May - 13 - 2016

El gobierno de Macri en su laberinto

La situación política está entrando en un momento de mayor dinámica y vitalidad. Mientras que en el parlamento se procesan las variables que pueden dar lugar a una gran crisis política en el gobierno nacional, por abajo se están dando importantes procesos de lucha, tanto en el centro del país como en distintas provincias del interior, encabezados por estatales, docentes, petroleros y estudiantes. Proceso que en caso de confluir, asestarían un profundo golpe al ajuste de Macri

Al borde de una crisis política

Al cierre de esta edición se dio a conocer que las comisiones de la Cámara de Diputados habían aprobado el dictamen sobre la ley “antidespidos” que votó el Senado, y que por lo tanto se habilitó el llamado a la sesión extraordinaria de hoy jueves para que se ponga a votación el proyecto de ley. Este hecho hace avanzar un paso más la coyuntura hacia la apertura de una crisis política para el gobierno de Macri.

¿En qué se basa esta potencial crisis política? El tema es simple: el gobierno del PRO ganó las elecciones hace 5 meses y con eso parecía contar con la legitimidad suficiente para imponer su propio plan de gobierno. Así fue como, en un principio, supo aislar a los sectores más recalcitrantes del kirchnerismo, fracturar al bloque de senadores y de diputados del FpV y conseguir una holgada mayoría que le votase, entre otras cosas, la validez de los DNU firmados a principio de año, el pago a los fondos buitre y el endeudamiento del país. Hoy esa legitimidad está cuestionada y aquella red de aliados y de “opositores” colaboracionistas se ha reducido a su mínima expresión.

Lo que ocurrió es que ese plan de gobierno supuso un fuertísimo ajuste contra los trabajadores y demás sectores populares, que se tradujo en una seguidilla interminable de tarifazos, aumento de precios y despidos, que sorprendieron a muchos de quienes lo votaron con la esperanza de un cambio distinto y generaron un creciente malestar social.

Es que a nadie se le escapa que los últimos años del gobierno de Cristina Kirchner fueron tiempos en los que se vivió una creciente precarización de la situación económica del país; y que el kirchnerismo se mostró absolutamente incapaz de salir de esta encrucijada. La pérdida de dólares, la inflación creciente, la imposibilidad de tomar créditos en el exterior, y el creciente déficit fiscal, hicieron imposible sostener las concesiones que la burguesía, por intermedio de los gobiernos de Néstor y Cristina, se vio obligada a darle a las masas para contener y reabsorber la rebelión popular de 2001. Pero lo concreto es que, a pesar de esto, Cristina tuvo la capacidad de ganar tiempo y retirarse de la Casa Rosada sin que las cosas se “fueran de madre”, sin que se viviera un escenario de crisis abierta, y sin hacer el trabajo “sucio” del ajuste. Esto le dejó esa amarga tarea al nuevo gobierno, quien tuvo que asumir el ajuste, no como un hecho inevitable, sino como una política activa de su propio cuño. De allí viene ese latiguillo repetido hasta el cansancio sobre “la herencia recibida” y el “sinceramiento de la economía”, que se quisieron presentar como medidas amargas pero necesarias que, en definitiva, nos llevarían a una “revolución de la alegría”, cuyos primeros frutos de felicidad se disfrutarían en el segundo semestre del año. Pero el tiempo pasa y lo único que se ve son nuevos ajustes, más inflación y más despidos.

Sobre esta base se fueron gestando una miríada de luchas y también las condiciones que cristalizaron en la inmensa movilización del 29 de abril, la cual objetivizó ese creciente malestar social y el que luego se encausó, parcialmente, detrás de la ley antidespidos aprobada en el Senado.

El gobierno de Macri intentó retomar la iniciativa inmediatamente después del 29A, y trató de mostrarse firme redoblando la apuesta: anunció el tarifazo a las naftas y a los cigarrillos. Pero la media sanción de la ley antidespidos en el Senado lo dejó desorientado y a la defensiva. Jugó todas sus cartas a impedir que la ley llegue a la Cámara de Diputados; y para eso trató de patearla para adelante, pasearla por las comisiones, convencer a Massa y compañía, amenazó con vetarla… Su desorientación fue tan profunda que hasta se le volvió en contra el documento de apoyo firmado por la gran burguesía, en donde se “comprometían” a no disminuir las plantillas de trabajadores por noventa días. Es que dicho documento, lejos de hacer aparecer como innecesaria a la ley antidespidos, puso sobre la mesa que existe efectivamente una emergencia laboral.

Lo concreto es que a esta altura, con la próxima votación de la ley en Diputados y con el bloque massista fracturado, el gobierno ha quedado aislado y al borde de sufrir una rotunda derrota parlamentaria.

Nosotros no podemos hacer futurología y aún no está claro si en la sesión de este jueves habrá quórum necesario para que se sesione. Pero en caso de que esto ocurra y la ley fuera aprobada, a Macri sólo le quedan dos caminos, o asumir su derrota y dejar pasar la ley, lo que supondría una muestra de debilidad que le dificultaría gravemente su plan de ajuste; o lo que es mucho más probable, deberá optar por seguir redoblando la apuesta y vetar la ley total o parcialmente (rechazando la doble indemnización), como ya anunció hasta el cansancio el jefe de gabinete, Marcos Peña. A los efectos de la efectividad de la ley, el veto parcial la dejaría absolutamente vacía de contenido, puesto que la doble indemnización es la sanción aplicada a quien incumpla la ley y despida, de forma tal que si se excluye la sanción, la ley misma queda sin recursos para hacerse valer.

Este escenario continuaría tensando la cuerda, le devolvería la pelota a la burocracia sindical y la pondría en serios aprietos frente a sus propias bases que se movilizaron el 29A. Es que los Moyano y compañía no quieren saber nada con la idea de llamar a un paro general, por dominguero que sea. Un paro general en estas instancias sería objetivamente una contundente acción política que cuestionaría radicalmente al gobierno de Macri a sólo cinco meses de asumir. Pero además, aunque los popes de la CGT estén en condiciones de controlar a sus propias bases, no es tan seguro que puedan evitar que el mismo le sirva como punto de apoyo a otros sectores en lucha, dándole al mismo un carácter más combativo.

La lucha es contra los despidos y por el salario

Es que a la par que se procesa en las alturas esta crisis; por otro lado, en las calles, aparecen otros focos que dinamizan la coyuntura política.

Por un lado, tenemos las expresiones que vienen del interior del país, y que por ser eslabones más débiles en la cadena de la economía nacional, suelen manifestar más tempranamente las consecuencias de las políticas de ajuste. En la provincia de Tierra del Fuego se viene desarrollando desde hace semanas una profunda lucha con huelgas y marchas multitudinarias contra la política de ajuste de la gobernadora Rosana Bertone. En Santiago del Estero la lucha de los docentes por aumentos de salarios continúa desde principios de año. Pero esta semana se sumó la provincia de Chubut. El viernes 6 de mayo, en la ciudad de Comodoro Rivadavia, al sur de la provincia patagónica, se movilizaron más de 30.000 personas junto a los petroleros, en defensa de los puestos de trabajo y porque se cumplan los convenios firmados por las empresas petroleras. En una ciudad de casi 120.000 habitantes, más del 25% salió a las calles configurando la movilización más importante en décadas en la Patagonia. Hasta el intendente de la ciudad se vio obligado a llamar a la movilización, puesto que la ciudad toda funciona alrededor de los petroleros, por lo cual la suerte de ella está atada en gran medida a la de los trabajadores.

Pero el baile no está solo en el interior, en el día de ayer una gran movilización de estatales, judiciales y docentes copó la ciudad de La Plata en la provincia de Buenos Aires exigiendo la inmediata reapertura de las paritarias y el aumento de salario. A nadie le sorprende que esto pueda ocurrir; la inflación de los últimos meses puso al rojo vivo el problema del salario. Lo novedoso en esta oportunidad es la tendencia que nace por la base en favor de salir a luchar y unificar todos los reclamos de los distintos sectores para avanzar en una lucha unificada. Estos procesos tienen una enorme importancia, puesto que al calor de los mismos se está forjando una nueva camada de luchadores, que aunque inexperta aún, está dando sus primeros pasos; y serán el punto de apoyo para luchar contra el ajuste de Macri, y abrir nuevas perspectivas para organizar corrientes antiburocráticas y clasistas en los gremios. Para eso es necesario preparar la lucha para ganar, por medio de la mayor unidad de acción y coordinación entre los distintos sectores en lucha para pegarle al gobierno de Vidal con un solo puño.

La rebelión educativa se pone de pie

Como un tercer actor en esta coyuntura aparecen los estudiantes, motorizando una gran rebelión educativa junto a los docentes de las universidades nacionales. La inflación que se acumula, junto a los tarifazos en los servicios básicos y en el transporte, dejaron a las universidades nacionales al borde del cierre por falta de presupuesto y a los estudiantes asfixiados sin poder viajar. A esto hay que sumarle el retraso salarial de los docentes que aún no cerraron las paritarias y que están desarrollando un prolongado plan de lucha.

En este marco, el viernes pasado se desarrolló una inmensa marcha a la ciudad de La Plata de más de 10.000 estudiantes exigiendo la implementación del boleto estudiantil que ya fue aprobado por la Legislatura bonaerense, pero que Vidal se niega a reglamentar. Esa marcha, lejos de marcar la cúspide del proceso, se trasformó en un fuerte impulso que proyecto a los estudiantes al centro de la pelea por la educación. Durante el transcurso de esta semana se fueron multiplicando las medidas de lucha, las clases públicas y las tomas de facultades en distintos puntos del país.

Al cierre de esta edición, en la UBA, donde ya venía tomada la Facultad de Filosofía y Letras con gran protagonismo de nuestro partido, se votó la toma de la Facultad de Psicología, y en la Facultad de Sociales, producto de una asamblea autoconvocada impulsada por los militantes de ¡Ya Basta!, se desbordo a la conducción kirchnerista y se resolvió democráticamente la toma de la facultad.

Como parte de este enorme proceso de lucha, este jueves está llamada una marcha nacional educativa por la triplicación del presupuesto universitario, el aumento del 45% para los docentes y por el boleto nacional educativo.

La masividad del proceso en marcha pone a la orden del día la necesidad de convocar un Encuentro Nacional de Estudiantes de Base, como lugar de confluencia de miles de estudiantes en lucha, y que sirva de punto de apoyo para que la rebelión educativa pueda pegar un salto en su desarrollo.

Hace falta una huelga nacional que unifique a todos los sectores en lucha

El gobierno aparece en esta coyuntura aislado y a la defensiva, pero aún no está derrotado. Lejos de tirar la toalla, ante cada muestra de resistencia, Macri se ha mantenido firme en la aplicación del ajuste y ha redoblado la apuesta. Él sabe que el futuro de su plan de gobierno depende de doblegar al movimiento de masas y derrotar a los trabajadores.

Pero en política el tiempo vale oro y las posibilidades no se pueden dejar pasar. El macrismo abrió demasiados frentes de lucha y no está decidido de antemano que pueda controlarlos a todos. Es por eso que es necesario unificar todas las luchas de los diversos sectores para derrotar al gobierno de Macri y su ajuste.

Para imponer la ley antidespidos, lograr el aumento de salarios y defender a la educación pública, hace falta la mayor unidad de acción y confluir todos los sectores en una gran huelga general. Hay que organizarse desde abajo para exigirle a las burocracias sindicales de las CGT y las CTA que convoquen un paro activo ya.

Desde el Nuevo MAS, la corriente sindical Carlos Fuentealba y ¡Ya Basta!, lejos de caer en las posiciones de sectarismo criminal que caracterizan a otras fuerzas de izquierda como el FIT, nos jugamos con todo a impulsar las luchas en curso para ganarlas, con el objetivo de derrotar al gobierno de Macri.

Editorial de SoB n° 379 (Argentina), 12/5/16

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