Oct - 17 - 2014

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En los últimas semanas, ha tenido amplia repercusión la heroica lucha de los y las combatientes del YPG (Yekîneyên Parastina Gel – Unidades de Protección del Pueblo) defendiendo la ciudad de Kobane, fronteriza con Turquía. Kobane es una de las principales ciudades de la región kurda de Siria, más allá de la cual está la frontera y comienza la inmensa región del Kurdistán de Turquía. (Ver mapa)

La ciudad de Kobane en la frontera con Turquía. El territorio del pueblo kurdo fue repartido entre cuatro estados.

La ciudad de Kobane en la frontera con Turquía. El territorio del pueblo kurdo fue repartido entre cuatro estados.

Las tropas del “Estado Islámico” (EI; sigla en inglés ISIS y en árabe, Daesh) han ido avanzando allí sin que ninguna de las fuerzas que están en conflicto en Siria hiciese gran cosa por detenerlos. Ni el ejército de Al Assad, ni las distintas fracciones laicas o islamistas “moderadas” en que está dividida la oposición en guerra contra el gobierno de Damasco, han  hecho hasta ahora nada efectivo.

En cuanto a Estados Unidos y otras potencias imperialistas, que supuestamente se han lanzado a la lucha contra el “Estado Islámico”, le hacen una guerra muy peculiar, mediante bombardeos cuyas víctimas principales son las poblaciones civiles que nada tienen que ver con el EI. Ellas son, al mismo tiempo, las que pagan las facturas de la barbarie del Estado Islámico, cuando logran ocupar su territorio.

En verdad, las fuerzas que están enfrentando en serio al llamado “Estado Islámico” son principalmente las distintas organizaciones armadas kurdas, tanto en el Kurdistán iraquí como en el de Siria. Es que en ese combate se juegan la existencia de ese pueblo. La sanguinaria “limpieza étnica” llevada a cabo por el EI contra otras poblaciones, como los yasidíes (una minoría religiosa kurda que habitaba en Irak), muestra lo que les espera si caen en manos del EI.

Pero la batalla por la defensa de la ciudad de Kobane muestra también otras cosa, que es el doble juego de los principales participantes en la coalición que supuestamente combatiría al Estado Islámico; es decir, la coalición que se constituyó formalmente en la Conferencia Internacional realizada en París, el 15 de septiembre pasado.

En su oportunidad, advertíamos que “todo el cuadro de la ‘Conferencia Internacional’ está, por así decirlo, bajo el signo de la confusión y las incoherencias… Pero en este caso no sólo hay abismos sino indefiniciones… demasiada neblina. Por ejemplo, Turquía, que ha jugado un papel fundamental en la guerra civil de Siria –donde nacería el Estado Islámico–, fue a París a adherir a la cruzada santa. Pero, simultáneamente, en Ankara, se hace saber que el gobierno turco se ‘abstendría’ de integrar una coalición…” (Elías Saadi, “¿Dónde está el piloto?”, Socialismo o Barbarie Nº 305, 18/09/2014).

Esta observación se confirmaría plenamente con lo de Kobane. El gobierno turco, que supuestamente está en lucha contra el Estado Islámico, ha establecido un cerco militar en la frontera para aislar a Kobane, e impedir que llegue cualquier ayuda, en hombres o armas. Así, las tropas del Estado Islámico, que tendrían amplia superioridad de fuego, podrían derrotar más fácilmente la resistencia de los kurdos de Kobane y hacer otra matanza como la de los yasidíes en Irak. En pocas palabras: mientras el EI golpea a Kobane, el gobierno turco le sujeta los brazos desde atrás a los combatientes kurdos, para que no puedan defenderse.

Esto despertó la indignación en Turquía, en especial en la amplia región con mayoría de población kurda. En Diyarbakir, la capital “informal” del Kurdistán turco, y en otras ciudades se sucedieron grandes manifestaciones de protesta. La respuesta del gobierno de Turquía –miembro de la OTAN y ejemplo occidental de “democracia” en Medio Oriente– fue ametrallar las manifestaciones, con el saldo de 30 muertos e incontables heridos.

Como eso no era suficiente, el gobierno turco mando su fuerza aérea a bombardear… pero no al Estado Islámico que está sitiando Kobane… ¡De ninguna manera! Las bombas cayeron sobre las montañas y aldeas kurdas que son bastiones de la guerrilla del PKK (Partiya Karkerên Kurdistan – Partido de los Trabajadores del Kurdistán). Así el gobierno turco rompía un alto de fuego pactado con el PKK desde marzo de 2013.

Acotemos que entre los kurdos de Siria, la principal fuerza política (que además conduce a la YPG que combate en Kobane) es el PYD (Partiya Yekîtiya Demokrat – Partido de Unión Democrática – Partido de Unidad Democrática), una organización afín al PKK.

La cuestión nacional kurda

La política del gobierno turco es muy clara: aprovechar al “Estado Islámico” para tratar de “resolver” a sangre y fuego una cuestión nacional que se viene arrastrando desde hace larguísimo tiempo. La nación kurda –casi 40 millones de personas– carece de un estado nacional. Su población está repartida entre otros cuatro estados: Turquía (la mayor parte), Irak, Siria e Irán. Es la más numerosa nacionalidad en el mundo sin un estado propio.

Aquí no vamos a hacer la historia de una cuestión nacional de unos de 2.600 años de antigüedad. Digamos sólo que la cuestión kurda es una de las tantas bombas de tiempo que dejó el trazado de las fronteras de Medio Oriente dispuesto por los imperialismos que ganaron la Primera Guerra Mundial (1914-18)[[1]] y que fueron ratificadas por los vencedores de la Segunda (1939-45)… con el agregado de otra bomba de tiempo, la de Palestina-Israel. ¡¡Mucho de eso está hoy en cuestión!! [Ver: Luis Paredes, “A cien años de la Primera Guerra Mundial – Una lenta desintegración del orden mundial”, Socialismo o Barbarie Nº 307, 02/10/2014]

El carácter de los estados y los gobiernos en que fue repartido el pueblo kurdo, empeoró aún más las cosas. En todas las partes en que fue desmembrado, ha sufrido de privación de derechos, persecuciones y masacres. Pero eso también ha provocado una resistencia sostenida y legendaria.

Esta ha tenido dos centros principales, el Kurdistán turco y el iraquí, que a su vez han seguido rumbos políticos diferentes. En algunos momentos, esas divergencias hasta implicaron choques armados entre sus principales fuerzas, el PDK (en Irak-Irán) y el PKK (en Turquía-Siria).

En Irak (e Irán) ha primado, entre otros, el PDK (Partîya Demokrata Kurdistan –Partido Democrático del Kurdistán), afín a Occidente.

En Irak, durante la dictadura de Saddam Hussein, el pueblo kurdo fue víctima de un verdadero genocidio, con ataques de gas tóxico contra sus aldeas. En esos momentos, EEUU miró para otro lado, porque Saddam Hussein estaba a su servicio, haciendo una guerra criminal contra Irán.

Pero en 1990, el dictador de Irak intentó apoderarse del enclave petrolero de Kuwait, sin permiso de Washington. EEUU le sacó “tarjeta roja” y en 1991 lo derrotó en la Primera Guerra del Golfo. Simultáneamente, el imperialismo yanqui instrumentó el justificado odio de los kurdos de Irak contra el régimen de Saddam Hussein, sosteniendo en el norte del país la creación de un enclave kurdo autónomo, dirigido principalmente por el mencionado PDK (Partido Democrático del Kurdistán) y otras agrupaciones políticas semejantes. Esta entidad federal autónoma, tiene sus propias fuerzas armadas, que ahora se han enfrentado duramente con el EI.

En el Kurdistán de Turquía y Siria, la fuerza política predominante son, en cambio, el PKK (y el PYD afín), que dirigen fuertes organizaciones armadas.

El PKK originariamente se reivindicaba como un partido “de los trabajadores” y “marxista-leninista”. En verdad, nunca fue una organización obrera ni realmente socialista, sino un partido nacionalista de “extrema izquierda”, por así decirlo. Ha tenido una compleja evolución ideológica desde la caída del Muro de Berlín y de la prisión de su líder Abdullah Öcalan en 1999, con una deriva teórica y programática “posmoderna”, que en parte hace recordar al neozapatismo mexicano.[[2]] Sea como sea, el PKK conserva un arraigo hegemónico indiscutible en las masas kurdas de Turquía y Siria.

EEUU y demás imperialismos occidentales, tienen frente al PKK una actitud opuesta a la que observan ante el PDK y la entidad kurda de Irak. Washington clasifica al PKK como una “organización terrorista”, y la CIA operó para la captura de Öcalan, refugiado en Kenia, y su entrega a Turquía.

Lo paradójico es que hoy son las organizaciones armadas afines el PKK las que están combatiendo en serio al Estado Islámico en Kobane, mientras que el democrático gobierno turco colabora abiertamente con esa fuerza islamo-fascista. Más de mil combatientes kurdos de Turquía fueron impedidos por las tropas turcas de cruzar la frontera para incorporarse al YPG. Y ese bloqueo afecta también gravemente el paso de armas y municiones.

En cambio, el gobierno turco colabora con el PDK de Iraq, enviándole armas. Pero el PDK iraquí, en su curso pro-occidental, se ha desentendido de la suerte de la mayoría del pueblo kurdo, que vive en Turquía y Siria.

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[1].- Tratado de Lausana de 1923: ¡desde Suiza, disponían el reparto de la torta de Medio Oriente!

[2].- Ver: Solidaridad Kurdistán, «El confederalismo democrático, propuesta libertaria del pueblo kurdo», 09/17/2013, www.alasbarricadas.org/noticias/node/26224

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Casi la mitad de los combatientes kurdos de Turquía y Siria son mujeres

Considerando la situación de la mujer en el Oriente Medio, agravada por la barbarie de las corrientes islamistas, hay que subrayar que casi la mitad de los combatientes de las organizaciones armadas kurdas de Turquía sean mujeres.

El PKK, como señalamos, no es un partido obrero ni socialista revolucionario. Pero es un partido laico, que sostiene expresamente una política feminista. Según Öcalan, “si lo que se busca es un proyecto de liberación tanto nacional como social, la liberación de la mujer es una cuestión fundamental”.[«El confederalismo democrático…”, cit.],

Esto implica una serie de medidas del PKK, como tratar de lograr un porcentaje mínimo del 40% de mujeres en las distintas organizaciones sociales y estatales, incluyendo las fuerzas armadas. Asimismo, aunque la mayoría de los kurdos son musulmanes sunnitas (y una minoría yasidí), el uso del velo no es obligatorio. De hecho, gran parte de las jóvenes, especialmente en las organizaciones armadas, no lo lleva.

Por Elías Saadi, Socialismo o Barbarie Nº 309, 16/10/2014

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