Compartir el post "“Cambiar de raíz la situación de opresión de las mujeres, requiere cambiar el conjunto del sistema”"
Buenos días a todas y a todos, tan temprano un domingo. Bueno, en primer lugar estamos muy orgullosas de estar en este panel de la primera Jornada del Pensamiento Socialista organizada por nuestro partido, el Nuevo MAS. Demuestra una cosa muy importante que es el lugar que le da nuestro partido y nuestra corriente Socialismo o Barbarie a la cuestión de la opresión de las mujeres y de la comunidad LGTBI que es parte central de las tareas estratégicas por cambiar este mundo de opresión y de explotación, por resolver las cuestiones del conjunto de los explotados y los oprimidos del mundo, entonces no es casual que tengamos este panel con esta temática en la primera Jornada del Pensamiento Socialista con ideas para la emancipación y la revolución, del Nuevo MAS.
Ya Marx y Engels, en la Sagrada Familia, decían si uno quiere ver el grado de emancipación de una sociedad una de las cosas que tiene que mirar es el grado de emancipación de las mujeres, es decir en qué situación están las mujeres en esa sociedad para saber en qué grado es una sociedad realmente libre. Claro, porque si uno mira un poco el mundo en este momento, lo que aparece en los medios de comunicación, probablemente haya una presidenta mujer en la principal potencia del mundo que es los Estados Unidos, haya una mujer presidiendo el Fondo Monetario Internacional, haya una mujer presidiendo el principal país de Europa, que es Alemania; es decir, pareciera que en esta sociedad las mujeres hemos logrado una libertad o un grado de posibilidades bastante parecido a cualquier hombre que podría llegar a presidente de la primera potencia mundial. Sin embargo, mirando un poco más, nos encontramos en distintos lugares del planeta, con movimientos, agrupamientos, distintas manifestaciones de mujeres y de hombres que también pelean por la situación real de las mujeres reales y lo que vemos es lo que vimos ayer: miles de mujeres movilizadas en Perú bajo el lema Ni Una Menos, cientos de miles de mujeres organizadas con las Sari Rosa en la India para defenderse de la violencia, a las Femen de Ucrania peleando por terminar con el hecho de que las mujeres de la ex URSS en Europa son las prostitutas de Europa, y vemos a las mujeres kurdas, ese ejército extraordinario de mujeres que se levantan contra una de las peores manifestaciones de este momento que es la barbarie del ISIS, vemos a las mujeres mexicanas peleando contra los femicidios. Y bueno, por no hablar del Ni Una Menos del cual todos los que estamos aquí somos parte y somos protagonistas. Entonces con diversos grados de profundidad y de cuestionamiento, de perspectiva e incluso de propuesta alternativa a la situación de las mujeres, todos esos fenómenos demuestran que eso primero que decían Marx y Engels de que hay que mirar la situación real de las mujeres, demuestra dos cosas: en primer lugar, no es verdad que en el mundo libre del capitalismo las mujeres hayamos conquistado todavía ninguna igualdad, aunque haya igualdad en la ley; y por otro lado, que la tendencia mundial por los derechos y la emancipación de las mujeres es una de las tendencias más progresivas en este momento contra otras tendencias regresivas.
Entonces afloran por todos lados, en el activismo, en las mujeres que empiezan a pelear, en la izquierda por supuesto, un debate muy importante que es cuál es el lugar, cuál es la profundidad, cuál es el origen de esta pelea y eso es muy importante para plantearse los objetivos y también para darle el lugar que le corresponde a la lucha por la emancipación de las mujeres en la pelea general para cambiar esta sociedad. Una idea muy sencilla pero muy profunda, de los socialistas y las socialistas, es que la pelea por la emancipación de las mujeres golpea el corazón de la sociedad capitalista, que en su profundidad y en toda su dimensión, es parte de derribar uno de los pilares que sostiene el conjunto, el edificio, la totalidad de la explotación y la opresión de una minoría de ricos que viven a costa del sufrimiento de las grades mayorías. Todas las peleas de las reivindicaciones por acceder al trabajo, por acceder al derecho al aborto, por la libertad para Belén, por no ser golpeadas, por todos los reclamos de las mujeres son parte de las peleas cotidianas, pero tienen que estar guiadas por una pelea por cambiar el conjunto de la sociedad, cambiar de raíz la situación de la opresión de las mujeres, requiere a la vez cambiar el conjunto del sistema. Es decir, no podemos tomar el problema o la lucha por la emancipación de las mujeres como una cuestión que se resuelve en sí misma. En primer lugar, por supuesto que el ingreso del contingente de mujeres a la pelea es tremendamente importante, sin eso no hay comienzo, como decía Flora Tristán, adelantándose a Marx: la lucha de las mujeres o la emancipación de las mujeres es obra de las mujeres mismas, y en este sentido el ingreso de las mujeres a la pelea es tremendamente importante. Pero no hay manera de dar una pelea verdadera y hasta el final por las cuestiones de las mujeres, que no sea combatiendo la estructura del problema.
Me voy a referir un poco a la historia para explicar cómo vemos las marxistas socialistas el problema de la opresión de la mujer. Porque está claro lo que nos venden desde el Estado, la televisión, el sistema mismo, de que existe una desigualdad producto de una distribución de poderes no muy equitativas pero que con algunas leyes que logren avanzar, como el cupo de ley, por ejemplo, para todas las diputadas y diputados para todos los cargos electivos, más o menos iríamos resolviendo la cuestión. Sin embargo, el origen de la opresión hacia las mujeres es más antiguo que el capitalismo, pero a la vez el capitalismo lo ha sabido utilizar de manera extraordinaria. No siempre fue así, no siempre las mujeres estuvimos oprimidas. En el tiempo prehistórico, en donde la propiedad era comunal, es decir, donde todos los miembros de la sociedad recibían de lo que toda la sociedad producía, la desigualdad o en todo caso, la división de tareas entre los sexos, no tenía ningún atributo o estatus diferencial, o una cuestión de discriminación o una cuestión de unos por sobre otros. La aparición de la propiedad privada, con la aparición de las sociedades que pudieron acumular y reservar para otro momento, y donde eso significó que un sector de la sociedad pudiera empezar a vivir del trabajo de los demás, fue lo que Engels denominó “la derrota histórica del sexo femenino”, porque fue el momento en que las mujeres pasaron a ser el centro de una institución sólida y que ha permanecido por los siglos de los siglos, que es la familia patriarcal. Esa familia que es la garante de que la propiedad privada se pase de una generación a la siguiente, la garante de que ese hombre, dueño de la propiedad privada, pueda pasar toda su riqueza a la generación siguiente. Acá hay algo muy importante para destacar, no estamos hablando de que el hecho de que hubiera que garantizar la propiedad privada significa la opresión de cada hombre por sobre cada mujer, sino que un sector de los hombres propietarios son los beneficiarios de que todo el resto trabaje para ellos, y son los beneficiarios de que las mujeres queden dentro del ámbito de lo domestico para garantizar la reproducción, porque la herencia es el principal mecanismo a través del cual se garantiza la reproducción de la propia clase de los propietarios, de la propia clase de los que lo poseen todo. La familia además se hizo cargo de una tarea que hasta entonces era social, el cuidado de los no productivos: niñas, niños, ancianos, enfermos. Y esa tarea les tocó a las mujeres, es tan profunda y tan antigua que hasta nos han convencido de que ese es nuestro destino en la vida. Parece arcaico pero no lo es, está lleno de mujeres jóvenes de veintisiete, veintiocho años que dejan su carrera por la presión de convertirse en madres, para tener un hogar y para que el proyecto de vida no sea su propio proyecto, sino el proyecto de la maternidad. Históricamente, las formas de la familia fueron variando, y hay una cosa muy impresionante del capitalismo que es que todo lo que tiene que ver con la producción de la sociedad, lo ha pasado a la producción social, es decir, todo lo que se produce para vivir, para recrearse, para vestirse, la cultura, todo lo que produce esta sociedad humana, se produce de manera social. Hay sólo un aspecto que ha permanecido en el ámbito de lo privado y es el aspecto de la reproducción, porque no hay nada de biológico en la reproducción, el hecho de que una mujer no pueda decidir cuantos hijos quiere tener, ni cuando los quiere tener, ni si quiere ser madre, y la presión para que el destino de las mujeres sea ser madre es tan brutal que demuestra que no hay nada de biológico, hasta en lo que parecería lo más natural de todo. Y la mujer sigue en la sociedad capitalista, con todo su desarrollo extraordinario, de la tecnología, de las fuerzas productivas, de la división del trabajo, sigue siendo la responsable de una de las tareas más embrutecedoras, más duras y, sobre todo, más duraderas que es el trabajo dentro de la familia. Si pudiéramos cuantificar, encontré unos datos que no sé si son muy exactos o muy científicos, pero por lo menos dan una idea gráfica de la cosa, cuánto es el trabajo que las mujeres le destinan en el mundo a las tareas domésticas, o sea planchar, lavar, hacer la cama, fregar, ir a buscar agua (las mujeres en África van a buscar agua a dos kilómetros), sería equivalente en un año al PBI de China, o sea al PBI de la cuarta economía mundial. Estamos hablando de que la gran mayoría de las mujeres sostienen la reproducción con ese trabajo, con ese esfuerzo que es invisible, que es impago, que además es desvalorado. ¿Saben cuántas horas les dedican las mujeres al trabajo doméstico? Y esto es un promedio, que como decía Bernard Shaw sobre los promedios… “si yo tengo dos pollos y ella uno, cada una tiene uno” no?. En Europa, en la pequeño burguesía (de las burguesas ni hablar porque le desligan a otras mujeres el trabajo), dedican unas seis horas por día al trabajo doméstico, y las mujeres más pobres, las que caminan dos o tres kilómetros para buscar agua, le dedican once horas por día al trabajo doméstico: al cuidado de los niños y las niñas, a la socialización, al cuidado de los ancianos, al del padre y del tío y todas las tareas que realizan.
La familia es una institución que cumple una serie de roles tremendamente importantes para el sostenimiento de la sociedad capitalista. En primer lugar, por todo eso le ahorra a todos los patrones, a todos los gobiernos y a todos los estados que no tienen que solventar todo ese trabajo que siguen realizando las mujeres pero además porque la familia tiene un papel muy importante en la socialización, es el primer lugar de la educación y desgraciadamente, parte de la propia educación en la subordinación, en el sometimiento, en la idea de que estamos para servir a otros, también las mujeres estamos en el triste papel de reproducir esa idea y de pasar esa idea para la siguiente generación. Entonces hay una cosa que es muy importante, que es una consecuencia tremenda de todo esto, que es que el sostenimiento de una de las instituciones que hace parte del sistema capitalista se sostiene sobre esa derrota histórica de las mujeres, que es fundamentalmente la expropiación del propio cuerpo, es decir, para garantizar que eso sea así, para garantizar que la mitad de la humanidad siga haciendo eso, hay que expropiar hasta lo más íntimo, lo más subjetivo, los más personal que es la propia sexualidad y el propio cuerpo, la posibilidad de poder decidir qué hacer con el propio cuerpo y el hecho de no poder decidir sobre el propio cuerpo convierte al cuerpo de las mujeres en una mercancía para poder vender otras mercancías en la publicidad y en las pasarelas, para vender el propio cuerpo de las mujeres en la explotación sexual, para controlar en los países pobres como el nuestro, como política del imperialismo, que haya una clase obrera supernumeraria. Es decir, la prohibición del aborto es funcional a que también se baje el costo de la mano de obra, siendo además las mujeres una de las variables de ajuste primeras, las primeras en ser despedidas, las primeras en ser colocadas en los puestos de trabajo más precarios, las que cobran los salarios más bajos, las que además se dedican precisamente a las tareas consideradas femeninas, que son también parte de las peor pagas y las más embrutecedoras. Además, esa expropiación del cuerpo, hace que la sexualidad de todas las mujeres y la sexualidad de la comunidad LGTBI también esté oprimida porque puede salirse de la norma, poder decidir libremente sobre la sexualidad también cuestiona el lugar de la familia, el lugar de la normalidad, cuestiona ese lugar de represión que es la familia, la escuela, el Estado, pero en este caso fundamentalmente la familia, y por supuesto produce el fenómeno más brutal y más evidente en estos momentos, que es el aumento de la violencia. Creo que no hace falta abundar demasiado, pero algunos datos son importantes en el sentido que grafican, explican o demuestran esto sobre la cuestión de la familia como institución represiva. Los datos que hay de violencia en la Argentina del 2015 son los siguientes: en total fueron 286 femicidios, de los cuales 121 de los victimarios fueron esposos, parejas o novios, 52 ex esposos, ex parejas o ex novios, 14 vecinos o conocidos, 14 padres o padrastros, 10 otros familiares, 61 prostituyentes sin vínculo conocido, es decir, 212 de los 286 femicidios fueron dentro o cerca de la familia, entonces tiene mucha razón Patri cuando dice que “el lugar más peligroso para las mujeres es la familia”. Por lo tanto, cuando estamos hablando de la pelea contra la opresión de las mujeres, no estamos hablando solamente de la batalla cultural, aunque es tremendamente importante porque por ejemplo, creo que todas y todos sentimos una enorme alegría con la reacción social que hubo con los dichos nefastos de Gustavo Cordera, que hasta los propios capitalistas tuvieron decidir cancelar un recital que les hubiera dado mucho dinero, porque es una vergüenza que Cordera toque en un recital en este momento. Entonces, efectivamente la batalla cultural es tremendamente importante, pero para ir realmente hasta el fondo de la cuestión, para realmente pelear por la emancipación de las mujeres, hay que darle batalla en todas sus manifestaciones y en todo momento al corazón del problema del sostenimiento de la opresión de las mujeres, la familia patriarcal burguesa, una de las instituciones más nefastas de esta sociedad, para lo cual además, hace falta pelear contra el conjunto de la sociedad de explotación, contra su Estado que es garante del sostenimiento de la familia y es parte de la pelea global contra todo el sistema de explotación y opresión, que es el sistema capitalista patriarcal.
Intervención de Inés Zeta en el panel "Ideas para la emancipación", Jornada del Pensamiento Socialista, 14/8/16