Feb - 18 - 2016

Transcribimos parte de un relato y una charla mantenida con Graciela, que nos transmitió su experiencia en las cárceles del Proceso y su visión actual de la situación de los derechos humanos en el país. Ella fue parte de un grupo de compañeros de Rosario y de Santa Fe que después de pasar por las dependencias policiales de la provincia, fueron trasladados a la cárcel de Devoto y posteriormente los compañeros a la cárcel de Caseros, “moderna” en sus instalaciones, donde las condiciones eran aún peores. Los detenidos la llamaban “la sanguchera” porque allí no pasaba el sol. Desde estas páginas le agradecemos su inestimable colaboración.

SoB: ¿Cuáles fue tu primera relación con la militancia socialista?

G: Ingresé al PST siendo estudiante de Bioquímica en la Universidad de Santa Fe, ahí conocí al partido y me puse a militar en el año 1975. En el año 76, cuando asumió el gobierno militar, vimos cómo se llevaban compañeros de la Universidad todos los días, que desaparecieron. O sea, que empezamos a ser conscientes que todos los estudiantes, todos los personajes extraños, que podíamos ser “subversivos”, como ellos nos llamaban, nos pedían los documentos, entrabas a la Universidad y veías personajes ahí adentro para observar a los estudiantes, y muchos de esos estudiantes después no se veían más en las aulas. Desaparecían: fueron los primeros desaparecidos. Después en las fábricas, en todos lados, uno se iba enterando de que secuestraban y desaparecían gente.

Nosotros vivíamos el Mundial viendo cómo la gente se movilizaba a través del fútbol. Nosotros íbamos a las movilizaciones, justamente para entender qué era lo que estaba pasando. Para entender, en relación a la gente, qué era lo que estaba pasando con el gobierno militar. Pero bueno, de hecho, la gente no se enteraba de lo que estaba pasando. Porque estaba todo tapado, era muy difícil saber algo.

SoB: ¿Cómo fue el tema de tu detención con causa y además estuviste a disposición del Poder Ejecutivo Nacional?

G: Estuvimos detenidos-desaparecidos por un período de 1 a 2 meses, en el que no nos reconocían, negaban a nuestros familiares que estábamos presos. Después nos abrieron causa judicial. La justicia actuaba directamente ligada a la policía y a los militares. Te hacían declarar en  lugares clandestinos. Ahí te torturaban y todo y después te abrían causa judicial. En febrero del 79 nos pusieron a disposición del PEN, a los que nos reconocieron; a los que no, desaparecieron. Por lo tanto, si a vos te liberaba la justicia, estabas preso hasta que el PEN decidía tu liberación.

Año 1978, noviembre, después del Mundial de Fútbol, donde millones de argentinos disfrutaban el haber salido campeones. Muchos otros estábamos sufriendo la detención, tortura, desaparición de personas, llevadas a cabo por el gobierno militar de Videla y Cía. Y esto venía apenas asumió este gobierno y, también hay que decirlo, del gobierno peronista de Isabel con la Triple A!!!

Detenida en la provincia de Santa Fe, estudiante militante del PST, en ese momento clandestino por la ilegalidad dictada por el gobierno de Videla… Para este gobierno pensar diferente y accionar en el mismo sentido era ser “subversivo” (¿tendrá algún parecido con este gobierno actual?) Porque algunas voces ya están poniendo en duda si existieron “30.000 desaparecidos”!!! Y ni se habla de que también hubieron miles de detenidos-torturados y presos políticos por muchos años!!!

SoB: Primo Levy, en su libro Los hundidos y los salvados, se refiere a la importancia de tener objetivos dentro de la prisión. ¿Cómo resistieron esos años la vida en la cárcel?

G: La vida de encarcelados no fue fácil. Para nuestros familiares toda una situación muy dolorosa, algunos (como mis padres, hermanos) era tener que viajar kilómetros para poder visitarnos a los que éramos trasladados a Buenos Aires. Del trato hacia ellos, ni qué contar (eran cacheados y hasta maltratados) por el servicio penitenciario de la época.

Muchos de nosotros fuimos torturados hasta que los personajes que trabajaban para el gobierno dictador decidieron que habían logrado que alguna enseñanza nos habían propinado. “¡No te metas más chiquita!” Y esto se tradujo en la sociedad como: “¡Algo habrán hecho!” Sí, pensar y actuar diferente: ¡¡creer que esta sociedad capitalista se puede cambiar!!

A los santafesinos, una vez que nos trasladaron a la cárcel de Devoto, nos llevaron primero a los pisos superiores, el cuarto, el quinto. Allí las condiciones eran extremas. Si ellos lo consideraban de acuerdo a tu comportamiento, te iban trasladando a los pisos inferiores, hasta llegar a la planta baja, que era el “oasis”. A veces tenían en cuenta también a qué organización pertenecías. El trato a veces se diferenciaba con nosotros en  que, para ellos, “no agarrábamos las armas”. Igual ellos te iban estudiando. En una oportunidad nos entrevistaron “especialistas” (desde curas, servicios, “arrepentidos”, etc.).

Si te trasladaban a la planta baja, allí tenías acceso a la lectura, a compartir el recreo en patio al aire libre, a poder charlar un poco más con tus compañeras.

La lucha por la supervivencia incluía no sólo la actividad política, pasar informes, discusiones, etc., sino también actividades culturales. Organizábamos obras de teatro, que representábamos en el baño en los recreos. Los pocos minutos de que disponíamos actuábamos y así la representación  podía durar meses. Hicimos la obra “Melenita de oro”.  Una vez no pude terminar la actuación completa porque me trasladaron de piso (las llamábamos las famosas “calesitas”).

En el 80 salí en libertad.

SoB: Las condiciones de falta de intimidad, ¿qué consecuencias tuvieron en ustedes?

G: Consecuencias no sólo psicológicas, sino también físicas. En mi caso, padecí durante los 2 años que estuve detenida de “amenorrea de guerra”, que me diagnosticaron al salir de la cárcel, ya que la misma desapareció con mi libertad. El trastorno físico era producto de las condiciones de detención.

Otras compañeras sufrieron otros trastornos físicos y psíquicos más graves. Vi cómo algunas perdieron  la razón, otras intentaron quitarse la vida consumiendo cantidades de lavandina.

SoB: Teniendo en cuenta la pelea por defender y extender lo conquistado, ¿cómo pensás que hay que encarar este 24 de marzo?

G: Yo hace algunos años que no participo de la marcha del 24 de marzo. No lo he hecho porque no me he sentido totalmente motivada como para concurrir. Pero después del triunfo electoral de este gobierno, le dije a mi compañero: “Este 24 de marzo voy a la marcha, vamos a la marcha, tenemos que ir”. Se lo dije con el convencimiento de que es necesario, ante el ataque cada vez más creciente a las libertades, a la juventud que camina tranquilamente por la calle, hay que pararle la mano al gobierno. Mi hijo me comentaba que no pueden andar los pibes del barrio con gorra por la calle porque los paran y averiguan antecedentes. Hubo otro caso de trabajadores jóvenes de una fábrica de Capital que la policía les pidió documentos a todos a la salida, estuvo el caso de los pibes que ensayaban una murga en la villa 1-11-14 y fueron agredidos con balas de goma.

Hoy este gobierno quiere borrar de un plumazo toda esta historia… pero olvidan que todavía existimos: las abuelas, los nietos, los ex detenidos políticos y sobre todo: Memoria

 

Socialismo o Barbiare, 18/2/16

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