Nov - 5 - 2018

Siguiendo los pasos de Trump, Bolsonaro no sólo anunció el traslado de la embajada brasilera en Israel a Jerusalén, sino que sostuvo que «Palestina no es un país» y dijo que cerrará su embajada en Brasilia. Un guiño fascista descarado al apartheid y el genocidio palestino.

El ultraderechista recientemente electo anunció hace pocos días en una reunión con medios de prensa televisivos que trasladará la embajada de Brasil desde Tel Aviv hacia Jerusalén, tal como lo hizo Trump meses atrás y el gobierno de Guatemala.

A su vez, Bolsonaro sostuvo que cerrará la embajada Palestina en Brasilia: “Palestina no es un país” dijo en una entrevista en la que sostuvo que la presencia de diplomacia Palestina en su país era producto de una negociación con “terroristas”. En formato siglo XXI pero en claro alineamiento histórico con el fascismo, Bolsonaro niega a un pueblo entero su propio derecho a la existencia. De ahí a justificar el genocidio del pueblo palestino hay menos de un paso.

Como vemos, el neofascismo del siglo XXI tiene por nave insignia la islamofobia, junto a sus clásicos ideológicos como el racismo, la misoginia y el “anticomunismo”.

Toda una provocación y señal política a favor del Estado genocida de Israel. Por eso su Primer Ministro Benjamin Netanyahu salió a celebrar la noticia y calificarla de ‘histórica’. Fue anunciada así una alianza que se proyecta en el plano internacional de un carácter sumamente reaccionario. Bolsonaro, así, se alinea también de forma incondicional bajo la protección de Trump.

Se espera que Netanyahu se haga presente en la asunción del ex militar en enero del próximo año, dando así su guiño cómplice al peligro que Bolsonaro implica para las libertades democráticas luego de él mismo protagonizar el aplastamiento militar sistemático de la población palestina. En línea con eso declaró para el periódico BoazBismuth que Israel contará con el voto de Brasil en las Naciones Unidas “sobre casi todas las temáticas que involucran al país”.

Recordemos que la arbitraria declaración de Jerusalén como capital del Estado de Israel sólo tuvo el apoyo de Donald Trump y el cínico “repudio” del resto de los líderes mundiales. Si bien Guatemala se sumó al reconocimiento de la nueva capital mudando su embajada, en mayo Paraguay tuvo que dar vuelta atrás con sus intenciones de hacer lo propio.

El avance del ultra derechista no tiene solamente consecuencias locales o regionales. En América Latina se ha fortalecido el alineamiento incondicional con Estados Unidos –y por extensión, con sus socios del Estado sionista- en sus disputas por la hegemonía mundial, incluida la conflictiva zona de Medio Oriente.

Redacción IzquierdaWeb, 5/11/18.

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