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Nov - 8 - 2018

Estados Unidos: Derrota de Trump en las elecciones de medio término

Por Ale Kur

El martes 6/11 se llevaron a cabo las elecciones de “medio término”[1] en EEUU. En ellas se ponía en juego la totalidad de la Cámara de los Representantes (Cámara baja del Congreso Nacional), un parte del Senado (Cámara alta nacional), las gobernaciones de la mayor parte de los estados, y en varios de ellos los parlamentos locales.

Por ser las primeras elecciones nacionales desde el triunfo de Trump en 2016, se convirtieron objetivamente en un referéndum sobre su gestión, y en especial, sobre sus ataques contra los inmigrantes, contra las mujeres, contra los trabajadores y los sectores populares en general. Y el dato más importante es que predominó ampliamente el rechazo a su gobierno. Desglosaremos a continuación varios de los elementos más destacados de esta elección.

1) El Partido Demócrata, opositor a Trump, ganó la mayoría de la Cámara de los Representantes (por lo menos 220 escaños). Hasta ayer, esta Cámara estaba en manos del Partido Republicano. Ahora la oposición tiene la potestad de abrir investigaciones contra Trump, además de darle media sanción a proyectos propios.

2) El Partido Republicano, es decir el partido de Trump, retuvo el control del Senado. Esto de cualquier manera no estaba prácticamente en discusión: el Senado renueva por partes, y la mayor parte de las bancas que renovaban eran las de senadores demócratas, mientras que las bancas republicanas en su enorme mayoría no estaban sometidas a nueva elección en estos comicios.

3) En el voto popular global a la Cámara de los Representantes, los demócratas obtuvieron 4 millones de votos más (4 puntos porcentuales) que los republicanos, lo que indica una nueva derrota de Trump en cuanto a la voluntad mayoritaria. Los demócratas obtuvieron, según el estado actual del recuento, 50,770,636 de votos (51.1%), y los republicanos 46,863,224 de votos (47.2%).

Estos resultados ensanchan la brecha que ya existía en las elecciones presidenciales de 2016. En ellas Trump había perdido en el voto popular contra Hillary Clinton por 3 millones de votos de diferencia, pero había ganado la presidencia por haber triunfado en el Colegio Electoral (institución antidemocrática que asigna un peso mayor a los estados atrasados del interior que a los grandes centros urbanos, más progresistas). El Colegio Electoral y el Senado (construido sobre la misma base) forman parte de un régimen oligárquico destinado a diluir los elementos democráticos, alejando aún más a la población del poder efectivo.

4) Los sectores populares oprimidos y subalternos votaron mayoritariamente contra Trump. Este fue el caso del 60% de las mujeres y del 68% de los jóvenes menores de 30 años, según señalan diversas fuentes. Lo mismo hizo una gran mayoría de la población negra y latina, así como los sectores de ingresos bajos y medios. Parecen haber surtido efecto las campañas de agitación de una gran cantidad de movimientos sociales y políticos, que buscaban estimular la participación electoral de dichos sectores (habitualmente baja) para dar vuelta la ola contra el gobierno reaccionario. El rechazo a Trump logró elevar la participación electoral a niveles inusualmente altos para las elecciones de medio término de EEUU.

Más de conjunto, sin duda alguna jugaron un rol decisivo las oleadas de protestas y organización del movimiento de mujeres, de los movimientos antirracistas y por los derechos de los inmigrantes que vienen sacudiendo el país desde 2016[2].

Por su parte, Trump retuvo el apoyo del núcleo duro de su base social de 2016: los sectores blancos, especialmente masculinos, y especialmente los de mayores ingresos. Esto le permitió mantener una votación relativamente alta, pese a su derrota.

5) El ala izquierda del Partido Demócrata (partidarios de Bernie Sanders, miembros de los DSA -Socialistas Democráticos de América- y grupos progresistas varios, como los “Demócratas por la Justicia”) lograron hacer elegir muchos de sus candidatos, tanto a la Cámara de los Representantes de EEUU como en parlamentos de los estados locales. El denominador común fueron campañas como el apoyo a Medicare for All (propuesta de sistema de cobertura de salud universal financiado totalmente por el Estado), el salario mínimo de 15 dólares por hora de trabajo y el derecho a sindicalización, y otras iniciativas progresistas. Bajo estas propuestas, muchos de ellos habían derrotado previamente en las primarias demócratas a los candidatos del establishment neoliberal partidario, financiado por las grandes corporaciones.

En las elecciones actuales, fueron electas a la Cámara de los Representantes de EEUU candidatas como Alexandria Ocasio Cortez (Nueva York), Rashida Tlaib (Michigan), Ilhan Omar (Minessota), Ayanna Pressley (Massachusetts). Todas ellas mujeres, siendo además algunas de ellas negras, latinas, árabes o musulmanas. Ocasio-Cortez, por su parte, es la candidata más joven electa al parlamento nacional, con sólo 28 años. Su apoyo en su distrito fue abrumador: la votó un 78% de los electores. El propio Bernie Sanders, por su parte, fue reelecto como senador nacional por el estado de Vermont por tercer término consecutivo.

Los  DSA también consiguieron elegir destacados miembros propios como Julia Salazar (Nueva York) y Sara Innamorato (Pennsylvania), en las Cámaras de Representantes de sus respectivos estados.

6) Los demócratas ganaron las gobernaciones de dos estados importantes en los que había ganado Trump en 2016: Wisconsin y Michigan. En el primero, perdió Scott Walker, gobernador republicano que se hizo mundialmente conocido por atacar a los empleados estatales en 2011, desatando una fuerte lucha popular. Por su parte, Michigan es un estado muy importante por su peso industrial: en la segunda posguerra fue el corazón de la producción automotriz de EEUU, con epicentro en la ciudad de Detroit. Que estos estados se “den vuelta” puede significar un comienzo de ruptura con el gobierno por parte de sectores de la clase trabajadora tradicional.

En Florida, si bien triunfó el Partido Republicano, se aprobó una importante enmienda que recupera derechos de voto para un millón y medio de personas, impedidas de votar por haber recibido condenas judiciales por delitos comunes (inclusive habiendo ya cumplido sus penas). Esto puede hacer una diferencia significativa en las elecciones presidenciales de 2020, en un estado que siempre está disputado entre ambos partidos.

Por último, en Texas (un estado de gran importancia económica, tradicionalmente muy conservador) los demócratas obtuvieron muy buenos resultados en la elección para senador, perdiendo por escaso margen. El retroceso de los republicanos en un estado de estas características es un dato muy novedoso, que podría llegar a ser síntoma de transformaciones en la conciencia de amplios sectores sociales.

7) En síntesis, el resultado de las elecciones fue una derrota para Trump, que sale de ellas globalmente debilitado. Hay que aclarar, sin embargo, que no fue un golpe catastrófico: el margen de diferencia no fue abrumador, conserva el Senado y muchas gobernaciones importantes. Pero el dato más importante y significativo es el sentido político general de la elección: se trata de un desplazamiento hacia la izquierda de la situación política norteamericana. Si bien lo capitaliza mayormente el “establishment” neoliberal e imperialista del Partido Demócrata (que se demostró como una oposición muy tibia al gobierno de Trump), objetivamente genera un clima más favorable para el desarrollo de la lucha y organización de los sectores populares de EEUU, así como para la construcción de organizaciones socialistas y de izquierda.

8) A nivel internacional, es muy importante destacar que el resultado de estas elecciones va en un sentido diametralmente opuesto al triunfo del fascista Bolsonaro en Brasil. Esto significa que la «ola derechista» mundial encontró un frenazo en estas elecciones (nada menos que en la principal potencia del mundo), y muestra que la relación de fuerzas no está cristalizada, que los elementos reaccionarios se pueden combatir y derrotar. Los resultados de estas elecciones muestran en el plano electoral la “otra cara” de la situación política internacional: el enorme desarrollo de los movimientos de mujeres y juveniles, la lenta pero sostenida recomposición de la izquierda. Aspectos que hasta el momento actuaban como “contratendencias” de la coyuntura política derechizada, pero que eventualmente se pueden terminar volviendo su rasgo dominante. El panorama político aparece así mucho más alentador de lo que indicaba la coyuntura internacional de las últimas semanas. Es muy  importante mantener esta perspectiva global para combatir al pesimismo y el derrotismo, apostando por la reapertura de una salida socialista.

[1] Para un análisis del contexto político-económico de esta elección, ver la nota «Estados Unidos | A pocas horas de unas elecciones que pueden ser decisivas» (http://izquierdaweb.com/estados-unidos-a-pocas-horas-de-unas-elecciones-que-pueden-ser-decisivas/)

[2] Ver al respecto el artículo «EEUU: Resistencia popular y recomposición política de la izquierda bajo el gobierno de Trump». Por Alejandro Kurlat. Revista SoB 32-33, junio 2018. (http://www.socialismo-o-barbarie.org/?p=11886)

Por Ale Kur, IzquierdaWeb, 7/11/18

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