Compartir el post "Una coyuntura internacional de statu quo donde nada se soluciona"
“Mi abuelo luchó en el 34, mi papá en el 62 y ahora me toca a mí” (declaraciones de un minero español)
Después de un 2011 al rojo vivo, con la rebelión en el mundo árabe, el agravamiento de la crisis griega y la aparición del movimiento de los indignados en los más variados puntos del globo, 2012 fue un año de relativo statu quo en el desarrollo de la crisis internacional, situación representada de alguna manera –en tanto “factor estabilizador”– por la reelección de Obama al frente del gobierno de Estados Unidos.
1. La permanencia de Grecia en el euro le da un respiro a la crisis
El principal foco de presión que amenazaba desbarrancar la economía mundial se distendió hasta cierto punto, aunque sin resolverse: el euro no estalló. Esto ocurrió por una razón más política que económica: la Unión Europea y la burguesía griega lograron imponer su campaña de terror y la perspectiva de salir del euro quedó derrotada. In extremis, la mediación electoral funcionó y resultó electo por estrecho margen el gobierno conservador de Antonis Samaras (Nueva Democracia).
La coalición centroizquierdista Syriza hizo una gran elección en mayo y nuevamente en junio, pero jugó todas sus cartas dentro de los mecanismos institucionales y, además, capituló en toda la línea a la presión “terrorista”, jurando su vocación por la “construcción europea”. Su compromiso de respetar las instituciones implicó un redondo rechazo a salir del euro, incluso abriendo la puerta para una renegociación del memorándum de ajuste acordado con la Troika (BCE, UE y FMI), en vez de encaminarse hacia una ruptura anticapitalista con la UE y el no pago de la deuda con bancos e instituciones imperialistas (al respecto, remitimos al debate que realizamos a mediados de año con compañeros del NPA respecto del programa para Europa).
La resultante: ganó Samaras y fueron los conservadores griegos de Nueva Democracia quienes lograron un respiro transitorio, aunque sólo para seguir adelante con la política de ajuste impuesta por Merkel desde Alemania a todos los miembros de la unión monetaria.
Para completar el cuadro coyuntural, EEUU logró mantenerse a flote sin volver a caer en una recesión abierta, aunque su recuperación sigue siendo mediocre e, incluso, se especula con que en 2013 se viviría un debilitamiento en su crecimiento, en torno del 2%, índice que dificulta un refuerzo más sustancial al empleo.
Esta inhibición de las tendencias más catastróficas en la economía mundial tuvo lugar con la contradicción de que las magras perspectivas de crecimiento en el norte del mundo (la Unión Europea sigue sin crecer) tendieron a sincronizarse internacionalmente, dada la pérdida de ritmo en China y demás países BRIC. Este hecho apunta a un menor “desacople” entre la evolución económica de los países imperialistas y la de las “potencias emergentes” (aunque por su lado Latinoamérica lució como una de las regiones menos afectadas).
El cuadro parece ser el de una mediocridad generalizada, aunque persistan las desigualdades; de ahí que el Banco Mundial y otras instituciones financieras internacionales adelanten pronósticos a la baja en lo que hace al producto mundial total.
2. Una depresión light sin visos de solución
Este cierto statu quo –quizá mejor definido como “impasse dinámico”– funciona en los dos sentidos: no se concretaron los pronósticos más catastrofistas, pero tampoco hubo ningún progreso sustantivo que indique una mejoría, y ni hablar una solución a los problemas estructurales que arrastra la economía mundial.
Las tendencias recesivas, los ajustes urbi et orbi y el alto desempleo campean en muchas de las más grandes economías imperialistas (y no sólo en ellas), configurando un escenario de crisis que tiende a hacerse crónica, uno de cuyos puntos más significativos al cierre de esta edición es la crisis que jaquea España.
Lo de España no tiene antecedentes en un país del norte del mundo en las últimas décadas: un desempleo de masas que alcanza al 26% de su población activa (y no tiene visos de descender) es una bomba de tiempo, más cuando esto ocurre en la cuarta economía de Europa. Hay que retroceder a los datos de la Gran Depresión en los años 30 para encontrar un antecedente de estas características en un país imperialista.
De ahí que no sea casual que España esté hoy en el centro de todas las miradas internacionales, con un cuadro que podría dar lugar a los más inesperados desarrollos y que tiene en jaque al gobierno conservador del Partido Popular, catástrofe económica y corrupción rampante mediante.
El escenario económico de conjunto muestra entonces que se sigue transitando la primera Gran Depresión del siglo XXI, una crisis que comenzó hace largos cinco años y que no tiene solución a la vista. Sin ser tan tremenda como la de ochenta años atrás, no hay otra manera de calificarla que como depresión, al tratarse de una de las crisis más largas que ha vivido la economía capitalista mundial y que podría asemejarla a la Larga Depresión de finales del siglo XIX, que duró veinte años y dio lugar al imperialismo moderno.
Considerar esta crisis sólo de manera “técnica”, en función de los trimestres recesivos y los de “recuperación” (se considera que dos trimestres consecutivos de caída del producto configuran una recesión, y dos consecutivos de recuperación la salida de ésta), como hacen los economistas burgueses, sólo puede servir para fragmentar el campo del análisis, lo que impide caracterizar de qué tipo es la crisis realmente.
Incluso la definición de Gran Recesión que esbozó en su momento el premio Nobel de economía Paul Krugman (de la que luego pareció desdecirse, pasándose a la de depresión), aunque capture el hecho real de que los índices de caída son más mediados que los de una depresión en regla, tiene el problema de que la temporalidad de cualquier recesión es siempre más acotada que el evento que estamos viviendo mundialmente, y que para colmo nadie se anima a pronosticar cuando irá a terminar. No es casual que un reciente artículo del conocido analista de mercados Nouriel Roubini, haya pronosticado para 2013 más o menos lo mismo que viene ocurriendo: la continuidad de la crisis.
Esta irresolución de la crisis ocurre más allá de que en el norte del mundo se vengan imponiendo durísimos ajustes neoliberales, uno de los datos más importantes del año que acaba de terminar y también del que comienza. Un posible giro generalizado hacia el proteccionismo no se verificó (al menos no por ahora), y la lógica de prácticamente todos los gobiernos capitalistas y grandes grupos económicos sigue ordenándose desde la globalización económica, con su apertura de los mercados, la puesta a competir internacionalmente de todas las clases obreras “nacionales” y el salto espectacular en la tasa de explotación del trabajo conquistadas por los capitalistas en las últimas décadas.
De ahí que la consigna del momento para cualquier gobierno burgués que se precie de tal en prácticamente todo el globo sea siempre la misma: la competitividad de su economía medida respecto de sus posibilidades en el mercado mundial, dejando de lado cualquier otro rasero.
3. La continuidad “mediatizada” del neoliberalismo
Dentro de este marco general para todos los países y economías capitalistas, la crisis deja un mundo hasta cierto punto dividido en tres áreas en lo que hace a las relaciones entre el estado, la economía y el vínculo con el centro imperialista:
a) El “mundo neoliberal” que caracteriza, más allá de todos sus matices, a EEUU, la UE (que también tiene sus matices internos) y Japón, así como a la generalidad de los países del “mundo semicolonial”, incluyendo aquí a varios de los latinoamericanos.
b) Los países más o menos “capitalistas de Estado”, que identifican a los BRIC. Más característicamente a China y Rusia, y quizás algo menos en India y sobre todo Brasil (hay que ver si se puede agregar en este renglón a Sudáfrica). Pero en todo caso, la mayoría de ellos se caracterizan por un peso proporcionalmente mayor del Estado en la economía que en los países neoliberales clásicos. La revista The Economist, decana del capitalismo liberal, identifica estos cuatro países en esta categoría.
c) Ciertos países “antiimperialistas” de Latinoamérica, característicamente el chavismo en Venezuela, en cierta forma el gobierno del MAS en Bolivia, entre otros, que tienen algunos rasgos “antineoliberales” pero son claramente gobiernos capitalistas.
Desde ya, hay todas las formas intermedias que se puedan pensar (como Corea del Sur, que históricamente combinó elementos de libre mercado con capitalistas de Estado y de promoción de la industria desde arriba). Por otro lado, ninguno de los países de los tres casos señalados se podría caracterizar como “tipo ideal”.
Esta clasificación viene simplemente a título ilustrativo, para señalar los matices en curso en la economía mundial (en parte, como subproducto de la crisis), que no alcanzan sin embargo a cuestionar que mundialmente sea el neoliberalismo y la mundialización (las economías organizadas alrededor de la exportación y su “competitividad”) lo que sigue caracterizando el cuadro general; de ahí también que las políticas de ajuste sean la práctica generalizada.
Un dato interesante es que, a diferencia del ciclo latinoamericano, si las rebeliones populares en el mundo árabe arrancaron algunas concesiones económico-sociales (además de las políticas, claro está), no parecen haber cambiado sustancialmente el escenario neoliberal ambiente; algo representativo por tomar un caso en el carácter ultraneoliberal de la Hermandad Musulmana en Egipto y su programa de privatizaciones, incluso de compañías estatales en manos de las fuerzas armadas. Esta política neoliberal es acompañada de dosis variables de asistencialismo social y una amplia red de clientelismo organizada desde el Estado.
4. Un esbozo de modificaciones geopolíticas
Vinculado a lo anterior, se podría decir que hasta el momento las modificaciones estructurales más profundas que va dejando la crisis son esencialmente geopolíticas. No es un dato menor y podría en alguna circunstancia agigantar contradicciones entre los Estados, que de cualquier manera se mantienen hasta ahora en un bajo nivel. El curso mundializador –el entrelazamiento de los negocios– parece garantizar esto por ahora; la relativa excepcionalidad de las salidas proteccionistas en la actual crisis pone límites a esta conflictividad potencial.
Un factor que podría desestabilizar este cuadro idílico en las relaciones entre los estados es la ascensión de China (aun con todas sus contradicciones). El avance relativo del gigante asiático sigue su curso, lo mismo que cierta multiplicación de los conflictos, como el suscitado con Japón por islas del Mar de China, entre otros.
En Japón hay en estos momentos un gobierno con rasgos más “nacionalistas” o “asertivos” que lo que venía siendo la tónica tradicional de la posguerra en ese país, y parece estar comenzando a plantear ciertos cuestionamientos al lugar subordinado del país en el orden mundial y la falta de un ejército propio (algo consagrado constitucionalmente luego de su derrota en la Segunda Guerra Mundial).
Este lugar subordinado fue el techo que se le puso cuando en los años 80 pretendió cuestionar la hegemonía económica de los Estados Unidos. La apreciación del yen con el acuerdo “Plaza invertido” impuesto por el gobierno de Reagan a mediados de esa década acabó con esa fantasía “ascendente” y derivó en pérdida de competitividad y en la larga depresión de la economía nipona, que comenzó a principios de los 90 y ya cumple dos décadas. Una cuestión que muestra cuán entrelazados están los factores económicos y políticos en lo que hace a la ascensión de las potencias imperialistas (algo que ha señalado, aunque con unilateralidades, Robert Brenner).
La nueva doctrina internacional que introdujo el gobierno de Obama a comienzos del 2012 es, en este sentido, un cambio significativo al resituar en el Pacífico y el sudeste asiático los principales desafíos a su hegemonía. Una admisión tácita de que Medio Oriente va dejando de ser el centro de la atención y es además una situación insoluble, y un giro a atender el cuestionamiento más de fondo que puede sufrir o ya está sufriendo la hegemonía de EEUU: China. Este desplazamiento de las prioridades del imperialismo yanqui bajo la administración demócrata se hace visible en múltiples señales, grandes y pequeñas.
Se trata de un giro justificado para cualquier observador internacional, que apunta, además, a la región del mundo que se ha convertido en el polo más dinámico de la economía capitalista a comienzos del siglo XXI, y por donde pasarán muchos de los desarrollos del sistema en las próximas décadas, así como de la lucha de clases y una nueva clase obrera, entre las más grande y jóvenes del mundo.
La ascensión de China no niega, más bien lo contrario, que la transición en la cúpula del poder del PCCH se procesara con crisis durante 2012, expresando todo tipo de conflictos y problemas pendientes de solución. Por ejemplo, cómo pasar a una economía más “mercado-internista” y menos dependiente de las exportaciones, lo que tiene el inconveniente de que para esto se debería aumentar el nivel de vida y el poder de compra de las masas. Algo de esto ocurre en segmentos del proletariado industrial, que a través de duras luchas reivindicativas en los últimos años vienen logrando aumentos de salarios bastante sustanciales. Sin embargo, una cosa son segmentos de los trabajadores y otra muy distinta es un aumento del nivel de vida generalizado en el conjunto de las masas explotadas y oprimidas, factor que amenazaría los elementos de competitividad internacional de los que todavía goza China.
Así las cosas, China suma sus problemas a los estructurales que campean en la economía mundial, ante un “rebalanceo” que no llega y el hecho de que la propia economía internacional como un todo sigue enfrentándose a una serie de aporías no resueltas desde el punto de vista de sus regímenes de acumulación.
En Europa, mucha discusión se ha sustanciado alrededor del rol de Alemania y Angela Merkel en cuanto al significado general de su pulso firme en la política de ajuste. Si la Unión Europea, en el fondo, ya se había revelado como un proyecto que a la que primero beneficiaba era a Alemania, la conducción de la actual crisis por parte de su jefa de Estado solamente revela algo que también estaba ya in nuce: que el país derrotado en la Segunda Guerra, reconstrucción capitalista y unificación mediante, ha emergido como una de las grandes potencias económicas no sólo europeas sino mundiales. Esta realidad también configura una cierta modificación geopolítica, si bien de perspectivas más acotadas que el desafío que entraña China.
5. Las monedas como campo de disputa
La continuidad neoliberal en las condiciones del esbozo de modificaciones geopolíticas y de las relaciones entre estados bajo la presión de la crisis es lo que explica que en lo económico haya un terreno de competencia entre estados y economías nacionales como quizá no se veía en los años 90.
Es verdad que no se ha ido a prácticas proteccionistas generalizadas, y mucho menos a una fragmentación del mercado mundial. Sin embargo, la disputa en el terreno de la cotización de las monedas y de medidas que no son directamente tarifarias para lograr “ganancias de competitividad” es una realidad agravada con el transcurso de la crisis.
Dos años atrás, Guido Mantega, ministro de Economía del gobierno del PT en Brasil, denunciaba la existencia de una “guerra de monedas” declarada por EEUU hacia los países capitalistas ascendentes como Brasil. Una “guerra” similar caracteriza toda la discusión acerca de la cotización del yuan chino, como plantea una y otra vez el gobierno de Obama.
La maniobra proveniente de EEUU, que pugna por mantener baja la cotización del dólar (el caso del euro es algo distinto; de ahí que deba redoblar su política de ajuste) es evidente: obtener ganancias de competitividad por la vía de la devaluación de su moneda, de manera tal de paliar los déficits comerciales y de balanza de pagos. De ahí también los conflictos con China a ese respecto: si la balanza comercial de Estados Unidos mejoró en los últimos años en términos generales, no ha sido el caso de la balanza específica con este país.
En realidad, la competencia alrededor de la cotización de las monedas caracteriza las circunstancias de varias economías y países, y es una forma indirecta de protección que sustituye el cierre de mercados o una política tarifaria explícita, dado que el capitalismo mundial aprendió de la crisis de los años 30 que la fragmentación del mercado mundial capitalista solamente sirvió para agigantar la depresión. Más ahora, con una economía internacional cualitativamente más entrelazada, razón por la cual un giro al proteccionismo liso y llano tendría un efecto catastrófico sobre la producción de prácticamente todos los países.
De ahí también la competencia “paraarancelaria”: se trata de una pelea no abiertamente planteada como prohibición de importaciones o establecimiento de barreras tarifarias extremadamente abultadas, sino más bien de todo tipo de maniobras comerciales que hacen a ciertas “reservas de mercado” (mecanismos como las licencias no automáticas, que permiten importar pero requieren autorización, ganando así tiempo, etcétera).
Parte de esto son también los elementos de regionalización presentes en la economía mundial, incrementados con la crisis, y que hacen a la competencia y también acuerdos entre regiones económicas alrededor de cuotas de mercados y aranceles.
Esta combinación de mundialización con regionalización muestra, de manera incipiente también, algunos de los cambios que va dejando la crisis: las relaciones entre economía, estados y zonas geográficas se ha enriquecido y complejizado más allá del modelo neoliberal a rajatabla.
Desde ya, cabe no perder de vista ni por un instante que en lo que todos los capitalistas están de acuerdo es en defender todo lo posible los avances logrados en materia de explotación y fragmentación de la fuerza de trabajo en las últimas décadas.
6. ¿Hacia la reapertura de la época de crisis, guerras y revoluciones?
Los datos económicos y políticos más generales muestran la continuidad de la crisis capitalista histórica que estamos viviendo, más allá de la existencia de factores mediadores no sólo económicos (una situación no tan catastrófica como en los años 30), sino también políticos, como el imperio universal de la democracia burguesa y la continuidad de la imposición de las direcciones tradicionales.
Esto no ha impedido la emergencia de un ciclo político de rebeliones populares, ni tampoco enfrentamientos sangrientos y escenarios de guerra civil, como es el caso de varios países del mundo árabe, pero en todo caso de conjunto configura todavía un escenario más o menos “intermedio” y no todavía una “era de extremos”, como la que caracterizó parte importante del siglo XX sobre todo su primera mitad, época de crisis, guerras y revoluciones que podría retornar, dependiendo de los desarrollos que están por delante.
7. La reelección de Obama como factor mediador
En el terreno propiamente político de la lucha de clases, también se expresó en 2012 esta situación que estamos definiendo de statu quo o “impasse dinámico”. Se podría decir que el ciclo de rebeliones populares continuó su desarrollo, aunque sin sumar novedades rutilantes.
Sin embargo, en el transcurso de 2012 se verificó de manera incipiente un hecho eventualmente estratégico: una mayor actividad de la clase obrera. Esto fue acompañando por una circunstancia que ya configura una regularidad: en muchos de los lugares más avanzados de la lucha de clases surgen una nueva generación obrera y procesos, si bien todavía incipientes, de desborde y recomposición. Volveremos sobre esto.
En tanto, un factor de estabilización política importante ha sido que en varios países de peso hubo reelección de gobernante, o las cosas parecen encaminarse para ese lado. El caso más significativo, claro está, ha sido el triunfo del “neoliberalismo progresista” de Obama en EEUU, que indica que la sociedad norteamericana, si no está conforme con él (su gestión ha sido de una supina mediocridad), menos todavía pretendía un retorno a los desarreglos abiertamente reaccionarios y pro Big Business de la gestión de Bush Jr. y que seguramente iría a encarnar el mormón Mitt Romney.
En cualquier caso, la reelección de un presidente de color que asume promoviendo el “matrimonio igualitario” no deja de ser un signo de los tiempos, si bien en el terreno económico su gestión ha configurado un salvataje a los grandes bancos y empresas industriales, como la General Motors, así como la búsqueda de restaurar la competitividad y el lugar de EEUU en el mundo. Las concesiones económicas al movimiento de masas y de trabajadores han brillado por su ausencia. En estas páginas hemos hablado de “reformismo sin reformas” o, incluso, de “micro reformas” para caracterizar la gestión de un Obama que sólo ha garantizado mantener el statu quo, incorporando, en todo caso, una pátina progresista en algunos planos.
No se trata solamente de Estados Unidos. Angela Merkel parece encaminarse a la reelección en Alemania (aunque esto habrá que verificarlo). En Latinoamérica, el PT ganó ampliamente las últimas elecciones municipales, y en el caso de Venezuela Chávez se alzó con un triunfo que hoy pasa por todos los avatares de su enfermedad, cuestión que trataremos adelante.
No pretendemos aquí hacer una reseña de todas las elecciones; en otras ha habido recambios, subproducto de la situación de crisis. Simplemente queremos identificar el efecto estabilizador que, en algunos casos significativos, la reelección de las actuales autoridades expresa, dando forma al statu quo dinámico que estamos identificando.
8. Los mineros entran en Madrid
La novedad más importante de la lucha de clases estuvo vinculada con el ciclo de la economía y los brutales ajustes. Se trata, de la evidencia de una mayor actividad obrera en varios de los países que están actualmente en el centro de la crisis, y cuyo punto máximo, desde el punto de vista simbólico, fue el ingreso de los mineros en Madrid en junio del año pasado.
En verdad, 2012 mostró una mayor actividad de la clase obrera vista universalmente. En España, en Egipto, en Grecia, entre los mineros sudafricanos, en China, lo que se observa urbi et orbi es el surgimiento de una nueva generación obrera que va haciendo sus primeras armas y experiencias.
Se trata de una regularidad verificable incluso en el componente generacional de aquellos trabajadores que estuvieron al frente de las durísimas huelgas mineras en Sudáfrica a mediados de año, que derivaron en la matanza de 34 mineros en Marikana: “Hay una nueva fuerza de trabajo más joven, no es la misma clase obrera organizada de la era previa a 1994. Aquellos que han estado liderando las huelgas son de las jóvenes generaciones, la mayoría de los cuales han entrado a trabajar después del año 2000” (International Socialist 137, invierno 2013).
Si 2011 había mostrado una amplia emergencia de la “indignación”, sobre todo con una composición juvenil más bien genérica cuya máxima expresión eran las plazas públicas ocupadas como Tahrir, Puerta del Sol, Zuccotti Park en Nueva York y varias otras (también hubo movimientos estudiantiles combativos, como el que sigue vigente en Chile), el año 2012 destacó, junto con la continuidad de este proceso y de las experiencias de la rebelión popular en general, la aparición de mayores luchas de la clase obrera aunque, claro está, con menos rutilancia mediática, aunque las imágenes del ingreso minero a Madrid recorrieron el mundo.
Esta llegada de obreros mineros a una ciudad capital de Europa ha sido un acontecimiento sin antecedentes en las últimas décadas, y si bien no tuvo continuidad y los mismos mineros fueron derrotados en su lucha por la traición de la conducción sindical de la UGT y CC.OO., constituyó uno de los signos más importantes de lo que podría estar en el porvenir.
Esta mayor actividad de los trabajadores suma un elemento de calidad a la experiencia que se está viviendo, si bien mayormente esta actividad se dio de una u otra forma encuadrada por las direcciones sindicales tradicionales. Pero esto no niega que experiencias independientes puedan abrirse paso. Todo indica que en las durísimas huelgas mineras en Sudáfrica hubo claros elementos de desborde de las bases.
9. Universalización de la lucha contra la opresión de la mujer
Otro desarrollo de importancia del último período es el del movimiento de mujeres. Es de subrayar el hecho que luego del gran ascenso del movimiento en los años 70 y la “depresión” posterior en los 80 y 90, que acompañaron las derrotas del neoliberalismo, otra de las regularidades en los desarrollos internacionales de la lucha de clases es cómo las reivindicaciones y luchas de las mujeres van ganando el tope de la agenda política en muchos países.
Las manifestaciones ha sido variadas: pueden ser estrictamente democráticas, como el caso de las Pussy Riot en Rusia, hasta la pelea contra casos de patriarcado aberrante como la violación “serial” seguida de asesinato de una joven en India, pasando por el paso al primer plano de la pelea por el derecho al aborto en la Argentina, sin olvidarnos de aquellas luchas que cotidianamente sostienen que “a igual trabajo, igual salario”.
El capitalismo neoliberal ha redoblado las manifestaciones de opresión de la mujer, así como el desarrollo de un conjunto de circunstancias de barbarie capitalista. Sin embargo, no es tanto éste el motor de los actuales desarrollos (viene ocurriendo a lo largo de las últimas décadas), sino sobre todo el desarrollo de una nueva sensibilidad política respecto de la opresión de la mujer, que hace que sus luchas y reivindicaciones estén adquiriendo una proyección en cierto modo novedosa. Esto requiere de una respuesta desde las corrientes del marxismo revolucionario, muchas de las cuales demuestran una ceguera sectaria frente a un tema que hace parte orgánica tanto del ciclo de indignación que se extiende mundialmente como del surgimiento de una nueva generación juvenil y obrera tiene ciertos rasgos distintos de las anteriores.
10. Los focos de la rebeldía
En el conjunto de los elementos de la situación internacional, se distingue enseguida qué países y regiones se destacan por la profundidad de su crisis. Algunos los abordamos pormenorizadamente en este número de nuestra revista, como España y Egipto.
Al cierre de esta edición el que se encuentra en el centro de la escena es España: un país que vive una ebullición de luchas sociales. El desempleo de masas del 26%, la crisis de todo tipo que atenaza al gobierno de Rajoy (más allá de que le juegue a favor que no haya recambio burgués a la vista) y el desarrollo de crecientes luchas obreras y de la juventud ponen al país ibérico como uno de los más inestables del mundo.
En segundo lugar, en los últimos meses Egipto volvió a ser noticia. Muchos analistas creían que con la elección de Morsi la situación estaba encaminada y la rebelión popular era cosa del pasado. Pero la aguda crisis abierta alrededor de los poderes extraordinarios que pretendió otorgarse el “nuevo Faraón”, la nueva constitución islamista y la escandalosa pena de muerte en Port Said a una veintena de hinchas de fútbol por la masacre del estadio del equipo local (vista como una sanción política a participantes de la lucha contra Mubarak) han reabierto la crisis y la dejan con pronóstico reservado.
Si es difícil que las rebeliones populares escalen hacia revoluciones sociales (por problemas que de manera pormenorizada tratamos en otro artículo de esta edición), no lo es menos reabsorber profundos procesos de cuestionamiento democráticos y sociales como los que encarnan las rebeliones populares.
Egipto está nuevamente ahí como para confirmar que este ciclo político universal de rebeldía llegó para quedarse y que su evolución dependerá de todo un conjunto de factores que no se solucionaran mecánicamente.
El caso de Grecia lo hemos tratado arriba, y ejemplifica la importancia estratégica de los factores de maduración subjetiva de la clase obrera y las masas. Syriza es una formación estrechamente electoral-reformista que vive del juego de las instituciones de la democracia patronal y no saca los pies del plato de la mundialización neoliberal.
La posible crisis por “default político” de una izquierda electoralista que no da ninguna solución ilustra los peligros de que el péndulo gire para el otro lado; es el caso de la acción incipiente pero sumamente peligrosa de la formación fascista Amanecer Dorado, que se caracteriza por métodos de acción directa contra los inmigrantes.
También en Grecia la construcción de un fuerte partido revolucionario de amplia vanguardia es una necesidad de vida o muerte, papel que le podría corresponder a Antarsya (Frente de Izquierda Anticapitalista), formación de extrema izquierda del país, si lograra madurar.
Yendo más de conjunto al mundo árabe, están al tope de la agenda la guerra civil en Siria, el debilitamiento relativo del gobierno de Netanyahu en Israel y el recrudecimiento de la lucha del pueblo palestino, así como los conflictos entre Irán y el imperialismo por la cuestión de la energía atómica, circunstancias que en la región combinan la explosiva continuidad de la “Primavera árabe” con el surgimiento de todo tipo de mediaciones islámicas y las relaciones más generales con el imperialismo y su gendarme sionista.
Lo anterior nos lleva a la definición de statu quo o “impasse dinámico” que hemos acuñado para caracterizar la actual coyuntura internacional: da cuenta de que mayormente no se ha vivido en 2012 una profundización de los desarrollos, pero, al mismo tiempo, nada se ha solucionado ni está en vías de solución.
Se trata de una definición dinámica que busca capturar dos determinaciones: la profundidad inmensa de los procesos y, a la vez, que estos procesos requieren para su maduración de toda una experiencia histórica a recorrer para desbordar las instituciones del Estado y la democracia patronal en un curso anticapitalista, construyendo organismos de poder obrero y popular, lo cual tiene como condición material que la clase obrera pase al centro de las luchas, quitándose de encima a las direcciones tradicionales.
11. La enfermedad de Chávez abre interrogantes sobre el futuro de la región
Pasemos a algunos temas de impacto regional y hasta cierto punto mundial, que habrá que seguir con detenimiento este año. Es el caso del futuro del chavismo a partir de la grave enfermedad de Hugo Chávez.
Latinoamérica vive, globalmente, un proceso de alza económica y un ciclo político marcado por limitadas reformas. Los límites de ese reformismo se van haciendo evidentes, pero también es un hecho que la generalidad de la población explotada y oprimida no quiere saber nada con cualquier cosa que suene a los fatídicos años 90.
De ahí que el recambio por derecha a estos gobiernos progresistas no sea nada fácil (algo que alientan el imperialismo y las burguesías de la región de manera creciente), al tiempo que el desborde por la izquierda sigue dándose, por ahora, a nivel mayormente de una amplia vanguardia, pero sin que se hayan roto los diques de contención más importantes: democracia burguesa, partidos populistas tradicionales, burocracia sindical, nacionalismos burgueses del siglo XXI, etcétera.
Sin embargo, una crisis del chavismo ya podría cambiar las cosas. Sumándose al deterioro que viven algunos de estos gobiernos (como el de Cristina Kirchner en la Argentina, ver también nota en esta edición), podría abrirse paso a un recambio (o a crisis más o menos graves), al tiempo que liberar tendencias hacia la izquierda.
La ecuación no es sencilla; una ruptura de los señalados diques de contención podría ocurrir, pero esto no se procesará de manera inmediata sino todavía paso por paso; en cualquier caso, dependerá también de qué desarrollos tengan lugar a nivel internacional.
12. La tarea es construir fuertes partidos de vanguardia entre las nuevas generaciones
Las tareas del momento son preparatorias y plantean la construcción de fuertes partidos de vanguardia, “partidos de lucha de clases”, cuya tarea central es construirse alrededor del proceso de recomposición de la clase obrera, las luchas estudiantiles y de la mujer, así como en cualquier plano político general en que se coloque la pelea.
Aquí se da una dialéctica decisiva que queremos sumariamente transmitir. Las nuevas generaciones obreras, juveniles y partidarias emergen con casi nula experiencia y bajos niveles de formación política heredada. La forja de estas nuevas generaciones requiere de dos componentes. Por un lado, la formación política a adquirir con la literatura del partido. Por el otro, la comprensión que esta formación no se puede hacer entre cuatro paredes, como si se tratara de un claustro universitario: la escuela insustituible es la de la lucha de clases, y que nuestros partidos se sumerjan cada vez más en las luchas y vicisitudes de la clase obrera de carne y hueso que emerge. Ésta es la única vía de maduración integral posible.
Esta edición se pone entonces al servicio de estas tareas, haciendo un detallado análisis de algunos de los puntos más candentes de la lucha de clases internacional y, al mismo tiempo, entrando en el debate y la polémica sobre las características del período actual, que hemos dado en llamar ciclo universal de rebeliones populares. Además, se da continuidad a la elaboración teórica y estratégica que caracteriza a nuestra corriente, en este caso referida al análisis de la Segunda Guerra Mundial y a las causas y consecuencias del triunfo de la URSS sobre el nazismo.
Se trata de una herramienta de formación de nuestra militancia, y también de polémica política y teórica que es otra escuela insustituible para los militantes socialistas revolucionarios, que no se pueden desarrollar en un clima de secta doctrinaria cerrada ni aprender a pensar por sí mismos dentro de él, sino en el más amplio terreno de la lucha política democrática de tendencias socialistas y de la lucha de clase proletaria.
13. Nuestro balance del último período
Nuestra corriente Socialismo o Barbarie ha dado algunos pasos de avance en el último año. El más importante es que comenzamos un esfuerzo por ir avanzando en un vuelco de cuadros para el trabajo europeo. Los pasos son muy iniciales, pero revisten gran trascendencia para nuestra construcción más estratégica.
También es significativo el hecho de que en Costa Rica nuestros compañeros del Nuevo Partido Socialista (ex PST) comiencen a dar pasos en una incipiente proyección nacional como partido, que surge a partir de un grupo básicamente juvenil, habiendo obtenido la legalidad para las elecciones nacionales del 2014 en el departamento de Heredia, el más obrero del país.
Y mientras continuamos duros esfuerzos constructivos en Brasil y Honduras y sufrimos un impasse en Bolivia, en la Argentina logramos con el Nuevo MAS tres triunfos resonantes en los últimos tiempos.
El primero es la ubicación de nuestra agrupación de mujeres Las Rojas como una de las principales del país, a la que le cupo la iniciativa de organizar la principal marcha por el derecho al aborto realizada en la Argentina, el 1° de noviembre pasado, en la que participamos con una fuerte columna de nuestra agrupación.
El segundo es la pelea que estamos llevando adelante contra una de las principales multinacionales del neumático (Bridgestone-Firestone) y contra la burocracia del gremio agrupada en la CTA por la reincorporación de nuestro compañero Maximiliano Cisneros. Más allá de un conjunto de razones, esto es de enorme importancia porque nuestro compañero es representativo de la nueva generación obrera que realiza sus primeras armas en estas iniciales décadas del siglo XXI. En el orden judicial logramos un fallo favorable en primera instancia que aspiramos sea confirmado de manera de lograr la reincorporación efectiva del compañero.
En tercer lugar está el hecho que, tras haber sufrido la maniobra proscriptiva de la baja de nuestra legalidad nacional por parte de la justicia electoral patronal (baja que fue aprovechada, lamentablemente, por nuestros competidores en la izquierda del FIT para intentar dejarnos “fuera del juego”), con una intensa campaña de la juventud del partido hemos dados pasos significativos hacia la recuperación de nuestra inscripción electoral nacional en los últimos meses.
También creemos significativo que nuestra revista Socialismo o Barbarie se mantenga sistemáticamente entre las más importantes y regulares de las corrientes del trotskismo latinoamericano, cuestión a la que suma una calidad de elaboración teórica y política y un esfuerzo de actualización del marxismo revolucionario a la luz de las enseñanzas de la lucha de clases del último siglo que prácticamente ninguna otra puede exhibir.
La nueva generación partidaria que caracteriza al nuevo MAS, así como al Nuevo Partido Socialista de Costa Rica y demás núcleos fundacionales de la corriente, nos muestran como una corriente muy joven con un inmenso trabajo por delante.
Pero que cuenta con un capital humano y político muy valioso que se formará en la dura escuela de la lucha de clases y la lucha de tendencias que está por delante, contra los desvíos oportunistas que caracterizan mayormente el trotskismo europeo y las prácticas objetivistas, doctrinarias y “poroteras” que son propias de las formaciones latinoamericanas.
Febrero 2013