Ago - 2 - 2018

Brasil

El gran desafío electoral del PT y la necesidad de una salida independiente del lulismo 

Rosi Luxemburgo 

Desde el episodio del 8 de julio, en que el ex presidente Lula recibió el rechazo de su habeas corpus por el juez federal João Pedro Gebran Neto, creció el escenario de incertidumbre en Brasil sobre las elecciones del 15 de octubre.

Después de que Lula y el PT desperdiciaron la gran oportunidad de garantizar por medio de la lucha directa contra la burguesía y la justicia ultra reaccionaria la libertad de Lula, se encuentra ahora en peores condiciones para negociar con la derecha como siempre ha hecho. El tiempo del PT se está agotando y no se sabe hasta cuándo Lula encarcelado seguirá siendo el candidato favorito o cuándo será el momento del PT para formalizar su plan b.

La batalla electoral del PT se acerca, el 15 de agosto es el día de la oficialización de las candidaturas. Lula es condenado por la ley de la Ficha limpa (Ley que establece que un candidato involucrado en casos de corrupción no puede presentarse en las elecciones). Así ante la resistencia del tribunal federal en negar la oficialización, el PT espera movilizar en un acto en Brasilia, para presionar a la Justicia Electoral en su ya esperada negativa.

La ley apoyada por Lula y el PT puede sacarlos de las elecciones 

El Lula condenado hoy no es el mismo que dio total apoyo a la ley Ficha Limpa en 2010. Antes de la llegada del proyecto por la iniciativa popular, el entonces presidente ya había encaminado al Congreso uno con un contenido similar en febrero de 2009, dentro del paquete de reforma política que presentó ese año.

La gran cuestión es que en una democracia electoral corresponde al pueblo decidir quiénes son los buenos o malos candidatos y a nadie más, pues al impugnar candidatos antes de ser sometidos al escrutinio popular, el Poder Judicial se porta como una especie de colegio electoral, donde el voto directo y popular pierde su máximo valor. Eso puede ocurrir por una “buena causa”, como intentan hacernos creer. Claro que todos los brasileños están de acuerdo en que los políticos corruptos no deben gobernar. Lo que es distinto es que la justicia determine quién puede o no ser candidato, eligiendo ésta su corrupto favorito para la presidencia.  De esa manera, Ficha Limpa en la dinámica política actual es en realidad una trampa para la democracia brasileña, una maniobra legal que posibilita que el Poder Judicial y la policía, no electos por nadie, intervengan en las elecciones. La arbitrariedad del sistema político-judicial es absoluta, juzga por corrupción a conveniencia y deja tranquilos a notorios corruptos a conveniencia. El juez Sergio Moro por ejemplo, el actual verdugo de Lula, estuvo fuera de cualquier proceso importante de corrupción en el país hasta 2015, aunque en su estado (y su región de actuación) se localizaban innumerables casos de corrupción del PSDB.

Por supuesto, la arbitrariedad jurídica vista en estos meses de prisión de Lula es concomitante con la creación de la operación Lava Jato, pero no es diferente de los innumerables casos en que la mayoría de los brasileños son subordinados en la justicia, un sistema judicial caprichoso, autoritario y sin ninguna regulación. Es verdad que el Poder Judicial siempre actúa acorde a la relación de fuerzas en las disputas políticas en el estado de derecho, pero en el caso de Lula hubo una cohesión nunca vista entre ella y la burguesía para imponer sus reglas de excepción.

Toda la agenda petista se concentra en el 15 de agosto 

El PT ya se está preparando para su mayor batalla institucional ante el tribunal electoral. Si no logran el registro de Lula, lo que es más probable al menos en lo inmediato, van a recurrir al plan b, que ya tiene nombre: Fernando Haddad, ex alcalde de San Pablo. Pero eso sólo después de intentar aprovechar al máximo el factor político del rechazo contra su principal figura pública.

Los autores de la maniobra parlamentaria y judicial en acción desde el impeachment están dispuestos a romper cualquier legalidad profundizando la crisis abierta en las instituciones en Brasil para mantener a Lula preso y aprobar todo el ajuste que el PT no tuvo las condiciones políticas ni el tiempo de aplicar. Esta afirmación es correcta si se observa lo explícito que es el impasse en las instituciones del Poder Judicial, cuando observamos que el destino de un prisionero (Lula candidato y opositor) tiene su suerte sujeta a la interpretación del juez que le tocará al azar. Y esa será la misma tónica en la esfera de la Justicia Electoral. Por eso el PT está llamando una movilización para el día 15, el llamado es “Marchar en defensa de la democracia y contra las injusticias promovidas contra Lula, ¡Para que Brasil sea Feliz de Nuevo!”. Como se puede ver, de lucha real contra el gobierno reaccionario de Temer y sus políticas contra el conjunto de la clase oprimida el llamado no dicen nada. La dirección lulista, por su defensa cerrada de la institucionalidad burguesa, dejó pasar una y otra vez oportunidades importantes para frenar a Temer, de derrotar todas sus políticas, todas las leyes que atentan contra los trabajadores e incluso garantizar la libertad de Lula, así como lograr su derecho pleno de ser candidato. Además, la ley de la Ficha Limpa posee fragilidades políticas que, combinadas a movilizaciones masivas en las calles, podrían girar la balanza hacia la izquierda.  Actualmente diversos parlamentarios de la derecha gobiernan porque fueron beneficiados con la misma ley, el PT tratará de aprovechar eso para denunciar la selectividad de la justicia y su carácter persecutorio, pero esto, sin el enfrentamiento necesario a todo el sistema, es muy poco para movilizar a las millones de personas que hace tiempo sufren con las políticas de Temer. La dirección de ese partido, a pesar de pedir apoyo para Lula de los sectores más radicalizados y de la izquierda, tiende a llevar el juego institucional hasta el límite y puede mantener la candidatura simbólica de Lula con el único interés de ejercer la presión por su liberación, sin ninguna relación con la actual coyuntura que atraviesa a toda la clase trabajadora y los sectores populares, que persigue y mata a militantes de la izquierda como el caso aún sin solución de Marielle Franco, o como la actual persecución a 23 activistas de Río de Janeiro. Quieren llevar una campaña por democracia sin tantas presiones a la militancia petista, sin movilizaciones que los lleven a perder el control de las mismas y por fin evitar que los votos en el PT independientemente de Lula o no, se dispersen.

¡Que decidan los trabajadores! 

Nuestra divergencia sobre la caracterización política desde el proceso del impeachment hasta el momento actual, con algunas corrientes como la LIT y con el propio PT, es que los ataques del gobierno de Temer y su sucursal judicial están dirigidos también contra millones de trabajadores y los derechos conquistados con décadas de lucha y su poder para decidir en la democracia representativa. Es el pueblo quien debe, por sí mismo, decidir si es bueno votar a Lula o no. Que esté prohibido hacerlo por la decisión de funcionarios no electos por nadie es un retroceso más en la frágil y joven democracia de Latinoamérica y por eso debe ser repudiado por la izquierda en toda la región.

El problema de fondo no es Lula ni el PT sino el derecho democrático de la mayoría trabajadora a elegir sus propios representantes. Por esa razón exigimos que el PT y la CUT convoquen a una movilización masiva para el día 15 de agosto por el reconocimiento de la candidatura de Lula y contra los ataques de Temer y de la clase dominante hacia los trabajadores.  Planteamos esta perspectiva sin olvidar que el desafío central de los revolucionarios de Brasil hoy es relanzar una perspectiva independiente, de los trabajadores y anticapitalista en las luchas y en las elecciones; por eso defendemos las candidaturas a la presidencia de Guilherme Boulos y Sonia Guajajara (PSOL).

Por Rosi Luxemburgo, SoB 480, 2/8/18

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