Mar - 9 - 2018

El giro de Moyano y los K

La gobernabilidad primero 

José Luis Rojo

“Es el momento de ser responsables” (Lista Celeste del SUTEBA)

La coyuntura está marcada por el repudio al gobierno entre amplios sectores. Es, quizás, el peor momento de Macri. Una nueva situación política se abrió con las movilizaciones del 14 y 18 de diciembre, movilizaciones que expresaron un profundo “odio social” al gobierno.

Para peor, la economía no anda bien. Los reportajes a Dujovne se suceden, pero como el discurso de Macri en el Congreso (cuando se refirió a un “crecimiento invisible”), la economía hace agua por los cuatros costados.

Es el momento de golpear al gobierno. Pero cuando las direcciones sindicales y la supuesta “oposición” k deberían “pisar el acelerador”, han salido a esgrimir el discurso de la “responsabilidad”: “queremos que Macri termine su mandato” es el nuevo latiguillo.

El peronismo ha sacado a relucir su consigna “hay 2019” como forma de hacer ver que la cosa pasaría por lo electoral. En la realidad, sin embargo, existe otra tendencia en sentido contrario: la tendencia al desborde que emerge desde abajo.

Cuando los trabajadores y demás sectores popular encuentran un cauce de movilización, pueden dar lugar a manifestaciones multitudinarias (como será esta jornada de paro y movilización de mujeres que se avecina para mañana 8 de marzo).

De cara a los desafíos que vienen, corresponde no confundirse: las tareas pasan por alentar la movilización independiente y no mezclar las banderas con direcciones sindicales y el kirchnerismo, que están jugados a que Macri gobierne hasta el último día.

La crisis del gradualismo

Uno de los terrenos donde peor le está yendo al gobierno es la economía; una esfera de la realidad donde no existe “dirección” que valga para frenar las cosas. Lo que se está viviendo es una crisis del gradualismo: la orientación del gobierno de administrar un duro ajuste económico en cuotas tapando los baches que se van creando con endeudamiento externo.

El macrismo recibió el país con un bajo nivel de endeudamiento debido a que el kirchnerismo fue un “pagador serial” (Cristina Kirchner). Inmediatamente de asumido, operó una brutal transferencia de recursos eliminando las retenciones a las exportaciones agrarias, mineras e industriales; pagándole cifras millonarias a los fondos buitres, legalizando una fuga de divisas al exterior mediante la libertad cambiaria, etcétera.

Como contraparte, y para recuperar los beneficios cedidos al empresariado, comenzó una política de ajuste destinada a profundizarse cada vez más. Pero al hacer esto se metió en una “carrera de velocidades” donde los límites sociales que encuentra el ajuste los va cubriendo con endeudamiento.

Luego de octubre, envalentonado, Macri anuncio un “reformismo permanente”; reformismo que quedó golpeado con las jornadas de diciembre (un cachetazo de tal magnitud que obligó al gobierno a archivar algunas de sus principales iniciativas).

Esto no significa que el ajuste se haya detenido. Tampoco que las luchas que se sustancian lugar por lugar no sean difíciles (como se puede ver en el caso del Posadas, el INTI, Turbio y tantas otras). Muchos de los ajustes se van imponiendo en los lugares de trabajo, siempre con la complicidad de la burocracia.

Parte de esto mismo son unos acuerdos paritarios que, en general, se están firmando acorde al techo salarial fijado por el gobierno: 15% en el año.

Pero, de todas maneras, la mediación que significa esta forma de proceder, que no logra ser de “shock”, dificulta los planes del gobierno: “No intenten avanzar paso a paso. Definan de manera clara sus objetivos y acérquense a ellos con saltos cualitativos hacia adelante a fin de que los intereses sectoriales no tengan tiempo para movilizarse y entorpecerlos. La velocidad es esencial, nunca irán demasiado rápido. Una vez empezada la aplicación del programa de reformas, ya no se detengan hasta que esté concluida: el fuego de los adversarios pierde precisión cuando tiene que apuntar a un blanco que se mueve sin parar” (Roger Douglas, ex Primer Ministro de Nueva Zelanda, Le Monde Diplomatique, marzo 2018).

Que la economía ha ingresado en una crisis se expresa en los objetivos contrapuestos que presenta el gobierno: quiere bajar la inflación pero aumenta de manera generalizada las tarifas; pretende sostener el crecimiento pero el BCRA mantiene altas las tasas de interés; busca recuperar competitividad devaluando el dólar pero interviene el mercado cambiario por temor a que la divisa impacte sobre los precios…

El problema es que el gobierno no tiene condiciones políticas para girar a una política de shock como le gustaría, esto sencillamente porque no se lo permiten las relaciones de fuerzas (diciembre dixit).

 “Hay 2019”

En este contexto se debe evaluar el comportamiento de la CGT y el kirchnerismo.

Lo de Moyano y la CGT es una vergüenza. Se trata de un teatro donde la verdad es que ningún sector quiere romper con el gobierno. Si Héctor Daer y los “gordos” son explícitos en que hay que negociar y pactar abiertamente, Moyano demostró el 21 de febrero que tampoco está dispuesto a romper con Macri.

20 años atrás tuvo una orientación distinta. Puso en pie el MTA, que conjuntamente con la CTA y la CCC, escenificaron una oposición real al menemismo–más allá que siempre fue burocrática-, oposición que se expresó en jornadas de lucha y paros generales contra Menem.

Aparecieron así como una alternativa real a la mayoría de la CGT, que dirigida por Rodolfo Daer del gremio de la alimentación, era alcahueta del menemismo.

La renuncia de Camioneros al Consejo Directivo cegetista no modifica gran cosa. Se trata de una simple maniobra para lavarse las manos.

De la CGT a la CTERA podríamos decir que la dirección kirchnerista de los docentes no juega a nada muy distinto. La marcha del lunes pasado exigiendo “paritaria nacional” quedó sin continuidad. No hubo reclamo salarial y, además, Sonia Alesso, su secretaria general, convocó a una nueva movilización recién para abril…

Simultáneamente, el SUTEBA y el Frente Gremial en la provincia de Buenos Aires, muestran intenciones de acordar con Vidal… Si es por ellos, no se avecina ninguna lucha docente de importancia.

La profesión de fe de Moyano de “esperar al 2019” es el reflejo de una estrategia conjunta del PJ, incluidos los k. La reunión de kirchneristas, massistas y peronistas en enero suma a la misma perspectiva: orientar todo hacia las elecciones presidenciales del año próximo.

Factor sintomático si los hay, de Cristina Kirchner no se escucha palabra hace meses. No se apreció posición alguna frente al acto de Moyano, ni sobre ningún problema nacional; simplemente, un silencio total.

El dato del giro de los k y las corrientes sindicales a sostener la gobernabilidad, no es menor: tiene significación a la hora de formular la política de la izquierda. Si cuando asumió Macri la unidad de acción era central para pararle la mano, dicha táctica mantiene actualidad siempre y cuando sirva para alentar la movilización.

Pero hay que tener cuidado de no caer en el “abrazo del oso” de los k, que ahora parecen querer hacer cosas “junto con el izquierda” justo cuando toda su orientación es cuidar la gobernabilidad…

Su manejo de los tiempos coincide con el gobierno. Cuando las cosas están “delicadas”, no hay que hacer olas. Se trata de ganar tiempo para llegar al Mundial, y, después, ya casi largar la campaña electoral.

El cálculo parece muy simple: capitalizar en las urnas el desprestigio del gobierno. Pero no es descartable que si Macri “zafa” ahora, posteriormente se recupere y logre ganar la elección. La moraleja sería que los cálculos electorales por fuera del desarrollo real de las luchas, muchas veces dan errado (una enseñanza que también sirve para el FIT).

La apuesta estratégica de la izquierda debe ir para otro lado: facilitar un amplio cauce de la bronca popular que desborde a las direcciones tradicionales y al propio gobierno, y coloque en la agenda su salida anticipada; condición que hoy no está, pero que podría colocarse mañana ante el estallido de una crisis económica.

La tendencia al desborde

Las direcciones son poderosas pero no todopoderosas. Hay varios factores que pueden desestabilizar los cálculos de oficialistas y “opositores”.

Primero, la economía, que tiene atributos –como ya hemos señalado- de ser un “factor independiente” (al estar sometida la economía nacional a la mundial; una economía mundial que da síntomas de creciente inestabilidad); una economía que muestra contradicciones crecientes.

Por más que el gobierno se enoje el empresariado no termina de convencerse de invertir. Esto sencillamente porque no hay confianza. Porque nadie sabe si Macri podrá ser reelecto, si su plan económico sobrevivirá. Porque las jornadas de diciembre no pasaron en vano. Porque la Argentina del 2001 sigue en cierta medida presente.

Segundo, está el hecho que la bronca al gobierno está en el pico máximo desde la asunción de Cambiemos.

No se trata simplemente que la mitad no apoya a Macri. Lo que estamos viendo es algo más profundo: un gobierno en franca minoría, una “epidemia” de cantos y “puteadas” que se desarrolla con una amplitud que sólo puede expresar un vasto repudio social.

Ambos factores se suman a uno tercero: la experiencia realizada en diciembre, que mostró como alrededor de un punto de “condensación social” puede expresarse un movimiento de masas en las calles contra el gobierno.

La lucha lugar por lugar es dura, no hay que hacer una traslación mecánica de esto. Pero otra cosa es cuando se juntan los elementos para una lucha de conjunto; sobre todo cuando se trata de una lucha política como  fue la pelea contra la ley jubilatoria y cómo será la marcha de mañana 8 de marzo, en el Día Internacional de las Mujeres.

Es esta tendencia al desborde la que puede trastocar todos los planes. Y es bajo estas mismas coordenadas que debe comenzar a organizarse una movilización multitudinaria para el 24 de marzo.

Con dos características: la primera, bajo una consigna de rechazo al gobierno de Macri, al ajuste y su política reaccionaria; en segundo lugar, separando claramente las “aguas” con los K, que están jugados a la gobernabilidad.

¡Vamos con el Nuevo MAS, Las Rojas y la corriente sindical 18 de diciembre!

El desafío del 8 y el 24 de marzo es jugarnos con todo a manifestaciones de masas contra el gobierno, poniendo en pie enormes columnas de nuestro partido. Esforzarnos además para que estas movilizaciones sirvan para fortalecer los sectores en lucha como es el caso de los trabajadores y trabajadoras del Hospital Posadas, que acaban de sufrir nuevos despidos.

Al mismo tiempo, hemos lanzado el primer plenario nacional de nuestra “Corriente Sindical 18 de diciembre” a realizarse el sábado 14 de abril en el Hotel Bauen.

Nuestro partido está creciendo en todo el país: aprovechemos estas jornadas para dar un nuevo salto.

Por José Luis Rojo, Editorial SoB 459, 8/3/18

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