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Oct - 12 - 2017

Después de la declaración de Puigdemont en el Parlament catalán

Una ambigua declaración de independencia con final abierto

 Carla Tog, Barcelona, 11 de octubre 2107 

El día de ayer fue un día muy esperado. Se aguardaba que desde el Parlament el president de la Generalitat declarase la independencia en honor al referéndum del 1-O y a los resultados del mismo. Y así lo hizo, pero bajo una formulación enigmática para inmediatamente después suspender los efectos de la misma y proponer el diálogo…

Pelota para Rajoy  

Veamos lo que dijo Puigdemont ante una multitud que se congregaba ansiosa para presenciar en directo el pleno del Parlament desde las pantallas instaladas en el predio del Arc del triunf. Familias enteras, grupos de amigos, columnas de estudiantes, una treintena de tractores portando esteladas que al llegar fueron recibidos con aplausos y que formaron un pasillo que desembocaba en la pantalla en la que TV3 hacía la transmisión y mucha  prensa internacional, escucharon atentas las palabras del president.

“Llegados a este momento histórico, y como presidente de la Generalitat, asumo al presentar los resultados del referéndum ante el Parlamento y nuestros conciudadanos, el mandato del pueblo de que Cataluña se convierta en un estado independiente en forma de república.

“Esto es lo que hoy corresponde hacer. Por responsabilidad y por respeto.

“Y con la misma solemnidad, el Gobierno y yo mismo proponemos que el Parlamento suspenda los efectos de la declaración de independencia para que en las próximas semanas emprendamos un diálogo sin el cual no es posible llegar a una solución acordada”.

De esta manera Puigdemont, contando con la legitimidad que la acción del 1-O expresó y a sabiendas de que se movía entre las amenazas del gobierno (junto a sus aliados incondicionales del PSOE y Ciudadanos) y la expectativa surgida del proceso, con este anuncio pateó la pelota directamente al campo de Rajoy.

Pelota para Puigdemont 

Rajoy recibió el balón e inmediatamente contraatacó el día de hoy.

“Comparezco ante ustedes para informarles de la decisión adoptada por el Consejo de Ministros… Este compromiso de claridad es más importante todavía ante la confusión generada por los acontecimientos que se vivieron ayer en el Parlamento de Cataluña.

“El Consejo de Ministros ha acordado esta mañana requerir formalmente al Gobierno de la Generalidad para que confirme si ha declarado la independencia de Catalunya, al margen de la deliberada confusión creada sobre su entrada en vigor.

“Este requerimiento, previo a cualquiera de las medidas que el gobierno puede adoptar al amparo del artículo 155 de nuestra Constitución, pretende ofrecer a los ciudadanos la claridad y la seguridad que requiere una cuestión de tanta importancia.

“(… )En la respuesta que el presidente de la Generalitat dé a este requerimiento ahí se marcará el futuro de los acontecimientos en los próximos días. Si el señor Puigdemont manifiesta su voluntad de respetar la legalidad y restablecer la normalidad institucional se pondría fin a un período de inestabilidad, tensiones y quiebra de la convivencia.

“Eso es lo que todos quieren y esperan, lo que se le ha venido reclamando con insistencia. Es urgente poner fin a la situación que se está viviendo en Cataluña; es preciso que vuelvan la tranquilidad, la seguridad y el sosiego y que lo hagan a la mayor brevedad posible”.

Se ratifica una vez más el gobierno en su postura. “Independencia” es la palabra que Rajoy no quiso ni quiere escuchar. Ni está dispuesto a aceptarla. Y de ahí no se baja. Pero Puigdemont la dijo aunque dejó su aplicación en stand by…

Por esto mismo, y a pesar de que Rajoy tomó nota de que por ahora para calmar los ánimos y frenar los ímpetus le alcanza con las amenazas y el miedo, y también sabe que Puigdemont no ha sido consecuente y se cuida todavía de las amenazas, es que vuelve a patear la pelota a Puigdemont con el agravante de que la movida va acompañada de la activación del artículo 155 de posible intervención a la autonomía catalana.

La CUP: los límites del parlamentarismo  

No menos curiosa como chocante resulta la actitud de CUP.  Porque luego de apostar y confiar en el juego parlamentario e institucional, apoyando la formación del actual Govern, “en nombre del procés”, ahora se cabrean y hacen el show de “salirse del parlamentarismo” ante el anuncio de Puigdemont; resulta poco creíble a esta altura que pequen de tan ingenuos ante una posible maniobra de capitulación de Puigdemont.

Se dice que la CUP ha quedado “sorprendida y muy enfadada” con el anuncio de Puigdemont y le dan “un mes para que declare la independencia” y que en caso contrario “dejarían de trabajar en la actividad parlamentaria”, con lo cual Puigdemont quedaría sin mayoría en el Parlament y deberían convocarse a nuevas elecciones catalanas.

Sin embargo, esto no va de enojo ni de caprichos pequeñoburgueses; se resuelve no en el juego parlamentario sino en la movilización en las calles, en la apuesta al desarrollo de los elementos de auto-organización que de manera embrionaria e incipiente se observaron en el 1-O; al problema de ganar a los trabajadores catalanes y del resto del Estado a apoyar el derecho a la autodeterminación.

Lo hipócrita es que la CUP, que llamó a confiar en Puigdemont y en el juego parlamentario colaborando con la formación del Govern actual, nunca alertó ni preparó al movimiento que votó y salió a las calles ante una probable capitulación, y nunca apostó ni apeló ni se jugó a la movilización para desbordar en las calles y por izquierda el proceso. Por eso no se entiende su estrategia, a qué juega y de qué la juega…

Podemos y Colau, alineados en contra de la DUI 

No podemos dejar de repetir y dar cuenta del rol traidor y entregador de Podemos y Colau. Que han salido corriendo y sin reparos a echar agua al fuego sumándose a la sucia campaña de miedo y amedrentamiento de Rajoy y al coro de llorones de Puigdemont al punto de rogarle de rodillas que ni se le ocurriera declarar la independencia porque esto implicaría que el gobierno activase el protocolo del Art 155…

Y hoy respiraban tranquilos y le agradecían tanto a Rajoy como a Puigdemont el “bajar la tensión”… En síntesis: han venido siendo funcionales a la política del gobierno y enemigos de la causa y las aspiraciones del pueblo catalán.

Escenario abierto

Todo esto deja un escenario todavía abierto. Hay incertidumbre, pero no derrota; hay inquietud, pero no desilusión. Tampoco hay alegría, ni enojo desbordante. Ni euforia, ni decepción. Peligro de capitulación, si, y final abierto…

Porque la expectativa previa al anuncio era inmensa y la gente quería escuchar que desde el altavoz se declarase claramente la independencia; pero tampoco deseaba hacerlo pagando el costo que este paso suponía ante la inamovible y amenazante postura de Rajoy de “sacar los tanques” e intervenir (recordemos que la base social del movimiento independentista es básicamente de clases medias y juvenil).

Porque cierto es que la campaña del miedo caló con las amenazas de represión y el traslado de las casas matrices de bancos y empresas catalanes a otros lugares de España. Y tanto el Gobierno como Puigdemont tomaron nota de esto. No debemos olvidar que el PDdeCAT es un partido burgués hasta la medula y neoliberal, lo que coloca una inmensa contradicción en esta imposible “revolución burguesa” cuyas bases sociales cada vez se desdibujan más.

Aun así, la expectación continúa. Y continúa no sólo por lo que significó y significa el proceso para el sentir de la gente (proceso que se radicalizó a partir de la represión de Rajoy), sino también por el anuncio mismo de ayer de Puigdemont que presentó una formulación de DUI tan compleja como contradictoria.

La realidad que ha quedado evidenciada es que la Declaración de Independencia con efectos suspensivos que formuló Puigdemont es una fórmula que encierra un acertijo político cuyo contenido no está develado aún. La única y verdadera exigencia de Rajoy es que se retire la DUI. Y es por esto que presiona tirándole nuevamente la pelota para que aclare las cosas y los términos.

La propia ambigüedad de la declaración de independencia sumada a la nueva movida de presión del gobierno puede eventualmente llegar a significar una total y absoluta capitulación en caso de aceptar retirar la DUI, pero también puede encerrar una capitulación mediada y en cámara lenta, sin una definición clara del proceso. Eso, por ahora, sólo lo conoce Puigdemont.

Por eso no caben las valoraciones desmoralizantes o derrotistas que ya dan por “muerto” el “procés” ante el titubeo y no definición de Puigdemont.

Porque si de algo también tomaron nota Rajoy y Puigdemont es que aún no hay un sector radicalizado que pueda eventualmente salirse del cauce “normal” de las cosas e inclinar la balanza del lado de la independencia. Pero también saben que por cómo se han ido dando las cosas, las pasiones y la posibilidad de que un sector se radicalice y salga a escena no es nada descartable.

Y a eso hay que apostar y jugarse. A la radicalización, no a la desmoralización y a que bajen los ánimos sin más. Somos conscientes de la dirección burguesa del proceso; somos conscientes del gran déficit que significa que no esté la clase obrera en el centro siendo la protagonista con sus métodos y sus luchas traccionando al resto de la población en esta pelea por el derecho a decidir del pueblo catalán.

Por esto, queda planteado el hecho concreto y el desafío de que al calor de la experiencia el movimiento de masas por la independencia vaya madurando y sacando conclusiones políticas y de futuro. Esto en la perspectiva más de fondo de superar a la actual dirección burguesa y su programa, que en última instancia responden a los grandes grupos económicos.

Ante este panorama habrá que esperar la respuesta de Puigdemont en los próximos días y con esta ubicación y esta orientación ir viendo y acompañando el desarrollo de los acontecimientos que si siguen un cauce de conflicto y radicalización pueden profundizar el proceso democrático e independentista lográndose ganancias en su composición de clase y alternativas de dirección.

Por Carla Tog, Barcelona, 11 de octubre 2107

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