Ene - 26 - 2015

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En las elecciones parlamentarias de este 25 de enero, Syriza se ha alzado con el 36,34% de los votos, siendo la primera minoría con 149 diputados. En segundo lugar se encuentra Nueva Democracia, partido de derecha que gobernó los últimos tres años, que obtuvo 27,81% y 76 parlamentarios.

Los siguen el neo-nazi Amanecer Dorado (6,28%, 17 diputados), «El Río», partido liberal y pro-europeo (6,05%, 17 diputados), el Partido Comunista Griego (KKE, 5,47%, 15 diputados), los Griegos Independientes (ANEL) partido de derecha nacionalista que surgió como desprendimiento de Nueva Democracia en 2012 (4,75%, 13 diputados) y finalmente el PASOK (socialdemócratas) aliado de Nueva Democracia en el gobierno, que se desplomo al 4,68%, con 13 parlamentarios.

Antarsya (Coalición de la Izquierda Radical) no alcanzó a superar el 3% requerido para ingresar al parlamento y no tiene diputados. Tampoco, el recientemente formado Movimiento Socialista Democrático, del ex primer ministro Yorgos Papandreu.

Con estos resultados, Syriza está en condiciones de formar gobierno. De hecho, ya lo está haciendo a partir de un acuerdo firmado con los nacionalistas de ANEL. Así, esta misma tarde, Alexis Tsipras asume como Primer Ministro de Grecia. Mañana anunciará su gabinete.

El nuevo gobierno de Syriza pondrá a prueba la política de “equilibrio” que Tsipras promete establecer entre mantenerse fiel a la UE y sus instituciones, y al mismo tiempo resolver los problemas más acuciantes de la miseria social a la que la Troika (el FMI, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea de Bruselas) ha sometido a Grecia.

Rechazo masivo a las políticas de la Troika, en el contexto de una grave crisis económica y social

Lo primero a destacar es que la elección constituyó una prueba clara del mayoritario rechazo de los trabajadores y el pueblo griego a las medidas de austeridad impuestas por la Troika desde el comienzo de la crisis. Desde ese punto de vista, el resultado de las elecciones es, de manera deformada, la muestra de un importante desarrollo de la conciencia de los trabajadores y el pueblo griego, y es de alguna manera el “hijo bastardo” del proceso de movilizaciones y radicalización que se inauguró en 2008.

La situación económica en Grecia, de la que hablamao en numerosas ocasiones, es de una verdadera crisis económica y social. Lejos de atenuar los efectos de esta crisis, los planes de “salvataje” de la Troika no han hecho más que profundizarla: la deuda pública pasó del 89,5% del PBI en 2007, al 175,5% en 2014; el desempleo de un 7,8% en 2008 a un 25% hoy. A esto se suman las decenas de ataques contra las jubilaciones, el cierre de la televisión pública ERT, los despidos de miles de trabajadores estatales, los recortes en salud y educación.

Frente a esta situación, los trabajadores y el pueblo griego han dado sobradas pruebas de combatividad. La revuelta juvenil de 2008, contra el asesinato por la policía de un adolescente, marcó el comienzo de un ciclo de luchas y de radicalización creciente. Más de 30 huelgas generales, movilizaciones masivas y el movimiento “Occupy” que tomó las plazas del país. Recientemente, incluso luego de las elecciones de 2012 y de que Syriza comenzara a perfilarse a un lento pero sostenido crecimiento electoral, ha habido grandes luchas: la pelea contra el cierre de la televisión estatal ERT, que incluyó la ocupación de la misma; las movilizaciones masivas en apoyo a la huelga de hambre de Nikos Romanos, anarquista griego, amigo del joven asesinado en 2008, y que peleaba por su derecho como preso de asistir a la universidad.

Es esta combatividad y este rechazo a las políticas de austeridad las que se reflejan de manera distorsionada en el resultado electoral. No nos hacemos ninguna ilusión en Syriza, formación reformista que ya viene retrocediendo en su programa. Pero no cabe duda que los griegos la han votado porque la consideran una formación “anti-austeridad”, opuesta a la Troika y a la UE, que va a acabar con las medidas anti-sociales.

En este sentido, el elemento más objetivo a retener de la elección es ése: que los griegos han votado masivamente contra la austeridad, pulverizando a los partidos clásicos del régimen. Ese hecho va a ser fuente de contradicciones, crisis y conflictos, en un gobierno que va a quedar atrapado en una pinza entre los Diktats de la Unión Europea y su resolución de no salir del euro, y las presiones del movimiento de masas.

Es un dato de importancia capital que se surja en Grecia, uno de los países más golpeados por la crisis y la política de la Troika, un gobierno burgués “anormal”, que no pertenece a los partidos clásicos de la burguesía. En 2007, Nueva Democracia y el PASOK concentraban aun el 80% de los votos; en estas elecciones, estos dos pilares del bipartidismo griego apenas arañan el 33%. Asistimos entonces a una crisis política profunda, que no dejará de tener sobresaltos, y que refleja la erosión, aun con límites, de los regímenes bipartidistas clásicos de la burguesía.

El ascenso de Syriza podría ayudar a profundizar estos fenómenos centrífugos en otros países de Europa. En las semanas previas a las elecciones, las formaciones reformistas como Podemos (España) o el Front de Gauche (Francia) intentaron subirse lo más posible a la “ola de Syriza”. La victoria de esta formación constituye un empujón a estas corrientes, y más en general, internacionalmente, muestra el desarrollo de “un canal de sensibilidad político-electoral” a la izquierda de las formaciones tradicionales.

Un espaldarazo para el “nuevo reformismo” europeo

Como venimos señalando, además de Syriza, el otro ganador de esta jornada electoral es el “nuevo reformismo” europeo, representado por corrientes como Podemos y el Front de Gauche. Los principales diarios del continente señalan que una “nueva era” se abre en Grecia, pero también en el conjunto de Europa.

La campaña griega estuvo cruzada por el aprovechamiento que diferentes organizaciones europeas hicieron de la misma. En el cierre de campaña de Syriza, se mostraron con Tsipras Pablo Iglesias de Podemos, Cayo Lara de Izquierda Unida, y Pierre Laurent del Front de Gauche. Todos pugnan por apropiarse del capital simbólico que representa Syriza.

La victoria de Syriza dará sin duda nuevos aires a estas formaciones. El mitin pro-Syriza organizado en París reunió a miembros críticos del PS, a los ecologistas (que hasta hace poco participaban en el gobierno de Hollande), al Partido Comunista Francés y al Parti de Gauche. La esperanza que los unía era la de crear “un Syriza a la francesa”.

En España, el gran beneficiado por la victoria de Syriza es sin dudas Podemos y su dirigente Pablo Iglesias. Su ascenso fulgurante en las encuestas lo convirtieron en una de las “estrellas” del cierre de campaña de Syriza, y sus dirigentes se aprestan a declarar que los “vientos de cambio” también llegarán a España. Izquierda Unida, otro candidato a aprovechar el ascenso de Syriza, se encuentra en una crisis importante, y su ascenso ha sido fuertemente bloqueado por el partido de Iglesias.

Sin embargo, no son sólo los “nuevos reformistas” europeos los que esperan beneficiarse del “efecto Syriza”. En ese sentido, dirigentes de la derecha española, del Partido Popular, declararon que esperan que un gobierno de Syriza mostrará los límites de un tal proyecto y la obligación de “pactar”. Y que eso significara un freno al ascenso de Podemos.

Los numerosos pasos atrás que ha dado Syriza, le dan un fuerte sustento a esa expectativa. Es que a medida que Syriza se reforzaba como alternativa de gobierno, su programa se iba acercando cada más a las exigencias de la Troika. Esto hasta ahora es así, aunque no debemos perder de vista la presión que podrían ejercer las masas populares sobre el nuevo gobierno. E, incluso, la posibilidad de un desborde por la izquierda del flamante gobierno de Tsipras, en caso de que lleve a cabo una capitulación demasiado escandalosa.

Los pasos atrás de Syriza y su rol de contención

Lejos han quedado las promesas de Syriza de interrumpir unilateralmente el pago de la deuda externa, de salir de la OTAN y otras bravuconadas que se había permitido prometer durante las elecciones parlamentarias de 2012. Este último período de Syriza como “gran oposición”, ha sido el de una larga travesía para asegurar a los dirigentes europeos y los bancos que no tienen nada que temer.

El propio Tsipras comenzó por expresar su admiración por gobiernos como el de Kirchner o Lula que, a pesar de su discurso “anti-imperialista”, han sido pagadores seriales de la deuda externa. En ese sentido, se ha abandonado el programa de cesación de pagos, para poner en pie el mucho más tibio de “reestructuración” y “auditoría” de la deuda. Es decir, de renegociar las condiciones del ajuste.

A esto se suma la promesa de mantenerse en la Unión Europea, cueste lo que cueste. Ahora bien, mantener el euro y el sometimiento a la UE, y al mismo tiempo rechazar las medidas de austeridad, es una contradicción insalvable.

Como decíamos luego de las elecciones europeas: “Es una quimera que no puede llegar muy lejos. Justamente el problema es que el ‘armado histórico’ de la UE corresponde a los intereses de sus burguesías centrales e imperialistas: la francesa y la alemana. […] La Unión Europea y el euro no son una ‘cascara vacía’, a la que bastaría con ‘cambiarle el contenido’. Al contrario, la razón de ser de la UE es la de cristalizar una relación desigual entre los estados miembros. Una relación favorable a las economías centrales: el euro es la correa de transmisión que permite llevar adelante este objetivo. Por eso, pretender, como hace Syriza, que Grecia puede mantenerse en el euro y rechazar los planes de austeridad no resiste el menor análisis.”

Syriza también ha retrocedido en otros aspectos de su programa. Ya no defiende la salida de la OTAN, sino “respetar las obligaciones previstas en los tratados”. De la reivindicación de un salario mínimo de 1.300 euros, ahora se defiende uno de 750. De la nacionalización de la banca, se pasó a la simple presencia de “dirigentes estatales” en la dirección de los principales bancos. Su programa constituye una alternativa “neokeynesiana”, a todos los efectos prácticos inviable en el contexto de una crisis económica internacional que sigue su curso, e incluso amenaza profundizarse en países claves como los emergentes.

La consecuencia de esta “carrera a la gobernabilidad” será una política reiterada para mantener controlada e, incluso, frenar la movilización de las masas. Pero es probable que la movilización se redoble, dadas las expectativas en el nuevo gobierno “de izquierda”, considerado seguramente por muchos como “propio”. Pero también es un hecho que con la confianza inicial en el nuevo gobierno entre amplios sectores, Tsipras puede lograr no sólo controlar sino también llamar a la “calma”, a que las masas se queden en sus casas.

Por supuesto, no se pueden descartar contradicciones con los “mandamases” de Europa. Pero, dado el momento histórico en el que estamos, es muchísimo más probable que el nuevo gobierno de Syriza se disponga a concretar algún tipo de acuerdo reduciendo a su mínima expresión el programa “anti-ajuste” y trabajando, de paso, por desmovilizar a las masas.

Se trata de una política consciente de este tipo de organizaciones, que además, son de base estrictamente parlamentaria, y cuyo peso en las organizaciones obreras y populares es muy limitado. No ha sido casual que hace algunos días, Pablo Iglesias (principal dirigente de Podemos) declaraba en España que “la hora de las protestas pasó, ahora es la hora de las elecciones”. De la misma forma, los dirigentes sindicales de Syriza se han opuesto a huelgas en la educación, con el argumento de que había que “esperar las elecciones”.

Por estas razones, Syriza no será de ninguna manera el “puntapié” de una revuelta popular, ni se trata de una organización “indefinida” que bastaría con “empujar” para que rompa con el capitalismo y tome la vía revolucionaria (como se teorizó frente a gobiernos como el de Chávez o Evo Morales).

Por eso, y para que las capitulaciones de Syriza no favorezcan a la derecha como ha sido el caso de la crisis de los “nacionalismos burgueses del siglo XXI” en América Latina (donde, de todos modos, en algunos casos, se han logrado desbordamientos electorales a la izquierda como en la Argentina), se hace más que nunca indispensable la construcción de una alternativa revolucionaria independiente, que pueda plantearse llevar el proceso por una vía realmente anticapitalista.

Construir una alternativa revolucionaria independiente

Como hemos dicho, el pueblo griego ha demostrado enormes reservas de combatividad en los últimos años, y la votación a Syriza refleja, aun de manera deformada, un giro a la izquierda del mismo. En el contexto de una crisis internacional que continua, habrá luchas de envergadura en las cuales intervenir; luchas que abrirán un enorme auditorio para la izquierda revolucionaria.

Ninguna salida de la crisis vendrá de la mano de la “renegociación”, del “respeto a los acuerdos” o de las transacciones con la Troika. Aunque estén dispuestas a ceder algunos centímetros, las burguesías europeas ya han dejado en claro que su perspectiva estratégica es seguir exprimiendo al pueblo griego hasta su último aliento.

Para resolver la crisis de manera duradera, la única solución es profundizar la lucha revolucionaria contra el capitalismo griego y europeo. La anulación de la deuda, la nacionalización de la banca, la nacionalización bajo control obrero de los sectores claves de la economía, la salud y la educación publicas sólo podrán ser obtenidas con la movilización de la clase trabajadora y el pueblo.

Y esto pasa, también, por una salida anticapitalista del euro, la moneda de la Unión Europea. Sin una moneda propia, obtenida sobre la base de un gobierno realmente de los trabajadores, será imposible derrotar la austeridad, el ajuste, la miseria y la explotación capitalista. De ahí que el plan de Tsipras y Syriza sea la cuadratura del círculo.

Hay que retomar y extender las luchas que venían dándose antes de las elecciones, sin depositar confianza alguna en el gobierno de Tsipras. Hay que desarrollar la auto-organización desde abajo, como única garantía de desbordar a las direcciones sindicales burocráticas y construir una verdadera democracia directa: organismos propios independientes de los sectores en lucha (organismos que en Grecia están aún muy escasamente desarrollados).

Para pelear por esta perspectiva, se hace indispensable la construcción de una organización revolucionaria independiente. Una organización que se plante de manera consecuente contra cada atropello o imposición de los organismos de la Unión Europea, y que al mismo tiempo sea inclaudicable en su independencia del nuevo gobierno, que pelee de manera frontal contra cada ataque que Syriza intente realizar contra la clase trabajadora, que denuncie de manera implacable cada eventual traición a las justas aspiraciones del pueblo griego.

Una organización que se dé como tarea estratégica construirse de manera orgánica entre la clase obrera y la juventud, para echar raíces en los sectores que encabezarán las luchas contra la austeridad. Que tienda lazos con los trabajadores del resto de Europa, victimas también del austericidio impuesto por la UE.

No nos caben dudas de que existen enormes reservas de combatividad en el proletariado y el pueblo griegos. Es más: la enorme alegría que se está expresando hoy por el triunfo de Syriza, podría manifestarse mañana en grandes luchas en los lugares de trabajo, de estudio, en las calles.

Bajo el fuego de la crisis económica, el gobierno de Tsipras tendrá un margen de maniobras muy acotado y seguramente no tardará en desentenderse sus promesas, como lo demuestra el gobierno que está construyendo con los nacionalistas xenófobos de Griegos Independientes. Es que no hay manera de salir de este tipo de enjuagues sobre una base puramente parlamentaria. Ése es el otro enorme límite estratégico del nuevo gobierno: no se basa en la movilización revolucionaria de las masas, sino solamente en el juego político-parlamentario. Es decir, simplemente, que su perspectiva no es revolucionaria sino limitadamente reformista.

Nos solidarizamos con estas luchas a venir, y apostamos con todas nuestras fuerzas a la construcción de organizaciones revolucionarias independientes en Grecia en la perspectiva de un gobierno de los trabajadores en el país heleno.

Declaración de la corriente internacional Socialismo o Barbarie, 26/01/2015

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