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Abr - 7 - 2017

Desde la noche del martes 4 de Abril, el “pequeño” candidato Phillipe Poutou, obrero de Ford y militante del NPA, está en boca de todos. Ignorado de manera flagrante por toda la prensa dominante hasta entonces, despreciado por los periodistas al servicio de los grandes candidatos que se rieron en su cara cuando evocaba la cuestión de los despidos que pesan como una espada de Damocles sobre millones de trabajadores, se ha convertido de la noche a la mañana en un fenómeno político y mediático de alcance incluso internacional: hasta The Guardian lo calificó como la “estrella” del debate presidencial.

Si ha logrado romper con el cerco que sufría hasta entonces, es precisamente porque logró conectar con el sentimiento de millones de explotados (el debate televisivo tuvo una audiencia de seis millones) en su actitud combativa contra los candidatos del sistema, que se llenan la boca hablando de “seriedad presupuestaria” mientras se encuentran sumidos en escándalos de corrupción cada vez más grandes. Si Poutou ha logrado los últimos días multiplicar su audiencia, es porque se hizo portavoz de la bronca que acumulan desde abajo millones de trabajadores y de jóvenes que viven día a día las consecuencias de un sistema en descomposición.

Un candidato obrero rodeado de políticos profesionales

Desde el comienzo del debate, Poutou dejó en claro la posición en la que se encontraba: se negó a posar para la foto de los 11 candidatos, declarando luego que “no son sus pares”. Porque, en efecto, no hay nada en común entre todos los políticos carreristas, responsables de las políticas antisociales y reaccionarias de los últimos años, que se encontraban esa noche en el estudio, y un candidato obrero que utiliza la elección presidencial no para salvar sus prebendas, sino para hacerse portavoz de la lucha de los de abajo y para proponer una alternativa política al servicio de los explotados y oprimidos.

Poutou reforzó esta idea desde el inicio de sus intervenciones: “Creo que soy el único, junto a Nathalie Artaud [candidata del partido de extrema izquierda Lutte Ouvrière] que tiene una profesión normal”. Contra la idea de que la extrema izquierda “no representa a nadie” a causa de sus bajas performances electorales (en un sistema que es una verdadera democracia de ricos, donde el éxito de las campañas electorales se mide por el dinero gastado), Poutou demostró con su intervención durante la noche que, al contrario, refleja las vivencias cotidianas de millones de franceses.

La reacción virulenta de los perros guardianes del sistema no se hizo esperar: los editorialistas de BFMTV, el canal que televisó el debate, se escandalizaron automáticamente sobre los “malos modales” de Poutou, su “agresividad”, sobre el hecho de que no estaba a la altura de la “solemnidad de un debate presidencial”; al día siguiente el diario L’express publicó una editorial en la que decía que Poutou era “peligroso”, que quería imponer un “régimen totalitario”. Cual fue la herejía que llevó a los medios burgueses de reírse de Poutou como de un utopista a escandalizarse por su “peligrosidad”?

Marcando la descomposición del régimen político

Si Poutou logró hacerse con la simpatía de amplios sectores, fue porque osó echarle en la cara a François Fillon y a Marine Le Pen lo que millones de franceses sueñan con decirle: que son unos políticos corruptos, que representan lo peor de un régimen político cada vez más deslegitimado, sin ninguna autoridad para exigirle a la gente que siga haciendo sacrificios para engrosar sus bolsillos.

Mientras perduraba una especie de “pacto de no agresión” que en nombre de la “discusión de programas” barría bajo la alfombra los escándalos en los que se encuentran envueltos los candidatos, Poutou logró patear el tablero atacando frontalmente a Fillon: “Cuanto más sabemos, más se descubre la corrupción, la estafa. Nos explican que hace falta rigor y austeridad y después se roban el dinero público”. En el medio de la discusión sobre la “moralización de la vida política”, Poutou puso el dedo en la llaga de la hipocresía de los políticos que pasan el tiempo a atacar a los sectores populares como supuestos “asistidos” mientras se enriquecen gracias a sus puestos. Luego de hacerse pasar por una víctima del “poder político” desde que empezaron los escándalos, Fillon mostró su verdadero rostro ayer: apenas logró murmurar “te voy a hacer juicio” contra Poutou, mostrando que su único verdadero recurso es la intimidación y la represión.

Poutou también se dirigió explícitamente a Marine Le Pen, que trata de hacerse pasar por una candidata “antisistema”, que habla en nombre de los trabajadores franceses, con una política nacionalista y racista, haciendo eje por ejemplo en la Union Europea. Una vez más, Poutou logró hacer caer las máscaras: “Le Pen hace lo mismo, se roba el dinero publico, en este caso de la Union Europea[1], podrá ser anti-UE pero no le molesta robarse ese dinero, se dice anti-sistema pero no tiene ninguna preocupación porque se protege gracias a las leyes del sistema [la inmunidad parlamentaria]. Nosotros cuando nos convoca la policía, no tenemos “inmunidad obrera”, estamos obligados a ir”. Nuevamente, Poutou logró expresar la vivencia de miles de explotados, que sufrieron durante meses la represión cuando se movilizaron contra la reforma laboral, y que viven todos los días la represión patronal y judicial contra los que luchan, sin gozar de ninguna protección como la “anti-sistema” Le Pen.

El “pequeño” candidato Poutou, que “no representa a nadie”, se hizo durante algunas horas, metiéndose en la brecha que abre la campaña presidencial, el portavoz de todos aquellos que están hartos de los políticos del régimen que solo proponen más austeridad, más flexibilización, más policía y ejército, más políticas racistas y xenófobas. Por eso logró un apoyo enorme en las redes sociales durante el debate, y despertó una enorme simpatía y repercusión en los días siguientes.

Una política para los explotados y oprimidos

Además de señalar las lacras de un régimen político al servicio de los ricos, Poutou propuso una política al servicio de los trabajadores y la juventud, para que la crisis la paguen los capitalistas. Mientras casi la totalidad de los candidatos acuerda en la idea de que la respuesta a la crisis es la destrucción de los derechos laborales, las exenciones de impuestos para las empresas, la reducción del presupuesto estatal, Poutou propuso una política que apunta precisamente a terminar con las políticas antisociales de los últimos.

Así, defendió un programa de urgencia frente a la crisis, que incluya una política fiscal que busque el dinero donde está: en los bolsillos de las grandes fortunas, para las cuales la crisis no frenó su enriquecimiento. Para combatir el flagelo que significan cerca de 6 millones de desocupados y cerca de 9 millones de pobres, propuso la repartición del trabajo sin reducción del salario; además, contrariamente a los discursos dominantes sobre “los trabajadores estatales que sobran”, defendió la necesidad de aumentar el presupuesto del Estado para asegurar servicios públicos de calidad.

El cierre de su intervención fue un fiel reflejo de la alternativa que defiende el NPA en estas elecciones: se negó a “dirigirse a los franceses” como la formula consagrada exige, porque eso dejaría afuera a los inmigrantes: “nos dirigimos a toda la población, particularmente a los explotados, a aquellos que pagan caro el costo de la crisis, los que tienen bronca contra este sistema”. A su vez, citó el ejemplo de la lucha del pueblo de Guyana, parte de los restos del imperio colonial francés, que se encuentran en movilización desde hace semanas, como un ejemplo de que es posible resistir a la explotación y al acaparamiento de las riquezas por la clase dominante.

Votar al NPA, según Poutou, va a contribuir a volver a darle confianza a los explotados, a permitirnos tener nuestra revancha y preparar las luchas sociales que vendrán. Esa es la perspectiva del NPA en esta campaña: organizar a las decenas de miles que estás hartos de este sistema de explotación y de opresión, que quieren preparar la resistencia contra las políticas anti-obreras que vendrán, sea cual sea el candidato que gane las elecciones. En ese sentido, la exposición y la simpatía que generó Philippe Poutou en los últimos días es un punto de apoyo fundamental para hacer oír una alternativa independiente en la elección presidencial, y para construir una fuerte organización revolucionaria que pueda llevar ese programa de ruptura con el sistema capitalista a millones de trabajadores y de jóvenes.

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[1] El Front National está siendo investigado por declarar falsos asistentes parlamentarios al Parlamento Europeo para financiar al partido. Marine Le Pen se negó a ir a declarar, escudada en su inmunidad parlamentaria.

Por Ale Vinet, SoB Francia, 6/4/17

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