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Mar - 4 - 2010

El triunfo obrero logrado sobre el gobierno de Isabel Perón, echando abajo el plan económico de Celestino Rodrigo, profundizó la crisis política y económica, debilitando seriamente al gobierno y el régimen. La homologación de los convenios colectivos de trabajo impuesta por la huelga general de julio de 1975 demostró que los trabajadores no iban a tolerar fácilmente que la crisis económica del país cayera sobre sus espaldas.

El gobierno de Isabel,                     luego del Rodrigazo, se vio obligado a reestructurar su gabinete y urgido de llevar adelante el ajuste, volvió a la carga ubicando a Emilio Mondelli, como nuevo ministro de Economía luego de un breve período de Antonio Cafiero al frente de dicho Ministerio.

La situación económica se deterioraba día a día. “La situación previa a la asunción de Mondelli como ministro de Economía mostraba ya las consecuencias del deterioro que se había manifestado desde principios de 1975 y se había acentuado a partir del fracaso del plan de ajuste de shock elaborado por el ministro Rodrigo en junio de 1975. En el último trimestre de 1975 se había evidenciado una fuerte caída en la actividad de la industria (-7%) cuyas causas se fundaban en la fuerte disminución de la demanda interna (fruto de la erosión de los salarios reales a causa de la alta inflación) y de la dificultad para importar materias primas e insumos intermedios. También en este trimestre se evidenció una importante disminución en la actividad de la construcción (-26,3% respecto del mismo trimestre de 1974)”. (1)

En diciembre de 1975 se acelera el aumento de precios minoristas y la inflación llega a límites increíbles. Según Marongiu, la inflación de los dos primeros meses de 1976, en este sector, alcanzó el 637% para todo el año. Por otro lado los compromisos para el pago de la deuda externa que vencían en marzo y abril del año entrante chocaban                     con un fuerte déficit de tesorería.

Mondelli entonces, echó mano a la receta de medidas que ya había intentado Rodrigo hasta que los trabajadores derrumbaron su proyecto. En ese sentido, la base del Plan Mondelli se asentaba en el alza de las tarifas de servicios públicos y los combustibles, liberación de precios, mercado único de cambio, una “tregua” social por seis meses y un paupérrimo aumento salarial del 12% que finalmente, y por la presión de la respuesta obrera terminó siendo del 20%, mientras que recurría al FMI por nuevos créditos y préstamos.

Crisis política e institucional

En la situación política, producto de la huelga general triunfante contra al Plan Rodrigo, había cambiado la ubicación de las fuerzas sociales. La patronal en su mayoría comprendió que el gobierno peronista ya no le garantizaba controlar al movimiento obrero y veía con temor cómo amplias franjas de vanguardia se iban radicalizando en sus posiciones políticas. Las Coordinadoras fabriles se habían mantenido en su mayoría aglutinando al activismo en las grandes fábricas como Ford, Mercedes Benz, Grafa (textil) y otras. En cuanto al régimen parlamentario, el Congreso, acompañando el ritmo de la crisis, va a quedar prácticamente paralizado. Las bandas fascistas seguían operando, a pesar de que López Rega, principal referente del ala fascistoide del gobierno, tuvo que renunciar como ministro de Bienestar Social y salir del país. La guerrilla se lanzaba a una alocada y desesperada actividad, lo que era también usado como excusa por la burguesía para reclamar “orden”. Las estadísticas contabilizaban que desde la muerte de Perón en julio del 74 hasta fines de 1975, la violencia política había provocado 503 muertes, de las cuales 457 eran de militantes obreros y populares.

La burocracia sindical se acercó nuevamente al gobierno de Isabel, no sin dejar de reclamar su cuota de poder político en las decisiones en las alturas. Es en este marco en el que los rumores de golpe se hacían cada vez más notorios. El 18 de diciembre de 1975, el brigadier Jesús Orlando Capellini encabeza un intento de golpe contra el gobierno. Hay paros en muchas fábricas y el brigadier golpista depone su actitud.

El 16 de febrero de 1976 la Asociación Permanente de Entidades Gremiales Empresarias (APEGE) declaró un “lockout” patronal reclamando una rectificación total de la política económica. Esta asociación patronal estaba presidida nada menos que por José Alfredo Martínez de Hoz, quien luego será ministro de Economía de la dictadura militar. Los trabajadores, por su parte, continuaban luchando ante la inflación, fundamentalmente, por aumento de salario y contra los despidos en varias empresas. En febrero del 76, poco antes del anuncio del nuevo plan económico, los 600 obreros de la fábrica Aguila Saint salieron al paro y se movilizaron por la reincorporación de 32 compañeros despedidos. De la misma manera lo habían hecho los trabajadores de la textil Guilford de la sureña ciudad de Comodoro Rivadavia ante el despido de 80 compañeros durante un conflicto por aumento salarial. Durante la dura pelea los obreros echaron a la Comisión Interna que respondía a la burocracia textil y eligieron una nueva conducción. El conflicto se desarrolló a nivel provincial hasta que fue convocado un paro general en solidaridad con los textiles. En ese mismo mes los trabajadores de la Sanidad de Capital Federal, Provincia de Bs. As., Santa Fe y Córdoba pararon durante 10 días en demanda de un aumento salarial. Los metalúrgicos de SOMISA comenzaron un quite de colaboración por la misma demanda. Y en Mendoza, el 29 de febrero del 76 pararon los trabajadores del transporte por un aumento salarial de 600 mil pesos viejos.

Plan Mondelli y respuesta obrera

El 5 de marzo Eduardo Mondelli anuncia su plan económico y el contorno de luchas se extiende en rechazo a dicho plan. Los trabajadores de Mercedes Benz realizan una asamblea y resuelven ir al paro. En Córdoba, “la Mesa de Gremios en Lucha realiza el 11 un paro con abandono de tareas, con el siguiente planteo: ‘Contra el plan Mondelli, el gobierno, su política; contra el golpe de estado y la inmediata libertad de Rafael Flores, dirigente del Caucho, Luján y Pedro Flores, de Perkins, y demás desaparecidos’” (Clarín, 12-3-76, subrayado nuestro) (2)

Para entonces, Ricardo Balbín, principal dirigente del partido radical, siguiendo la tradición golpista y antiobrera de los radicales, va a llamar a terminar con la “guerrilla fabril”, tal como mencionaba al duro activismo de aquellos años. Poco después,                     y en vísperas del golpe militar, al ser consultado públicamente sobre qué propuesta tenía ante la crisis política, Balbín va a responder que “no tenía soluciones” en un claro guiño golpista hacia las Fuerzas Armadas.

Los trabajadores van a multiplicarse en la lucha contra el plan. Saldrán al paro los trabajadores de las grandes fábricas dirigidos por las nuevas direcciones combativas y clasistas. No obstante, a diferencia del Rodrigazo, el movimiento de los trabajadores había sufrido, además de las bajas producidas por la Triple A, la ida de las fábricas de valiosos activistas y dirigentes orientados por la guerrilla montonera que en enero del 76 planteó formar una CGT en la clandestinidad. Esta medida política irresponsable y ajena al conjunto de los trabajadores, en ese momento, provocó el debilitamiento del activismo en varios lugares de trabajo.

Opuesta fue la política del Partido Socialista de los Trabajadores, que siendo también blanco de la represión del gobierno y de los ataques de las bandas fascistas planteó, ante el nuevo plan del gobierno y la actitud de la burguesía: “Para los socialistas no cabe ninguna actitud de espera. Nosotros impulsaremos con todas nuestras fuerzas la movilización del movimiento obrero para que el plan antiobrero y proimperialista sea aplastado por los trabajadores y el pueblo”. La burocracia sindical ahora más cercana a Isabel, no va a enfrentar a Mondelli como había hecho con Rodrigo y tratará de negociar un nuevo plan, y un sector como el de Victorio Calabró, burócrata de la UOM y gobernador de la Provincia de Buenos Aires terminó inclinándose hacia el golpismo. De todas maneras, la lucha contra el Plan Mondelli volvió a demostrar que el gobierno de Isabel no podía dominar al movimiento obrero y la burguesía y los militares comprendieron que no podían dejar madurar la radicalización política y la perspectiva de una nueva dirección obrera clasista. “El último fin de semana previo al golpe encuentra a varios sectores de la producción dispuestos a vencer la ‘parálisis gubernativa’ y actuar en consecuencia. Jorge Aguado, de CARBAP (Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y la Pampa) exalta la ‘acción gremial cívica’, eufemismo para alentar el desabastecimiento, y la solidaridad contra la ‘insurgencia fabril’”. (3)

El 24 de marzo las Fuerzas Armadas derrocan a Isabel Perón y ponen fin a una etapa de la lucha de clases en el país. Pero la clase trabajadora, en quien cae el mayor peso de la represión junto a las organizaciones de la izquierda revolucionaria, va a pelear aún en defensa de las conquistas laborales que los militares vienen a quitar. “En el mismo mes de marzo los trabajadores de IKA Renault-Córdoba inician el trabajo a reglamento y en el mes de abril la sección Pintura de la General Motors de Barracas inicia medidas de fuerza, ante lo cual efectivos militares ocupan la planta y secuestran a tres trabajadores. Entonces el resto de los trabajadores paraliza totalmente la fábrica y logra que los trabajadores sean liberados. En el mes de mayo comienzan paros rotativos de quince minutos en Mercedes Benz y se continuarán en la Chrysler de Monte Chingolo”. (4) En otras fábricas también se toman medidas contra la represalia que las patronales emprenden contra los trabajadores una vez producido el golpe. Y durante octubre y diciembre de ese año y enero de 1977, los trabajadores de Luz y Fuerza van a protagonizar una de las luchas más importantes durante el gobierno militar. En medio de persecuciones, arrestos y secuestros, los obreros pelearon por 200 compañeros despedidos y el recorte de conquistas obreras. En febrero es secuestrado el secretario general del gremio, Oscar Smith y, poco después los trabajadores serán derrotados. Así la dictadura militar inclinaba la balanza a favor de los capitalistas.

El heroísmo de los trabajadores que lucharon en sus lugares de trabajo contra el Plan Mondelli y luego contra las medidas de Videla y Martínez de Hoz, demuestran a las nuevas camadas de activistas el potencial que anida en las filas obreras y son el punto de apoyo fundamental para avanzar hacia una nueva dirección política y sindical.

(1) “Políticas de shock en la agonía del Estado peronista: el Rodrigazo y el Mondelliazo” Federico Marongiu. U.B.A., Centro de Estudios para el Desarrollo Argentino (CENDA) Julio 2006.

(2) Citado en “Las verdaderas razones del golpe”, G. Pessoa, SoB Nº 74, 10/03/06

(3) G Pessoa, op. cit.

(4) “El golpe, la resistencia obrera y algunas conclusiones políticas”, O. Alba.

Por Oscar Alba, SoB Nº 171, 04/03/10

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