Jun - 24 - 2019

Por Redacción 

El domingo 23 de junio se realizó la Marcha de la Diversidad en San José. Está fue la décima edición y, año con año, aumenta la cantidad de personas que la frecuentan. 

Una marcha progresiva

En términos generales, la Marcha de la Diversidad es muy progresiva, pues refleja una tendencia democrática contra la homolesbobitransfobia entre un amplio sector de la población, principalmente entre la juventud. 

Para esta ocasión se estima que 500 mil personas abarrotaron las calles de la capital, una cifra muy alta si consideramos que la población total de Costa Rica apenas supera los cinco millones.

Por otra parte, el crecimiento de la marcha es una respuesta al avance de los sectores y partidos conservadores en los últimos años. De esta forma, los discursos de odio esgrimidos por los partidos evangélicos y otros sectores de derecha reaccionaria, tiene por respuesta una ola de reclamos democráticos sumamente masiva. 

En otro orden, no podemos dejar de señalar lo significativo que tiene esta jornada en un país de tradición católica, donde incluso el Estado aún se define como confesional (artículo 75 de la Constitución Política). Tomar las calles para expresar de forma abierta su orientación sexual, es un acto liberador para muchas personas que, cotidianamente, afrontan situación de discriminación en sus familias centros de trabajo y estudio, etc. 

Los límites de la movilización

Por otra parte, es necesario sopesar los límites que tiene esta jornada. En primer lugar señalemos su vaciamiento histórico-político, pues nunca se hace referencia a la lucha de Stonewell de 1969, cuando la comunidad LGBTIQ (en particular los sectores populares más expuestos a la violencia estatal) protagonizó un motín contra la persecución y hostigamiento policial. 

Nada de esto figura en los medios de prensa, ni  antes ni durante la Marcha de la Diversidad, pues va a contramano del discurso «light» pro derechos humanos con que la organización maneja la convocatoria. Esto tiene sentido, pues reivindicar una jornada de lucha protagonizada por travestis afroamericanos, latinos y de sectores populares, contrasta con la imagen de movimiento LGBTIQ de clase media vallecentralino que le imprime la organización. 

En síntesis, es una jornada que cada día está más teñida de «capitalismo rosa», dónde marchan embajadas de países imperialistas (como la de Israel), transnacionales explotadoras de la clase trabajadora y figuras políticas del «establishment» burgués criollo, para figurar en medios como pro derechos humanos. Incluso en esta edición participó el presidente Carlos Alvarado, el mismo que hace pocos meses reprimió la huelga contra el Combo Fiscal, impuso el IVA a la canasta básica (a la vez que otorgó amnistías tributarias a las grandes empresas) y actualmente apoya un proyecto de ley que apuesta a eliminar el derecho a huelga en el país. 

¡El capitalismo y la homolesbobitransfobia no van más!

Desde el Nuevo Partido. Socialista (NPS), Las Rojas y Ya Basta nos sumamos a la marcha con una hermosa y dinámica columna (que reunió alrededor de 50 personas). Nuestra batucada agitó por más de tres horas contra la homolesbobitransfobia, el patriarcado y las Iglesias. Además levantamos las consignas de Estado laico y aborto legal, así como la unidad con las luchas de la clase trabajadora. 

Es necesario profundizar las tendencias democráticas y progresivas del movimiento LGBTIQ en un sentido anticapitalista, distanciándose de los intentos de cooptación del movimiento por el capitalismo rosa. Las luchas de los sectores oprimidos deben unirse a la lucha contra la explotación de clase, para darle vuelta a todo y refundar la sociedad sobre nuevas bases sociales. 

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