crear una corriente chavista internacional o mas precisamente un frente anti-Bush que contaría con la simpatía de un buen arco de los neoreformioistas a los que se les apagó la luz de Lula y se les encendió la de Chávez.

Los desafíos para los revolucionarios

Venezuela, junto con Bolivia, son los países con el desarrollo más agudo de la lucha de clases en el continente en estos momentos. Cuentan a su favor la situación de “rebeliones” y la creciente deslegitimidad y crisis de hegemonía de la administración Bush. Pero el ascenso, el proceso revolucionario y la recomposición del movimiento obrero y popular no es un camino sin obstáculos ni un camino imposible, como lo demuestra la experiencia y el surgimiento de corrientes clasistas y revolucionarias.

Nuevas y enormes mediaciones surgen sin cesar, a las que hay que enfrentar sin sectarismo pero sin ceder a la terrible presión de enfrentar gobiernos como el de Chávez que tiene apoyos de sectores de masas, que tiene roces y enfrentamientos reales con el imperialismo, pero que no puede ni va a satisfacer las necesidades de los trabajadores. En ese sentido, se impone como táctica exigirle al gobierno y denunciarlo implacablemente cuando no satisface las expectativas y los reclamos genuinos de los trabajadores.

Y en el plano estratégico, construir organismos independientes en la perspectiva de ser alternativa de poder, y en especial dotar a la vanguardia y a la clase trabajadora de una herramienta política, un partido revolucionario, es el desafío que tienen los revolucionarios venezolanos. Desde la lejana Buenos Aires, los revolucionarios socialistas de SoB Internacional hacemos llegar estas líneas como aporte a la apasionante tarea que tienen por delante.


Notas:

1. Margarita López Maya, Del viernes negro al referéndum revocatorio, Caracas, Alfadil, 2005, p. 34. El dato es de 1998, pero es de suponer que la cifra no ha variado significativamente hasta la actualidad.

2. Idem, p. 264.

3. Chávez ganó por primera vez la presidencia a fines de 1998. En 1999 llamó a una Asamblea Constituyente, para refundar la república, y esta nueva constitución es plebiscitada mayoritariamente. De acuerdo a la nueva constitución se da por terminado el mandato y se llama a una nueva elección, que se realiza en el 2000 y en la que Chávez vuelve a ganar. Ahí comienza la V República y su primer mandato completo.

4. Muchos compañeros en Venezuela caracterizan a la derrota del golpe como una verdadera revolución, porque a su entender se derrotó revolucionariamente a un régimen. Esto presupone que hubo un cambio de régimen que duró 48 horas. A nuestro entender, es claro que la intención era implantar un régimen claramente fascistoide, brutalmente antiobrero y que barriera con todas las libertades democráticas; pero este intento no prosperó por la acción de las masas. Considerar que hubo un cambio de régimen que no llegó a durar 48 horas nos parece un poco abusivo. Pero tampoco queremos hacer aquí una discusión sobre categorías.

5. Op.cit., p. 275.

6. A este mecanismo el gobierno lo llamó cogestión, y es parte de su estrategia de “capitalismo social”. El paro-sabotaje dejó en la lona a un importante sector patronal. Todo el proceso de recuperación de empresas y de terminar con el control obrero fue bastante largo y escapa a los objetivos de este artículo.

7. La ley sindical venezolana permite crear muchos sindicatos por rama y hasta por empresa, pero para dirimir entre todos los sindicatos existentes cuál tiene la representación de los trabajadores se va a un plebiscito. Éste fue el mecanismo mas extendido para echara la vieja burocracias de la CTV.

8. “Un reformismo que hace reformas. A diferencia de Lula, Kirchner y otros estafadores, Chávez encabeza un reformismo que de verdad ha intentado desenvolver ciertas reformas. En noviembre de 2001 dictó un paquete de 49 leyes, que provocaron una violenta oposición de la burguesía. Una de las más rechazadas, la Ley de Tierras, establece el derecho de todos los venezolanos adultos a solicitar un terreno para sus familias”. Tomado del análisis del significado económico social y la caracterización del chavismo de Roberto Ramírez en SoB 16, abril 2004: “La naturaleza del régimen de Chávez y sus propuestas políticas ¿Revolución bolivariana?” También en www.socialismo-o-barbarie.org.

9. “Venezuela ha dado la sorpresa de que, después de un largo eclipse, reaparece en América Latina un movimiento nacional y un tipo de gobierno burgués que se apoya en las masas y en el aparato militar del estado para querellarse con el imperialismo y con buena parte de su propia burguesía”, ibidem.

10. “Operación Guarimba”: con este nombre se conoció a toda una serie de acciones directas que hicieron los sectores escuálidos, presionando y/o amenazando con no participar en el referéndum. Entre las acciones estaba cortar las autopistas que recorren Caracas y hasta un tiroteo en la plaza Altamira.

11. Para los compañeros del PRS, la aguda confrontación con el imperialismo y la burguesía escuálida se mantuvo hasta el referéndum. A partir de allí se abriría una nueva etapa de delimitación al interior del proceso revolucionario, donde predominarían las contradicciones de clase y no las de imperialismo-nación. Ver Venezuela Socialista, Enero-Marzo 2006, pp. 8 y ss.

12. Una de las misiones más publicitadas fue la Misión Robinson I y II, que consistió en un plan masivo de alfabetización. Los educadores cubanos hicieron una serie de estudios de campo y llegaron a la conclusión que con 500.000 “facilitadores” se podía terminar con el analfabetismo, es decir, enseñar a leer y a escribir a millones de analfabetos funcionales en uno o dos años. Los facilitadores fueron voluntarios, censando todo el país pueblo por pueblo y organizando todos los cursos. Cada facilitador cobraba una renta y cada educando también. Si bien las cifras son muy discutidas, por la polarización política se habla de que la renta está cerca del salario mínimo, unos 400.000 bolívares, el equivalente a 450 pesos. Obvio; en Venezuela se logró erradicar el analfabetismo. Hay también distintos planes educativos: escuelas bolivarianas, Misión Ribas, Misión Sucre, etc. Pero hay dos Misiones que particularmente me llamaron la atención: uno es la Misión Milagros, subvencionada directamente por PDVSA, que consistió –tampoco hay datos ciertos, unos hablan de 50.000 y otros de hasta 200.000 personas, en su mayoría ancianos– en operaciones de cataratas. Miles de enfermos fueron llevados a La Habana en aviones chárter para ser operados y luego llevados nuevamente a Venezuela. La Misión Barrios Adentro consiste básicamente en “salitas”, consultorios médicos bastante bien equipados instalados en los barrios más populares, con la característica de que hay asignado un médico cubano en forma permanente, que vive directamente allí o en el barrio.

13. El sistema parlamentario venezolano es unicameral, y esa única cámara se llama Asamblea Nacional.