Dic - 18 - 2014

.

Como luchadores socialistas y revolucionarios no podemos menos que celebrar que el imperialismo yanqui haya terminado reconociendo, por boca del propio Obama, el fracaso de su política de bloqueo y otras sanciones que decretó en octubre de 1960.

Durante 54 años, el imperialismo más poderoso del planeta mantuvo ese cerco. Era el castigo contra el pueblo de una pequeña isla, que no aceptaba someterse a la servidumbre colonial que Washington le había impuesto desde que Cuba dejó de estar bajo el dominio de España, a fines del siglo XIX.

La Revolución Cubana de 1959, aunque inicialmente se limitaba a un programa de reformas moderadas, resultó intolerable para el imperialismo norteamericano. Estados Unidos no podía soportar ningún asomo de independencia, además en una región, el Caribe, que considera como su “patio trasero” colonial.

El rechazo del gobierno de Fidel Castro a los Diktats del imperialismo yanqui, y la movilización en esos momentos de los trabajadores y el pueblo cubano repudiando las presiones de Washington, decidieron a EEUU a tomar diversas medidas. La primera de ellas fue el bloqueo. Otras, fueron la de organizar una invasión militar (que fracasó vergonzosamente en abril de 1961, en Playa Girón) y, finalmente, en enero de 1962, hacer votar a sus gobiernos serviles de América Latina la expulsión de Cuba de la OEA (Organización de Estados Americanos).

En su momento, con estas medidas –en primer lugar, el bloqueo, al que se sumaba la agresión militar y al asilamiento diplomático– el imperialismo yanqui confiaba en un rápido derrumbe… Ha pasado más de medio siglo, y eso no se produjo…

Es por eso que Obama, al informar ayer el giro de EEUU, reconoció que “en los últimos 50 años el aislamiento de la isla no funcionó” y añadió: “Hoy anuncio el fin de una política hacia Cuba que es obsoleta y ha fracasado durante décadas”.[1] Por esta vez, al menos, el presidente del imperialismo yanqui dice algo cercano a la verdad…

Sin embargo, sería imprudente bajar la guardia y creer que con esto la independencia de la nación cubana está garantizada… y menos aún que los trabajadores y el pueblo cubano, por el mero paso atrás de Washington en el bloqueo, van a mejorar automáticamente su situación.

Un paso atrás, para dar dos adelante

El imperialismo deja el arma del bloqueo porque, efectivamente, “es obsoleta y ha fracasado”. ¡Pero lo hace para empuñar otras armas, que amenazan ser más efectivas y eficaces! Obama da un imprescindible paso atrás, para intentar dar dos pasos adelante. ¡El levantamiento del bloqueo es un logro, un triunfo, pero que viene con trampa!

El giro de Obama intenta aprovechar el proceso de restauración capitalista, impulsado abiertamente por la burocracia del PC cubano desde el VI Congreso de abril de 2011. Tiene el propósito de hacer pie en ese curso regresivo, que está llevando a una polarización social creciente de la sociedad cubana, y a la formación de una nueva burguesía. Obama apuesta a intervenir en ese proceso, acelerarlo, y hacer en los cambios del giro al capitalismo y en nuevos sectores sociales y contradicciones que eso genera.

Y estas no son suposiciones, sino es lo que viene explicando abiertamente el New York Times y otros voceros de los sectores más lúcidos del imperialismo. Y también es lo que dice el documento de la Casa Blanca, donde se explica el “giro”en relación a Cuba.

Tres días antes del anuncio de Obama, el New York Times –que ya debía estar al tanto– explicaba en un editorial[2] que:

“El presidente Obama podría ayudar a expandir el papel de la creciente clase empresarial [en Cuba], al flexibilizar sanciones mediante pasos que puede tomar unilateralmente la rama ejecutiva. También puede colaborar con el creciente número de legisladores que apoyan la expansión de relaciones comerciales con Cuba. La Casa Blanca podría iniciar el proceso eliminando a Cuba de la lista del Departamento de Estado de países que respaldan a organizaciones terroristas. También es posible ampliar los mecanismos mediante los cuales los estadounidenses pueden proveer capital a las empresas independientes [cubanas].

“Hacer eso empoderaría a los cubanoamericanos, que desean desempeñar un papel más robusto en la transformación económica de la isla. Además, gradualmente, disminuiría la habilidad del gobierno cubano de culpar a Washington por las deficiencias de una economía que está fallando a sus ciudadanos…”

Y añade: “A pesar del estancamiento económico, hay que destacar el crecimiento de una nueva clase de gente del sector privado, actualmente casi 500.000. Aunque no es una cifra enorme en una nación de 11 millones de habitantes, constituye una clase sorprendentemente ingeniosa en un país donde administrar un restaurante privado exige adquirir prácticamente todos los ingredientes en el mercado negro…

“Muchos de los que han establecido negocios, tales como posadas, son cubanos que regresaron con ahorros obtenidos en el extranjero y aquellos con parientes que aportaron el capital inicial. Todos luchan ante la imposibilidad de importar legalmente productos tan básicos como colchones y almohadas. Traer artículos de Estados Unidos es costoso y complicado, como consecuencia de las sanciones estadounidenses.”(NYT, cit.)

Por su parte, la Secretaría de Prensa de la Casa Blanca difundió una larga “hoja de ruta” detallando las medidas y objetivos de este giro.[3] Toda esa “hoja de ruta” se resume en una de sus frases: “tratar de empoderar al naciente sector privado cubano”.

Las dos modelos de restauración del capitalismo y el caso Cuba

Cuba apareció en su momento como la excepción frente al vertiginoso proceso que, bajo distintas formas, llevó en los años ’90 a la restauración capitalista en la Unión Soviética y el Este europeo, por un lado, y en China y Vietnam, por el otro.

En los primeros casos (la URSS y el Este), hubo un reemplazo (y en varios casos, derrumbe) del régimen de dictadura de las burocracias de los partidos “comunistas”. En cambio, en Oriente, el proceso fue conducido por las mismas burocracias… que no sólo conservaron a través de los PCs el monopolio del poder, sino que engendraron gran parte de los millonarios y billonarios que conformaría las nuevas burguesías. Así se delinearon dos “modelos” distintos de restauración capitalista: los derrumbes o semi-derrumbes europeos y el llamado “modelo chino”.

Como analizamos extensamente en otros textos[4], la relativa “demora” de la burocracia del PC de Cuba en seguir la ruta de sus ex camaradas, no se debió a una mayor devoción por el “socialismo”… que en verdad nunca llegó realmente a existir ni en Cuba ni el resto de los países donde se logró la expropiación del capital.

Lo determinante en Cuba fue la situación peculiar de estar frente a la amenaza inmediata y directa de EEUU, que en los ’90 redobló las medidas de bloqueo, de guerra económica, para ver si lograba un derrumbe caótico.

La clave era que en EEUU, a pocas millas de Cuba, existe una burguesía cubano-norteamericana relativamente fuerte. Son los sobrevivientes o descendientes de los burgueses y de la alta clase media que huyeron a EEUU después de la revolución de 1959. Entonces, la política del imperialismo yanqui (y de sus burgueses cubano-norteamericanos) fue la de tratar de provocar en Cuba un derrumbe total, económico, político y de las instituciones del estado. Ese vacío podría llenarlo con los “gusanos” de Miami; es decir, esa burguesía en el exilio que aparece como de doble nacionalidad.

Es claro que una política semejante no podía llevarla adelante ni en relación a la URSS y el Este europeo, ni mucha menos hacia China o Vietnam.

En esa situación, la burocracia del PCC cerró filas y también se apoyó en sectores populares que, más allá de la mayor o menor disconformidad por las desigualdades y el monopolio político burocrático, no desean volver a ser colonia norteamericana.

Pero esa “demora” en la restauración, terminó hace tiempo. A nivel político, el VI Congreso del PCC, que mencionamos, oficializó el curso restauracionista… pero según el “modelo chino”; o sea, conservando el poder absoluto de la burocracia y delineando, por lo menos en el papel, un proyecto de capitalismo de estado.

Pero el inconveniente es que Cuba no es la inmensa China… y ni siquiera es Vietnam, cuya burocracia puede maniobrar aprovechando con éxito las contradicciones geopolíticas en la región, principalmente entre Pekín y Washington.

La burocracia cubana logró frustrar la política de “derrumbe” que alentaba Washington y que fue el motivo del agravamiento del bloqueo en los ’90. Pero, al mismo tiempo, su giro al capitalismo, oficializado en el VI Congreso, no ha implicado un desarrollo económico vertiginoso como en los casos asiáticos. Son las desigualdades sociales las que han crecido velozmente.

EEUU quiere plantar bandera en ese cuadro. Como dice explican extensamente el New York Times y la “hoja de ruta” de la Casa Blanca, quiere hacer pie en el nuevo sector privado y más ampliamente en la “sociedad civil”. Para eso era imprescindible este giro político de 180º. No va más el plan de auspiciar directamente el derrumbe de la burocracia y su reemplazo por la burguesía de Miami. Y esto facilita el acuerdo logrado con el gobierno, vía la mediación del papa Bergoglio.

Pero eso no implica que se ponga fin a las tensiones. EEUU intenta hacer pie en el nuevo sector privado que se asociaría con capitales cubano-norteamericanos. Subrayemos que este giro de la Casa Blanca cuenta anticipadamente con amplio apoyo entre los cubano-norteamericanos. Según el New York Times (Oct. 25, 2014) en Florida hace rato que cambió el viento:

“En tiempos pasados, no muy lejanos, todo candidato político creíble haciendo campaña en Florida para elecciones estatales o nacionales, obligatoriamente debía recitar denuncias contra el gobierno cubano y proclamar su fe en que el embargo a la isla finalmente sacaría a los Castro del poder.

“Durante generaciones, para los cubanoamericanos, un grupo que anteriormente fue altamente monolítico a la hora de votar, el embargo representó un símbolo de desafío, más credo que política.

“Eso ha cambiado drásticamente en los últimos años, a medida que los miembros de la diáspora se han manifestado a favor de fomentar lazos estrechos con la isla.”

Los motivos de la burocracia del PCC

Paradójicamente, las principales motivaciones de la burocracia del PCC para cerrar el trato con la Casa Blanca, son las mismas que tiene Obama para dar el presente giro: a saber, las graves dificultades económico-sociales de Cuba en su giro al capitalismo.

Ellas no tienen solución en ningún “modelo chino”, porque Cuba no es China. No es un inmenso país, que puede ser relativamente autárquico cuando lo necesita para defenderse de las presiones económicas del resto del mundo… por ejemplo, parcialmente, en los ítems de combustibles y energía.

El hecho es que no sólo el giro al capitalismo no tiene un éxito fulgurante. Ahora se suma un peligro aún más grave. Con la crisis de Venezuela y del régimen chavista que la había sostenido económicamente, Cuba enfrenta el peligro de una reedición de los problemas que trajo en los 90 el fin de la Unión Soviética.

La burocracia cubana marchó así a un acuerdo con EEUU, como salida a una situación en que no tiene otras opciones. Un acuerdo que, además, significa un paso atrás del imperialismo yanqui. Pero sepamos que ese paso atrás –imprescindible para deshacerse de una política fracasada– EEUU lo hace poder dar sin estorbos dos, tres y muchos más pasos adelante…

En síntesis: el giro de Obama es un logro… que viene con la instalación de una inmensa trampa.

Los grandes ausentes: los trabajadores y los sectores populares

En este “juego a tres bandas”, el imperialismo yanqui, la burocracia cubana y los burgueses “buenos” de Miami, los trabajadores y los sectores populares empobrecidos no tienen ni voz ni voto.

Tantos las medidas restauracionistas aplicadas después del VI Congreso por la burocracia del PCC, como las recetas neoliberales que EEUU quiere exportar vía la “nueva clase del sector privado”, irán en el sentido de aumentar las desigualdades y la explotación.

La naciente (y todavía impredecible) asociación de la burocracia cubana con los gusanos reconvertidos y con la Casa Blanca, no pueden traer nada bueno a los trabajadores cubanos. Ellos serán “el pato de la boda”, porque un capitalismo “eficiente” (un deseo común a esos tres actores, más allá de sus grandes diferencias), sólo se logrará a costa de su superexplotación.

Sólo la irrupción independiente de la clase trabajadora, con una política propia que responda a sus intereses, podría cambiar esta perspectiva.

[1].- Peter Baker, “Obama Announces U.S. and Cuba Will Resume Diplomatic Relations”, New York Times, Dec. 17, 2014.

[2].- “Cuba’s Economy at a Crossroads”, Editorial, New York Times, Dec. 14, 2014

[3].- “Qué cambia a partir de ahora en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba”, La Nación, 17/12/2014 (en la web).

[4].- Ver: Roberto Ramírez, “Cuba frente a una encrucijada”, revista Socialismo o Barbarie Nº 22, noviembre 2008, y Marcelo Yunes, “La crisis terminal del modelo cubano”, revista Socialismo o Barbarie Nº 25, febrero 2011, en el sitio www.socialismo-o-barbarie.org

Declaración de la corriente internacional Socialismo o Barbarie, 17/12/2014

Categoría: América Latina, Declaraciones Etiquetas: