Ago - 11 - 2016

Pelea por islotes y arrecifes que del día a la noche se convierten en islas con aeropuertos, bunkers… y hasta centrales nucleares

Si se realizara una encuesta mundial con la pregunta de: “¿cuál considera el conflicto geopolítico más peligroso?”, la mayoría de las respuestas probablemente apuntarían hacia Medio Oriente, cruzado por “poliguerras” que siguen desangrando la región desde Turquía a Adén, y desde Libia a Siria-Irak.

Sin embargo, esas respuestas estarían equivocadas. Hoy día el “cruce” geopolítico –es decir, entre Estados– potencialmente más grave se presenta lejos de Medio Oriente. Se desarrolla, en los mares de China; a saber, de Norte a Sur, el Mar de la China Oriental y el Mar de la China Meridional. Allí todavía no se ha disparado un tiro… o mejor dicho, se han disparado poquísimos tiros en comparación con Medio Oriente. Pero un choque de los principales actores involucrados –a saber, China (apoyada cada vez más por Rusia) y EEUU (aliado con Japón y otros Estados de la región) –, sería de consecuencias globales extremadamente graves.

Formalmente, la cuestión tiene que ver con la soberanía sobre tres archipiélagos [VER MAPA], cuyas islas (o, más bien, islotes y rocas) están casi todos deshabitados… salvo los que tienen guarniciones militares  de China y en menor medida de otros Estados (Filipinas, Vietnam, Malasia y Taiwán). Estos archipiélagos son, de Norte a Sur, el de las islas Diaoyu, el de las Paracelso y –el más importante, extenso y disputado– el de las islas Spratly.

El mes pasado, la prensa mundial se ocupó mucho de estos archipiélagos, porque una rama del Tribunal Internacional de La Haya, la “Corte Permanente de Arbitraje”, falló contra China en los reclamos que hace Filipinas acerca de las Spratly.

Pekín, que no reconoce a ese tribunal ni al derecho marítimo (“Law of the Sea”) dictado por la ONU, repudió el fallo. Inmediatamente, Washington (y el coro de ángeles que siempre lo acompaña) puso el grito en el cielo, reclamando la “libertad de navegación” y alentando la “indignación” contra China, que se pone así “fuera de la ley”. Lo que la prensa occidental no informa, es que EEUU tampoco reconoce la “Law of the Sea”, y además tiene por norma preventiva no validar a los juicios de La Haya y sus fallos, si amenazan ser desfavorables. O sea, lo mismo que hace Pekín…

La Gran Muralla marítima de China y el “giro al Pacífico” de EEUU

Lo que estamos viendo es un nuevo episodio de la “pulseada” entre Estados Unidos (que sigue siendo la principal potencia… pero en declive) y China, que está indudablemente en ascenso… más allá de que en un contexto de estancamiento mundial haya moderado su crecimiento económico y afronte problemas sociales internos que estarían creciendo…

Correctamente, se ha definido a China como un “imperialismo en construcción”, que no sólo ha venido avanzando en el terreno de la economía mundial, sino también ahora más globalmente a nivel geopolítico y militar. Su distancia de EEUU sigue siendo enorme, especialmente en el tema militar… pero, como otros aspectos, esa distancia se ha ido acortando

En ese cuadro, Obama, a fines del 2011, proclamó una política de contraofensiva, de enfrentamiento directo contra China, el famoso “Giro al Pacífico”. Este enfrentamiento es económico (mediante el Trans-Pacific Partnership, TTP [1]) y político, pero también, en gran medida, militar. Incluye desde el rearme de Japón, hasta la multiplicación de bases aeronavales yanquis en la región, y la formación de alianzas contra China… incluso con Vietnam, una nación que EEUU masacró en una guerra que en 1975 terminó con su peor derrota militar.

Un ejemplo de ese cerco bélico contra Pekín, es el acuerdo firmado en abril pasado con Filipinas –semicolonia de EEUU– para la instalación de cinco nuevas bases militares… que por supuesto apuntan contra China. ¡No se trata sólo de pleitear en La Haya! ¡Los portaaviones y misiles son argumentos más convincentes!

Pero China, desde mucho antes, comenzó la construcción de lo que podríamos llamar la “Gran Muralla Marítima”. En esos archipiélagos en disputa, y sobre todo en las Spratly, ha desarrollado la construcción de islas artificiales a escala gigantesca, cuya extensión ya supera con creces los reclamos y/o ocupaciones de Filipinas, Vietnam y otros Estados alentados desde Washington para hostilizar a Pekín. [2]

Una comparación lo dice todo. Las islas ocupadas y/o reclamadas por los “proxis” de EEUU en las Spratly, suman en total 22 hectáreas de superficie. En cambio, sólo siete islas ocupadas allí por China, ya miden en total 1.400 hectáreas. De rocas y arrecifes sumergidos en marea alta, han pasado a ser islas de tamaño respetable. China las ha hecho crecer aceleradamente, trasportando islas artificiales flotantes y hundiéndolas sobre las rocas y arrecifes. Sobre ellas, se han instalado puertos, pistas de aterrizaje, bunkers, lanzamisiles, cuarteles, etc. Ahora se ha anunciado que tendrán también centrales nucleares.

China hace además una “chicana” en materia de derecho marítimo. Los Estados sólo pueden reclamar 12 kilómetros de soberanía en el mar alrededor de rocas y arrecifes. Pero si tienen islas, la soberanía crece a 200 kilómetros. ¡Fabricar islas es un negocio redondo, también jurídico!

De potencia militar terrestre a potencia marítima…

El dominio militar de los mares costeros o vecinos es el gran objetivo inmediato e irrenunciable de China. Una razón de vida o muerte es que por el “corredor” marítimo que existe entre esos archipiélagos y el continente, circula más del 40% del comercio mundial… y casi todo el de China. Cualquier bloqueo, la asfixiaría… Por supuesto, la contracara es que el “giro al Pacífico” de EEUU apunta a lo contrario: amenazar para tratar de controlar directa o indirectamente la “autopista” marítima más concurrida del planeta.

Esto se inscribe, además, en una mutación militar radical de China: pasar de potencia terrestre a potencia marítima. Esto apunta más allá de los archipiélagos en disputa, aunque no en lo inmediato.

Inicialmente, en la época maoísta, la postura era defensiva-terrestre, basada en las dimensiones del territorio de China –un país-continente– y el número de su población, que permitía poner en pie ejércitos inmensos… pero que no podían ir mucho más allá de sus fronteras. Esto sólo desalentaba a un hipotético invasor por tierra. Mientras tanto, los mares de China, desde el Mar Amarillo hasta el Mar de la China Meridional, eran lagos controlados por la flota yanqui… y más todavía en el resto del Pacífico.

Esto es hoy intolerable para China, segunda potencia económica mundial, con planes de expansión global como el “nuevo camino de la seda”. [3] El giro a potencia marítima incluye desde la construcción de más portaaviones junto con una flota de submarinos, hasta el desarrollo de ese rosario de “islas artificiales” y bases militares que están acordonando sus mares costeros.

Sin embargo, la distancia entre China y EEUU como potencias marítimas aún es colosal. EEUU no sólo lleva todavía una enorme ventaja en el número de portaaviones sino también, en general, en tecnología. Pero China estaría acortando distancias. No sólo ha comenzado la construcción de más portaaviones. También ha presentado en sociedad, un nuevo misil –el Dong Feng-21D–, llamado “asesino de portaaviones”. Supuestamente, desde 1.500 kilómetros, sería capaz de acertarles y hundirlos… [4]

Sin embargo, la presencia militar china ya no se reduce a sus propios mares. Simultáneamente, ha comenzado la instalación de su primera base militar en el extranjero, en Yibuti, en el “cuerno de África”, que controla el estratégico ingreso al Mar Rojo y por consiguiente las rutas marítimas a Europa

Por supuesto, esto es aún incomparable con los centenares de bases de EEUU y la OTAN en casi todo el planeta. Pero la expansión económica global desarrollada por China, así como los variados operativos de diferente naturaleza que incluyen los proyectos de las “rutas de la seda”, estarían acoplando elementos militares, sobre todo en regiones estimadas “inseguras”, como África o Medio Oriente.

Pero ahora, lo concreto es quién manda en los dos mares estratégicos –el de la China Oriental y el de la China Meridional– y en sus grupos de islas, las Diaoyu, las Paracelso y, sobre todo, las Spratly.

En ese forcejeo, EEUU moviliza a sus amigos como Filipinas, Japón, etc. Pero también, peligrosamente, tiene sus barcos y aviones recorriendo a diario esas zonas, especialmente la de las islas Spratly, como forma de ratificar que no reconoce la soberanía china. Desde 2013, esto ha multiplicado provocaciones e  incidentes cada vez más riesgosos. El último se produjo el 7 de junio pasado, en que un avión de EEUU estuvo a punto de chocar con un caza chino, al entrar sin permiso en su espacio aéreo. ¡Oh casualidad!, esto sucedió el día que en Pekín se hacía con el secretario de Estado John Kerry la reunión anual del “Diálogo Estratégico y Económico China-Estados Unidos”.

Maniobras navales conjuntas: Putin dice presente

Para complicar más las cosas, se viene produciendo otro cambio geopolítico de importancia. Rusia ha respondido a las sanciones económicas por Ucrania y al cerco militar cada vez más provocativo de la OTAN, estrechando sus relaciones con China. Esto ya contribuyó a mitigar los efectos de las sanciones.

Ahora estas relaciones están alcanzado un nuevo nivel; el militar. El próximo mes de septiembre comenzaran en el disputado Mar de la China Meridional, en la zona de las islas Paracelso y Spratly, las maniobras navales conjuntas de Rusia y China.

Desde las bases de  Vladivostok y Petropávlovsk, la flota rusa del Pacífico descenderá para unirse con la flota de Pekín en la región del Pacífico donde se multiplican los “patrullajes” y las provocaciones de barcos y aviones de Estados Unidos.

Aquí se abre un signo de interrogación no sólo inmediato sobre los “incidentes” que pueden generarse si EEUU persiste en su actual línea de provocaciones. La cuestión más de fondo es otra. ¿Qué alcances va a tener finalmente el acercamiento de China y Rusia? ¿Van seguir manteniendo las relaciones relativamente laxas dentro de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS)? ¿O frente a Estados Unidos y, en general, ante el crecimiento de las tensiones geopolíticas, China y Rusia se encaminan a conformar un bloque más estrecho… y también a nivel militar?

Notas:

1.- En el que ahora Macri nos quiere meter a toda costa.

2.- Japón, por su parte, reclama a China las islas Diaoyu, situadas más al Norte.

3.- El “nuevo camino de la seda” es un vasto plan económico, financiero y también político para expandir el comercio y las inversiones chinas en dirección a Occidente. Apunta a Medio Oriente, África y, finalmente, Europa.

4.- Además, mundialmente, hay crecientes dudas estratégicas sobre los portaaviones. Esto tiene que ver con la nueva generación de misiles llamados “hipersónicos”, que pueden alcanzar más de cinco veces la velocidad del sonido y en un radio de acción que ningún avión posee.

Por Claudio Testa, SoB n° 392, 11/8/16

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