Jul - 7 - 2016

Llegamos al final de este semestre con un cambio importante en la escena nacional: la alianza lulista fue desalojada del poder (de forma casi inapelable) y fue sustituido por un gobierno de los oligarcas y la banca financiera. Este proceso es un cambio importante en la situación política, porque ahora toda la clase dominante se vuelve a alinear y apoyar un arreglo político abiertamente reaccionario.

En el primer mes de mandato interino, Temer tuvo que ceder a la presión popular y retroceder en la decisión de terminar con el Ministerio de Cultura, destituyó a tres ministros por la participación directa en las tramas de corrupción de Petrobras después de que se filtraran unos audios y tuvo que retroceder en el recorte de las inversiones en vivienda debido a la presión popular.

Además de estos primeros movimientos, para tener margen de maniobra política y presupuestaria, el déficit propuesto en el presupuesto fue aprobado en $ 170 millones este año, el gobierno aplicó reajustes a los empleados federales que ya habían sido negociados con el gobierno anterior, reajustó en un 12 5% el programa Bolsa de Familia y renegoció las deudas de los estados.

Desde el punto de vista de su popularidad y aprobación el gobierno interino no se equipara con el de Dilma. Fruto de una evidente percepción popular de que el juicio político es parte de una ofensiva reaccionaria para imponer medidas regresivas estructurales, Temer cuenta con muy bajo nivel de popularidad. La investigación reciente CNI / IPOBE da cuenta de que el 53% de la población desaprueba su forma de gobernar y que el 66% no confía en el presidente.

Sin embargo, se engañan a si mismos los que piensan que este es un gobierno con los «pies de barro» y que con apenas un empujón va a caer. Se le puede derrotar, pero para ello hace falta que una lucha al estilo de los trabajadores franceses, con huelgas generales, ocupaciones callejeras y enfrentamientos contra la imposición de la reforma laboral por el gobierno de Hollande, se desarrolle aquí.

A pesar de ser un gobierno ilegítimo, envuelto en escándalos de corrupción e impopular, en su primera prueba política realmente importante – la aprobación del déficit presupuestario en 2016 – en el Congreso Nacional, Temer sale victorioso y acumula mejores condiciones para aprobar en el Congreso nacional lo que realmente importa: ponerle un techo a los Gastos de la Unión para que no supere la inflación en el año anterior, la contrarreforma previsional y la contrarreforma laboral que significará la asfixia total para la salud y la educación.

Además de la unidad de la clase dominante en torno a Temer, también pesa en contra de los trabajadores el papel de la burocracia sindical y política (lulista y no lulista). La burocracia no lulista (Fuerza Sindical y Cía.) participa en las negociaciones con el gobierno y le pone como única condición para la contrarreforma previsional que no sea incluida la edad jubilatoria.

La burocracia lulista (CUT, PT y Cía.) en lugar de dar la señal de peligro y efectivamente comenzar a luchar contra el gobierno y sus políticas en conjunto, hace el tibio llamado a “que vuelva Dilma» y espera pasivamente el calendario electoral y las «negociaciones» con el gobierno.

De hecho, cada una de las burocracias a su modo le hace el juego al gobierno para retrasar la inevitable lucha contra Temer. Por otro lado, el gobierno, a su vez, está creando gradualmente mejores condiciones políticas para imponer contrarreformas. Por eso da algunas concesiones mínimas mientras prepara terribles ataques.

La primera gran prueba política de la nueva situación y la correlación de fuerzas entre las clases tendrá lugar a finales de agosto después de la aprobación – o no – del techo al Gasto de la Unión, que probablemente ocurra después de la destitución de Rousseff en el Senado – un proceso que tiende a ser favorable para Temer. Si el gobierno tiene éxito en tal votación, el siguiente paso será la aprobación de la contrarreforma previsional después de las elecciones de octubre y una contrarreforma laboral en el 2017 (en hipótesis).

Es urgente romper con el sectarismo y unir a la izquierda socialista en las luchas y las elecciones

La hoja de ruta política de la burguesía con Temer es: a través de medidas específicas para mejorar la popularidad de Temer, resolver la crisis política destituyendo a Dilma a través del juicio político sin hacer ningún tipo de consulta popular y, a partir de ahí, crear las condiciones políticas para implementar contrarreformas estructurales.

Sin embargo, la burocracia lulista no tiene un esquema opuesto a la burguesía, porque prefiere una solución política que no pasa fuera del calendario electoral. Ante la crisis política no defenderá anticipar las elecciones, quiere volver al gobierno para implementar una política neoliberal un poco más agradable y sin negociar las contrarreformas y manteniendo a raya las luchas de los trabajadores tanto como sea posible.

Lo que está por verse es la forma en que la izquierda socialista actuará en el escenario que se está desarrollando porque tenemos enormes retos que deben abordarse ante los ataques profundos que siguen.

La clase obrera y la juventud, que no han sufrido ninguna derrota importante, tienden a ir a la confrontación ante los terribles ataques, que lo llevarán, a pesar de la burocracia, a una polarización y una resistencia significativa en el próximo período.

Este escenario de duras luchas nos obligará a dar respuestas políticas a la altura de los acontecimientos y a contribuir eficazmente a la organización de la lucha, incluso siendo la izquierda socialista la minoría dentro del movimiento de trabajadores y la juventud. Esto puede ser un momento irrepetible para presentarnos como una alternativa histórica al lulismo, pero para eso hay que romper con algunas inercias políticas y organizativas.

En primer lugar, creemos que las principales organizaciones de la izquierda socialista – el PSOL y el PSTU – deberían convocar un Encuentro Nacional de Activistas con el fin de crear un frente politico y sindical de izquierda.

Además de hacer un plan inmediato de lucha para armar al conjunto del activismo para el próximo período, este frente debe construir una respuesta política a la ofensiva burguesa. No podemos caer en la trampa economicista de pensar que alcanza con la lucha contra las políticas neoliberales para avanzar automáticamente contra el gobierno y contra el régimen.

Es necesario, más bien, para salir de la órbita del lulismo, luchar para que la crisis se resuelva efectivamente por los propios trabajadores mediante la anticipación de las elecciones generales y una profunda reforma política a través de una Asamblea Constituyente, Democrática y Soberana.

También es necesario desarrollar acciones comunes para un futuro proceso de unificación entre Conlutas, Inter y MTST. Por ahora, es necesario que estas organizaciones actúen en conjunto para romper la barrera de la burocracia y contribuir a la lucha de los trabajadores y la juventud contra las contrarreformas que están a punto de entrar en vigor, a partir del techo al gasto público que probablemente sea parte de la agenda del segundo semestre.

Por otro lado, no podemos caer en el cretinismo antiparlamentario y no tener en cuenta que en los próximos meses las elecciones municipales marcaran la realidad. Por lo tanto, es fundamental que en todos los lugares se construyan frentes electorales de la izquierda entre el PSOL, PSTU y otras corrientes de los trabajadores para que el debate electoral no está dominado exclusivamente por las propuestas de la burguesía, para que la izquierda tenga acceso a sectores más amplios y pueda, además de la elección de los parlamentarios, hacer de las campañas herramientas eficaces para la organización de las luchas en el próximo período.

Por Antonio Soler, Socialismo o Barbarie - 5 de julio de 2016

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