Ago - 9 - 2019

Por Víctor Artavia

En las últimas semanas de junio el país entró en una nueva coyuntura, marcada por una intensificación de la polarización política y un recomienzo de las luchas de diversos sectores sociales.

Un país polarizado

Por polarización nos referimos a una situación donde predominan las tendencias a la división a lo interno de la sociedad, haciendo cada vez más complejo articular salidas negociadas. Es un escenario donde se debilita el centro político y, por consiguiente, tienden a fortalecerse los conflictos sociales.  

Desde nuestra perspectiva, Costa Rica atraviesa una situación de polarización que, antes que tender a cerrarse, pareciera que se intensifica. No es para menos, pues tiene raíces materiales profundas, en particular la precarización en las condiciones de vida de la clase trabajadora y los sectores populares tras décadas de neoliberalismo, las cuales se potencian con el ajuste fiscal que impulsa la actual administración de Alvarado.

Las cifras oficiales dan cuenta de ello: la desigualdad –medida con el coeficiente de Gini- pasó del 0,45 en 1990 al 0,51 en 2018[1]; se redujo el crecimiento esperado del PIB para este año al 2.22% (del 3.20% estimado en enero); alrededor de 300 mil personas están desempleadas y otro millón sobrevive con trabajos informales. La Costa Rica del bicentenario es cada vez más neoliberal y menos social, lo cual mina las condiciones de vida que durante décadas permitieron cierto grado de consenso social y estabilidad en las representaciones políticas alrededor de Liberación Nacional (PLN) y, posteriormente, en alternancia con la Unidad Social Cristiana (PUSC).  

La polarización fue evidente en la campaña electoral anterior, en ese momento en torno al ascenso de los neopentecostales y sus ataques contra los derechos de las mujeres y la población LGBTIQ. Pero también se manifestó en la huelga contra el Combo Fiscal (setiembre-diciembre 2018), en ese caso contra la aplicación del ajuste fiscal impulsado por Carlos Alvarado, el cual dejó en claro que su gobierno representa a los de arriba contra los de abajo. Por último, fue patente en las recientes jornadas de lucha protagonizadas por estudiantes de secundaria y traileros, a lo cual nos referiremos más adelante.

Por último, señalemos que los escenarios de polarización son muy volátiles, pues pueden decantarse hacia la derecha o la izquierda, lo cual aplica para los procesos electorales pero también las luchas sociales. En este sentido, pueden ser instrumentalizados en beneficio de partidos de derecha con un discurso populista y “anti-sistémico”, aunque al final se coloquen en función de los de arriba. Esto explica que sectores de la clase trabajadora y populares busquen en Nueva República una alternativa, porque este partido se proyecta como oposición (populista y de derecha conservadora) al gobierno neoliberal del PAC (aunque voten en común proyectos en la Asamblea Legislativa), al cual referencian como el responsable de la crisis social que les afecta.

Un recomienzo de las luchas

El clima de polarización genera condiciones para el desarrollo de lucha sociales en respuesta a los ataques por la derecha. En el caso nacional, el gobierno de Carlos Alvarado asumió desde el inicio un perfil provocador y anti-obrero, sintetizado en la conformación de su gabinete con figuras provenientes del PUSC y las cámaras empresariales (como André Garnier). Por eso impuso a “golpe de tambor” la aprobación del plan fiscal y el 25 de julio hizo alarde de su perfil autoritario cuando el presidente Alvarado apeló al “pueblo que es silencioso” y enfatizó en que no las protestas no lo van a detener.

Pero este ajuste fiscal (así como el conjunto de su agenda neoliberal) representa un desplazamiento hacia la derecha de la correlación de fuerza entre las clases sociales, con la consecuente ruptura de cierto punto de equilibrio en el “pacto social”.

En este contexto se produce un recomienzo de las luchas desde abajo contra los ataques de los de arriba. La  huelga contra el Combo Fiscal fue una primera muestra de esto y, aunque terminó con una victoria para el gobierno, no representó una derrota contundente del movimiento sindical ni cerró la polarización por el contrario, alimentó aún más el desencanto con la administración de Alvarado.  

Esto fue evidente a medida que se aproximaba la entrada en vigencia del IVA el 1° de julio. En torno a esta fecha se articularon diversos movimientos de protesta, los cuales desencadenaron una fuerte jornada de movilizaciones que pusieron al gobierno a la defensiva por varios días. El punto de arranque lo dieron los pescadores que protestaron en Casa Presidencial el 25 de junio, exigiendo que los productos del mar fueran reincorporados a la canasta básica y exonerados del cobro del 13% del IVA. Pocos días después le siguieron los traileros y estudiantes de secundaria, quienes confluyeron en las calles de todo el país (con particular fuerza en las zonas rurales y costeras) protestando contra el IVA y exigiendo la salida del Ministro de Educación, lo cual se logró el 1 de julio cuando Edgar Mora entregó su carta de renuncia al Presidente, consumando un triunfo parcial del movimiento de lucha.

A partir de este momento se abrió una coyuntura de huelgas que sigue al momento de escribir este editorial, con movimientos convocados por APSE, UNDECA, ASDEICE, entre otros sindicatos; además el movimiento feminista empieza a re-articularse con la exigencia de la firma de la norma técnica para el aborto impune.

Como todo proceso de recomienzo de las luchas presenta aspectos progresivos, pero también déficits. Sobre sus alcances señalemos que bastó un año de la administración de Carlos Alvarado para que amplios sectores sociales extrajeran la conclusión de que es un gobierno que defiende los intereses de de arriba, por lo que no dialoga ni tiene interés en conciliar. Esto fue mucho más complejo durante el pasado gobierno de Luis Guillermo Solís, el cual utilizó más la carta de la negociación para desmovilizar y aplicar el ajuste fiscal de manera más regulada o por “cuotas”. Además es un hecho que la gran mayoría de la clase trabajadora del sector público rompió con el gobierno ante los ataques sistemáticos contra sus conquistas salariales, algo novedoso pues hacían parte de la base electoral del PAC.

Sobre los límites del proceso, empecemos por destacar que impera la tendencia hacia la fragmentación de las luchas, pues cada sector sale a pelear por sus agendas gremiales inmediatas. Esto es potenciado por las dirigencias sindicales burocráticas, las cuales dividen artificialmente a las bases sindicales para que no se movilicen de forma unificada, lo cual podría dar paso a una radicalización que sobrepase el control de la burocracia y cuestione la gobernabilidad de Carlos Alvarado. No es casual que fuesen los pescadores, estudiantes de secundaria y traileros quienes radicalizaron el proceso con métodos de lucha más fuertes, pues son sectores que no están bajo el control de las dirigencias sindicales burocráticas.

Junto con esto, es notorio que las dirigencias sindicales burocráticas no enfrentan el ataque del gobierno y las cámaras patronales, sino que su orientación es adaptarse al ataque y renegociar los términos del mismo, procurando que sea más leve, pero nunca apostando a derrotarlo por completo.

Por último, hay que problematizar la división existente entre las luchas sindicales contra el ajuste neoliberal y las peleas de carácter democrático (feministas, LGBTIQ, Estado laico), lo cual representa un límite para el desarrollo de la lucha de clases en el país, pues facilita la instalación de una “falsa polarización” entre progresismo (PAC) y conservadurismo (Nueva República), donde la disputa pareciera limitarse a un choque cultural entre agendas democráticas y conservadoras, obviando el carácter de clase burgués que representan ambos bloques, así como el giro conservador que experimenta el presidente Alvarado con sus visitas a los cultos evangélicos y aproximaciones con la Conferencia Episcopal.

Esto, insistimos, es una grieta que es preciso superar, pues introduce una distorsión en las luchas, al dividir y enfrentar a sectores de la clase trabajadora, las mujeres y la población LGBTIQ como furgón de cola de un bando burgués, tal como quedó evidenciado durante las jornadas de bloqueos de estudiantes de secundaria y traileros; además es una carta que juega a conveniencia del PAC, porque lograr que sectores de la población cierren filas con el gobierno (o el candidato presidencial de turno) para evitar un “mal mayor”.

¿Una lucha progresiva o regresiva?

En torno a la lucha de secundaria y los traileros se abrió un debate sobre el carácter de las movilizaciones, pues algunos sectores vinculados a Nueva República trataron de instrumentalizar el proceso con reivindicaciones conservadoras. Debido a esto, hubo activistas sociales que optaron por distanciarse de las movilizaciones al ubicarlas como parte de un movimiento conservador. 

Desde el Nuevo Partido Socialista (NPS) valoramos que la huelga estudiantil de secundaria fue un movimiento progresivo, aunque no exento de contradicciones políticas. Su rasgo más progresivo es que marcó la entrada en la escena política de miles de jóvenes en lucha contra el gobierno de Carlos Alvarado. Podemos afirmar que un sector de masas de la juventud costarricense procesó una ruptura con el PAC por medio de movilizaciones y cortes de ruta, pero que además le impuso (en unidad con  los traileros) al gobierno la destitución de un ministro.

¿Qué hubo partidos evangélicos queriendo instrumentalizar la lucha en curso a favor de su agenda reaccionaria? Es totalmente cierto y es algo que no se va acabar con sectarismo hacia la gente que sale a pelear. Nueva República tiene trabajo de base en las comunidades por medio de las Iglesias neopentecostales, por lo cual refleja el malestar de muchos de esos sectores contra el gobierno, aunque lo haga en términos populistas y conservadores. Además tiene a su favor ser el único sector que, de forma sistemática, hace oposición al gobierno del PAC, lo cual le permite perfilarse como una alternativa de cambio ante sectores más amplios de la sociedad.

Muy diferente sería el escenario si la cúpula del Frente Amplio (FA) y Villalta fuesen oposición de izquierda al gobierno, pero optaron por plegarse al mismo y están neutralizados políticamente. De hecho el FA guardó silencio durante los días de mayor intensidad de la lucha de secundaria y traileros: el partido de “izquierda” con su diputado Villalta, no aportó ninguna perspectiva de lucha para derrotar al gobierno del PAC y propinar un golpe al avance de la agenda neoliberal en el país.

¿Qué las representaciones políticas de los sectores populares en lucha son confusas? Es indudable, pues cuando los movimientos adquieren dimensiones de masas también hay espacio para la confusión sobre qué salidas plantear ante las situaciones de crisis: hay claridad de lo que no se quiere, pero muchas veces poca perspectiva sobre la superación al conflicto. Las luchas espontáneas son muy ricas por su fuerza social y creatividad, pero también con límites sobre qué programa desarrollar.

En cuanto a sus contradicciones, señalemos que el proceso desnudó la despolitización que impera en los movimientos sociales, sobre todo en materia de unidad en las consignas y plataformas organizativas, lo cual fue aprovechado por la burguesía para desatar una campaña contra los estudiantes de secundaria haciendo eje en sus contradicciones discursivas. En medio de una coyuntura donde la burguesía cierra filas para aplicar el ajuste fiscal, la lucha política se torna más agresiva y cada punto débil lo van a explotar para golpear las protestas.

Por eso, partiendo de reconocer que los estudiantes de secundaria libraron una lucha progresiva y dieron un paso al frente muy valioso, no se puede obviar esta debilidad que hay que superar para el futuro con la formación política entre la juventud estudiantil, tarea que atañe a las corrientes de izquierda.

¡Por un Encuentro Nacional de Lucha para derrotar el ajuste fiscal y los ataques del gobierno!

Desde el Nuevo Partido Socialista (NPS), la corriente estudiantil ¡Ya Basta! y la Las Rojas, llamamos a las organizaciones sindicales, estudiantiles y movimientos sociales en general, para impulsar la convocatoria a un Encuentro Nacional de Lucha (ENL), con el objetivo de construir plan de lucha unitario en defensa del derecho a huelga, exigir la derogatoria del IVA y la regla fiscal, el retiro inmediato del proyecto de educación dual.

Asimismo, es indispensable diferenciarse de los partidos neopentecostales que pretenden capitalizar los justos reclamos de los de abajo como parte de su agenda conservadora, operativo al cual oportunistamente se sumó Albino Vargas y su bloque sindical al incluir en su pliego petitorio la defensa de los «valores cristianos», o como hizo la dirigencia de la ANDE pidiendo al intervención del Papa entre el gobierno y los sindicatos.

Por eso es fundamental incluir como una de las exigencias la reivindicación de ESTADO LAICO YA, con el objetivo de contrarrestar a estos sectores evangélicos de la política nacional, pero también para exigirle al gobierno de Alvarado que tome medidas efectivas en este sentido, pues no ha hecho nada hasta el momento.

Además es indispensable impulsar la construcción de una alternativa de izquierda en todo el país, que se convierta en un espacio para la organización y politización de lo mejor del activismo sindical, estudiantil, feminista, ecologista, etc. Para eso construimos el Nuevo Partido Socialista (NPS), la juventud del ¡Ya Basta! y Las Rojas: queremos poner en pie un partido de izquierda anticapitalista para exigir que los ricos paguen la crisis fiscal; feminista para luchar contra todas las formas opresión patriarcal y por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito; ecologista porque nuestro medio ambiente vale más que las ganancias del gran capital que destruye la naturaleza para enriquecer a unos pocos. Invitamos a quienes coincidan con esta tarea a sumarse a nuestra organización.


[1] María Flórez Estrada, «La política salarial del sector público explica buena parte del aumento en la desigualdad», en https://semanariouniversidad.com/pais/la-politica-salarial-del-sector-publico-explica-buena-parte-del-aumento-en-la-desigualdad/ (Consultado el 02 de agosto de 2019).

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