Abr - 5 - 2018

Hace instantes el Supremo Tribunal Federal de Brasil le negó a Lula (ex presidente de Brasil) un pedido de habeas corpus, que dejase suspendida la orden de prisión en su contra, por una mayoría de 6 votos a 5. En el actual contexto de ofensiva reaccionaria, y pese a las profundas diferencias que nos separan de Lula y del PT, significa un elemento más de endurecimiento del régimen político contra el cual todas las organizaciones socialistas, los defensores de las garantías democráticas y de los derechos humanos en general debemos luchar.

En enero la sentencia de prisión contra Lula fue confirmada y aumentada, de los 9 años que se dictaron en primera instancia, a los 12 que se resolvieron en segunda instancia de forma unánime por el Tribunal Regional Federal de la 4ta región (TRF-4). Condena que se dictó contra el ex presidente por la supuesta[1] aceptación de coimas por la suma de 2,4 millones de reales (14.540.000 pesos), dada por la contratista OAS en forma de un apartamento en el litoral paulista (Guarujá).

Después de esa decisión, la defensa de Lula apeló al Superior Tribunal de Justicia (STJ) con una solicitud de habeas corpus preventivo y en marzo el pedido fue negado unánimemente. A partir de entonces la defensa de Lula presentó un recurso en el Supremo Tribunal Federal (STF) que como vimos confirmó la decisión del STJ.

Este proceso se inserta en el contexto de ofensiva reaccionaria y particularmente del impeachment a Dilma, dado que sólo unos meses después de la destitución de Dilma en octubre de 2016, el STF decidió por 6 votos contra 5 que tras una condena en segunda instancia corresponde la ejecución inmediata de la pena. Obviamente que esa decisión, que se produjo en el marco de la ofensiva reaccionaria y del fortalecimiento de la Operación Lava Jato, no es el resultado de ningún intento “modernizador” del poder judicial para agilizar el castigo de malhechores…

La resolución de última hora del STF contra el pedido de habeas corpus se inserta en una coyuntura de mayor polarización política marcada por la intervención federal militar en Río de Janeiro, de la ejecución de Marielle Franco, del crecimiento de las acciones proto-fascistas contra las “caravanas de Lula” y los posteos en twitter del jefe del ejército en tono amenazador. 

No renunciar a la independencia política 

Esta sentencia, que puede llevar a Lula a la cárcel en las próximas semanas, significa la profundización de la ofensiva reaccionaria en que vivimos. No podemos, como hacen algunas corrientes, especialmente el PSTU, comportarnos como un sapo en agua hirviendo. Es decir, si dejamos pasar el calentamiento gradual de la temperatura del agua, al final acabaremos escaldados.

Vivimos un serio proceso de endurecimiento del régimen que ahora le pega al jefe de una burocracia traidora, pero que va acumulando elementos bonapartistas que necesariamente se vuelven contra el conjunto de los trabajadores, de los movimientos sociales y de la izquierda (el caso de Marielle es emblemático).

Por otro lado, no podemos comportarnos como algunos sectores de la izquierda del PSOL y de otros partidos que en el afán de sostener una justa lucha contra el gobierno, en defensa de la democracia y contra el crecimiento del fascismo simplemente diluyen toda crítica política al lulismo. Puesto que esa burocracia, que ahora está siendo víctima por el avance de la ofensiva reaccionaria, es co-responsable por la situación en que estamos viviendo[2].

Por eso, la táctica de frente único en defensa de la democracia, contra la prisión de Lula, contra el bonapartismo y el avance del fascismo no puede en ningún caso traducirse en un relajamiento de la dura y sistemática denuncia del lulismo, no pueden ocultarse nuestras profundas diferencias políticas, no se puede dejar de responsabilizar al lulismo por la situación actual y no puede dejarse de presentar otro proyecto y otra estrategia política.

Un frente único, desde nuestro punto de vista, tiene el objetivo de fortalecer la lucha contra el enemigo común, pero también de forma obligatoria fortalecer la posición socialista revolucionaria en el interior del movimiento. De lo contrario sólo crearíamos mayores ilusiones en esa burocracia y no construiríamos una alternativa de dirección a ese sector que sólo a traído perjuicios a la causa de los trabajadores y de los oprimidos.

Además, es preciso exigirle sistemáticamente a esa burocracia que movilice, no sólo contra la prisión de Lula (lo que por otra parte no ha movido multitudes), sino también por justicia para Marielle, contra la intervención militar en Río de Janeiro y por la suspensión de todas las contrarreformas.

Por otro lado, no alcanza con que en los actos que se desarrollen la izquierda sólo se delimite políticamente, es necesario que el PSOL, sus candidatos, con Boulos al frente, y, principalmente, sus corrientes de izquierda se diferencien política y físicamente de la burocracia con columnas y banderas propias.

[1] Decimos supuesto porqué, a pesar de los indicios, no hay en el expediente pruebas cabales contra el ex presidente, lo que configura un abordaje jurídico que no se encuadra en el marco del derecho brasileño que se fundamenta en la condena a partir de pruebas irrefutables.

[2] Podríamos hacer una larga lista de las traiciones del lulismo que van desde las medidas neoliberales y reaccionarias mientras estaban en el poder hasta la traición del proceso de movilización del primer semestre del año pasado que podría haber frenado la avanzada reaccionaria.

Por Antonio Soler, Socialismo o Barbarie-Tendencia del PSOL

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