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Jul - 17 - 2015

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“Salvo el poder, todo es ilusión” (Lenin)

Otro elemento que comienza a aparecer, aunque sea aun en el trasfondo, es la cuestión del poder. Cuando el gobierno de Syriza se encaminaba al gobierno en Grecia, señalábamos que, además de hacerlo en una situación económica mundial infinitamente menos favorable que la de los gobiernos “progresistas” latinoamericanos, lo hacía con bases estructurales mucho más débiles.

En efecto, el chavismo se apoyó en un sector del ejército y luego en un movimiento de masas organizado; Evo Morales era dirigente campesino y de masas antes de acceder al gobierno, amén de miembro de los pueblos originarios; incluso Lula se apoyaba sobre un gran partido como el PT y la principal central obrera, la CUT, productos de grandes luchas y una recomposición política fenomenal de la clase obrera brasileña luego de la caída de la última dictadura. En Argentina, el kirchnerismo capitalizó un gran estallido social que derrocó a un presidente y luego desarrolló por abajo un vasto movimiento orgánico.

El gobierno de Tsipras, ¿en que se apoyaba? En una simple victoria parlamentaria, de un partido cuya influencia orgánica en el movimiento obrero es menor que la del KKE (partido comunista griego)…

Esta flaqueza se vio multiplicada al infinito ante los “mastodontes” de la Unión Europea. Frente al gran capital, su capacidad de desfinanciar la economía griega (limitando la liquidez otorgada por el Banco Central Europeo), el poder concentrado de los grandes medios, de la burguesía local, de prácticamente el conjunto de la clase política, Tsipras y la dirección de Syriza tuvieron poca resistencia que ofrecer. Además, desde el principio, la línea de Tsipras fue la de no movilizar. Así se negaba a sí mismo y a Syriza la posibilidad de construir una fuerza orgánica de masas, como las que se apoyan los gobiernos “progresistas” latinoamericanos.

Como hemos dicho, la situación actual no es sino el resultado esperable del rechazo a tomar cualquier medida estructural de la parte del gobierno griego, y por consiguiente de apoyarse en la movilización de las masas. La misma política desmovilizadora y exclusivamente electoralista, Tsipras la proyectó internacionalmente hacia el resto de los países de la Unión Europea. No aprovechó que, con todas sus desigualdades, crece el descontento por la eterna “austeridad”, para alentar movimientos orgánicos de protesta y solidaridad con Grecia.

De esta experiencia, hay que sacar una conclusión clara: en el enfrentamiento al gran capital internacional y las burguesías locales, no hay votación, referéndum o parlamento que valga. Por supuesto, esos elementos pueden ser puntos de apoyo secundarios, que en determinadas condiciones ayuden a impulsar la movilización de las masas, como pudiera haber sido la victoria del NO en el referéndum… en caso de ser aprovechada revolucionariamente. ¡Pero de ninguna manera pueden reemplazarla!

En definitiva, la clave es la capacidad de construir un contra-poder suficientemente fuerte para hacer frente al poder del capital, poder que sólo puede apoyarse en la más amplia organización y movilización independiente encabezada por la clase trabajadora.

Sin dudas, en un periodo histórico donde la democracia burguesa sigue siendo el lugar de resolución por excelencia de los problemas –e incluso el “antídoto” para situaciones, como las rebeliones árabes, que la sobrepasaron ampliamente–, hablar de doble poder puede parecer una exageración.

Sin embargo, es una de las enseñanzas fundamentales de la crisis griega: nuestro enemigo tiene enormes medios a su disposición y los hará entrar en juego. Hay que responder con una fuerza estructural y una organización comparables. Por otra parte, la profundización de la crisis política podría acelerar el desenlace de la situación y abrir un periodo de enfrentamientos mucha más duros entre las clases.

Para levantar el programa de ruptura anticapitalista con la Unión Europea y el euro, para avanzar en la socialización de los medios de producción, para impulsar una organización por abajo que se oponga y reemplace al poder del Estado y de la burguesía, hace falta asimismo construir una organización revolucionaria que defienda esta perspectiva.

Las experiencias políticas realizadas alrededor de la lucha del referéndum, la clarificación programática alrededor de la cuestión de la Unión Europea y el euro, el terremoto que ha significado la capitulación de la mayoría de Syriza y la “rebelión” al interior del partido que comienza a vivirse son la base material para pelear por una recomposición política revolucionaria, a la izquierda de Syriza, que se nutra de lo mejor de la experiencia de la vanguardia de estos años de lucha y levante la perspectiva del poder obrero y del socialismo. (A.V.)

Por Ale Vinet, desde Europa para Socialismo o Barbarie, 16/06/2015

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