Sep - 16 - 2015

Comité Ejecutivo del Nuevo MAS, 16 de septiembre del 2015

En las elecciones del pasado 9 de agosto el candidato oficialista Scioli ganó con claridad, pero no con el suficiente margen como para tener asegurado su triunfo en primera vuelta.

Por su parte, el frente Cambiemos, con Macri a la cabeza, realizó una buena elección cosechando alrededor de 30 puntos, pero que lo dejó lejos de tener asegurado un balotaje. Pese a todos los pronósticos, el frente de Massa y De la Sota no solo se mantuvo sino que quedó arañando los 20 puntos, resultado que lo sigue dejando en carrera y como un eventual “árbitro” en el caso de darse una segunda vuelta.

El motivo del triunfo del gobierno es bastante simple: pese a que la situación económica general tiende a deteriorarse, el oficialismo ha logrado mantener dos factores: la recuperación del empleo y el poder de compra del salario; factores determinantes para que un sector importante de la población, especialmente los trabajadores, todavía se mantenga fiel a la hora de votar.

En ese marco el FIT obtuvo 727.000 votos y el Nuevo MAS 103.000, totalizando en conjunto alrededor de 830.000 votos (cifra menor que la del 2013); una buena elección teniendo en cuenta que entre las tres opciones más votadas se llevaron más del 90% de los votos, dejando poco para el resto.

Faltan escasos 40 días para la primera vuelta del 25 de octubre y todo parece indicar que no habrá grandes cambios en la situación política. Si bien después de las PASO Scioli y el oficialismo pasaron algunos sofocones por las inundaciones y el escándalo en las elecciones de Tucumán (cuestión que puede traerles nuevos dolores de cabeza), también el PRO ha debido sufrir malas noticias con los “negociados” entre Niembro y el gobierno de la Ciudad.

Nada de esto parece alcanzar para mover el “amperímetro” en una situación donde lo más destacable es “la calma chicha” que hay a nivel de la lucha de clases. Estamos transitando este tiempo preelectoral con un gobierno que parece tener controlada la transición; aunque está claro que está “abusando” del tiempo de espera que ha dado la patronal en su conjunto para las medidas que vengan con el nuevo gobierno, logrando administrar así variables económicas que como el dólar, la inflación o el déficit fiscal, se les van de las manos; el próximo gobierno será el encargado así de realizar el inevitable ajuste.

Los empresarios y el imperialismo están relativamente tranquilos porque saben que, gane quién gane, viene a “sincerar” la economía. Aunque los candidatos siguen hablando generalidades en sus discursos para la tribuna, detrás de bambalinas, en las reuniones con las cámaras empresarias, los asesores económicos se sacan la careta y más o menos recitan el mismo libreto prometiendo llevar adelante el ajuste; solo se diferencian en el ritmo y la profundidad del mismo.

Frente a este panorama, la responsabilidad de la izquierda revolucionaria se redobla, ya que no solo es necesaria una respuesta electoral a secas: también hay que aprovechar la campaña electoral para responder a las tareas estratégicas que tienen por delante el movimiento obrero y su vanguardia combativa para enfrentar organizadamente el ajuste que se viene, y para que progrese, al compás de esas luchas, la conciencia política de la clase obrera (por ejemplo, en la agenda se coloca la realización de un encuentro obrero para organizar al activismo).

En ese sentido, si bien es correcto denunciar a Scioli, Macri y Massa como los candidatos del ajuste y llamar a los trabajadores a votar por el FIT para conquistar más bancas en todo el país para ponerlas al servicio de las luchas de los trabajadores y del pueblo, desde el Nuevo MAS opinamos que no alcanza: hay que superar el discurso puramente “electoralista” y “reivindicativo de izquierda”, fragmentario, característico del FIT, y aprovechar el peso electoral obtenido para enriquecer una campaña electoral cuyo perfil asuma un contenido socialista más definido, como propusimos el año pasado.

Esto es, que coloque como una preocupación central la idea de que la clase obrera debe ser el actor, el sujeto de una transformación social que vaya más allá de todas las variantes y gobiernos capitalistas como los K, Scioli, Massa, Macri o cualquier otro, y que se ubique desde el punto de vista de que, estratégicamente, la clase obrera es la que debe gobernar (incluyendo en la campaña un programa de reivindicaciones transitorias que podrían “anudarse” bajo la forma de un programa económico de los trabajadores).

El mensaje de la izquierda revolucionaria debe insistir en que ninguna solución podrá venir desde afuera de su propio protagonismo, desde afuera de sus luchas, esperando que alguien le traiga la “solución” a sus problemas (recordar que esto era históricamente lo que se esperaba del peronismo): la solución solamente podrá venir de su propia acción a partir de las peleas cotidianas, elevándolas al plano político por intermedio de sus organizaciones y partidos.

Desde el Nuevo MAS conquistamos más de 100.000 votos para una opción clara de oposición clasista al gobierno, que no mezcla sus banderas con la oposición cacerolera, que no calla su denuncia al gobierno para sumar algún voto más; este logro nos coloca una enorme responsabilidad frente a nuestra militancia y los que nos acompañaron con su voto.

Pasadas las elecciones recibimos numerosas muestras de simpatía y apoyo para con nuestra campaña, incluso desde compañeros que simpatizan con el FIT, con el planteo de que “no hay motivo para que al Nuevo MAS no lo dejen entrar al FIT”.

Por ahora el FIT no ha dicho palabra del asunto a pesar de que estas manifestaciones unitarias se han expresado en amplios sectores de la vanguardia; el FIT ha relanzado su campaña con vistas a la primera vuelta sin mayores cambios, planteando que es “una obligación de toda la izquierda” el apoyo al FIT, intentando ganar el voto de las listas que hemos sido proscriptas pero sin realizar siquiera un llamado a discutir una campaña en común.

Nuestro partido se tomará el tiempo necesario para hacer la evaluación que corresponda. Pero desde ya podemos anticipar que como antecedente obra que en la elección del 2011 y 2013 llamamos públicamente a votar críticamente por el FIT, incluso a pesar de las diferencias políticas que nos separaban de él y de su cuestionable intento de utilizar la ley proscriptiva para dirimir relaciones de fuerzas con nuestra organización.

En cualquier caso, teniendo presente que nuestras responsabilidades (las de los integrantes del FIT y las de nuestro partido) se incrementarán en la coyuntura que viene, consideramos que un método sano, principista y democrático para avanzar en definiciones de ambas partes, es concretar una reunión donde intercambiemos opiniones entre la dirección del FIT y la del Nuevo MAS a fin de esclarecer el tipo de campaña que llevarán adelante, la eventualidad de relaciones unitarias entre nuestras organizaciones que signifiquen una futura confluencia electoral y, sobre esta base, tener elementos en la mano para definir una posición final.

Esperando una respuesta favorable que no es solo la de nuestra militancia sino la de amplios sectores de la vanguardia y los votantes de la izquierda, les enviamos un fraternal abrazo revolucionario.

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