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Nov - 1 - 2018

El ataque perpetrado por un neonazi a una sinagoga en Pittsburgh, estado de Pennsilvania, el pasado 28 de octubre dejó un saldo de 11 personas muertas y varias heridas. El atacante, Robert Bowers de 46 años, fue acusado de crimen de odio tras su arresto. Irrumpió la mañana de celebración del Sabbat en el templo ‘The Tree of Life’ al grito de “Todos los judíos deben morir”, efectuando cientos de disparos contra los asistentes.

Fue conocida su actividad en redes como la de ultraderecha llamada Gab, donde manifestaba su adhesión al ultranacionalismo blanco, neonazi. “(…) Una hora antes de llevar a cabo la matanza ha declarado en esa red: “HIAS quiere traer a gente que matan a nuestra gente. No puedo sentarme y ver cómo mi gente es masacrada”. HIAS es la Sociedad Hebrea de Ayuda al Inmigrante, un grupo que trabaja para acoger a migrantes y refugiados y que se ha enfrentado duramente a la política de Donald Trump de prohibir la entrada de personas de determinados países de mayoría de población musulmana en EEUU.”[1]     

Días atrás se vivía la conmoción de un crimen racista y de odio contra dos ciudadanos negros en un supermercado en Kentucky. El atacante, llamado Gregory Bush (51), antes de cometer el crimen dijo a un cliente que se encontraba en la caja, que se quede tranquilo, que no iba a ser lastimado, porque “los blancos no matamos a blancos”.

Este clima de intolerancia y crecimiento de este tipo de ataques perpetrados por grupos neofascistas, es parte de un fenómeno que encuentra en la figura y política de Donald Trump a un ferviente impulsor. Es el responsable de agitar consignas ultra reaccionarias, legitimando estos episodios. Así fue en ocasión de una manifestación de grupos de ultraderecha en Charlottesville (Virginia) en 2017, cuando dijo que entre ellos “hay algunas personas muy buenas”. El saldo de esa jornada que tenía como lema “unir a la derecha” fue el asesinato de una manifestante opositora a los ultraderechistas, Heather Hayer, a manos de un supremacista blanco que participaba en la misma.

Mientras el repugnante magnate y presidente se limita a sugerir mayor presencia de guardias armados en los lugares de culto, la condena más enérgica y efectiva debe venir de las calles, de la organización en cada lugar contra el apogeo de estos grupos y sus consecuencias, de la pérdida de vidas humanas por su religión, origen, color de piel, orientación sexual, etc. Es evidente, por otro lado, que la política reaccionaria del gobierno de Israel y los grupos sionistas aliados de Trump es funcional a  la proliferación de estos grupos derechistas. Como vemos con este caso, la islamofobia cuidadosamente cultivada por el imperialismo yanqui y el Estado de Israel le da de comer a todo tipo de ideologías ultra reaccionarias como el propio antisemitismo.

Derrotar las políticas reaccionarias de Trump, como las de ‘Tolerancia Cero’ contra la inmigración, que ya tuvo algunos reveses como la vuelta atrás en la prohibición a ciudadanos de países de origen árabe de entrar legalmente a Estados Unidos.

El gobierno de Trump y los grupos reaccionarios que lo apoyan despiden el olor nauseabundo propio de un capitalismo que busca descargar su crisis sobre las espaldas de los explotados y oprimidos, fomentando división por abajo, para que la consciencia y organización de los mismos no se vuelva contra los únicos y verdaderos enemigos, los capitalistas y el imperialismo.

[1] https://www.elmundo.es/internacional/2018/10/27/5bd47bdb22601de10c8b4657.html

Por Luz Licht. IzquierdaWeb, 31/10/18

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