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Ene - 19 - 2015

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( http://sobfrance.unblog.fr/ ) El 7 de enero, dos hombres armados de Kalashnikovs irrumpieron en la redacción del periódico satírico Charlie Hebdo y asesinaron a 12 personas. El día mismo del atentado, Socialismo o Barbarie Francia público un comunicado en el que se denunciaba el mismo, a la vez que se ponía en guardia contra la islamofobia creciente.

La situación, evidentemente, no se congelo el propio 7 de enero: en primer lugar, porque los actos de violencia se extendieron algunos días; en segundo lugar, por las consecuencias políticas que el mismo tuvo. En las próximas líneas nos dedicaremos entonces a describir los días que siguieron el atentado y como el mismo impacto en la escena política.

Una semana sangrienta

Luego de la masacre de Charlie Hebdo, los hermanos Kouachi, responsables del atentado, se dan a la fuga, una gran operación policial se pone en pie en su búsqueda. El jueves 8 a la mañana, un individuo abre fuego sobre dos policías en Montrouge, al sur de Paris, matando a uno e hiriendo al otro; durante todo el día la búsqueda de los hermanos Kouachi prosigue, acaparando todas las noticias. El viernes 9, los hermanos Kouachi, cercados por la policía, se encierran en una imprenta de Dammartin-en-Goële, a unos 50 kilómetros al Noroeste de Paris.[[1]] Al mismo tiempo, Amedy Coulibaly, responsable del ataque contra los dos policías el jueves, toma rehenes en un supermercado kosher de Porte de Vincennes, al este de Paris.

Durante todo el viernes 9, la toma de rehenes simultanea tuvo en vilo al país, seguida en directo por todos los medios de comunicación. Finalmente, alrededor de las 17 horas, las tropas de élite de la gendarmería dieron el asalto matando en primer lugar a los hermanos Kouachi, y en segundo lugar a Amedy Coulibaly; éste último dejaba tras de sí el saldo de 4 rehenes asesinados, todos de confesión judía. En una entrevista concedida a la prensa mientras mantenían las tomas de rehenes, los hermanos Kouachi declararon ser financiados por Al Qaeda de Yemen; Coulibaly se reivindicó del Estado Islámico en un video póstumo.

Como hemos dicho desde el inicio, repudiamos enérgicamente estos atentados reaccionarios hasta la medula. En el caso de los hermanos Kouachi, se trata de un grave ataque contra la libertad de expresión, dirigido contra civiles desarmados de un semanario que amén de la deriva islamófoba de los últimos años, se habían ubicado durante años en la izquierda. En el segundo caso, no cabe ninguna duda de que se trata de un atentado anti-semita, igualmente repudiable.

Al mismo tiempo, alertábamos acerca de los riesgos de aumento de la islamofobia, que viene creciendo desde hace meses, con la irrupción del Front National, el giro a la derecha del escenario político y las políticas anti-inmigración promovidas desde el gobierno. Lamentablemente, estos riesgos se fueron confirmando

Una islamofobia creciente

Luego del atentado contra Charlie Hebdo, los actos islamofóbicos comenzaron a multiplicarse. La misma noche que siguió al atentado, una bomba explotó en un kebab lindante a una mezquita; además, una mezquita fue atacada con un arma de fuego, y otra con una granada. A esto se suman agresiones contra jóvenes musulmanes (como una ocurrida en margen del “minuto de silencio” en un liceo de Isère), amenazas y demás.

A los actos se suma el discurso político y mediático sobre los atentados. En primer lugar, la extrema derecha en boca de Marine Le Pen y Jean-Marie Le Pen, que defendieron la restitución de la pena de muerte, y adjudicaron los atentados a la “inmigración masiva” (es decir, del norte de África y mayoritariamente musulmana) que existe desde hace cuarenta años. Pero también la derecha, como el diputado UMP Laurent Wauquiez, que indica que “los musulmanes tienen que decidirse por la Republica”.

Precisamente ese es uno de los puntos centrales de la campaña islamófoba desatada en la prensa. En programas televisivos, radios y diarios, se hace la misma exigencia a los musulmanes: “desolidarícense del atentado”. Es decir, los musulmanes serian “por definición” terroristas, hasta que prueben lo contrario.

La política de unidad nacional que favorece a Hollande

La noche misma del atentado contra Charlie Hebdo, Hollande realizó una intervención televisiva en la cual llamo a la “unidad nacional” para hacer frente a la situación. Ese llamado fue retomado por los principales medios de comunicación, así como por las principales fuerzas políticas. Una gran consagración de esta política han sido las inmensas movilizaciones que atravesaron Francia este domingo.

En efecto, las movilizaciones han sido contradictorias. Por una parte, han expresado la justa indignación de millones de personas frente a estos atentados reaccionarios, la defensa de la libertad de expresión; al menos en Paris, no hemos visto ningunas referencias islamofóbicas, las banderas francesas eran minoritarias. En general, fue una marcha “democrático-burguesa”, en defensa de derechos democráticos mínimos pero sin poner en cuestión la política del gobierno.

A esto se suma el hecho de la que la marcha fue ampliamente instrumentalizada desde el gobierno. En primer lugar, porque la movilización en si misma surgió como una propuesta del gobierno, una “marcha republicana” que fue convocada apenas luego del atentado. A la misma se fueron sumando mandatarios internacionales, como Rajoy, Merkel, Juncker, o incluso Netanyahu o Lieberman, responsables de las matanzas en Palestina. A pesar de haber marchado doscientos metros, totalmente custodiados y alejados de la gente, su imagen fue una de las que marco la jornada.

De manera global, la situación actual le ha dado una bocanada de aire fresco a Hollande y al régimen de la V República, fuertemente cuestionado. Diversas personalidades políticas han alabado la gestión de la crisis de parte del gobierno; en la sesión de hoy del parlamento, las intervenciones del Primer Ministro fueron fuertemente aplaudidas, y los diputados entonaron al unísono La Marsellesa. Según los últimos sondeos, la imagen positiva de Hollande subió 5 puntos.

A esto se suma una legitimación del régimen en su conjunto. Así, en las manifestaciones se pudo ver a la gente movilizada abrazando a los gendarmes y los CRS (Corps Republicains de Sécurité, fuerza de choque contra las movilizaciones), aplaudiéndolos como “defensores de las libertades”, cuando son los mismos que asesinaron a Rémi Fraisse hace tan solo unos meses, y los que reprimen todas las manifestaciones.

Militarización acentuada de la sociedad

A partir de esta legitimización, y respondiendo a las presiones de una parte del personal político y de los medios que reclaman “más seguridad”, que dicen que estamos en “guerra”, el gobierno ha aumentado el nivel de militarización de la sociedad. El mismo día del atentado, el plan VigiPirate (el plan antiterrorista) fue elevado a “nivel atentado”, el más alto.

Desde ese momento, el plan se mantiene en ese nivel y varias medidas de seguridad interna han sido puestas en marcha. En primer lugar, una presencia mayor de las fuerzas de seguridad (gendarmes y CRS, pero también soldados) en lugares claves como las grandes estaciones ferroviarias: los mismos pueden controlar la identidad de cualquier persona de manera “preventiva”. En las universidades, la seguridad privada controla las “Cartas Estudiantiles” a la entrada, y en algunos casos incluso las mochilas. El gobierno ya está hablando de aumentar el control sobre internet, con la excusa de limitar “los mensajes de odio”.

A esto se suma el anuncio, el lunes 12 de enero, del despliegue de 10.000 soldados en suelo francés para “proteger los puntos sensibles”. Se trata de la mayor movilización militar en suelo francés de la historia y, en conjunto con aquellos desplegados en las aventuras coloniales del imperialismo francés, el Ejército Francés se encuentra al máximo de sus capacidades.

Hacer saltar por los aires la “unidad nacional” con la movilización de los trabajadores y la juventud

Sin dudas, el clima de “unidad nacional” que se ha instalado va en contra de los intereses de los trabajadores y la juventud. Por un lado, porque ha desviado la atención de los grandes ataques que el gobierno prepara contra la clase obrera, y porque el mismo se ha legitimado a través de toda esta operación, resultándole así más fácil hacer pasar las reformas que tenía planeado.

En segundo lugar, porque el clima represivo que se instala en el país podría rápidamente volverse contra los que salimos a luchar. De por sí, la presencia de miles de gendarmes y militares en los principales puntos del país son un gran peligro para los miles de sin papeles que se ven obligados a desplazarse, y que podrían caer bajo las garras de uno de los controles por “portación de rostro” que caracterizan esos controles.

Frente a esta situación, los trabajadores y la juventud deben levantar su propia política, independiente de la unidad nacional burguesa, que defienda la unidad de los sectores populares, independientemente de su origen étnico o de sus creencias, en la lucha contra las políticas represivas y de austeridad del gobierno.

Esa será la única manera de frenar la creciente islamofobia que se desarrolló luego del atentado contra Charlie Hebdo, de luchar contra la militarización creciente del país, de derribar las divisiones que las clases dominantes nos quieren imponer.

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[1].- A lo largo del encierro, se tenía constancia de la presencia de una persona al interior de la imprenta, que se creía había sido tomada de rehén. Finalmente se supo que esta persona había logrado esconderse y que no había estado en contacto con los hermanos Kouachi.

Por Ale Vinet, Socialisme ou Barbarie France, 14/01/2015 - Socialismo o Barbarie Nº 318, 15/01/2014

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