Jul - 31 - 2015

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La noticia de todos los diarios y portales del pasado marte 28 fue que cae la Bolsa china 8,5%, el índice industrial registra su tercera baja mensual consecutiva y los precios de las materias primas también bajan, ubicándose a niveles del 2003.

Hace poco tiempo desde estas mismas páginas, refiriéndonos a la economía china, mencionábamos al primer ministro Li kequiang anunciando “la nueva normalidad” en la economía china. Esto significaba lisa llanamente, ante la debilidad de la economía mundial, que “la fábrica del mundo, China”, en vez de crecer el PBI a dos dígitos como nos tenía acostumbrados en los últimos 20 años, comenzaría a crecer 7,2% por año; conuna economía más dirigida al consumo interno pero no abandonando su perfil exportador.

En el mismo artículo alertábamos que este objetivo obligaba a los jerarcas chinos a introducir reformas de todo tipo: económicas, políticas y sociales para conseguir este logro. En el último año las tres Bolsas chinas (Shanghai,Shenshen y Honkong) aumentaron de promedio un 120% pero entre junio y fines julio perdieron el 30% de su valor.[1]

El sábado 11/07/15 nuevamente Li declaró ante la suba de la Bolsa de Shanghai que “el gobierno que presidía estaba dispuesto a intervenir en el mercado accionario para darle mayor fortaleza y transparencia”.(cit.)

La Bolsa más importante de China es la de Shangahi que prácticamente en los dos últimos dos años se ha unificado con la de Shenshen.Abrió sus puertas en 1990. En ella cotizan más 2.800 títulos accionarios, siendo una de las Bolsas más importantes del mundo pero tiene una particularidad: “La brutal caída de más del 30% de su valor que ha provocado la pérdida de más de 4 billones de dólares en capitalización bursátil ha tenido poco efecto sobre las Bolsas del planeta, por los pocos vasos comunicantes que tiene esta Bolsa con el mundo”.[2]

Esto también demuestra porqué en plena crisis de Wall Street en el 2008 se viera poco afectada. Solamente el 1,5% de sus títulos está en manos extranjeras. Tienen prohibido su acceso a ella los Fondos de todo tipo: de inversión, de pensión, y los hedgefounds (inversores de alto riesgo, responsables de los bonos basura que pululan por el mundo).

El 85%  de inversores son pequeños ahorristas y hacen sus primeras armas en el mercado accionario; éstos representan un 15% de la población (que tiene una gran capacidad de ahorro).

El resto son directivos de empresas medianas y grandes y un entramado de intendentes de todo pelaje que manejan  los recursos de sus distritos a gusto y piaccere. Obviamente la mayoría de ellos pertenecen a la burocracia capitalista del PCCh. Esto demuestra las particularidades de la Bolsa china.

El gobierno después de desactivar aparentemente la burbuja inmobiliaria (los precios de las propiedades han comenzado a caer) ha creado conscientemente otra burbuja ahora accionaria dando crédito a muy bajo interés para comprar acciones.

Hay que señalar también que la mayoría de las  empresas no se financian vendiendo acciones sino con créditos bancarios (de los diez bancos más grandes del mundo, tres son chinos).

Si bien la Bolsa refleja distorsionadamente lo que ocurre en la economía real, responde de alguna manera a ella. Si una empresa anuncia ganancias o nuevas inversiones, los títulos de esa empresa suben. Ahora bien, si el gobierno chino anuncia que su economía bajará a un 7%, desde el 12% que venía creciendo su PBI, y esa es “la nueva normalidad” de los próximos cinco años, hay una contradicción total. Pasó lo que tenía que pasar: la Bolsa empezó a ajustar a la baja y explotó la burbuja.

En los últimos veinte días el gobierno había tomado una serie de medidas. ¡Había prohibido a los grandes inversionistas y directivos a vender sus acciones y títulos por seis meses y había extendido el tiempo de la no participaciónvoluntaria enlas ruedas bursátiles de 1.400 empresas que habían sufrido grandes pérdidas y se comprometió a comprar acciones de las empresas más importantes cuando bajen de un determinado nivel!”.[3] Esta verdadera inyección de morfina duró lo que tenía durar: un suspiro.

“Mientras más interviene el gobierno más me asusto”, dice Li Juan, quien administra una empresa de pesca y restaurantes en Nanjing, una ciudad en la parte oriental del país. El empresario ha gastado 3 millones de yuanes (400 mil U$A) en acciones comprando a crédito un tercio del total: “No tengo fe en las medidas tomadas por las autoridades para contener las pérdidas”.[4] Esto es totalmente cierto, la Bolsa seguirá ajustándose. No se la puede manejar por decreto y esto recién comienza.

El problema es que esta sacudida se traslade a la economía real y ahí sí tendrá efectos planetarios por los innumerables lazos que tiene la economía china con el mundo. La burocracia capitalista no dormirá por un tiempo tranquila porque estará atenta al posible temblor de su economía y al malhumor social de una parte de la población.

Deng Xiao Ping, padre de la vuelta al capitalismo de China, ante las advertencias de un sector de la burocracia de que se estaba volviendo al capitalismo, contestó  “No importa el color del gato, sea blanco o negro, lo que importa es que cace ratones”. Ahora al gato se le empiezan a escapar los ratones.

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[1].- Wall Street Journal, 10/07/15.

[2].- El País, Luis Doncel, 11/07/15.

[3].- The Economist, 28/07/15.

[4].- Según WSJ, el Banco Central chino habría dejado de comprar acciones para probar la fortaleza del mercado.

Por Francisco Tanoiras, Socialismo o Barbarie, 30/07/2015

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