Venezuela

 

Chávez en la ONU

El fracaso de una política reformista

Por Oscar Alba
Socialismo o Barbarie, periódico, 10/11/06

Después de dos semanas, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, en su puja por ingresar al Consejo de seguridad de la ONU, debió aceptar a Panamá como candidato de consenso y resignar su objetivo de ser miembro del organismo. Esto significó una clara derrota política del gobierno de Venezuela frente a la política del imperialismo yanqui.

Estados Unidos impulsó desde un primer momento la candidatura de Guatemala, y en las 47 votaciones que se hicieron, sólo una vez Venezuela logró empatar. No obstante, el reglamento de la Asamblea General de la ONU estipula que en las votaciones se debe alcanzar un mínimo necesario de dos tercios para logra un lugar en el Consejo de Seguridad, lo que Guatemala no pudo lograr. Pero ante la abrumadora mayoría de votaciones perdidas, finalmente, Venezuela debió aceptar que Panamá será el país que ocupará el lugar que deja vacante la Argentina a fin de este año. Desde luego que al  imperialismo yanqui le resultaba odiosa la entrada de Venezuela al Consejo de Seguridad; por eso, en su enfrentamiento con el gobierno de Chávez aprovechó el marco de la ONU para asestarle una derrota política en el plano internacional y, de paso, para dejar en claro quién es el que manda en ese terreno.

Un organismo irreformable

Más allá de los encendidos discursos de Chávez, lo real es que una vez más la política reformista que lleva adelante se muestra estéril a la hora de profundizar la pelea antiimperialista. En este caso, la estrategia de buscar reformar la ONU, lejos de aportar a la lucha de los trabajadores y los pueblos oprimidos contra la voracidad imperialista, es la muestra del utopismo reformista que guía los pasos del gobierno venezolano.

La ONU es un organismo que legaliza el orden político internacional, en el que claramente hay pa´ses que dominan –los imperialistas, empezando por EEUU– e implementan políticas en todo el planeta para sojuzgar a los países más pobres. De ese modo, es el órgano de legitimación de las atrocidades que el imperialismo yanqui –y otros– han cometido en distintas regiones del mundo. Irán, Iraq, Nicaragua y otros muchos países han sufrido en carne propia los ataques yanquis. Las “condenas” y “advertencias” de la ONU frente a la intención de cualquier gobierno de implementar algún atisbo de política independiente han sido la carta de legitimación de esos ataques. En cambio, las “misiones de paz” han servido, en general, para sostener el andamiaje capitalista allí donde la crisis políticas y económicas dieron lugar a enfrentamientos. Las “fuerzas de paz” de la ONU siempre han sido las guardianas de los intereses internacionales del imperialismo.

El Consejo de Seguridad de la ONU, en particular, está conformado por cinco miembros permanentes: Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Rusia y China. El resto de los miembros ocupan bancas rotativas. En este consejo cualquiera de los miembros permanentes tiene derecho a veto. Es decir, cualquier resolución puede ser impugnada y rechazada con el veto de uno de los países que son miembros permanentes. Por eso la ONU no puede reformarse y las ilusiones que crea Chávez de hacerlo no conducen más que a un callejón sin salida.

Para Chávez, el que pierde, gana

Frente al fracaso de esta política, el gobierno de Chávez muestra otra característica del reformismo: presentar las derrotas como triunfos. Mientras que John Bolton, embajador de los Estados Unidos ante la ONU, expresó “la derrota de Venezuela cumple básicamente nuestro objetivo” (Milenio.com, 8-11-06), Vicente Rangel, vicepresidente de Venezuela, afirmó lo contrario. Dijo que Venezuela había logrado una gran victoria. “Aseguró además que el panorama de las Naciones Unidas ha cambiado por el hecho de que se ha fortalecido una correlación de fuerza entre aproximadamente 80 países en torno a la posición de Venezuela, entre ellos Brasil y Argentina. Esto indica que hay una toma de conciencia que hasta ahora no había” (Milenio.com, 8-11-06).

Para Rangel y el gobierno de Chávez, que haya entrado Panamá en lugar de Guatemala es “una gran victoria”. Pero, ¿que diferencia hay entre los gobiernos de Panamá y de Guatemala en cuanto a aceptar los designios imperialistas? Ninguna. ¿La ONU va a comenzar a dejar de ser una herramienta de dominación de los yanquis porque cerca de 80 países apoyaron a Venezuela? De ninguna manera.

Rangel oculta que las 47 votaciones no son más que parte del juego que impone el imperialismo para darle una fachada “democrática” a la ONU. Y a este juego se prestan unos y otros: los que votaron a favor del candidato de Bush y los que lo hicieron por Venezuela, incluidos Argentina y Brasi. Gobiernos que no son precisamente, grandes opositores al amo imperialista: Kirchner y Lula mandaron tropas a Haití, y ambos, desde el gobierno, protegen los intereses generales de los monopolios transnacionales.

Al no reconocer su derrota en la ONU, el chavismo no hace otra cosa que engañar a quienes ven con expectativas la política del gobierno venezolano.

Los trabajadores de todo el mundo y las masas explotadas y hambrientas de distintas regiones con sus luchas, ponen sobre el tapete la necesidad de echar abajo el orden capitalista-imperialista basado en la desigualdad y la opresión. La alternativa a ese orden no es el reformismo al estilo Chávez, que propone una imposible ONU “democrática”. No son los gobiernos “progres” ni las burguesías “nacionales”, sino la lucha y movilización revolucionaria de los pueblos, con los trabajadores a la cabeza, las que está llamadas a llevar hasta el fin la construcción de un orden de relaciones internacionales basado en la fraternidad de los pueblos.