Abr - 26 - 2018

Brasil

Crisis política en medio de un año electoral

Rosi Luxemburgo

Consultoras divulgaron en las últimas semanas índices sobre la carrera electoral hacia la presidencia de Brasil. Estando preso desde el día 7 de abril, el ex presidente Lula sigue siendo el pre candidato con mayores índices de intención de voto para la elección de octubre. Lula aparece en la primera vuelta con el 33,4%. Luego aparece Jair Bolsonaro con el 16%.

La candidatura del petista puede ser lanzada incluso con él en la cárcel en régimen cerrado; eso dependerá de un entendimiento favorable del Tribunal Superior Electoral (TSE). Todo indica que el TSE, basado en la interpretación de la Ley de “Ficha Limpia”, niegue el registro de Lula. En el acto de inscripción se deberán presentar antecedentes penales, y estando aun preso y condenado el candidato, tendría negada la misma.

Sin embargo, dentro de la propia Ley de “Ficha Limpia” existe un artículo que permite un recurso especial para suspender la exclusión. El PT intentará hacer uso del mismo ante el TSE hasta el 15 de agosto; si el TSE acepta su candidatura, y eventualmente Lula ganara las elecciones, podría perder el derecho de asumir la presidencia y se deberá convocar a nuevas elecciones.

El hecho es que numerosos parlamentarios utilizaron esa posibilidad legal para obtener el registro y concurrir a elecciones. El PT confía en esas diversas ejecuciones concedidas a candidatos condenados por corrupción. Actualmente veinte parlamentarios de distintos partidos ejercen mandato con la condición provisional de suspensión de la condena. Como vemos hasta ahora, seguramente el PT concentrará todas sus energías no en la radicalización, sino en los pasos legales y dentro de la institucionalidad. Las encuestas exploran también diversos escenarios políticos con la ausencia de Lula. En caso de que la justicia electoral no otorgue el visto bueno a Lula, el PT se encontrará en condiciones igualmente difíciles para concurrir en mínimas condiciones a las elecciones presidenciales. Una vez que el «suplente natural» de Lula, Fernando Haddad, sea electo, puede enfrentar los mismos problemas que enfrentó Dilma Rousseff en la sucesión de Lula. Hadad gobernó la ciudad de San Pablo y tuvo muchas dificultades con la derecha paulistana, llegando en algunos momentos a dejar dudas si terminaría su mandato.

El segundo candidato en las intenciones de voto es Jair Bolsonaro (PSL), candidato de la ultra derecha evangelista. En tercer lugar figura Marina Silva (Rede) con el 10%, con una presentación desmoralizada por haber hecho campaña en 2104 por Aécio Neves (PSDB), actualmente envuelto en casos de corrupción y posiblemente condenado en lo sucesivo. El candidato más serio de la burguesía puede ser Geraldo Alckmin (PSDB), que figura con el 8% de intención de voto. Alckmin tiene dos mandatos estables en el gobierno del estado de San Pablo por lo que posee una trayectoria política bastante sólida; incluso también estando envuelto en casos de corrupción. Por otro lado, el ex presidente del Supremo Tribunal Federal, Joaquim Barbosa, a pesar de aún no haberse presentado como candidato, también aparece en las intenciones de voto. Joaquim Barbosa, que defendió al PT en algunas oportunidades, aparece en algunas encuestas ganando frente a otros candidatos de larga trayectoria como Alckmin y Ciro Gomes (PDT)[1].

Michel Temer (PMDB) mantiene su carácter de presidente muñeco de la burguesía y aparece en las encuestas sin ninguna posibilidad de sobrevivencia en las urnas, inviable desde el punto de vista de la competitividad electoral. Es temprano para cerrar caracterizaciones basadas en esos datos, porque la burguesía todavía no terminó la etapa de acuerdos y coaliciones, y no está dado que nada más pasará en las calles, lo que a su vez, podría fortalecer el campo de la izquierda a nivel también electoral. Al menos eso es lo que refleja la candidatura de Guillermo Boulos (PSOL), que aunque presente sólo el 1% en algunas encuestas, tendería a crecer ante una eventual radicalización. En medio de toda la crisis que enfrenta el país e incluso en la relativa baja de resistencia de los trabajadores desde el impeachment de 2015, la izquierda socialista creció y presentó un relativo fortalecimiento electoral a través del PSOL, que a pesar de no haber tenido victorias de cargos directivos importantes en las capitales donde disputó, proyectó en amplios sectores de masas un programa radical de oposición clara al gobierno Temer y el petismo, como fue el caso de Río de Janeiro con Marcelo Freixo que llegó a la segunda vuelta en la disputa de la intendencia, además de consagrar a muchas mujeres a la Legislatura, entre ellas la estimada Marielle Franco. Hoy con el candidato de la izquierda Guilherme Boulos el PSOL posee un inmenso potencial para hacer una excelente campaña a la izquierda. El PSTU (LIT), por su parte, lanza por primera vez una nueva figura política para la candidatura presidencial, Vera Lúcia, zapatera y ligada al movimiento negro de Sergipe, norte del país; una candidatura que mantiene la política criminal que su partido tuvo en relación al impeachment y a la prisión de Lula. Dicha candidatura, como suele pasar con las del PSTU, no figura en las encuestas realizadas.

Guilherme Boulos es la única alternativa viable de izquierda. Boulos es un luchador que durante todos sus años de militancia mantuvo total independencia política del gobierno del PT y otros; su candidatura expresa inmensas potencialidades para el campo de la izquierda amplia en general y principalmente para la izquierda revolucionaria. Su plataforma hoy se sustenta con un programa claramente anticapitalista. Expresa la lucha social directa con un proyecto independiente de la clase dominante, combinado con la defensa de las libertades democráticas que, a nuestro entender, implica la defensa del derecho de Lula a presentarse como candidato. La candidatura de Boulos es una excelente novedad en la izquierda brasilera por traer no solamente trabajadores ya organizados, por medio del frente “Povo sem medo” (Pueblo sin miedo) sino que también es un luchador en plena actividad, profesor y líder del Movimento dos Trabalhadores Sem Teto (MTST), movimiento que más gente coloca en las calles del país.

Como dijimos anteriormente, es prematuro para sacar conclusiones respecto de una coyuntura tan dinámica como la actual en Brasil. No obstante, con el abstencionismo del PT durante el gobierno de Temer, resta solamente a la izquierda disputar este flanco. De esta manera, sin dudas, las elecciones de este año tenderán a ser extremadamente politizadas y polarizadas.

[1]Una candidata tenida difusamente como de izquierda o progresista es Manuela D’Ávila (PCdoB), que oscila entre el 1% y el 3%, pero es una candidatura que aún no sabemos si el partido mantiene, pueden en cualquier momento retirarla a partir de acuerdos desde la cúpula partidaria.

Por Rosi Luxemburgo, SoB 466, 26/4/18

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