Las vueltas

del Argentinazo

 

Después del Argentinazo

Ha comenzado un proceso revolucionario

Texto votado en el 2º Plenario Nacional de Cuadros del MAS de marzo 2002
y ratificado en el 8 º Congreso (31/05/02)

4. Un inmenso laboratorio de la lucha de clases (tareas y orientación)

“Generalmente, las creaciones históricas por completo nuevas, están destinadas a que se las tome por una reproducción de formas viejas e incluso difuntas de la vida social, con las cuales pueden presentar ciertas semejanzas” (Karl Marx, “La lucha de clases en Francia”).

Un inmenso laboratorio de la lucha de clases. En esto se ha convertido el país. Creativamente, desde abajo, de manera autodeterminada, los distintos sectores de los trabajadores están escribiendo la historia y concretando un proceso de construcción de nuevas organizaciones y experiencias que tiene una importancia difícil de exagerar. La riqueza de este proceso es inmensa y esto es lo que hace del argentinazo en curso, un “laboratorio de experiencias” de las que esta planteado aprender y sacar lecciones desde todo punto de vista, en particular, desde el punto de vista de la estrategia y orientación revolucionarias.

Dentro de este proceso, es decisivo tener en cuenta las tres caras de la autodeterminación y / o recomposición de los sectores populares y obreros: las asambleas barriales, el movimiento “piquetero” y las experiencias clasistas entre los trabajadores ocupados.

En este documento, daremos algunas valoraciones más de fondo de estos “tres rostros” del proceso en curso de la “autoorganización” del movimiento de los trabajadores en el contexto del argentinazo. Esto, a partir de la siguiente valoración: es un grave error contraponer un proceso contra el otro, o “elegir” uno de ellos, afirmando que seria “ese” el que más expresaría el “espíritu” del proceso en curso. Esto es lo que hacen, erróneamente, cada uno a su nivel, AyL, el MST, el PO y el PTS.

Es claro que estamos –metodológicamente- en contra de esta recaída. Todas las experiencias en curso, con sus alcances y sus limites, con sus desarrollos desiguales y combinados, expresan determinadas características político / sociales de los sectores de clase en acción, y en su desarrollo, tal cual son, es que deben intervenir los revolucionarios.

A las tres las consideramos expresión -más en general- del proceso de recomposición de los trabajadores, en particular, de una importante vanguardia de masas que ha surgido al calor del argentinazo, y creemos que hay que pelear –estratégicamente- por su masificación, politización, democratización, convergencia y centralización, hacia su constitución en la expresión de un “doble poder” de la clase trabajadora, en el curso del actual proceso revolucionario.

Junto con lo anterior, queremos dejar sentado otro señalamiento. Durante el proceso en curso, hemos podido observar cómo la percepción de fenómenos socio / políticos nuevos es analizada con esquemas viejos. Un “sociologismo” superficial, puede alternativamente hacer desaparecer a la clase trabajadora o tener un concepto reduccionista de la misma, perdiendo de vista que en las condiciones de un proceso revolucionario, las clases se definen y se redefinen en el proceso de su experiencia. Esto combina factores “estructurales”, pero también los políticos e ideológicos, porque a la vez, no hay verdadera constitución de clase, sin el desarrollo de la subjetividad. Esto es más cierto aún en medio de un proceso revolucionario: una verdadera clase histórica, es la que logra dar una salida para el conjunto de la sociedad explotada y oprimida.

Las “comunas” del argentinazo

Pasado el primer “furor” de las acciones de lucha más espectaculares, un “subterráneo” pero profundo proceso de organización de los trabajadores se viene extendiendo a lo largo y ancho del país, en todos los diversos sectores de los explotados y oprimidos. Parte de esto, quizás su manifestación más visible y espectacular, es el desarrollo de las asambleas populares, no solo en la Capital del país, sino también en el Gran Buenos Aires y el interior.

No hay que confundirse. El hecho de que los “cacerolazos” centralizados en la Plaza de Mayo los días viernes muestren un “agotamiento”, o que incluso la ultima interbarrial de Parque Centenario, haya sido la mas pobre de toda la serie, no indica la desaparición de este proceso, el que, como ha venido siendo entre los movimientos de desocupados o aún entre las diversas experiencias independientes de los ocupados, necesariamente va a pasar por distintos momentos: de auge, de consolidación, de claro retroceso...solo para volver a surgir en cualquier giro de la crisis con más fuerza aún.

En este marco, creemos que la experiencia de las asambleas populares de trabajadores y vecinos ha llegado para quedarse, y en su masificación, politización, respeto al carácter democrático de las mismas, y -sobre todo hoy- confluencia con los distintos sectores de trabajadores y populares, esta hoy por hoy una de las tareas más importantes del proceso revolucionario en curso.

Experiencia de la cual, tenemos hoy desde Lezama, Haedo, Los Polvorines, Junín y otras tantas, una importante ubicación como partido, desde la cual sacar conclusiones.

¿Pero que son estas asambleas? Intentar precisar una caracterización de las mismas, tiene su importancia. Surgidas desde abajo, desde la acción espontánea y directa de los vecinos y trabajadores de los distintos barrios, son expresión de una búsqueda de un ámbito independiente y popular de discusión política y resolución práctica de los problemas de su comunidad, por parte de los mismos habitantes de un determinado ámbito territorial. Por esta razón, muchos las están comparando con la experiencia realizada en 1871 por los obreros de Paris y su “Comuna”, que fue la expresión de su poder social y territorial en el ámbito de esa ciudad. Por supuesto, la distancia histórica con esa experiencia no hace falta ni señalarla, entre otras cosas porque las actuales asambleas populares no son (aún) órganos de un “doble poder”, ni menos que menos han destruido el estado capitalista existente, pero, sin embargo, hay aspectos de la experiencia asamblearía en curso, que rememoran aquella gesta.

En este extraordinario proceso, esta planteada una dura batalla para que se desarrollen y superen sus límites. Batalla, en primer lugar, contra la pérfida actuación de las diversas corrientes burocráticas y políticas del “nuevo reformismo”: tal los casos de la CTA, del CCC, el ARI, etc, etc.

Su orientación, bajo el demagógico formato de “no aparatear” las asambleas, es llevar a las mismas hacia transformarse en ámbitos “inofensivos” para el poder. Ámbitos meramente “recreativos”,  de “contención social” o claramente subsumidos a la autoridad de las intendencias, cooptadas para discutir “participativamente” el presupuesto y otros temas, sin cuestionar la autoridad establecida. Es decir, subordinar la organización y acción independiente de trabajadores y vecinos, a las instituciones del régimen.

Para justificar esto, el neoreformismo apela a diferentes ideologías y / o “teorizaciones”, alrededor de las cuales hay que reflexionar, y que tienen un punto en común: según ellos, las asambleas “pueden ser ámbitos de socialización”, ámbitos de “control” de la autoridad, ámbitos de expresión de (a lo sumo) un “contrapoder” (unilateralidad en la que cae AyL), pero nunca, nunca, transformarse en ámbitos de un “doble poder”, que es la perspectiva por la que creemos que hay que combatir.

En este camino, esta planteado pelear por una dinámica creciente, en que tomen en sus manos las tareas que el deterioro creciente del estado de los capitalistas (en particular de las intendencias) deja de hecho “en el vació”, sin responder a las acuciantes necesidades obreras y populares de los vecinos y trabajadores de cada localidad. Buscando, al mismo tiempo, al calor de este proceso, el desarrollo de una politización paciente pero efectiva, en el sentido de darse un verdadero programa de salida frente a la catástrofe del país, al mismo tiempo que la decisiva confluencia con el resto de las expresiones de organización y lucha de los sectores afectados por la catástrofe nacional: el movimiento de los trabajadores desocupados, y de los trabajadores que aun tienen trabajo, sea docentes, estatales y de la industria.

Desde nuestro punto de vista, insistimos, las asambleas deben progresar, madurar, masificarse y politizarse en el sentido de construirse como “poder” alternativo frente al poder que ejercen territorialmente los aparatos de las intendencias del PJ y la UCR, que no casualmente desatan -de manera creciente- la represión por intermedio de sus patotas ante el cuestionamiento que determinadas asambleas comienzan a significar de hecho a su poder material, físico, efectivamente, territorial.

Pero, ¿como dar la pelea que planteamos más arriba? ¿Con que orientación? En este desafió, tenemos profundas diferencias con compañeros de la izquierda como el PO, el MST y el PTS, que tienen toda una actuación “aparatista” en el ámbito de las mismas, sin respetar sus tiempos, la dinámica de su desarrollo o incluso poniéndoles a priori el sayo sectario de “ámbitos de la clase media pauperizada”.

En primer lugar, se multiplican los ejemplos en los que las asambleas barriales se plantean tomar en sus manos múltiples tareas: desde tomar a su cargo el padrón de los compañeros desocupados, plantearse la reapertura de fuentes de trabajo de la zona, hacerse cargo de la construcción y / o administración de las “salitas” de salud de los barrios o de algún servicio del hospital del municipio, etc, etc. Esto es fundamental, porque cimenta a la asamblea en la asunción de tareas practicas que sirven a los trabajadores y vecinos de la localidad. Sin embargo, a nuestros compañeros de la izquierda, nunca se los ve al frente de estas tareas. Van a las asambleas generales de discusión, pero luego desaparecen a la hora de llevar adelante las tareas planteadas. Esta actitud va de la mano de la subestimación que se observa en general, acerca de la importancia que tiene la masificacion de las mismas, el lograr  una participación creciente de vecinos y trabajadores,  condición absoluta para lograr que las asambleas logren de manera efectiva comenzar a cuestionar el poder de las autoridades locales.

Al mismo tiempo, al calor de este proceso, esta planteado el desafió de politización de la asamblea. El que las mismas asuman, reflexivamente, un programa de reivindicaciones antiimperialistas y anticapitalistas, es decisivo y central, porque hace a una verdadera dinámica popular y obrera de la asamblea. En este sentido,

Nuestro partido tiene “la presión”, una tremenda presión opuesta al resto de las corrientes: creer que porque hacemos un planteo político, pasamos un periodico o queremos captar a los mejores compañeros, ya estaríamos “aparateando”. Creemos que todo esto es un grave error, que es adaptarnos a los aspectos más atrasados de la asamblea misma, en el actual estado de su maduración. Que “de nada sirve” si la asamblea solo toma tareas prácticas y no se va elevando hacia la perspectiva política general. Lo mismo que es también un grave error, creer que no debe ser parte de nuestra concepción, el “pelear por la dirección”, y, entonces, dejar en manos de otros las asamblea.

Por supuesto que todo este trabajo más estrictamente político, no puede hacerse de manera superficial, contrapuesta al propio desarrollo democrático y paciente de la asamblea y de la experiencia de los compañeros que participan en las mismas. En este aspecto, contra las propias corrientes de la izquierda, estamos fuertes para pelear por hacer valer que politización y democracia van de la mano.

Finalmente, es muy importante el desarrollo de las interbarriales y de la “Asambleas de asambleas” de Parque Centenario, Olivos u otras en el resto del país. Debemos saber que esta importancia va a crecer en la medida que el proceso en curso y / o la crisis, se profundice. Y que es desde la CTA y la CCC, desde donde se esta intentando “bombardear” estas instancias de coordinación y centralizacion. Pero también debemos pelear para que este proceso de confluencia, no se intente hacer a expensas de la maduración de la asamblea barrial: esta es la base de toda nuestra orientación en la actual coyuntura, y en ellas debemos hacernos fuertes. Al mismo tiempo, debemos pelear porque el necesario proceso de confluencia, coordinación y centralización, sea real y se logre como maduración del proceso asambleario y no como factor artificial que termine empobreciendo estas instancias.

“Piqueteros”: movimiento social de los trabajadores desocupados

Mas dificultades tenemos en el partido, en relación al movimiento de los desocupados. Sobre este proceso hay de hecho un debate político, que lleva en muchos casos a un abordaje sectario del mismo. Desde un punto de vista político, en el sentido mas estricto del termino, remitimos a las diferentes minutas y balances que han ido jalonando nuestra intervención. Sin embargo, nos interesa hacer acá una reflexión en un sentido mas general (de la que hasta ahora hemos carecido), que ubique nuestra actuación en este movimiento, en el marco del actual proceso revolucionario. Sin dejar de señalar que a partir de la votación del ultimo plenario de cuadros, ya no somos mas “externos” a este movimiento, que de una manera u otra, integramos el “bloque nacional piquetero” como una expresión de izquierda del mismo, y que estamos en una relación estrecha y fraternal con la experiencia de los compañeros de la “FTC” (“Frente de Trabajadores Combativos”).

Diez años atrás, Argentina era exhibida como ejemplo mundial de los beneficios de la “globalización”. Hoy esta hundida en una de las mas graves crisis de su historia. Esto ha causado una catástrofe social: alrededor de seis millones de trabajadores han sido arrojados a la desocupación total o parcial, en un país que prácticamente no había tenido durante mas de medio siglo una alta tasa de desempleo.

Es en este cuadro que se está desarrollando el movimiento social de los trabajadores desocupados, probablemente el mas importante movimiento de desocupados en el escenario mundial. Este proceso –en su conjunto- es extraordinariamente progresivo.  Se esta desenvolviendo una riquísima experiencia, la que se está potenciando y delimitando de derecha a izquierda: desde la FTV y la CCC (ausentes en el argentinazo), pasando por el “Bloque nacional piquetero” (integrado por el MIJP, el “Polo Obrero”, el MTR, el MTL y la FTC) que ha reagrupado a prácticamente todos los movimientos de izquierda, hasta las expresiones más sectarias y divisionistas, como la “Aníbal Verrón”.

Veamos algunas de las características generales del movimiento:

a- Los desempleados no pueden hacer huelga. Pero, si son suficientemente numerosos, organizados y decididos, pueden perturbar el “orden” del Estado burgués más que muchas huelgas. Acciones como los cortes de ruta (carreteras, avenidas principales, puentes, vías del ferrocarril, e incluso bloqueos al ingreso a plantas)  realizados por los piquetes, cuestionan en varios sentidos ese orden. Ponen en tela de juicio los poderes del Estado sobre los canales por los que circulan las mercancías y riquezas del capital.

b- Estos movimientos son la expresión de una vanguardia de masas, que si bien no abarca aun a todos los trabajadores desocupados, tampoco expresa meramente a una vanguardia: sus movimientos, son una referencia para amplios sectores de masas de los desocupados .

c- El corte de ruta por un piquete –de la misma manera que la ocupación de una empresa por sus trabajadores, la invasión de una finca por sus campesinos o una huelga general revolucionaria- se coloca objetivamente por fuera de la legalidad burguesa y es un desafió al poder del Estado, cuya función eminente es la defensa de la propiedad, incluyendo en este concepto el de las rutas y la “libertad de circular” por ellas. Se subvierte así, no solo la autoridad burguesa, sino también los canales tradicionales (sindicatos) por los cuales ha sido tantas veces “entubada” y canalizada la lucha de clases.

d- La burguesía esta peleando por lograr la “regimentación” de los movimientos, convirtiéndolos en instituciones colaterales del Estado. En esa dirección, esta logrando progresos importantes, sobre todo en relación a la FTV de D`Elia y la CCC de Alderete, sentados a la mesa de la “concertación” de Duhalde, la Iglesia y los grandes empresarios. Esto no es así, en relación al resto de los movimientos, los que en general, conservan su independencia.

e- Pero este fenómeno de los nuevos movimientos de desocupados, no se limita a los “cortes” y “piquetes”: por detrás de ellos, hay un rico proceso de entramado de solidaridad, resistencia a la disgregación social y de avances en la conciencia de una vanguardia de masas que llega al movimiento por necesidad, pero que se politiza en el proceso de la lucha.

f- Hay una nueva clase trabajadora. Pero ella esta –en primer lugar- fraccionada entre ocupados y desocupados, como también se encuentra fragmentada entre permanentes y contratados, estatales y privados, etc. Lo que nos interesa acá, es que el cataclismo social ha generado una masa de trabajadores sin empleo o semiempleados que no tienen ya en las empresas y ramas su lugar “natural” de relacionamiento, organización y lucha. El “espacio social” donde se organizan, ya no son las empresas, sino el territorio donde viven: el barrio en el Gran Buenos Aires u otras grandes ciudades, o determinadas poblaciones en el interior de las provincias.

g- el carácter territorial no significa que no tengan una referencia de clase mas o menos clara. Esta aún no se ha roto ni olvidado. Es que gran parte de sus integrantes han sido trabajadores que han perdido su empleo regular o jóvenes y madres que nunca lo han tenido, pero que provienen de familias trabajadoras. Y una buena parte de sus “referentes” han sido activistas del movimiento obrero.

Tenemos, entonces, un movimiento de clase, pero que se desarrolla territorialmente y no directamente alrededor de las estructuras; es decir, de las relaciones directas de compra y venta de la fuerza de trabajo. Y que ante la catástrofe económica / social y el derrumbe del sistema estatal de administración de los servicios sociales, comienza a tomar en sus manos estas tareas. Así, los movimientos de desocupados o las asambleas barriales se hacen cargo de garantizar las bolsas de comida y / o los comedores populares, los planes trabajar y/o el reclamo de empleo efectivo, la administración de la salud, la construcción y/o recuperación de determinados ámbitos de “socialización”: sean escuelas, sociedades de fomento, salitas de salud, etc.

Y todo esto cuestiona –de hecho- el poder territorial y sobre la comunidad que normalmente esta en manos del Estado, de las intendencias y del aparato de los partidos tradicionales, y que cumplen un rol fundamental en la dominación. El cuestionamiento a este “poder” y no otra cosa, es lo que esta haciendo poner nervioso al aparato del PJ, que ve así como se orada parte de base territorial y comienza a descargar la represión de sus patotas para asegurar su monopolio y liquidar estas expresiones independientes. Este rol de los movimientos de los desocupados -en conexión con el proceso de las asambleas populares- muestra otras de las vías del cuestionamiento al monopolio del poder por parte del Estado capitalista, expresando la enorme potencialidad y posibilidad de transformarse en otras tantas formas de un doble poder de los trabajadores en medio del actual proceso revolucionario. Esto siempre y cuando no limiten su accionar al plano meramente reivindicativo, de las bolsas de comida o lo planes trabajar, tareas en las cuales, normalmente, están casi completamente“absorbidos”, lo que constituye una evidente presión y problema para su desarrollo como movimientos políticos, para su elevación hacia una perspectiva general.

Para esta perspectiva, es fundamental dar en estos movimientos una dura pelea: masificarlos, hacerlos confluir con el resto de los trabajadores, politizarlos, democratizarlos, elevarlos desde la perspectiva reivindicativa a una perspectiva de conjunto, evitar tanto su cooptación y subsunción al Estado (orientación de la FTV y de la CCC, que reproducen una relación clientelar con la base de los movimientos), como su transformación en movimientos “sectarios”, que toman vías puramente de hecho, que se erigen en “aristocracia piquetera”, que desprecian a los trabajadores ocupados y no buscan la confluencia con ellos (la “Anibal Verón”).

La perspectiva de masificación del movimiento, esta estrechamente relacionada con la pelea porque confluyan en un solo cause trabajadores ocupados, desocupados y asambleas populares. Esto implica que los movimientos no se “cierren” en sus “propias” reivindicaciones, no se hagan “sectarios” con el resto de los trabajadores, sino que asuman las reivindicaciones del conjunto. Esto es, pongan sobre la mesa el reclamo y la perspectiva de “trabajo para todos”, de la “reducción de la jornada laboral, sin reducción del salario”, de la “nacionalización bajo control de los trabajadores” de toda empresa que pretenda despedir o cerrar sus puertas.

Esto depende, en ultima instancia, de cómo y en que medida los movimientos se autoderterminen y se eleven a una perspectiva política global, que no se queden  encerrados en los marcos burocráticos de sus direcciones. Esto no es algo “objetivo” u “automático”. Solo podrá ser el resultado de una dura lucha revolucionaria al calor del proceso en curso, sin sectarismo, pero tampoco sin adaptarnos, sin “capitular” a la presión “populista” que de alguna manera viene de los movimientos.

Que logren autodeterminarse, democratizarse y politizarse no es una abstracción. Combina tres problemas distintos pero interrelacionados (de los cuales, varios de ellos, también son en pugna con el Polo Obrero y el MTR): a) una amplia democracia y politización, que sea lo mas directa y asamblearia posible; b) la independencia de cualquier variante de colaboración de clases; c) un programa no solo reducido a lo sectorial y corporativo, o a la condición de “desempleados”, sino que confluya con las reivindicaciones de los ocupados y con una perspectiva global para la sociedad.

Y esto se hace más agudo aún, en momentos en que el proceso revolucionario abierto, exige para su maduración y desenlace socialista, el que todo progreso y/o conquista parcial (casi imposible –mas allá de paliativos- en el actual contexto de bancarrota) se hagan en la perspectiva de la transformación social, de asumir los intereses generales de la sociedad explotada y oprimida.

Los trabajadores ocupados y las nuevas experiencias clasistas

Acá tenemos un problema tremendo. Hemos reflexionado muy poco sobre los trabajadores ocupados.

Hay que tomar nota que entre ellos, incluso los de fábrica, se comienza a acumular una experiencia de enorme importancia. Poco habitual en la historia del movimiento obrero argentino, están en curso una serie de experiencias clasistas e independientes de la burocracia, las que se sostienen en el tiempo. Al mismo tiempo, esta a la hora del día la puesta en funcionamiento de las empresas por sus trabajadores, lo que expresa un cuestionamiento efectivo y de hecho a la propiedad privada de los capitalistas y a su monopolio del control de la producción.

Los “casos” se multiplican: los docentes de la Unter, los mineros del Turbio, los ceramistas de Zanon, los trabajadores de la construcción de la UOCRA Neuquen, los metalúrgicos de la Enfer, las textiles de Brukman, los metalúrgicos de Rio Grande, la seccional Haedo del ferrocarril Sarmiento, los docentes del Suteba Matanza. En muchas de estas experiencias, tenemos el privilegio de ser parte, lo que, al mismo tiempo, significa que tenemos una inmensa responsabilidad que no terminamos de asumir. Al mismo tiempo, tenemos la obligación de tener una política hacia las experiencias de las cuales estamos “más de afuera”, pero que hacen parte de este proceso.

Es verdad que acá entran procesos muy distintos, que requieren un abordaje especifico. Pero solo queremos marcar que, en este terreno, venimos con un retraso y queremos que este plenario sirva para corregir este grave problema. Porque debemos ser absolutamente conscientes que sin el ingreso a la pelea de los trabajadores que aun tienen trabajo, es imposible una maduración del argentinazo hacia un escalón superior. De esto es muy consciente la burocracia de las CGT y la CTA, las que si bien viene debilitadas, ni por un minuto podemos perder de vista que aún en medio del proceso en curso y de los elementos de crisis que todas sus expresiones tienen, sigue controlando el núcleo central de los trabajadores ocupados: y ese control es el que hay que liquidar.

Desde esta perspectiva estratégica, desde la ubicación de que salgan a la pelea y confluyan los trabajadores ocupados con las asambleas populares y los movimientos de desocupados, es que aparece como de suma importancia tener en cuenta que en el actual contexto inflacionario, de no pago de los salarios, de su baja brutal por medio del mecanismo de la devaluación, sumado al masivo proceso de despidos y/o cierres de plantas, es de esperar en los próximos meses, importantes luchas de estos sectores.

Desde esta perspectiva, hay varios problemas de importancia, de los cuales queremos destacar dos. El primero, la necesidad de trabajar en la perspectiva de una verdadera lucha nacional, de una huelga general activa y unificada de todos los trabajadores del país, en la cual la clase trabajadora ingrese en la escena política nacional unida y con sus propios métodos. Parte de esta perspectiva, es lograr que la misma se autodetermine: rompa con la dirección tradicional y se sume masivamente al proceso de recomposición revolucionaria en curso.

En este marco, es que queremos destacar la importancia y las enseñanzas de algunas de las experiencias clasistas que están en curso. En este sentido, hay que tener en cuenta que la dinámica de “afectación” del derecho de propiedad de la patronal o el cuestionamiento a su monopolio sobre el control del proceso de producción, esta presente en varias experiencias. Nuestro programa transicional en relación a la apertura de los libros contables o el paso a la administración obrera y/o control de los trabajadores de la empresa nacionalizada o provincializada por el estado, se esta empezando a dar. Esto esta ocurriendo como cuando en Zanon o Brukman la patronal literalmente “abandona” la empresa. También, cuando como en Turbio, esta prácticamente planteado que sean los trabajadores mineros los que tomen en sus manos el presentar una perspectiva para toda la cuenca, esto es, para los demás sectores explotados y oprimidos de la sociedad. Y este ultimo aspecto es central, porque eleva a los trabajadores a dirección del conjunto de la sociedad, lo que no deja de tener un enorme significado potencial en el medio del actual proceso.

En este marco, creemos que en todas las regionales del partido, se debe retomar un aspecto de nuestra tradición: cada regional debe comenzar a atender y darse una política hacia las estructuras laborales más importantes de la misma. Debemos retomar el trabajo gris y cotidiano de ir a la puerta de las fábricas y / o lugares de trabajo, y comenzar a “atenderlos”.

Esto se puede hacer de varias maneras o desde varios lugares: directamente desde el partido, lo que es posible a partir de la apertura de nuevos locales y zonas. Pero, también, desde la asamblea popular en la que estamos o desde el movimiento de desocupados del cual somos parte. Lo mismo que –porque no- desde la facultad en la cual militamos.

Esta será la única posibilidad de que tengamos en serio una política para que el movimiento obrero ocupado se sume a la pelea, o por lo menos, estar mejor posicionados para cuando esto ocurra. Parte de este desafió, es el lograr agrupar desde una misma perspectiva y hacer campaña nacional, en relación a las importantes experiencias de las cuales estamos al frente pero que no propagandizamos a nivel nacional. Y, menos que menos, las hacemos jugar de manera sistemática para incidir en el proceso de recomposición / autoorganización en curso. Este problema también debemos intentar resolverlo en el plenario.

Porque no creemos que sea correcto dejarle este perfil solo al PTS, que tiene la virtud de tener esta preocupación, pero la encara desde una orientación “sindicalista revolucionaria”, y no desde la perspectiva de que los trabajadores den una salida hacia el conjunto de la sociedad. También, significa una respuesta concreta al PO, que considera que el único movimiento de trabajadores existente es el “movimiento piquetero”; o al MST, que sigue con toda una orientación fetichista de los sindicatos existentes, que sigue llevando adelante la vieja orientación sindicalista estrecha o “corporativa”.

Crisis de alternativas y vuelco masivo hacia la izquierda
(este subtitulo no fue sometido a votación)

Simultáneamente con el proceso de movilización en curso, del surgimiento y desarrollo de las distintas formas de la autoorganización, hay una crisis de las masas trabajadoras y de los sectores populares, con sus viejas ideologías y sus representantes políticos tradicionales, en primer lugar con el radicalismo y el peronismo. El rechazo engloba también a las instituciones políticas y jurídicas del Estado, en las cuales la mayoría no se ve representada, sino que por el contrario son percibidas, junto con los partidos y aparatos sindicales tradicionales, como cuevas de bandidos que actúan siempre en contra de los intereses del pueblo. Lo mismo, aunque quizás mas confusamente, sucede en relación al sistema socioeconómico, aunque no estén claras las definiciones de “capitalismo”, etc. Hay un sentimiento profundo de que se esta ante problemas globales, que abarcan desde el régimen político al sistema económico.

Sin embargo, este proceso ya iniciado de ruptura político/ideológica, tiene un desarrollo extremadamente desigual. Se da esencialmente por la negativa –“que se vayan todos”, etc.-  Aquí la crisis de alternativas no solo al capitalismo sino al régimen “democrático”, pesa con fuerza, aunque al mismo tiempo, es sobre el terreno de esta experiencia, que no casualmente han surgido las asambleas populares y que se registran progresos en la conciencia político/ideológica: el rechazo al FMI, al papel de los bancos y de las privatizadas, el impulso a tomar en sus manos tareas independientemente del papel del Estado.

Sin embargo,  a pesar de todos estos avances, no hay aún por la positiva un vuelco masivo hacia la izquierda. No hay aún nuevos movimientos políticos masivos hacia la izquierda, ni tampoco una masificación de todas o de alguna de las organizaciones y partidos de la izquierda existentes.

Esto es de una importancia capital. Es un factor esencial, el que junto con el desarrollo de la autoorganización como expresión de un doble poder, es una condición de posibilidad para que pueda plantearse en serio, la lucha por el poder. Para esto, hace falta que en la cabeza de millones se delinee la necesidad y la posibilidad de una alternativa. Y en esto hay una dialéctica de hierro: el desarrollo de una real y orgánica masificación de las asambleas populares y demás movimientos sociales como alternativa de poder, solo puede darse estrechamente entrelazado e interactuando con un proceso político / ideológico de las masas hacia la izquierda, que establezca un mapa político radicalmente diferente del que se estableció en el país desde 1945 (peronismo-radicalismo).

Entonces el interrogante es: ¿cómo facilitar que las masas se vuelquen hacia la izquierda revolucionaria, tratando de evitar que se encarrilen por vías frente populistas o neoreformistas?.

Es un hecho que esto esta dificultado porque no existen (en el terreno estrictamente “político”) grandes proceso que vayan en ese sentido. Pero precisamente por esto, hay que barajar una serie de hipótesis y propuestas, aunque sean abstractas y provisorias. Es partido debe salir a batallar por esto, como uno de los ejes de su combate político.

Creemos que tenemos –en este sentido- tres niveles en los cuales nos debemos mover, los que pueden dar lugar a todo tipo de desarrollos desiguales y combinados. Y que en ese plenario solo podremos comenzar a debatir.

En primer lugar, proponer la conformación de un movimiento político / social de izquierda que enarbole un programa mínimo revolucionario. Este programa se podrá tomar tanto de las asambleas populares, como de los programas “piqueteros” o de las experiencias clasistas.

El del programa es un punto que tenemos a favor: las distintas expresiones de la autoorganización se están dando programas, los que en general, son, en un sentido general, revolucionarios.

Pero esta propuesta de movimiento no creemos para nada, que se deba circunscribir a Zamora, como plantean algunos compañeros.

Hay que partir de que en la realidad existen varios sectores -que no se pueden excluir a priori-, hacia los cuales debemos llevar este combate: a) las direcciones y activistas de los movimientos sociales, de las asambleas populares, del movimiento “piquetero”, de las experiencias clasistas entre los trabajadores ocupados, a los que creemos, debemos privilegiar, b)  los partidos y su militancia, que han crecido y que tienen su influencia en el proceso de la autoorganización, c) el “fenómeno” Zamora, que tiene una creciente llegada a sectores de masas, pero que por si mismo no conforma ninguna relación orgánica con ellas, ni hasta ahora interviene significativamente en ninguno de los tres rostros de la recomposición, d) las miles de personas que se reclaman de izquierda, pero que no están en ninguno de los partidos existentes. Hay que proponer a todos esos sectores la constitución de un movimiento político /social, de los trabajadores y revolucionario, que pueda facilitar un vuelco político de las masas. Y dentro de esto hay dos hipótesis o posibilidades: la que seria mejor, es que el movimiento surja como “maduración” del propio proceso de recomposición de los trabajadores. En este caso, tendría algunas similitudes con las propuestas de “Partido de Trabajadores”. Seria de clase y surgiría de un proceso “orgánico”, aunque en su “forma”, parece ser más adecuada a la actual realidad, la forma de “movimiento”. Al mismo tiempo, aunque creemos que no seria lo mejor, tampoco hay que descartar la hipótesis que la conformación del movimiento pueda surgir “mas desde afuera”, para luego “fusionarse” con la recomposición en el terreno sociopolítico.

Junto con esto, en otro andarivel, y en el mismo marco del movimiento si este resultara, creemos decisivo encarar la construcción de un partido socialista revolucionario, íntimamente democrático y que aspire a lograr la mas amplia influencia entre las masas. Este partido, como tal, no existe hoy en el país, pero creemos que al calor del proceso revolucionario en curso, hay que estar completamente abiertos a las posibilidades de “frente único revolucionario”, es decir, a la confluencia con otras organizaciones de izquierda revolucionarias –sobre todo, las que provienen del trotskismo- o con corrientes de las mismas que giren hacia la izquierda, y que permitan construir tal partido. Esta hipótesis no creemos para nada que deba descartarse, porque esta abierta la posibilidad de que al calor del proceso revolucionario mismo, las propias organizaciones de izquierda o sectores de las mismas también se “revolucionen” y que esto permita una confluencia democrática y revolucionaria.

Finalmente, y en este marco, esta planteado el desafió de “relanzar” el MAS, el que es ampliamente conocido entre la vanguardia, e incluso entre amplias franjas de las masas. En este sentido tenemos un capital especifico que muchas veces por “ideológica” (la falsa idea de que la gente que nos rodea “no quiere entrar a ningún partido y tampoco al MAS”...) perdemos de vista. Muchos compañeros en los barrios, en las asambleas populares, en la actividad señalan: “el MAS tiene chapa”, el MAS es respetado y escuchado, e incluso hay en el activismo una cierta diferenciación entre nuestro comportamiento menos de secta,  con respecto al del resto de las corrientes. Este capital debemos valorarlo a la hora de jugarnos a brazo partido por aumentar cualitativamente nuestra influencia den el seno de la vanguardia y de sectores de masas. Tenemos que romper definitivamente con todas las falsas ideologías que se transforman en un obstáculo para avanzar cualitativamente en nuestra construcción y en el relanzamiento del MAS hacia la vanguardia y las masas, en el marco del actual proceso.

>>> A la parte 5. Elementos de un programa por la revolución socialista

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