Ago - 24 - 2017

A una semana de la sangrienta jornada del jueves 17 en Barcelona, las aguas aún no se han calmado. Todavía –y no sabemos por cuánto tiempo– siguen y seguirán pesando en la sociedad catalana los trágicos hechos de ese día, en que un camión de mudanzas alquilado por un grupo jihadista recorrió las ramblas asesinando a más de 15 personas e hiriendo a casi un centenar.

Obviamente, a nivel de las relaciones de fuerza políticas, la resultante inmediata de este crimen fue la de favorecer a la derecha, de girar el panorama político en ese sentido. Esto se vio en diversos aspectos. Aparecieron pintadas fascistas, de odio racista contra los inmigrantes. Algunos diputados y alcaldes del PP han salido a agitar con la consigna “¡Moros a su casa!”. También, en el tradicional Mercado de la Boquería, en el centro de Barcelona, se intentó iniciar una marcha de la extrema derecha, pero sin mayor éxito.

En cambio, contra esos intentos de encender enfrentamientos racistas y xenófobos, tuvieron una acogida favorable las manifestaciones masivas de las comunidades musulmanas repudiando los atentados.

Sin embargo, en última instancia, las acciones terroristas como las sufridas en Barcelona siempre sirven de “disciplinador social”, favoreciendo a la derecha, inclinando las cosas en ese sentido, por lo menos en un primer momento. ¡Ese peligro hay que enfrentar y derrotar!

En Catalunya, por ejemplo, está sobre el tapete la cuestión del derecho a decidir su independencia del Estado Español. Para eso está convocado un referéndum el 1º de octubre próximo. En él, los catalanes responderían a la pregunta: “¿Quiere que Catalunya sea un Estado independiente en forma de república? Sí o No”. Alrededor de la realización o no de este referéndum, se ha desatado una puja creciente entre los gobiernos de Catalunya y Madrid, algo de consecuencias impredecibles, ya que el gobierno de Rajoy aparece dispuesto a impedirlo a cualquier costo.

Los atentados cambiaron inesperadamente este panorama a favor de Madrid, por supuesto. Rajoy y el rey Felipe se apresuraron a viajar a Barcelona, para ponerse a la cabeza de todo, con el gobierno de la Generalitat a la cola de ellos.

Antes del atentado, a esos dos personajes les era difícil presentarse en público en Catalunya sin que los silbaran. Desde que en 2015 el rey Felipe y el himno nacional español fueron recibidos con una pitada estruendosa antes de un partido entre el Barça y el Athletic de Bilbao, ni el rey ni Rajoy se arriesgaron a hacer apariciones relevantes en la capital del separatismo. Ahora, ambos aterrizaron en Barcelona como dueños y señores, con el Govern de Catalunya a la zaga de ellos.

La masacre de las ramblas sirvió también de “disciplinador” en relación con el independentismo, el Coco (o Cuco) de la “amenaza jihadista” es agitado para afirmar que ese peligro se multiplicaría si Catalunya se atreviese a salir del ala protectora del España.

A estas consecuencias reaccionarias se suman otras que, a su vez, tienden a crear condiciones para las cosas se repitan. Vemos algunas, en primer lugar, la “mano de obra” para el terrorismo islamista”.

La segregación de inmigrantes facilita las cosas

Las migraciones masivas figuran entre una de las mayores consecuencias sociales de la globalización capitalista. Pero gracias al capitalismo neoliberal esto que podría ser progresivo se origina –y a la vez desemboca en–, toda suerte de catástrofes humanitarias y sociales.

En los países de recepción, más allá de tales o cuales normas “humanitarias” formales, la segregación económica, política y cultural es la norma no escrita. Y esto tiene causas potentes y profundas.

En primer lugar, lo que podríamos llamar las “leyes del bolsillo” de los capitalistas. El trabajador inmigrante aislado, segregado y atomizado es mucho más fácil de explotar… y a la vez mucho más “rendidor”. Es decir, se lo puede hacer trabajar por mucho menos. ¡Y este no es ningún “descubrimiento” del siglo XXI!

Hay que recordar que el incidente de la lucha de clases que contribuyó ya en 1864 a la fundación de la I Internacional –presidida por Karl Marx– fue precisamente que los capitalistas británicos apelaban a la inmigración de trabajadores extranjeros para ponerlos a competir con los nativos bajando los salarios y condiciones de trabajo de todos.

Entonces, la necesidad de una organización internacional de trabajadores que los uniese por encima de sus nacionalidades y luchase –entre otras cosas– para terminar con esa competencia fratricida, empujó incluso a los nada revolucionarios dirigentes sindicales británicos a participar en la fundación de la Asociación Internacional de los Trabajadores, la I Internacional.

Estamos no en 1864 sino en el siglo XXI. Pero los burócratas sindicales españoles de la UGT-CCOO[1], aunque oficialmente el 1º de Mayo se dicen “socialistas” y “comunistas” (y algunos tengan el icono de Marx en sus altares), no se han enterado de eso.

Les dan la espalda a los trabajadores inmigrantes, generalmente precarizados y, al día de hoy, se limitan a agrupar a minorías, al tiempo que hacen toda clase de negociados colaterales.

La carne de cañón de los atentados o “¿Cómo puede ser, Younes…?”

El capitalismo europeo y español vive una crisis que están pagando los trabajadores con bajos salarios, y sobre todo con precarización, con creciente liquidación del empleo estable. Obviamente, esto juega por partida triple contra los migrantes. El hecho es que buena parte de ellos sobrevive de trabajos precarios y mal pagos, que potencian las barreras para la integración.

Después del ataque terrorista, se difundió en redes, se viralizó rápidamente y luego se publicó en la prensa la conmovedora carta de una educadora social de Ripoll, de título: “¿Cómo puede ser, Younes…?”[2]

Raquel Rull, la educadora de Ripoll, conocía personalmente a varios de los integrantes de la célula terrorista autora de los atentados en Barcelona y Cambrils. Cuenta como, “allí hacíamos nuestras tertulias y hablábamos del futuro: [serían] pilotos, maestros, médicos…”. [3] Por supuesto ese no fue el futuro de ninguno de ellos. Younes, por ejemplo, vivía de trabajos ocasionales y mal pagos de albañilería.

Desde ya que a la inmensa mayoría, a las masas de musulmanes catalanes que ganaron las calles para repudiar los atentados, no se les ocurre inmolarse como terroristas. Ni tampoco a los precarizados.

Pero mencionamos la conmovedora carta de la maestra de estos jóvenes, porque es el testimonio de un episodio en el marco de la gigantesca frustración de toda una generación de la clase trabajadora –católica, atea, musulmana o lo que sea– que tiene su presente y su futuro reventados por la crisis capitalista…. Y la salida que están dando a esta crisis la UE y sus gobiernos, es volver a las normas siglo XIX: ¡trabajadores sin ningún derecho!

Enfrentar el intento de un curso a la derecha

Mientras se estigmatiza a los inmigrantes musulmanes que viven en la pobreza, viendo en cada uno de ellos un potencial “terrorista”, las burguesías del Estado español y sus gobernantes se cuidan muy bien de querellarse, por ejemplo, con Arabia saudita y otros Estados de esa península que, desde las épocas de Bin Laden, han sido la principal cocina y fuente financiamiento de las organizaciones terroristas que se reclaman del Islam.

Nadie nunca les pide cuentas a esos Estados. Nadie, por ejemplo, les exige explicaciones de cómo brotaron mágicamente de las arenas del desierto los centenares de flamantes camionetas Toyota con ametralladoras pesadas ya montadas, en las que se presentó al mundo el Estado Islámico hace pocos años. Los que realizaron el atentado de Madrid, es muy probable que estén relacionados con el EI. Pero Rajoy no va a querellarse con ninguno de los Estados billonarios de la Península.

De la misma manera, el grito “¡Moros a su casa!” de los “fachas” españoles es para los pobres inmigrantes marroquíes. Mientras tanto, Rajoy sostiene incondicionalmente el régimen sanguinario del rey de Marruecos, Mohamed VI. Hoy este monarca reina en uno de los países más pobres del mundo, lo que no le impide ser simultáneamente uno de los hombres más ricos del mundo.

Más en general, desde Marruecos a Arabia saudita y, desde allí a Pakistán, los imperialismos de EEUU y Europa, y sus socios-satélites del “mundo islámico” han tenido posiciones diversas, según conveniencias y circunstancias. Para sus intervenciones “indirectas” –desde Afganistán en el siglo pasado hasta las hoy en Siria– no tuvieron el menor escrúpulo de alentar y financiar en algún momento a toda clase de grupos salafistas-yihadistas y sus ideologías, que los terroristas de las ramblas adoptaron.

¿Y lo de Barcelona? Como acostumbran a decir cínicamente, son “daños colaterales”. Pero les viene muy bien para fomentar la islamofobia, tener a amplios sectores de trabajadores inmigrantes convenientemente divididos del resto y, además, tratar de volcar a la derecha la situación política de Catalunya y de todo el estado español.

¡Ahora hay que hacer frente a eso!

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1.- Unión General de Trabajadores – Comisiones Obreras.

2.- “¿Cómo puede ser, Younes…?”, El Periódico, Barcelona, 22/08/2017.

3.- cit.

Por Carla Tog (desde Barcelona) y Claudio Testa (redacción SoB), 24/8/17

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