May - 29 - 2019

Por Deby Calderón Vega

Nuevo Partido Socialista

¡Ya Basta!

Los pasados 23 y 24 de mayo se realizó el Congreso Ecologista 2019 en el marco del 30 aniversario de la creación de la Federación Costarricense para la Conservación de la Naturaleza (FECON), y a la cual felicitamos por una larga trayectoria de luchas por el ambiente. Saludamos y reconocemos este importante esfuerzo material, organizativo y reflexivo, que sin duda ha requerido el trabajo de muchas personas comprometidas con las luchas sociales y ambientales.

Colocamos una breve reflexión sobre la actividad, que sin abarcar todos los puntos discutidos en el espacio, intentará recoger las discusiones que más llamaron nuestra atención y en las cuáles podríamos aportar como organización que empieza a asumir los criterios ecologistas para un proyecto revolucionario de nueva sociedad.

Ser ecologista, ser anticapitalista

El ecologismo es un movimiento social y político con gran vigencia en Costa Rica y en el mundo, dada la preocupante crisis ecológica en la que nos tiene este sistema capitalista donde se prioriza la ganancia privada para la acumulación de capital y donde los bienes de la naturaleza se convierten en una mercancía más, explotable, utilizable e indispensable para generación de riquezas.

Aunque no todo el activismo y sus organizaciones parten de este mismo criterio para posicionar e impulsar sus luchas, objetivamente la diversidad de luchas que se dan en las comunidades, pueblos indígenas, centros de trabajo o incluso en las ciudades, se colocan contrarias a los intereses del capital, sus empresas y su Estado.

El primer panel de discusión evidenció esto en la exposición del compañero indígena Emmanuel Buitrago del Frente Nacional de Pueblos Indígenas (FRENAPI), pues hizo referencia a que la lucha ecologista es contra el sistema, el capitalismo, el neoliberalismo y el neocolonialismo, elementos que el sector indígena tiene bastante claros, dadas las condiciones de explotación y despojo a las que han sido sometidos desde la colonización de América, lo que les ha limitado sus formas de vida tradicionales así como sus ancestrales formas sustentables de relacionarse con la naturaleza.

Asimismo, y a raíz del asesinato político de Sergio Rojas afirmó que “la criminalización evidencia que al capital no le importa la vida, ni los ríos, ni la naturaleza”. Nunca al Estado burgués, ni al sistema, ni a sus empresarios les va a importar la vida, porque en primer lugar están sus ganancias privadas, y si para esto tienen que matar, corromper, destruir o contaminar, lo hacen sin ningún reparo.

Por su parte, Eva Carazo expuso sobre el ecologismo comunitario y afirmaba que en la mayoría de las ocasiones las comunidades se organizan para luchar “porque no quedó más remedio” cuando una piñera te contaminó tus fuentes de agua, o cuando una empresa pretende privatizarte el río. No queda de otra cuando el sistema amenaza tus condiciones históricas de vida para que unos cuantos se enriquezcan. Esto coloca a las comunidades objetivamente contra los intereses del capital, que se ve impedido de mercantilizar los bienes naturales, para seguir siendo aprovechados colectivamente.

En síntesis, este primer panel nos coloca frente a la siguiente situación: la lucha ecologista (se reconozcan o no las organizaciones o activistas así) debe ser anticapitalista, porque es este sistema de producción, el Estado y sus empresas los principales responsables de la crisis ecológica que atraviesa el mundo y por lo cual, las posiciones de nuestras luchas son necesariamente contra este sistema.

A pesar de esta posibilidad revolucionaria tenemos una enorme limitación: si la lucha es contra el capitalismo, carecemos todavía del apoyo de un sector social fundamental en la lucha contra el capital, la clase trabajadora, la que trabaja en las empresas de monocultivos, la que transforma la tierra para extraer minerales metálicos o no metálicos, la que construye represas para generar electricidad, la que llena de alimentos nuestras mesas (y lastimosamente cargadas de agrotóxicos).

Desde nuestro punto de vista, es necesario ganar a la clase trabajadora como sector social para luchar contra el desastre ecológico y el sistema capitalista, y sin la cual será imposible construir otro futuro donde seres humanos y naturaleza volvamos a ser uno. Por esta razón, como ecologistas debemos empezar a esbozar propuestas radicales e incluso revolucionarias (socialistas), para ganar a los sectores de la sociedad explotados y oprimidos, que le oponga una salida a este podrido sistema capitalista.

La necesidad de un programa unificado del ecologismo

Otro aspecto que llamó nuestra atención es la necesidad expresada en varias ocasiones por diferentes personas de un programa unificado del ecologismo para articular el movimiento. Lo que tenemos es una gran cantidad de organizaciones, que se enfocan en mayor o menor medida en una u otra lucha y que no necesariamente se relacionan con el conjunto de las luchas. Es decir, hay una fragmentación de luchas ecologistas, que si bien son valiosas por sí mismas, no se relacionan necesariamente con el todo, con la lucha contra el capitalismo. Hacia ese norte, nos parece, hay que empezar a avanzar.

El caso de Crucitas es un buen ejemplo. Gracias a la movilización social se logró derrotar el proyecto de minería de oro a cielo abierto, pero en este momento hay coligalleros destruyendo bosques en la zona, contaminando con cianuro las tierras y aguas. Evidentemente no es responsabilidad del ecologismo lo que está pasando en Crucitas, pero para luchar contra el sistema capitalista hay que ganar a los sectores sociales explotados y oprimidos por este sistema. ¿Cómo hacemos para ganarlos al ecologismo sino es ofreciendo salidas sustentables, anticapitalistas y revolucionarias?

Sobre esto, nuestro criterio como socialistas y ecologistas es el siguiente: no puede haber una salida ecologista sin la clase trabajadora, sin los sectores sociales explotados, excluidos, oprimidos. El ecologismo parte del criterio dialéctico de que todo está relacionado, así que nuestras posiciones y propuestas deben necesariamente incluir el elemento social. El mérito de la ciencia ecológica es precisamente la capacidad que tiene de ver las interacciones entre los elementos bióticos, abióticos y antropogénicos, por lo cual el criterio ambiental es solamente uno de los factores.

Otro ejemplo es la crisis social en Puntarenas. El 26 de junio de 2018, Semanario Universidad daba cuenta de la crisis de empleo en esta localidad, ya que la Sala Constitucional dio la razón al ambientalismo por el desastre que produce la pesca de arrastre, lo que resultó en la cancelación de las licencias de camaroneo y por supuesto reducción del principal sector empleador en la zona. Actualmente Puntarenas carece de fuentes de trabajo, de soluciones, y por lo tanto, de muchos problemas sociales relacionados, como la búsqueda de salidas como el narcotráfico o la delincuencia. De nuevo, no es responsabilidad del ecologismo este caos social, es del sistema capitalista y del Estado burgués, pero ¿cómo ganamos la conciencia de estos sectores explotados y oprimidos fundamentales para la lucha contra el capitalismo?

Desde nuestro punto de vista debemos avanzar a un programa que unifique no solo al ecologismo, sino la totalidad de nuestras luchas: obreras, feministas, por la diversidad sexual, indigenistas, campesinas y sin duda las ecologistas. De lo contrario caemos en unilateralidades, en propuestas parciales, fragmentarias, que terminan por impedir que ganemos la conciencia de los sectores “de abajo”.

Es necesario plantear nuestras propuestas contemplando siempre la condición de vida de las personas que trabajan. En el caso de Puntarenas, acompañar la campaña contra la pesca de arrastre con un plan nacional de reconversión productiva para ofrecer empleos dignos, de la mano de la clase trabajadora pesquera, y no impuesta desde arriba como un mandato del Estado opresor, que te impide trabajar y que como pescador no entendés porqué no te dejan hacerlo.

Es necesario en la lucha contra el capitalismo, ofrecer la propuesta de la expropiación de la tierra contra la expansión piñera, por colocar otro ejemplo, donde se entregue la tierra a manos de la clase trabajadora y el campesinado sin tierra, para que se ponga en función de la producción necesaria del pueblo trabajador, sin patronales explotadoras, con criterios ecologistas, con técnicas sustentables como la agroecología y en el marco de un proyecto de soberanía alimentaria.

No tenemos duda de que el ecologismo puede tener una y mil propuestas superadoras del capitalismo destructor, de la mano de la naturaleza, de la clase trabajadora y de los sectores explotados y oprimidos. El futuro tiene que ser ecologista, de lo contrario solo nos queda la barbarie. Debemos plantearnos la enorme tarea de destruir al capitalismo y la construcción de un mundo sobre bases ecologistas, socialistas, feministas y anti-colonialistas.

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