Jul - 18 - 2014

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Con el pretexto del asesinato no aclarado de tres jóvenes estudiantes de escuelas religiosas ultra-ortodoxas en Cisjordania, ocurrido a fines de junio, el gobierno de Israel ha lanzado otra de sus operaciones de genocidio en la Franja de Gaza.

Además de mantener un régimen permanente de ocupación, en que los palestinos carecen de derechos y pueden ser maltratados, encarcelados, torturados y asesinados a voluntad de los colonizadores sionistas, Israel ha creado en la Franja de Gaza el mayor campo de concentración de la historia. Con la colaboración de los sucesivos gobiernos de Egipto –ahora el del nuevo dictador, el general al-Sisi–, que custodian la puerta trasera de ese campo de concentración, Israel tiene prisioneros en Gaza a 1.800.000 palestinos.

Esta población es parte de los descendientes de la “Nakba” (en árabe, “catástrofe”) una de las mayores “limpiezas étnicas” de la historia, la que perpetraron los sionistas al crearse el Estado de Israel en 1948. Mediante masacres calculadas para sembrar el terror entre los palestinos, los colonizadores sionistas –apoyados y armados por los imperialismos de Occidente y también por la Unión Soviética gobernada por Stalin– lograron que gran parte de los palestinos huyera en distintas direcciones. Quienes se dirigieron al sur por la costa del Mediterráneo, quedaron atrapados en la llamada “Franja de Gaza”.

Gaza es, entonces uno de los productos de la «limpieza étnica» del pueblo palestino llevada adelante por los colonizadores sionistas, desde su desembarco bajo el protectorado del Imperio Británico y que dio un salto con la proclamación del Estado de Israel en 1948 y la guerra de 1967.

Mapa de la "limpieza étnica" del pueblo palestino. En gris oscuro, el territorio palestino. En blanco, los territorios ocupados por los colonizadores sionistas.

Mapa de la «limpieza étnica» del pueblo palestino. En gris oscuro, el territorio palestino. En blanco, los territorios ocupados por los colonizadores sionistas.

Desde entonces, los palestinos que no fueron masacrados o expulsados de su tierra, han sido encerrados en diversos guetos o bantustanes rodeados de muros. Gaza es sólo el peor de ellos. Los otros están situados en Cisjordania, bajo la ocupación directa de tropas de Israel. (Ver mapa) En Cisjordania existe una “Autoridad Palestina” que en buena medida es un títere de Washington, que a su vez es el gran protector de Israel.

La lógica de una colonización

Israel lleva al extremo la lógica de los enclaves coloniales: el desplazamiento y/o el exterminio de la población originaria. Eso determina asimismo el régimen que Israel, mientras tanto, impone a los palestinos en los territorios que domina: un sistema racista de «apartheid», similar al que los blancos aplicaban a los negros en Sudáfrica.

Como sucedía con los negros sudafricanos, los palestinos pueden «legalmente» ser desplazados de sus territorios, sus viviendas demolidas para construir colonias sionistas, encarcelados sin proceso alguno (hay miles y miles en prisión), torturados y asesinados impunemente.

Pero lo de Israel es cualitativamente peor que la Sudáfrica blanca del siglo pasado. En Sudáfrica, las proporciones de población y las necesidades económicas de explotación de los negros, hacía imposible llegar a un desplazamiento y/o exterminio total de la población nativa. En cambio, en Palestina, esto ya es un objetivo proclamado abiertamente por un amplio sector de los colonizadores, representado en el gobierno de Israel por su ministro de Relaciones Exteriores, Avigdor Lieberman. Ya en el 2009, Lieberman se hizo mundialmente famoso por proponer la “solución final” del problema palestino: arrasar con bombas nucleares la Franja de Gaza y expulsar a Jordania a la población de los guetos palestinos de Cisjordania.[[1]]

Pero esta larga historia de horror ha sido también la historia de la lucha del pueblo palestino. Una lucha desigual pero heroica y que nunca ha cesado. Una lucha que cuenta con la inmensa simpatía de los pueblos hermanos del Medio Oriente, y de amplios sectores en el resto del mundo.

El Estado racista de Israel ha podido, sin embargo, mantenerse por varios motivos. En primer lugar, porque este enclave colonial es al mismo tiempo la cabecera de playa del imperialismo yanqui (y por su intermedio de sus socios europeos de la OTAN) en el estratégico Medio Oriente. Pero, en segundo lugar, han sido también decisivas las traidoras capitulaciones de las burguesías árabes y sus gobiernos (incluyendo a algunos que algún momento posaron de “nacionalistas” y “progresistas”).

Mientras por un lado EEUU apaña incondicionalmente a Israel como si fuese territorio propio (de hecho, se lo caracteriza como el estado Nº 51 de la Unión), por el otro lado, Washington siempre cultivó estrechos lazos con los autócratas, reyezuelos y dictadores que le garantizaban el “orden” en la región, cuya primera cláusula es el carácter sacrosanto de Israel y de la colonización sionista, incluida su licencia para asesinar a todos los palestinos y árabes que se le dé la gana.

La miserable hipocresía de la “comunidad internacional” finge no ver esto. Y su voz se alza sólo cuando el pueblo amenazado de exterminio –en este caso, el palestino– hace algo para defenderse, como ahora con el lanzamiento de algunos misiles de fabricación casera que apenas rozan la piel de Israel, que es la principal potencia militar de la región y además con armamento nuclear.

Por esos motivos, uno de los aspectos más repugnantes, tanto de los gobiernos y los “organismos internacionales” como de la prensa mundial es presentar esto como un conflicto bélico entre partes iguales, cuando ya hay centenares de palestinos muertos y no un solo herido israelí.

El pretexto de otra matanza de palestinos

Como señalamos, el pretexto para esta nueva masacre en Gaza ha sido el asesinato no aclarado de tres jóvenes estudiantes de escuelas religiosas ultra-ortodoxas… en Cisjordania, muy lejos de la Franja pero muy útil como justificativo.

Sin embargo, el inicio del operativo tuvo problemas. Un grupo de colonos sionistas decidió actuar por cuenta propia. Secuestró en Jerusalén a un joven palestino, Mohammed Abu Khadeir, y lo quemó vivo.

Incidentes como estos no son novedad, especialmente en los asentamientos de colonos de Cisjordania. En sus márgenes subsisten poblaciones de palestinos desalojados por la fuerza de sus tierras y viviendas, para dárselas a los colonos. Por eso, un régimen de terror es allí una imperiosa necesidad para tratar de que no reaccionen contra sus opresores. Y esto se ejerce principalmente contra la juventud y la niñez por distintos medios, que van desde las prisiones hasta el puro y simple asesinato. La misma UNICEF –una de esas organizaciones de la “comunidad internacional” a las que jamás se le ocurriría maltratar al sacrosanto Estado de Israel– reconoce que éste detiene ilegalmente a más de 700 niños por año y ha asesinado unos 1.500 en la última década… y esto sin contar a la pilas de cadáveres de toda edad que deja con sus bombardeos periódicos de los guetos palestinos, como Gaza.

Lo del colono y/o el soldado que asesina a un joven o un niño palestino con cualquier pretexto, es un incidente común y corriente. Y, por supuesto, jamás la “justicia” israelí condena a nadie por ese pecadillo. En este caso, lo insólito es que el gobierno de Israel detuvo a algunos de los asesinos que quemó vivo a Khadeir… y un tribunal israelí amenaza que esta vez los van a juzgar en serio…

¿A qué se debe esta rara conducta del gobierno y los tribunales de Israel? El justificativo del ataque a Gaza que estaba en preparación, era el de castigar la muerte de los tres jóvenes sionistas en Cisjordania. Pero la inoportuna intervención de los desaforados que quemaron vivo a Mohammed Abu Khadeir le restaba “legitimidad”. Además, puso de relieve ante el mundo el contexto de bárbara opresión sobre los palestinos, en que se ha producido la muerte de los tres jóvenes sionistas.

Asimismo, el martirio de Mohammed Abu Khadeir se había convertido en un escándalo en la prensa mundial, porque un primo de nacionalidad estadounidense había estado presente y luego fue bárbaramente golpeado por la policía.

Todo esto detonó grandes movilizaciones de protesta en Cisjordania, en la que estuvieron a la vanguardia miles y miles de jóvenes palestinos, que enfrentaron heroicamente la represión.

Para hacer frente esto, el gobierno de Israel se vio obligado a hacer algo insólito: castigar al grupo sionista que actuó por cuenta propia, quemando vivo a Mohammed Abu Khadeir.

El retroceso de las rebeliones árabes y el acuerdo entre las fracciones palestinas

Pero estos “detalles” no deben confundirnos sobre los motivos y las circunstancias más de fondo.

Lo más importante es que el marco político-social de la región es el de los retrocesos y derrotas sufridas por las rebeliones de la Primavera Árabe. El cuadro es desigual, pero muy ensombrecido por esos contrastes.

Así, en Egipto, una nueva dictadura militar, la del general al-Sisi, intenta consolidarse barnizada con “elecciones” fraudulentas. La legítima rebelión popular democrática iniciada en Siria fue ahogada en sangre en una guerra entre la dictadura de la familia Assad y diversas fracciones sectarias, una peor que la otra. Tampoco en Irak, ni la barbarie islamista del ISIS ni el régimen sectario chiíta de al-Maliki marcan salidas progresivas.

En ese cuadro, en general desfavorable para las masas obreras y populares y para las fuerzas políticas independientes, lo de Egipto es particularmente beneficioso para los sionistas. Al-Sisi se presenta demagógicamente como el “nuevo Nasser”. Pero Nasser enfrentaba a Israel, mientras que al-Sisi es otro carcelero de los palestinos de Gaza, como el ex dictador Mubarak.

Otro elemento que alentó la nueva operación militar de Israel fue el reciente acuerdo entre las dos fracciones palestinas, la “Autoridad Palestina” de Cisjordania y Hamas, que gobierna la Franja de Gaza.

Esta “unidad” palestina se daba, además, en un momento diplomáticamente complicado para Israel. Por enésima vez, la pantomima de las “negociaciones de paz” entre el gobierno de Israel y la complaciente “Autoridad Nacional Palestina” para implementar la “solución de los dos estados” no han llegado a nada y se han visto interrumpidas. Es que Israel se niega a poner fin a su política de desalojar a punta de fusil a la población palestina, para construir en sus tierras nuevos asentamientos de colonos sionistas.

¿Cómo se puede hablar de un “acuerdo de paz” y de establecimiento de “dos estados”, si uno de ellos –Israel– se arroga el derecho de desalojar “manu militari” a la población del otro para instalar allí sus colonos? A eso se suma que el único “Estado Palestino” aceptable para Israel, sería un mero bantustán, que no tendría fronteras con ningún otro país. Es decir, otro gran campo de concentración rodeado por el ejército sionista. ¡No podría disponer ni siquiera de recursos propios de agua potable!

Por esos y otros motivos, lo de las “negociaciones de paz”, que con breves interrupciones llevan ya casi tres décadas, es una farsa miserable… Aquí lo único que existe realmente no es un “proceso de paz” sino un proceso de “limpieza étnica”, de genocidio en cuotas. Progresivamente, los palestinos son desalojados y reemplazados por colonos sionistas.

En esta situación, el acuerdo de unidad palestina entre Cisjordania y Gaza era algo que podía tornarse muy molesto para Israel, tanto nacional como internacionalmente. La división política y territorial de los palestinos era una ventaja invalorable para los sionistas.

Ahora, la operación de guerra contra Gaza bombardea también el acuerdo entre Hamas y la “Autoridad Palestina” de Cisjordania. Es que el “gobierno” de Cisjordania presidido por Mahmud Abás –de un servilismo extremo a Washington y a los estados del Golfo– difícilmente acompañaría a Hamas en un enfrentamiento militar con Israel.

El rechazo al acuerdo por arriba entre Hamas y Abás, refleja en Israel un temor a sus consecuencias por abajo. Las grandes y combativas manifestaciones de protestas en Cisjordania por el joven Abu Khadeir, quemado vivo por los sionistas, hizo temer en Israel, quizás con razón, de estar en vísperas de una nueva “intifada”; es decir, de otra sublevación general del pueblo palestino. Ponerse en pie de guerra es también una acción preventiva de un estallido en Cisjordania.

Los últimos acontecimientos iluminaron también ciertas divisiones y crisis políticas en el gobierno sionista. Pero los clivajes no son porque algunos sectores quieran cambiar la política de “limpieza étnica” que constituye el cimiento sobre el que se erigió Israel. La discusión más bien es cómo aplicarla, si seguir con el “paso a paso” o dar un salto en el sentido del exterminio y desplazamiento de los palestinos.

Asimismo, la guerra contra los palestinos es también un medio político para obligar a cerrar filas en el campo israelí. La sociedad israelí no es homogénea. Hay una polarización social creciente entre ricos y pobres, y otras grietas de importancia –por ejemplo, entre colonos de las zonas ocupadas y la población del inicial territorio de Israel, entre sectores laicos y el fanatismo religioso cada vez más potenciado, etc.–. Obviamente, la “solución” clásica de estas peligrosas contradicciones –que se expresaron en las protestas masivas de 2011, que hacían juego con la Primavera Árabe– es exacerbar el racismo antiárabe y mejor aún si esto viene acompañado de una buena guerra. ¡Racismo + guerra, el remedio nazi-fascista a los problemas sociales, funciona muy bien en Israel!

Movilización mundial para impedir otro genocidio en Gaza

Como ya señalamos, los planes genocidas de Israel se ven facilitados por los difíciles momentos que está pasando la “Primavera Árabe”. Sin embargo, esto no implica que los planes sionistas no puedan ser enfrentados.

En estas circunstancias, sería decisivo rodear al pueblo palestino de la mayor solidaridad internacional. La imagen de Israel se ha ido desgastando internacionalmente cada vez más, sobre todo en Europa y también en los países latinoamericanos. Incluso en EEUU, que ha sido su gran protector, Israel ya no tiene el consenso casi unánime para sus crímenes del que gozaba años atrás.

Una fuerte movilización internacional es hoy posible y necesaria para impedir que el pueblo palestino sufra otro baño de sangre.

Por eso llamamos a la más amplia unidad de acción con las consignas de: ¡Basta de bombardeos! ¡Fuera de Gaza las tropas de Israel! Exigimos también a los gobiernos en todos los países, la ruptura de relaciones con el Estado genocida de Israel.

Al mismo tiempo, levantamos un programa socialista revolucionario para una solución de fondo en Palestina. En enero de 2009, frente a otro ataque similar en Gaza, decíamos:

No estamos ante iguales en ningún sentido. De un lado tenemos el pueblo palestino que lucha hace 60 años contra la ocupación, la opresión y la explotación y del otro, el Estado de Israel con el apoyo directo de los EEUU, e indirecto de la mayoría del resto de los países imperialistas.

Es por esto que debemos dejar en claro de qué lado deben estar los trabajadores en esta contienda histórica: del lado de los oprimidos contra los ataques militares o de cualquier orden de los opresores. La verdad es que el imperialismo exige al pueblo palestino la más absoluta rendición, y que acepten la ocupación y colonización directa de su territorio y al Estado teocrático y racista de Israel.

A nuestro modo de ver, no puede haber entre los socialistas revolucionarios ninguna duda de que en cuanto el Estado racista de Israel continúe existiendo, no hay posibilidad alguna de ‘solución pacífica’: esto por el simple hecho de que Israel se sustenta –desde su origen– en el desplazamiento, la colonización y la masacre de la población palestina originaria.

Por esto mismo, esa masacre trae nuevamente la polémica entre las corrientes que se reivindican marxistas, sobre cuál debe ser el programa estratégico y los métodos de lucha en Palestina.

De un lado, está la propuesta de ‘convivencia de dos estados en Palestina’. Como hemos señalado, por su condición de Estado racista y de opresión nacional que tiene Israel, se viene demostrando desde hace décadas que eso es totalmente inviable.

Por otro lado, al mismo tiempo que nos posicionamos por la derrota del Estado de Israel en la actual contienda, y por la victoria de las fuerzas palestinas, señalamos que está demostrado que la destrucción del Estado de Israel y la construcción de un único Estado Palestino laico, democrático y socialista depende de la movilización y la lucha política y militar autónoma de las más amplias masas de trabajadores en los territorios ocupados y en el conjunto de los países árabes. Una expresión de esto fue la experiencia de la apertura forzada de la frontera con Egipto desde Gaza, ocurrida tiempo atrás en manos de las propias masas de la Franja.

Esta perspectiva nos diferencia no sólo de Al Fatah, sino también del propio Hamas, los que además en ninguno de los ambos casos, levantan una perspectiva socialista para los pueblos explotados y oprimidos de la región.

Sólo hay una salida alternativa de fondo: la destrucción del Estado de Israel y la construcción de un Estado palestino socialista y de una Federación Socialista de países de Medio Oriente.

* ¡No al genocidio del pueblo palestino!

* ¡Fuera las tropas sionistas de Gaza!

* ¡Por la destrucción del Estado racista de Israel!

* ¡Por un Estado Palestino democrático, laico, no racista y socialista!


[1].- “Lieberman threatened to nuke Gaza”, Haaretz, October 26, 2009.

Declaración de la corriente internacional Socialismo o Barbarie, 15/07/2014

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