Jun - 2 - 2016

Impunidad y encubrimiento estatal

Hace más de una semana que circula en los medios la noticia aberrante de una violación colectiva ocurrida en Brasil a una adolescente de dieciséis años. Más de treinta hombres abusaron sexualmente de ella, mientras se encontraba inconsciente después de haber sido drogada. Según la reconstrucción hecha por los medios, la adolescente habría ido a un baile Funk en una favela y a la vuelta a casa de su novio. Luego de eso ya no recuerda qué pasó y despierta en una casa que desconocía, rodeada de hombres armados. Lo primero que pensó era que iba a morir.

El dato que hace esto aún más espeluznante es que uno de los presentes graba un corto video y sube a su cuenta de twiter jactándose de la hazaña. Esto despertó un rechazo mediático (a la par que el video se viralizaba en redes sociales con todo tipo de polémicas al respecto) y hasta llegó a que se pronunciaran sobre la cuestión el presidente actual y la ex presidenta Dilma Rousseff.

Hasta el momento, hay solamente dos personas detenidas y cuatro órdenes de detención. Lo que resulta al menos insuficiente, considerando que los hechos ocurrieron hace más de diez días, que hay videos y cantidad de denuncias telefónicas. Pero no es sólo eso, sino que el jefe de la investigación le preguntó a la adolescente si ella había participado de sexo colectivo en alguna otra oportunidad, dando a entender que tal situación podría haber sido “consentida”.

Además los acusados sólo fueron encarcelados cuando se probó con exámenes médicos que habían ocurrido violaciones. Como si no bastara con la denuncia realizada por la misma adolescente y además con un video en donde la manosean, se burlan y se ven con detalle las lesiones producidas. Como resultado del gran repudio, este jefe de policía fue apartado del caso. Apartado, no destituido.

Tampoco llama la atención esta actuación policial si se tiene en cuenta el accionar de la misma en las favelas y el entramado perverso con el narcotráfico. Hace casi diez años que existen en Río de Janeiro las Unidades Policiales de Pacificación, una policía militar. Las mismas fueron creadas con el objetivo de instalarse en las favelas y disputar el territorio controlado por los narcos. El plan inicial era también instalar distintos servicios del Estado con el fin de garantizar el acceso de la población a distintas necesidades.

El resultado fue un sinnúmero de víctimas, hombres, mujeres y niños, causadas por el enfrentamiento entre narcos y policías; razias policiales con detenciones absolutamente ilegales; torturas; y violaciones a mujeres. En un contexto extremadamente violento y plagado de todo tipo de complicidades e impunidad. Con la policía perpetrando distintas formas de violencia, donde las violaciones de mujeres funcionan como una herramienta represiva más al servicio de los planes del Estado para estos sectores. Sumado a esto, un escandaloso encubrimiento por parte de los responsables en el gobierno y la justicia.

En el mismo sentido aparecen las declaraciones del actual presidente brasileño. Recientemente realizó una reunión con diferentes funcionarios para anunciar su política al respecto: ¡¡fortalecer con presupuesto a las policías locales!! Es decir, fortalecer este aparato represivo que es parte fundamental en el ejercicio de la violencia hacia las mujeres. Cierra por todos lados. Tienen controladas a las favelas de punta a punta para evitar los estallidos sociales que pudieran ocurrir en las mismas por las condiciones de vida en la miseria de la que son responsables con las políticas que gobierno tras gobierno han aplicado. La respuesta capitalista por excelencia: disfrazan de seguridad una política represiva, pero no aplican ni una sola medida que signifique mejores condiciones de vida en cuanto al trabajo, la vivienda, el acceso a la salud, la educación, etc. Todos aspectos que marcan la diferencia al momento de pensar que la mujer pueda salir del lugar de opresión en el que se encuentra. Porque con independencia económica, acceso a la vivienda, políticas integrales que signifiquen una atención real para las mujeres, no serían el mismo objeto del cual el hombre puede disponer de forma ilimitada.

De esta forma, trascendiendo las numerosas lecturas de la “cultura de la violación” que existiría en Brasil, estas dimensiones dan cuenta que no hablamos únicamente de un aspecto cultural de la población que como tal tiene la antigüedad de la humanidad y que se resolvería con un gran esfuerzo educativo para que la “mentalidad” sea modificada. Sino que existe un entramado de impunidad y encubrimiento que deja a las mujeres expuestas a las más aberrantes situaciones.

De aquí se desprenden distintas necesidades del movimiento de mujeres. La primera, sacarse de encima mediante la destitución a todos estos policías, jueces y funcionarios que amparen a violadores, violentos y femicidas. No hay mejor educación que el ejemplo de la destitución, acompañada del desmantelamiento del aparato represivo del Estado. La segunda, luchar ante cada caso para que no quede impune. Con la confianza en la fuerza del movimiento de mujeres luchando en las calles de forma independiente. Haciendo la presión que tantas veces nos ha demostrado que es el único camino posible para la justicia.

En Brasil se realizaron manifestaciones en distintos puntos del país en repudio a este horror acontecido y continúan abiertas las posibilidades de que se profundice este fenómeno. No se puede descartar que una vez que se destapó esta olla, comiencen a expresarse otras vulneraciones ocurridas que impliquen a la policía, funcionarios, etc.

Es por esto que es necesario que se continúen las acciones en las calles en todo Brasil. Que cada vez sean más mujeres denunciando las atrocidades a las que son sometidas. Y desde acá en Argentina, el 3 de junio nos tiene que encontrar en las calles luchando por las mujeres de todo el mundo. Pongamos en pie un movimiento que haga temblar a cada responsable de la violencia e impunidad que sufrimos las mujeres.

Por Julia Di Santi - SoB n° 382 (Argentina), 2/6/16

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