Oct - 19 - 2017

Las elecciones nacionales y las tareas de la izquierda

A diez años del TLC 

Editorial de Prensa Socialista 154 – 16 octubre, 2017 

En octubre el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) convocó oficialmente a las elecciones nacionales para la presidencia y diputaciones en la Asamblea Legislativa. Durante los próximos cuatro meses (las votaciones serán el 04 de febrero) el país afrontará una nueva campaña electoral, donde millones de trabajadores y trabajadoras, estudiantes,  mujeres y sectores oprimidos en general, estarán expuestos a los debates y propuestas de los partidos políticos, en su mayoría representantes del imperialismo, las cámaras patronales y/o sectores reaccionarios (como el PLN, PUSC, ML y evangélicos fundamentalistas), así como de las alternativas autodenominadas “progresistas”, como el oficialista Acción Ciudadana (PAC) y la izquierda reformista del Frente Amplio (FA).

La izquierda socialista y revolucionaria nuevamente tendrá representación en las elecciones nacionales, con el Nuevo Partido Socialista (NPS) a nivel provincial por San José y el Partido de los Trabajadores (PT) a nivel presidencial. Más allá de las perspectivas electorales para la izquierda socialista (que posiblemente obtendrá una votación baja), la campaña electoral representa una oportunidad única para presentar un programa socialista y dialogar con cientos de miles de explotados y oprimidos, a la vez que avanzar en la politización y organización de lo más avanzado del activismo social del país (sindical, estudiantil, feminista, comunal, etc.).

El arranque de campaña coincide con los diez años de la realización del fraudulento referéndum sobre el TLC, donde el SÍ resultó victorioso por un escaso margen, asestando una dura derrota al fuerte movimiento social que se oponía a su implementación.

Un gobierno de contrarreformas y ajuste patronal

Una década después de la aprobación del TLC, no hay ninguna mejora para la vida de la clase trabajadora y el conjunto de los explotados y oprimidos. Por el contrario, hay un retroceso palpable en el poder adquisitivo, se incrementaron los ataques y amenazas contra las condiciones laborales del sector público y privado mediante más impuestos, hay congelamiento salarial, el desempleo aumentó del 5% al 10%, hay recortes a la educación pública superior, el campesinado está cada vez más deteriorado, aumentó el déficit fiscal, etc. Más importante aún es que se produjo un deterioro en la capacidad de lucha de sectores que otrora estuvieron activos contra el TLC, como el movimiento sindical (principalmente el ICE)  y el sector estudiantil (a pesar de la reactivación de un pequeño sector en la lucha por el FEES, ver p. 7).

De forma muy contradictoria, lo anterior terminó por debilitar aún más al bipartidismo del PLN-PUSC (conocido como PLUSC), pues combinado con el estallido de la crisis económica del capitalismo en 2008, agotó rápidamente las expectativas en torno al relato del progreso del libre comercio y planteó mejores condiciones para un recambio por la vía electoral, lo cual finalmente ocurrió con la elección del PAC.

El triunfo de Luis Guillermo Solís en las elecciones del 2014 marcó un punto de inflexión con relación al gobierno de Laura Chinchilla, el cual se vio confrontado por un ciclo de luchas que tuvo su pico más alto en 2013-2014 y que incorporó a una gran cantidad de sectores sociales en las movilizaciones: trabajadores estatales, comunidades, ecologistas, movimiento LGBTI y estudiantil (principalmente con la lucha del 8N).

Pero el gobierno del PAC vino a reabsorber este ciclo de luchas y modificó las coordenadas políticas del país, imponiendo una estabilidad social inimaginable en un gobierno ya sea del PLN o del PUSC. De hecho, si se hace un repaso de las últimas cuatro administraciones del bipartidismo, cada una enfrentó una lucha de gran envergadura: Figueres la huelga docente de 1995, Miguel A. Rodríguez el histórico Combo ICE en el 2000, Pacheco las jornadas contra Riteve en 2004 y el inicio de la lucha contra el TLC, Arias las más grandes movilizaciones contra el TLC y el referéndum. En el caso de Solís ocurre lo contrario: ¡es un gobierno que no enfrentó ninguna huelga o lucha social de gran envergadura![1]

De acuerdo al último informe sobre el Estado de la Nación  (IEN): “Desde mayo de 2014, cuando por primera vez asumió el poder el Partido Acción Ciudadana, se registra una disminución importante de la conflictividad (…) En 2013 hubo 480 acciones colectivas y al año siguiente la cifra aumentó a 587 (…) A partir de mayo, con el nuevo gobierno, se redujo significativamente; en los restantes siete meses del año hubo 260 movilizaciones (37 por mes en promedio). Ese comportamiento se mantuvo durante el 2015, que cerró con 341 acciones colectivas, por debajo del promedio anual para la serie completa, que es de 398.” (IEN 22, CAP. 5, P. 277).

Esto se explica en función de las expectativas de cambio en torno al primer gobierno del PAC, el cual representó ante millones de personas una “ruptura” con el bipartidismo neoliberal del “PLUSC”, que dirigió el gobierno en los últimos 32 años (1982-2014). Esta percepción inicialmente caló muy fuerte entre los trabajadores y trabajadoras del sector público, quienes erróneamente vieron en Solís a una figura cercana a sus intereses y votaron por él, pues rompió con el PLN e hizo parte de los sectores burgueses opositores al TLC.

Así se estableció una situación muy contradictoria: por un lado, una pronunciada disminución de las luchas sociales debido a las expectativas de cambio depositadas en el PAC y, por el otro, un gobierno que impulsó las más fuertes contrarreformas contra la clase trabajadora en los últimos años, superando incluso al PLN en la implementación de la agenda neoliberal.

Lo anterior le permitió a la administración Solís imponer contrarreformas sin ningún tipo de pelea en las calles, configurando una serie de derrotas que, al no mediar ninguna lucha, no educan en nada a los trabajadores y trabajadoras y demás sectores sociales.

 A continuación hacemos un breve listado de algunas de estas contrarreformas:

  1. a) Aplicación de una política de congelamiento salarial para el sector público y privado.
  2. b) Renegociación hacia abajo de todas las convenciones colectivas.
  3. c) Concesión de los muelles de Limón (algo que no pudieron hacer Arias ni Chinchilla) y el anuncio de miles de despidos (900 directos y otros miles indirectos),
  4. d) Implementación de la Reforma Procesal Laboral (RPL), que limita el derecho democrático de la huelga al someter a los sindicatos a un engorroso procedimiento judicial antes de lanzar un movimiento huelguístico.
  5. e) Recortes al presupuesto para la educación superior en la última negociación del FEES.
  6. f) Aumento del 1% en la cuota obrera al IVM.

El gobierno del PAC se presentó como un “cambio” al neoliberalismo bipartidista, pero rápidamente dejó de lado sus poses progresistas y se alineó con las cámaras patronales, convirtiéndose en un gobierno pro patronal de contrarreformas contra la clase trabajadora e impulsando recortes presupuestarios a las instituciones estatales que, con el tema del “Cementazo” (ver artículo en página 3), empieza a reflejar los peores vicios de corrupción y tráfico de influencia de gobiernos burgueses anteriores.

Agreguemos que destaca por ser sumamente represivo con las huelgas y luchas sociales. Por ejemplo militarizando los muelles de Limón y arrestando a decenas de huelguistas, o reprimiendo a los campesinos sin tierra de Chánguena para defender a un terrateniente moroso de la CCSS. 

La concertación del FA y las burocracias sindicales

Como apuntamos anteriormente, el gobierno del PAC tuvo a su favor las expectativas de cambio que prometió. En su momento caracterizábamos que hubo una “luna de miel” de Solís con el país, lo cual explicaba la disminución de las luchas sociales durante su gestión y, ante lo cual, había que ser pacientes pues apenas iniciaba la administración Solís, donde los sectores explotados y oprimidos tendrían que hacer su propia experiencia con el nuevo gobierno y confrontar sus promesas con la realidad de sus ataques.

Esto fue instrumentalizado por las burocracias sindicales y la dirección del Frente Amplio para impulsar una concertación con el gobierno del PAC, estableciendo una contención para el desarrollo de las luchas sociales y apostando a las “mesas de diálogo”, argumentando que había que darle espacio al gobierno para desarrollar su agenda y defender el “estado social de derecho”[2].

Incluso el IEN (que nadie puede acusar de radical) da cuentas de la política de concertación: “fue posible apreciar un cambio de tono en las relaciones entre ambas partes [gobierno y sindicatos], debido a que el partido oficialista y varios de los grupos sindicales tienen una historia común de organización coyuntural ante eventos políticos de alcance nacional”. (IEN 22, CAP. 1, P. 71), lo cual dio paso a “un acercamiento sistemático entre sectores sociales y gobierno, que propicia mayores acuerdos mediante el uso de los mecanismos institucionales para atender las demandas de la población.” (IEN 22, CAP. 5, P. 275).

Es un gobierno burgués eficiente en este sentido, que tiene a su favor una concertación con las burocracias sindicales (de perfil anti-PLN pero no clasistas) y el Frente Amplio (FA), que pasó a convertirse en el aliado de “izquierda” del PAC. Este dique de contención de las burocracias sindicales y el FA prosigue en la actualidad, cuando ya un amplio sector de trabajadores y trabajadoras estatales, campesinos, comunidades y sectores del movimiento estudiantil, expresan un malestar con las contrarreformas del gobierno y están dispuestos a luchar por sus reivindicaciones. 

Un aprovechamiento revolucionario de las elecciones nacionales y el impulso a las luchas

Ante el escenario descrito, se desprenden dos tareas centrales para la izquierda en Costa Rica.

En primer lugar, la conformación de frentes unitarios para la intervención de la izquierda en procesos políticos y sectoriales, con la finalidad de impulsar las luchas y debates para politizar y organizar a lo más avanzado del activismo sindical, estudiantil, feminista, etc.

En este sentido, desde el NPS impulsamos la construcción de un Frente de Izquierda Socialista (FIS), apostando a disputar la conciencia y organización de los trabajadores en la perspectiva socialista, ya sea en sus peleas gremiales así como en el plano político-electoral. En esta tarea estamos avanzando desde el NPS y el PST, dando los primeros pasos para la puesta en pie de un FIS en Costa Rica mediante la publicación de declaraciones sobre temas nacionales, coordinando acciones para la intervención sectorial, elaborando un plan de trabajo unitario de cara a las elecciones, etc.  Es una experiencia que esperamos profundizar en los meses venideros, instalando un referente de unidad distante del sectarismo que impera en la izquierda trotskista y que eventualmente pueda dar paso a un proceso de reagrupamiento.

De igual manera, desde el NPS impulsamos la unidad de la izquierda en otros sectores. Así ocurrió en las recientes elecciones de la APSE donde participamos dentro de la corriente CAMBIEMOS y, para el caso de las próximas elecciones de la FEUCR, hacemos parte de la coalición La Lucha al Frente, junto con Convergencia (corriente estudiantil del Partido de los Trabajadores, ver nota en p. 7). En ambos casos con un objetivo similar: presentar una plataforma unitaria del activismo de izquierda clasista e independiente del gobierno, con la tarea de disputar la conducción de estas organizaciones a la burocracia sindical y las corrientes estudiantiles del gobierno (Progre) o pro-gobierno (Alternativa-FA) para colocarlas en función de las luchas.

Una segunda tarea consiste en aprovechar la próxima coyuntura electoral para realizar una campaña socialista y anticapitalista en las universidades, puertas de fábrica y principales barrios obreros (en nuestro caso de San José donde presentaremos candidaturas a diputados, ver nota p. 8), para disputar estos sectores a la influencia de los partidos de los empresarios, denunciando el carácter pro-patronal de sus candidatos a la presidencia y a diputados, quienes van a gobernar y legislar en defensa de los intereses de los de arriba, independientemente de que se presenten como neoliberales o progresistas: ¡ambos están por sostener el estado burgués y no cuestionar los elementos represivos/opresivos del régimen de los ricos!

Invitamos a todos nuestros simpatizantes a sumarse a la campaña electoral del NPS como fiscales y en los equipos de volanteos en fábricas y barrios obreros (que estaremos organizando a partir de noviembre), para impulsar la construcción del FIS en Costa Rica. Además para que nos acompañen en las campañas y actividades que desarrollamos en diferentes sectores.

[1] La huelga docente del 2014 por problemas de salarios inició en los últimos días de la administración Chinchilla y, aunque se extendió a las primeras semanas del gobierno del PAC, en realidad las dirigencias sindicales hicieron todo lo posible por impedir que se profundizara y apostaron a negociar con el gobierno.

[2] El mejor ejemplo de esto fue la firma del acuerdo “Una agenda para el bien común” (junio, 2015), firmado entre el bloque sindical Patria Justa, el FA y el PAC.

Editorial de Prensa Socialista 154 - 16 octubre, 2017

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