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Sep - 27 - 2014

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Luego de un largo y aletargado verano, la “rentrée” [es decir, el “retorno”, el recomienzo de actividades después de esa estación] arrancó con todo en Francia. Tal vez lo que marcó este comienzo de manera más clara, fue la crisis política que se desató en el gobierno con la salida de varios ministros, encabezados por Arnaud Montebourg, de Economía. Esto obligó al gabinete a presentar la renuncia y conformar un nuevo gobierno, que reafirmó un curso rabiosamente pro-patronal.[1]

Sin embargo, la política del gobierno se choca con dos obstáculos. Por un lado, la presión creciente de la situación económica, el “retraso relativo” de Francia en términos de competitividad capitalista, que tiene como una de sus expresiones una patronal que por más “declaraciones de amor”[2] que haga el gobierno, exige siempre más y más, montando provocaciones contra la clase obrera. Esto no favorece los intentos del gobierno de controlar la situación.

Pero además, el gobierno podría comenzar a toparse con un problema aun mayor: la resistencia organizada de la clase obrera. Gran parte de los malabares que hacen el gobierno y la patronal, tienen que ver con esto: cómo seguir avanzando con la flexibilización laboral y la degradación de las condiciones de trabajo sin “despertar a la bestia”. Sin embargo, la lucha de los ferroviarios antes del verano y la huelga actual en Air France, así como la lucha de los hospitales, parecen anunciar que la clase trabajadora se pone en movimiento.

La crisis política

No nos detendremos extensamente en el análisis de la crisis política que atraviesa el gobierno de Hollande: remitimos al lector al artículo ya citado. Nos limitaremos a un breve racconto de cómo la misma continuó desenvolviéndose desde que se anunció la formación del nuevo gabinete.

Poco después, el Secretario de Estado de Comercio Exterior, el Turismo y los Franceses en el Extranjero, Thomas Thévenoud, renunció a su cargo sólo a nueve días de ser nombrado –rompiendo el record como el funcionario más “breve” de la V Republica–. La razón fue que Thévenoud había pasado varios años sin pagar impuestos (mientras a los trabajadores se les exige “los esfuerzos necesarios”), El ministro alegó una “fobia administrativa” (sic) que también le habría impedido, como revelaron más tarde algunos medios, pagar su alquiler durante tres años, múltiples multas de transito y facturas médicas…

Poco después fue el turno de la salida del libro “Merci pour ce moment” (“Gracias por ese momento”), de Valérie Trierweiler, ex pareja del presidente François Hollande, donde describe aspectos íntimos de su relación. Fue un gran suceso editorial, retomado por la mayoría de los medios de comunicación. Uno de los pasajes mas difundidos fue aquel donde Trierweiler afirma que Hollande se refería a los pobres como los “sin dientes”, frase que fue duramente criticada en el conjunto del espectro político.

Todo esto contribuyo a hundir aun más la imagen del Ejecutivo. Un estudio de opinión publicado hace algunos días, da tan sólo un 13% de imagen positiva a Hollande; Manuel Valls, conserva aun un 35% de imagen positiva, aunque en caída libre desde que asumió como Primer Ministro, cuando aún rozaba el 60%.

El reflejo más importante de este deterioro político del gobierno es el ajustado resultado que obtuvo Manuel Valls durante el voto de confianza a su gobierno en el parlamento. Logró 269 votos a favor, 244 en contra y 53 abstenciones.

Esto es significativo por varias razones. En primer lugar, porque los miembros del Partido Socialista que se abstuvieron pasaron de 11 (en el anterior voto de confianza al gobierno Valls) a 32. Al campo de las abstenciones se sumaron los ecologistas, que ya se habían distanciado del gobierno en el primer nombramiento de Valls, y que no pudo acercarlos para la formación del nuevo gabinete.

Pero la consecuencia más importante es que el nuevo gabinete de Valls está lejos de la mayoría absoluta. Para eso debería contar con 289 votos.

Esto puede presentar graves problemas en el futuro a la hora de votar nuevas reformas laborales, sobre todo si los llamados “frondeurs” (el ala izquierda del PS que se viene absteniendo en estas votaciones) deciden bajo la presión social no votar ciertas leyes. Esto es una posibilidad real, dada la combinación de descontento social creciente y de una patronal que se propone seguir avanzando en la destrucción de las conquistas históricas de la clase obrera.

La provocación de la patronal

Los datos de la situación económica no podrían ser más claros: el Insee (Instituto Nacional de Estadísticas), afirma que Francia tuvo un crecimiento nulo del PBI en el segundo trimestre de 2014. En julio, el desempleo aumentó por noveno mes consecutivo (+27.400 personas); en agosto parecía que disminuía (–11.100 personas), aunque de manera insuficiente para revertir la curva de los últimos meses. Pero agosto suele ser siempre un mes “favorable” al empleo por su carácter turístico.

Frente a esta situación, Pierre Gattaz, jefe del MEDEF[3], corporación de la patronal francesa, realizó una entrevista en Le Monde donde plantea las medidas para crear un millón de empleos para 2020. (O sea, seguir sin trabajo por seis años más no es tan grave; y los dos millones y medio de desempleados restantes podrán esperar 20 años más). Ante la pregunta del entrevistador sobre por qué los 40 mil millones de euros de exenciones fiscales regalados a la patronal no resuelven esa situación, Gattaz responde que eso apenas es como “sacar a un ahogado del agua y empezar a reanimarlo”.

Repasemos brevemente las medidas propuestas. En primer lugar, hay que olvidarse de la jornada de 35 horas. Para Gattaz, lo ideal sería que “cada empresa fije el tiempo de trabajo”: 32, 35, 40…48 horas o más. También es cosa del pasado el salario mínimo. Para los desempleados de larga duración, el jefe del MEDEF propone un salario menor al mínimo, que luego se “completaría” con el seguro de desempleo. Así, se matan dos pájaros de un tiro: terminar en los hechos con el salario mínimo. Es que de suprimirlo para los “desempleados crónicos”, a hacerlo también para el resto de los trabajadores, hay sólo un paso. Además, el Estado es quien debe hacerse cargo del hueco financiero producido. A eso se sumarian otras medidas “menores”: autorizar el trabajo el domingo, tener menos días feriados al año, etc.

El propio Gattaz resume con claridad el fondo del programa del MEDEF: los derechos laborales son demasiado “complicados”… “contrato de trabajo, convención colectiva, código de trabajo”… Lo más simple sería acabar con todas esas regulaciones: “es a nivel de cada empresa que todo debe decidirse”. Fragmentar a los trabajadores, acabar con las regulaciones geberales conquistadas con la lucha, flexibilizar el mercado laboral, degradar las condiciones de trabajo y de vida. He aquí el programa de fondo de la patronal frente a la crisis económica.

Sim embargo, la clase obrera viene demostrando que no va a ser tan fácil acabar con conquistas históricas en términos de derechos laborales. La huelga en Air France y la lucha de los hospitales son una muestra de esto.

La lucha de Air France

Al momento de escribir esta nota, la huelga de los pilotos de Air France entrada en su décimo día. Se trata de la huelga más larga desde 1998, que cuenta con un enorme apoyo (cerca del 70% de huelguistas), y un impacto directo con la anulación en promedio de uno de cada dos vuelos. Las perdidas estimadas son del orden de 15 millones de euros para la compañía, un verdadero golpe desde el punto de vista económico.

El punto central de la huelga es la pelea contra el desarrollo de Transavia, filial low-cost de Air France, que ya se encuentra implantada en Francia y en los Países Bajos, y que la dirección de la compañía prevé desarrollar a nivel europeo. La razón de la contestación es clara: una empresa low-cost significa trabajadores low-cost; o sea, peores salarios, condiciones de trabajo más duras, menos protección. Se trata, en fin, de “deslocalizar” no sólo mediante la apertura de nuevas filiales (por ejemplo en Portugal, donde la flexibilidad laboral es mayor), sino al interior mismo de la compañía, dividiendo a los pilotos en aquellos que gozaran de un mejor estatuto en Air France, y aquellos que tendrán peores condiciones de contratación en Transavia.

Es por esto que desde el inicio del conflicto la reivindicación de los pilotos ha sido el establecimiento de un contrato único para todos los pilotos del grupo, sean de Transavia o de Air France. A medida que la huelga fue avanzando, el eje avanzo hacia la demanda del abandono total del proyecto de Transavia Europa y detener la ampliación de la flota de Transavia Francia. Los pilotos vienen de rechazar una maniobra de la dirección, que pretendía “suspender” el proyecto de Transavia Europa hasta Diciembre, y han decidido continuar la huelga exigiendo el retiro total del plan.

La huelga ha tomado una importancia nacional, tanto por su impacto económico, como por el hecho de que es una respuesta a uno de los principales objetivos generales del gobierno y de toda la patronal: flexibilizar las condiciones de trabajo, mejorar la competitividad capitalista de Francia en detrimento de los trabajadores. Es por esto que desde el primer momento las esferas más altas del poder político intervinieron en contra de la huelga llamando a levantarla, acusándola de “corporativista”, de “manchar la imagen de Francia” y otras canalladas.

Ahora el gobierno parece ensayar una gestión “bonapartista” de la misma, presionando también a la dirección de Air France: el Secretario de Estado de Transportes declaró hoy que el proyecto Transavia Europa había sido abandono, lo que fue desmentido inmediatamente por Air France.

En todo caso, lo que esta claro es que la huelga de los pilotos de Air France puede ser decisiva para la situación política y social en Francia, que su victoria sería una victoria de toda la clase trabajadora. Así lo entienden las patronales de la aviación civil, que han sacado un comunicado común contra de la huelga. Y también lo entienden sectores de trabajadores de Air France que no son pilotos –como el personal de tierra, navegantes, etc.– que apoyan la huelga porque saben que el desarrollo de Transavia significará mayor precariedad para todos.

Construir la unidad de las luchas y la respuesta obrera a la austeridad

Estas dos peleas, Air France y la lucha de los hospitales [ver artículo aparte], están marcando el tono de la rentrée. Se trata de ejemplos de resistencia a los planes de austeridad, que golpean tanto al sector público como al privado, y tienen como centro la degradación de las condiciones de trabajo.

En ambos casos, formas de convergencia parecen comenzar a surgir. En Air France, a través del apoyo que otras categorías del personal han expresado hacia la huelga de los pilotos, y que de cristalizar en una huelga de conjunto significaría un salto cualitativo para la pelea en esa compañía. En el caso de los hospitales, mediante las estructuras de coordinación nacional, independientes de los sindicatos y de las divisiones artificiales que los mismos imponen, estructuras que han construido el éxito de una movilización el 23 de septiembre donde estuvieron representados más de 80 hospitales.

El resultado de ambas peleas –especialmente de Air France, que ocupa un lugar central en la actualidad política; lo de los hospitales es más embrionario aunque tiene importancia sobre todo como fenómeno de organización por abajo– va a tener un impacto directo sobre la situación política francesa. Jugarse a la victoria de estas luchas es una de las tareas principales de la izquierda revolucionaria en la situación actual.

Pero además, para frenar los planes del gobierno y la patronal va a ser necesaria una movilización de conjunto. La huelga de los ferroviarios, la de Air France y de los hospitales demuestran que hay enormes reservas de lucha en el proletariado francés. La crisis política del gobierno, su bajísima popularidad y la indignación general que causan las propuestas del MEDEF entre los trabajadores, son oportunidades a explotar para la construcción de una movilización generalizada. Tenemos plena confianza en las capacidades de la clase obrera francesa para ponerse de pie y propinarle una derrota en regla a los planes de austeridad.

[1].- Ver “Crisis política en Francia : el gobierno “socialista” reafirma su curso pro-patronal”, Socialismo o Barbarie N° 302, 29/08/2014, http://www.socialismo-o-barbarie.org/?p=3221

[2].- Hacemos referencia al discurso del primer ministro Valls en la “universidad de verano” del MEDEF (sindicato patronal francés), en que declaro que él “amaba a las empresas”, por lo cual fue aplaudido rabiosamente.

[3].- MEDEF: Mouvement des entreprises de France,.

Por Ale Vinet, desde Francia para Socialismo o Barbarie, 25/09/2014

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